Una chica del montón (2)
Las consecuencias del día anterior. Ana lucha por sacar su lado más salvaje ¿Lo conseguirá?
---------- ANA ----------
La joven se levantó al día siguiente muy alterada. Habían sido muchas emociones en un solo día, y cuando llegó a casa entró directamente a su habitación sin avisar a sus padres, cerró la puerta y se echó en su cama. Y cuando se quiso dar cuenta ya estaba dormida.
Al día siguiente se dirigió al instituto sumida en sus pensamientos, recordando todo lo ocurrido. Y aún no podía creérselo. Demasiadas emociones. Entró la primera en clase, pero cuando Noelia se sentó a su lado ni le dirigió la palabra. Noelia tampoco se atrevía a decir nada. Las dos jóvenes estaban muy alteradas y avergonzadas por lo ocurrido. Pero mientras la actitud de Ana era de negación, la de la pequeña morena era otra totalmente diferente.
---------- NOELIA ----------
A la pequeña adolescente lo ocurrido ayer le había turbado. Pero, sobre todo, le había gustado. Más aún, lo disfrutó de una manera que nunca hubiera imaginado ni en sus sueños más oscuros. Y es que Noelia fue educada toda su vida en un colegio de monjas. Con una mentalidad muy cerrada, y por unos padres muy cariñosos, pero estrictos y también cerrados en lo que correspondía a su educación. Nunca le habían negado ninguna cosa, y su habitación era una prueba de ello: pocas personas podía presumir de tener una habitación tan totalmente decorada a su gusto y deseo como el de ella. En ese sentido tenía que admitir que había sido una niña consentida. En todo excepto respecto a su educación. Pero todo aquello había tenido consecuencias en otros ámbitos. El más importante el sexual. Nunca en su vida le habían hablado sobre el sexo. No había tenido educación sexual ninguna. Así que cuando escuchaba a alguna de sus compañeras sobre con quien habían estado, como había sido su primer (y segundo, y tercer…) beso, o algunas de sus fantasías. Y ella quedaba intrigada. Y cuando su primera revista erótica llegó a sus manos... buff ese día quedó grabado en piedra en su mente. Y desde ese momento se dedicó a investigar, revistas, páginas webs, relatos, videos... era un mundo que la intrigaba y la excitaba. Pero toda su educación iba en contra de eso. Por no haber, no se había masturbado en su vida. Y ahora... todo había pasado de golpe. Pero le había encantado. Era lo mejor que le había pasado nunca. Y quería compartirlo con Ana. Por eso en cuanto llegó al instituto, se acercó a ella; tenía que aclarar con ella lo sucedido.
Hola
Hola
Oye, tía, sobre lo de ayer, yo...
Ayer no pasó nada - le cortó Ana
Pero yo, yo... me gustó mucho. Y a tí también, y yo pensaba que…
A mi no me gustó, ¿cómo puedes creer eso? Tú, que ayer me decías que todo eso te daba asco – le respondio molesta Ana
No… si… ¡no! Es decir… -
¿Cómo explicarle que lo que ayer le decía era fruto de años y años de negación? No sabía cómo. Pero lo intentó - Lo siento Ana, me equivocaba. Me gustó mucho. Lo de ayer fue fantástico, y yo creía que a ti te había gustado también...
No me gustó - le cortó Ana - Y no quiero hablar de ello
Pero...
¡Ya Basta! - y con eso terminó la conversación entre ellas.
Noelia se sentía terrible, culpable. Y no tenía a nadie con quien hablarlo. Y pensaba que Ana era la persona perfecta. Realmente no hacía falta que volvieran a... a… (no se atrevía ni a pensarlo) ¡a esó! Pero si quería tener a alguien que fuera cómplice de todo, con la que poder hablar de todo aquello que en casa no podía. ¿Qué deseaba besarla, que Ana le quitara toda la ropa y que la mirara con deseo con esas gafas que tanto, pero tanto, le excitaban? Por supuesto, pero, si ella no quería no era necesario. Pero ahora... ahora entre ellas se había abierto un abismo. Y no sabía cómo superarlo. Estaba sola... de nuevo. O tal vez no
¿La gafotas te ha ignorado? Uy, eso suena a que algo ha pasado - oyó una ronroneante voz que Noelia reconoció al instante
¡Carolina! ¡No! Que dices, no pasó nada de eso. Solamente... no le caigo bien.
No creo que sea eso, lolita mía - cuando la llamó así a Noelia se le subieron los colores - pero bueno, por ahora lo dejaré así. Pero lo que está claro es que sería mejor que buscaras una nueva compañera menos arisca... y yo busco una.
¿En serio? - Noelia no se lo podía creer
Si, por supuesto ¿crees que bromearía contigo? Además - y se acercó a su oído para susurrarle - me he quedado con las ganas de comerte algo más que tu boquita.
Mientras le decía esto la mano de Carolina acarició la de Noelia y la agarro dulcemente, y esta se dejó llevar. Ella no lo sabía, aunque su voluptuosa compañera sí: era toda una sumisa.
---------- CAROLINA ----------
- Ay papi, si, dame más. Me gusta cómo me lo haces papito
Carolina se despertó con esos gritos al otro lado de su pared, y se levantó enfadada. Estaba teniendo un sueño muy vivido con aquella chica, y la habían despertado en lo mejor. Cuando abrió la puerta de al lado, de golpe, fue el momento justo en que la mujer, una exuberante colombiana de caderas prominentes, gritaba como una condenada mientras llegaba a su segundo orgasmo del día. Estaba montada encima de un joven moreno, de perilla abundante y cuerpo entrenado en gimnasio, que la agarraba de los pechos con fuerza, y que los apretó con mayor fuerza aún al sentir el orgasmo de su amante y conseguir así correrse a la vez que ella. La pelirroja no se amilanó ni se asustó al ver la escena. Estaba acostumbrada a ver a mujeres follando con su hermano. Y a la inversa también, no es que se molestara en ocultarse cuando follaba en casa Lo que no le gustaba que es que esos folleteos le arruinaran sus momentos de disfrute.
Una vez terminado el acto, la mujer. De unos treinta años, se levantó y buscó su ropa. Carolina le echó un buen vistazo. Estaba bastante buena (no tanto como ella) para ser una vieja que podría ser su madre. Pero para su gusto tenía un problema; a ella no le iban las milf. Le gustaban más jovencitas. Cuando la colombiana se fue, su hermano la miro de forma burlona.
¿Te hemos molestado?
Tú que crees, estúpido. Estaba durmiendo, llegamos muy tarde esta noche. Y eso que no paraste, ni por la noche... ni por la mañana
Oh vamos, hermanita, no me digas que aún estás enfadada por haberme follado a tu amiguita.
Sabes que era mi presa hermanito.
Oh vamos, la he dejado virgen para ti, no seas tan quisquillosa. Además, lo que de verdad te molesta es que era otra chica la que hubieras querido tener contigo. No me acuerdo su nombre... la morenita de gafas...
Eso no es asunto tuyo hermanito. Y si piensas que lo es solo tengo que decirle a tu noviecita de tu aventura hoy. O la de anoche. O todas las demás.
Bah, no te hagas la molesta conmigo cuando sabes que tienes razón. Además, es cuestión de tiempo que la consigas, lo sé. No he conocido a nadie que se te escapara mucho tiempo, y esa amiga tuya no será la excepción.
Carolina no estaba tan segura. A fin de cuentas era la primera persona en mucho tiempo que le provocaba un cosquilleo dentro de ella cuando pensaba en sus ojos, sus labios o en cualquier otra parte de su cuerpo (aunque tal como iba vestida de modosita solo podía imaginárselo). De hecho, su sueño había sido con ella y no con la lolita de ojos verdes.
No, la lolita no era el objeto de su deseo, pero era alguien interesante de moldear. Estaba claro que era una inocente en todas las lides sexuales, y era un buen divertimento hacer de maestra del sexo para ella.
Por eso, cuando a la entrada de clase vio la discusión entre la lolita y Ana, vio que era el momento perfecto para su plan. Y se dirigió a la pequeña totalmente decidida.
¿La gafotas te ha ignorado? Uy, eso suena a que algo ha pasado.
¡Carolina! ¡No! Que dices, no pasó nada de eso. Solamente... no le caigo bien.
No creo que sea eso, lolita mía - Carolina casi se corre de gusto cuando el rostro de Noela se puso rojo de vergüenza - pero bueno, por ahora lo dejaré así. Pero lo que está claro es que sería mejor que buscaras una nueva compañera menos arisca... y yo busco una.
¿En serio?
Si, por supuesto ¿crees que bromearía contigo? Además - y se acerco a su oído para susurrarle - me he quedado con las ganas de comerte algo más que tu boquita.
Ahora la cara de Noelia ya era todo un poema. Perfecto, ya era suya. Se la llevó de la mano sin que ella pusiera apenas resistencia en dirección a su mesa. De un gesto, echó de allí a su anterior compañera y sentó a su lolita en su lugar. Durante las, clases se divirtió jugando a meterle mano por debajo mientras la joven ponía cara de turbación. Le encantaba ver la cara que ponía, mezcla de vergüenza y de satisfacción. Cuando llegó la última hora de clase, Carolina ya no se podía resistir mas. Tenía que hacerla suya.
Mi lolita, nos vamos de aquí.
¿A d-donde?
A divertirnos, mi adorada lolita, a divertirnos.
Y dicho eso se la llevo de la mano, y se escondieron en una esquina esperando que tocara el timbre y se vaciaran los pasillos. Y se la llevo a los baños de chicas. Una vez dentro, la empezó a besarla furiosamente, y para su sorpresa, Noelia no tardó ni un segundo en devolver los besos. Lo hacía torpemente, pero desde luego mucho mejor que la vez anterior. Interesante…
---------- NOELIA ----------
Cuando entraron en el baño, Carolina la empujó contra una pared y la empezó a besar, muy intensamente. Y era algo que ella estaba deseando, desde el momento en que en la primera clase le empezó a meter mano. Le daba miedo que alguien se diera cuenta, por supuesto, pero para su sorpresa, esa posibilidad hacía que se excitara aún más. Y por eso su primera reacción fue devolverle el beso. La verdad es que se sorprendía de sí misma ¿Cómo podía ser tan furcia como para dejarse manosear y besar así? Era algo que no lo sabía, pero le encantaba. La joven se afanó en practicar lo que Ana le había estado enseñando el día anterior. Y parecía que funcionaba porque en un determinado momento la viciosa pelirroja dejo de besarla y la miró inquisitiva.
Tú has practicado ¿verdad?
No... no lo he hecho
No me mientas zorrita. Desde hoy vas a decirme siempre la verdad, u olvídate de que te vuelva a hacer algo así.
Noelia gritó aterrada, para sorpresa de si misma - ¡¡NO!! Vale, si, dos días después del día en que nos conocimos, cuando… ya sabes – Carolina la miró divertida –
- Cuando te rompieron el culito
Noelia no decía nada, pero su cara de sorpresa y vergüenza lo decían todo – Ana vino a mi casa ese día, y en mi habitación... nos enrollamos.
¿Tú y Ana? - la cara de Carolina cambió a ¿curiosidad? - Que interesante. No sabía que te gustaba otra persona en mi lugar. Me siento... decepcionada – le soltó Carolina con toda la mala intención.
¡N-no! Sí... ¡¡¡NO!!! Quiero decir, no fue nada. Solo tenía curiosidad por saber más y...
... Y ella aceptó - el tono de voz de Carolina era extraño
¡Pero no follamos! – Noelia se sorprendía más y más con su propio vocabulario - Solo me metió su lengua en mi... cosita
La mirada de la pelirroja cambió. Tenía un brillo extraño en sus ojos - Asi que sigues virgen... bueno, eso habrá que remediarlo.
Esas palabras la excitaron hasta límites insospechados. Y aun más cuando Carolina la introdujo en uno de los baños y, después de cerrar la puerta, cruzó miradas con ella. La de Carolina era la mirada de una tigresa frente a su presa. Las de Noelia, las de una gacela indefensa. Pero ambas miradas mostraban algo en común: deseo a punto de desatarse. Y se desató.
Carolina se acercó aún más a la jovencita. Le sacaba una cabeza, y su cuerpo era más exuberante en todos los sentido que el de la lolita, por lo que esta parecía una muñeca a su lado. Un juguete con el que la pelirroja empezó a jugar. Acercó sus labios a los de ella, pero cuando estaba a punto de besarla bajo el objetivo a su cuello, que mordió dulcemente, provocando un gemido en la pequeña.
No... no me muerdas, no quiero que... - Carolina no solo no le hizo caso, sino que la mordió y chupo el cuello con más fuerza, provocando que la joven Noelia soltara un gemido aún mayor.
Tú no eres la que da órdenes aquí, putita. Yo soy tu dueña y señora a partir de ahora, recuérdalo. Al entrar en el baño conmigo has firmado un contrato de esclavitud conmigo. Y tranquila, lolita mía, lo vas a disfrutar.
S-sí, de acuerdo - dijo una Noelia que ya no estaba para quejarse más, porque mientras le decía eso la sádica pelirroja había introducido su mano izquierda por debajo de su camisa y le estaba acariciando su pezón haciendo que las sensaciones de placer aumentaran exponencialmente. Mientras, sentía como con la otra mano su agresora levantaba su faldita e introducía los dedos por debajo de sus braguitas.
Desde luego voy a tener que hacer muchos cambios en ti, lolita mía - le decía mientras seguía inmisericorde con la tortura que sacaba incontenidos gemidos de placer en ella- empezando con tu ropita. Pareces sacada de una casa de muñecas - a Noelia no le daba tiempo a contestar porque en ese momento Carolina le introdujo un dedo en su ya mojadísimo coño de niña. Luego, introdujo lentamente un segundo dedo, para más placer de la lolita.
¿Ana te hizo esto? Contéstame zorrita
Si, siiii - acertó a decir una turbada y caliente Noelia
¿Y la muy puta no te comió el coño?
_ No... no se atrevió... se fue antes de que ocurrieraaaaaaa - impulsos de placer recorrían a la joven nenita por todo su cuerpo sin que ella pudiera, o quisiera, pararlos.
Bueno, pues eso tiene solución - y dicho eso la pelirroja se agacho para poder contemplar mejor su futura víctima: un coñito mojado y sin ningún pelo alrededor.
Vaya, voy a pensar que de verdad eres una niña, ¿no te han crecido los pelillos todavía? - dijo burlonamente.
No, nooo - acertaba a decir la pequeña, ya que Carolina seguía jugando con los dedos en su vagina sin bajar el ritmo - lo que pasa es que me lo depilo. Me... meeeee gustaba como se veía en las revistas que leí y...
Uy, la lolita nos ha salido una pervertida, leyendo revistas. Pero no me quejo, a mí también me gustan rasudaritas. Me encanta que tengas tan buen gusto, mi inocente lolita.
Carolina retiró los dedos de la vagina de Noelia, bruscamente, provocando un quejido de dolor de esta, y se acercó para ver mejor el panorama. Abrió con los dedos los labios vaginales, y echó un vistazo de cerca al clítoris. Era pequeñito, pero, a ojos de la pelirroja, muy sabroso, virginal. Le divertía ver como le palpitaba el coño, como prediciendo lo que iba a ocurrir.. Carolina entrecerró sus labios alrededor del clítoris, y apretó, chupándolo con fruición, mientras que con su lengua empezó a lamerlo. Al instante impulsos de placer nunca sentidos atravesaron todo el cuerpo de Noelia. Carolina la sujeto con fuerza porque no quería que se le escapara. Siguió chupando, mientras introducía de nuevo un dedo en su encharcada concha, haciendo un mete-saca incesante.
Noelia no pudo resistir mucho tantas sensaciones nuevas, y pronto sintió algo nunca sentido. Una corriente eléctrica tremenda que venia de su útero, y que se multiplicaba como un inmenso relámpago, por todo su cuerpo. Su primer orgasmo vaginal, el cual, pese al placer sentido cuando le follaron el culo, lo superaba con creces. Brutal, intenso, que parecía no tener fin. Sus extremidades empezaron a temblar sin poder controlarlas, y termino cayendo, haciendo caer con ella a la pelirroja, mientras intentaba en vano parar los temblores.
Carolina se levantó con rapidez y miró, divertida, como la pobre lolita temblaba sin parar
Uy - dijo divertida - ¿ya te has corrido? Y eso que no ha llegado lo mejor - dicho eso, empezó a buscar algo de tu bolso - ahora me voy a cobrar tu virginidad querida. No sabes las ganas que tengo.
¡N-no! - dijo Noelia, pero rápidamente recordó las palabras de su ama de la prohibición de la palabra “no” y reacciono, pese a las convulsiones que aún tenía - por favor, no puedo más, no tengo apenas fuerzas, no se si podré resistir más esta... sensación. Por favor, ama.
Carolina se rio con satisfacción al ver esa sumisión en su lolita - Jajajajaja, eres una novata mi putita. No sabes lo que te espera. Pero bueno, hoy puedo ser buena, la verdad es que te lo has ganado. Aunque te advierto, tu eres mía, mi juguete. Lo sabes ¿verdad?
Si
Mi ama. Termina la frase - de dijo firmemente Carolina
Si, mi ama - dijo la pequeña sumisa
Así me gusta. Pero, aún así, vas a tener que hacer algo a cambio de que no te folle aquí mismo.
Lo que sea... mi ama. Lo que tú digas
Bueno, si es así - y se bajó los pantalones - te toca a ti hacerme correr de gusto. No sabes las ganas que tengo putita mía.
Pero si nunca lo he hecho - protesto Noelia.
Tranquila, yo seré tu maestra... en todo.
---------- ANA ----------
La joven de gafas veía como Noelia y Carolina se pasaban la mañana con jueguecitos debajo de la mesa, y una sensación de envida empezaba a sobresalir en ella. Celos de Noelia. De nuevo, su lado más cobarde habían ganado la batalla y había provocado que la única chica con la que podría haber hablado o experimentado cosas se alejara de ella. Quien podría haber ayudado a sacarla de su monótona vida.
Ahora esa chica se iba con nada menos que con Carolina ¿Por qué había sido tan estupida?
Pero, cuando menos se lo esperaba, su lado salvaje volvio a aparecer. Y, cuando vió que las dos chicas iban a saltarse la última clase del día, sin pensarlo siquiera, las siguió fuera antes de que sonara el timbre, y se escondió a un lado, viendo como las otras dos chicas hacían lo mismo. Luego, vio como ellas se dirigían a los baños y entraban en ellos. Los baños. Parecía que su excompañera estaba condenada a tener sus sesiones en ellos. Pero bueno, Noelia al menos tenía experiencias. Ella, cuando tuvo oportunidad de tener su propia aventura se fue corriendo.
Lentamente se acercó a la puerta. Pero no se atrevía a entrar. Se quedó allí, quieta. Intentando escuchar. No podía oír gran cosa, pero llegado un momento pudo escuchar unos gemidos familiares: eran de Noelia. Y luego, silencio. No era capaz de escuchar nada más. Si estaban haciendo algo más, no era capaz de enterarse desde donde estaba. Tenía que entrar. Y eso hizo
Cuando entró, al principio no oyó nada. Pero de repente empezó a escuchar la sensual voz femenina de Carolina entre leves gemidos.
- Sí querida, así, chupa ahí, en mi clitoris. ¡Qué bien está aprendiendo mi putita!
No se lo podía creer: su ex-compañera, la inocente niña... ¡le estaba comiendo el coño a la malota del instituto! No se lo podía creer. Tenía que verlo.
Y decidida, repitió la misma historia que había ocurrido días atrás con la pequeña Noelia de protagonista: entró en el baño de al lado y se subió al retrete para ver lo que ocurría allí. La imagen la dejo marcada: Carolina estaba sentada en el WC, mientras agarraba de los pelos a una Noelia que, de rodillas entre sus piernas, chupaba el coño de Carolina con unas ganas inmensas mientras, inconscientemente, se tocaba el suyo, como si la vida le fuera en ello.
Y en un determinado momento, Carolina miró hacia donde estaba Ana y abrió los ojos. Y la miró, a ella. Fijamente. Ana se había quedado paralizada. No podía moverse. Carolina la miro, la sonrió... y le guiño el ojo. Y luego volvió a echar la vista a Noelia volviendo a agarrar firmemente sus pelos empujándola contra su vagina.
Ana ya no pudo aguantar más. Salió del baño, y se dirigió a su casa, llorando amargamente. Odiando a Carolina. Odiando a Noelia. Pero sobre todo odiándose a si misma por no ser ella la que estaba disfrutando en ese momento. Por ser tan estúpida, tan idiota. Por ser una chica del montón.