Una cena muy caliente

Una cena se sube de tono con mi hijo nalgón

Mi hijo Ángel esta bien nalgón… dios mío decir eso es quedarse corta… desde los quince años que asiste al gimnasio su culo ha sido el objeto de muchas de mis fantasías, me imagino estrujándolo fuerte mientras me la mete entera por mi vagina húmeda, no fue sencillo para mi aceptar que sentía estos sentimientos por mi hijo, no puedo precisar siquiera cuando fue la primera vez, lo único que sé es que hace unos meses, fuimos a la playa en familia y me sorprendí a mi misma, mientras mi hijo me ponía la loción, en un estado tal que mis jugos chorreaban por mis piernas sin control. Mirarlo salir del mar y del alberca con el agua recorriendo su cuerpo, me ponía mal, el hecho además de que bebiera abundantemente no me ayudo, una tarde sin importarme que mi marido estuviera presente, baile con mi hijo un baile sensual restregando mis nalgas en su tanguita contra su paquete en el minúsculo bikini que tan bien le quedaba, podía sentir su pene palpitando debajo de su speedo, y mis nalgas abrirse a su bestia, estaba perdida y al terminar la canción le metí una nalgada que hizo voltear a más de uno.

Al llegar a casa, mi relación con mi hijo se pudo más tensa, cambie de gimnasio, al que él asistía, nos íbamos juntos, lo miraba hacer ejercicio y él me ayudaba con mis aparatos, yo no desaprovechaba cualquier instante para restregarme contra él y darle unas picaras nalgadas.

Una noche,

sabia que mi marido estaba fuera de la ciudad y que él tenia semanas sin ir al gim por sus duros entrenamientos de futbol americano, llego un poco tarde. Apenas entro se disculpo conmigo.

  • Lo siento mami, el entrenador nos dejo hasta tarde, es el juego del campeonato y no podemos perder.
  • Entiendo pero estoy molesta…
  • Lo siento mami.
  • Esta bien, hay una solución… puedes quitarte la camisa.
  • Mami.

Se me quedo mirando, se veía tan sensual, su pantalón de entrenamiento y una musculosa, era primavera y el clima era templado, sin decir nada se la quito, sus abdominales eran perfectos.

  • Angelito te ves tan bien… ya me hiciste bajar el enojo. Vamos a cenar.
  • Está bien.

Ambos cenamos, pero en la cena hubo mucho coqueteo.

  • Sabes mi amor… antes de servir, creo que debería ponerme más cómoda-. y sin decirle nada, me quite la musculosa, no llevaba brasier y mis senos, todavía firmes a pesar de mis cuarenta años, saltaron, duros y excitados.
  • Mamá tienes unas bubis hermosas.
  • Gracias mi amor.

Había cocinado espagueti, al principio pude notar sus miradas furtivas, luego sabiendo que ese momento era especial,

tire un poco de sopa sobre mis senos.

  • Demonios. Ángel no quieres ayudar a mami con esta mancha.
  • Claro que si mami.
  • Bueno, entonces quítamela.
  • Está bien-. Se levanto de la mesa y pude adivinar que buscaba una servilleta.
  • Mi amor, no ensucies servilletas, anda con tu lengua quítamelo.

Sentir su húmeda lengua en mis pechos me provoco una descarga eléctrica que no pude contener, pero lo hice.

  • Gracias angelito.
  • De nada mami-. En ese momento, él mismo se mancho su abdomen con salsa.
  • Hijo te has manchado ven para que mami te limpie.
  • Claro mami-. Se puso enfrente de mí sin poder disimular su erección pero sólo limpie sus abdominales… deliciosos.
  • Ya hijo… rechinando de limpio.

Continuamos cenando, ya cuando estábamos por terminar, destape una botella de vino, tomamos la copa mientras ambos nos tocábamos y bromeábamos, cuando terminamos.

  • Sabes creo que te perdonare que laves trastes por algo.
  • ¿Qué mami? Lo que sea sabes que odio lavar los trastes
  • Muéstrame tus nalgas desnudas-. Me miró con mucha más sorpresa, tuve miedo de que se negara pero sonrió y me respondió.
  • Hecho-. Lentamente se saco el pantalón y me mostro su culo, se cubría su pene pero se notaba que estaba por estallar. Si decir nada, me acerque y se las agarré.
  • Mi vida, que buenas nalgas, que locas deben estar todas por este culo.
  • Mami tanto como tu-. Le di una nalgada.
  • Así no se le habla a tu madre.
  • Sabes que sé que me espías mientras me baño.
  • No digas eso-. Y otra nalgada.
  • Lo sé mami, sé que me las agarras apenas tienes oportunidad.
  • Soy tu madre-. Otra nalgada y otra risa lujuriosa de él.
  • Me quieres ver el pene.
  • No, mejor ahora que empiece a lavar, necesitare ánimos-. Y comencé a lavar los trastes, y voltea y lo miraba, su pene levantado mirándome-. Sabes mi amor, hace calor ¿no?, bájame la falda.

Y lentamente agachado comenzó a bajarla con sus dedos calientes, y cuando la tuve debajo pudo ver mi tanguita y ya no pude controlarlo.

Me arranco a tanga y me jalo el cabello y sin esperar más me la metió duro, yo no paraba de gritar mientras él me daba

nalgadas a mí.

  • Ya me tenías también loco con tu culo, pinche puta.
  • Cógeme, cógete a tu puta.
  • Lo haré.
  • ¿Eso es todo? Más duro marica.

Y su pene comenzó a entrar más fuerte, yo le empujaba por las nalgas y cuando sintió que estaba por venirse me volteó y ya frente a frente me beso y me abrió las piernas, bajo y con su lengua libero mi vagina, yo lo tomaba por los cabellos y lo empujaba hacia mí.

Tras unos minutos gloriosos, ahora yo lo arrojé al piso me subí en sus piernas y duro, mientras me agarraba mis pechos lo monte, como si fuera un toro al que había de domar.

  • Ahora eres el puto de mami.
  • Eres tan puta.

Cállate porque aún debes quitármelo mi nalgón