Una cena familiar

Todo empezó cuando fui a una Cena Familiar…, no me apetecía pero terminé yendo… nunca pensé que me llevaría la gran sorpresa que me esperaba ¡Jamás imaginé una situación así!

Esa noche nos íbamos a cenar todos a un reputado restaurante Japonés. A mí no me apetecía demasiado, con 18 años lo que quería realmente era salir con mis amigas, pero tenía que cumplir un castigo por malas notas y no podía escabullirme. Mis padres iban locos intentando vestir a mis dos hermanos pequeños mientras yo me ponía guapa con la esperanza que después de cenar, me dejaran salir con mis amigas un rato a perrear por ahí.

– ¡Liana baja ya! ¡Que se nos hace tarde! Vociferó mi padre desde el recibidor de casa.

– ¡Ya bajo papá! Terminé de perfilarme los labios “Red Russian”, me miré en conjunto al espejo y con una sonrisa me guiñé el ojo a mí misma, me veía preciosa.

– Niña, ¿no había ninguna falda más corta? ¿Y esos labios de rojo intenso…? Me dijo mi padre resignado mientras le daba un beso en la mejilla e ignoraba su comentario.

– Déjala, ya no es una niña… dijo mi madre en mi defensa.

A él todavía le costaba asimilar que su pequeña había dejado ya hace un tiempo de ser una niña para convertirse en toda una mujer con un cuerpo escandaloso de actitud descarada y desafiante…. El restaurante estaba a tope, pero mis padres habían reservado mesa, así que pudimos sentarnos sin problemas… mientras mis padres intentaban que mis hermanos se sentaran en sus sillas comencé a observar al resto de mesas y me di cuenta que había un hombre que no apartaba su mirada de nosotros o de mí. La verdad es que estaba en una edad en la que empezaba a darme cuenta del poder que otorgaba mi atractivo y lejos de incomodarme me gustaba sentirme observada por esos hombres. En esta época solía sentirme atraída por tipos maduros, que pudieran tenerla edad de mi padre y un atractivo fuera de toda duda… Este era de facciones masculinas ensamblado en un polo que le quedaba de miedo bajo la chaqueta informal. No hay color en la seguridad en sí mismo que mostraba ese hombre, destacando sobre las inseguridades de los chavales de mi edad y eso me ponía muchísimo. Mis padres tenían bastante faena con mis dos hermanitos y mis miradas descaradas con ese atractivo desconocido pasaban completamente desapercibidas para ellos.

Tras un buen rato así, me dispuse a ir un paso más allá y me levanté con la excusa de buscar a algún camarero para pedirle una Coca-Cola. Mi intención no era otra que la de acercarme a ese ejemplar para intimidarlo y mostrarle mis encantos para nada adolescentes. Él no dejaba de mirarme haciendo caso omiso a quienes lo acompañaban en la mesa y con todo el descaro de una niña sin prejuicios, le guiñé un ojo y le sonreí pícaramente mientras me contorneaba con una sensualidad desmedida, consiguiendo quelas miradas masculinas que se centraban en mí , se multiplicasen sin remedio. Tras conseguir mi refresco de cola pasé por su lado rozándolo sutilmente y me fui alejando lentamente, sabiendo que su mirada estaría focalizada al final de mis largas piernas. Una picardía me pasó por la mente y acto seguido sin cuestionármela la llevé a cabo. Mientras iba caminando hacia mi mesa cogí, con la mano que tenía libre, mi faldita de vuelo y la levanté. No fue más de un par de segundos pero sabía que le había dado el tiempo suficiente para haberme visto mi precioso culo , y eso me había puesto a mil. Tras sentarme de nuevo observé cómo me seguía lanzando ojeadas, pero en esta ocasión comenzó a retarme lanzando vistazos en dirección al pasillo que llevaba a los baños, el morbo se incrementaba teniendo en cuenta que alguna de las mujeres que le acompañaban debía de ser su esposa, por las apariencias de ser tres parejas de amigos cenando amigablemente.

Entendí perfectamente al juego que me quería llevar y con una sonrisa cómplice le hice ver que lo aceptaba. Bebió un largo trago de su copa de vino y se dirigió con parsimonia hacia los baños, no pensaba llegar hasta el final, pero la adrenalina de ver mi poder sexual sobre un macho de tal calado, me avivaba a continuar sabiendo que podría parar en el momento que yo deseara, ¡Lo tenía todo bajo control! Me sentía tan segura de mí misma que tenía al mundo bajo dominio de mis caderas. El corazón se me aceleró ante mi atrevimiento y segundos después me excusé de mi familia diciendo que tenía que ir al baño. Al entrar en el pasillo allí estaba él, realmente estaba buenísimo y sexy a rabiar mientras se fumaba un cigarrillo y aparentaba una tranquilidad absoluta. Nos quedamos uno frente al otro, soltó una mirada fugaz para comprobar que no había nadie más, me cogió dulcemente de la mano y me metió en el baño de hombres. Sin perder un segundo me llevó hasta uno de los cubículos… cerró el pestillo. Resultó ser el de minusválidos con mayor espacio para movernos, pero a pesar de ello, el espacio se reducía con nuestros dos cuerpos contornándose… podía sentir con fuerza, su embriagador olor a perfume masculino. Era un hombre alto y bastante corpulento. Con delicadeza me guió para que me sentara en el váter y a partir de ahí quedó claro lo que él quería de mí, y yo en el fondo también. Si me hubiese pedido follarme, tal vez lo hubiera rechazado , pero una mamada no me podía más que gustar. No me anduve con titubeos, quería aparentar una seguridad y una experiencia que ni de lejos tenía.

– Deseo tu boca golosa , me dice con descaro una voz profunda.

Me giro y le rodeo con mis brazos de inmediato nos volvemos a besar sus manos atrapan mis nalgas provocadoras y siento el tamaño de tu verga a través del vestido. Mi mano baja descarada a su pantalón y atrapo su verga tan deseada, aprieto fuerte sintiendo el rigor de la erección y el tamaño de su deseo. Tras un inicio de tanteo comencé a chupársela con suavidad sobre la tela de lino, tallándola de un extremo a otro.

– Es toda para ti amor, sácala a tomar el aire, obedezco mirando a la puerta, por si de improviso entran.

Desabroché su cinturón y metí curiosa mi mano en busca de su masculinidad bajo la cremallera, por el tamaño saco con dificultad su verga del pantalón cuidadosamente. Con su ayuda, no tardó en aparecer. Sin proponérmelo demasiado me encontraba ante la primera polla de verdad en vivo que había visto en mi vida . Las que había pajeado hasta ahora, solo eran de críos con apenas 12 o 13 cm de picha, esta era una verga madura, hecha y derecha. No me tembló el pulso cuando la agarré suavemente con mi manita para sentir su calor y notar cómo crecía, se endurecía y palpitaba… estaba fascinada con su tacto, su dureza y su tamaño…, mis dedos no abarcaban el contorno de su raíz. Le bajé del todo los calzoncillos y tras esa acción aparecieron un par de huevos frondosos colgando de ese pollón, no era un cipote extremadamente largo pero sí recio…, con todo y con eso no bajaba de los 17 o 18 cm de largura.

Tras acariciarla unos segundos me dispuse a besarla. Le di unos besitos lascivos mientras le mantenía la mirada hasta que una de sus grandes manos se apoyó en mi cabeza y supe que había llegado el momento de probar realmente a que sabía una verga…. Internet me había ayudado a documentarme bien en el arte de comer pollas y no iba a desaprovechar la oportunidad de ponerlo en práctica… La muevo subiendo y bajando el prepucio…. “La tiene bien buena el macho” pienso sin atreverme a decírselo abiertamente, mientras siente mis uñas agarrando sus huevos, que también acabo de sacar fuera del pantalón. Cogiéndole la verga le hago moverse a una posición sobre el váter más cómoda para mí… nada más llegar me abro de piernas acomodándome ante el delirio de darle mis primeras lamidas en la verga que le hacen suspirar de placer. Mis labios sensuales rodean la punta y poco a poco la mamada se va haciendo más profunda, hasta meterme la tranca en mi boca a más no poder… se mueve adelante y atrás follándome la abertura, con su mano en mi cabeza marcando los tiempos, me hace tragar todo… mi mamada es increíble…

– ¡Mmmm que bien la mamas… no te detengas ni un momento amor! Mi mano rodea su falo por la raíz mientras la punta entra y sale de mis labios apretados… la saliva espesa resbala perezosa por tu tronco haciendo un sonido delicioso… – ¡Me vas a correr muy rápido… con esos chupones! Me dice…

– ¡Es que Quiero tu leche! Le digo con la boca llena de carne dura mientras continuo con la mamada.

Mis manos se habían posado en su prieto culo y las suyas me acariciaban el pelo mientras jugaba a meter en cada ida y venida un trocito más de polla dentro de mí. Durante la felatio de tan solo el glande, se escuchaba a gente que entraba en los baños pero yo estaba a lo mío con la tranquilidad de saber que nadie podría vernos. En pleno momento de frenesí se escucharon voces claramente reconocibles, mi padre con uno de mis hermanos. Me quede paralizada, el miedo de que me pillaran me atormentaba e interrumpí la succión de rabo. Pero apenas unos segundos después mi maduro desconocido pegó un tironcito en el pelo e introdujo su polla de nuevo, comenzando otra vez pero sintiendo que en esta ocasión, no era yo quien marcaba el ritmo. Sí que empecé a besársela , el glande, la base de su rabo, recorría el tronco con mis labios, pero sin metérmela por completo en la boca…

– ¡No me des besitos, nena…! Lo que tienes que hacer es metértela hasta la  garganta. Seguro que lo has hecho o visto en más de una peli porno, ¡¿no?! Pues ya sabes.

Comenzó literalmente a follarme la boca, agarrándome de la cabeza con ambas manos y poniéndome en apuros por momentos, sintiendo que nos iban a pillar en cualquier momento. Noté de nuevo el silencio en el baño, me relajé volviendo a centrarme en esa enorme mole musculada, plagada de hinchadas venas inundando mi galillo e impedía que pudiera respirar con normalidad. Lo intenté…empecé a meterme más rabo en la boca, pero me costaba, no me había tragado ni la mitad cuando retrocedí , me sujetó la cabeza antes de que me la sacara del todo, así que volví a tragarme una buena porción de su  gran falo. Así estuve, a un ritmo que intentaba ser constante, pero algo torpe y lento, sin ser capaz de tragármela entera. En un momento dado me dio un amago de arcada y se apiadó de mí… me dejo tomar aire…, joder, era mucho más difícil de lo que me parecía viendo porno… Y eso que había jugado a veces en casa con plátanos simulando una mamada…

– ¡Ahora prueba a chuparme solo el capullo! Y agárrame los huevos con tu manita de putita…

Empecé a lamérselo con la lengua sujetando los pesados cojones repletos de semen del maduro, estaba muy húmedo por mi saliva y sabía tan fuerte a macho como olía por el líquido pre seminal. Pese a mi inexperiencia empezaba a babear excitándolo… Era tan diferente a olor de los críos a quien pajeaba que me mojé entera.

– ¡¡Métetelo en esa boquita nena…vamos trágate mi glande!! ¡Ummm! ¡Eso aprieta un poquito los labios, y succiona, niña!

Eso hacía, era más fácil que intentar tragarme todo su pollón…. Jugaba con su glande, apretándolo con mis labios, rozándolo con mi lengua, tragando las babas que escupía, me lo puso fácil y el resultado final era el mismo para ambos. Por su parte, colocó su mano en la base de la polla y empezó a pajearse, rápido y duro…

– Muy bien preciosa, muy bien, sigue así, no te lo saques de la boca. ¡Vas a probar la mejor lechada!

Yo estaba muy excitada… era prácticamente una cría en mi primera experiencia sexual con un hombre, solo había practicado unas cuantas pajas a algún salido de mis amigos…, pero aquello era diferente, era sexo de verdad y la sensación de mis labios recorriendo cada centímetro de su verga es deliciosa, cuando siento de pronto la tranca estremecerse a cada lamida. Eran los síntomas de estar a punto de correrse en mi boca….

– ¡No aguanto más preciosa…! ¡Aaaggg! ¡Tómala nena, bébete mi lefa espesa!

Dijo entre jadeos poniendo sus dos manos en mi cabeza mientras mete su verga aún más profunda, al tiempo que gime como un verraco y comienza a eyacular toda su leche en mi boca golosa. Ni si quiera me di cuenta que estaba a punto de correrse, pagando la novatada de su impunidad para echar toda su lefa en mi boca… Jadeaba y el ritmo de la follada oral era frenética, yo lo acompañaba con mis succiones… mi mamada era igual de continua que había sido su mano. Al eyacular me agarro fuerte de la nunca apretándome contra él. Finalmente sentí como el ritmo se desaceleraba y se contrajo segundos antes de la gran explosión que me pilló totalmente por sorpresa…, noté su polla hincharse adquiriendo mayor dureza en el momento de descargar toda su leche en mi boca… eso lo sabía de las pajas. Sentí mi garganta inundada de ese espeso líquido cremoso que me provocó una leve arcada…, su polla salió de mi boca y varios brotes de esperma salieron entremezclados con mi saliva… Noté el primer chorro de leche y seguido uno mucho más largo y cuantioso, seguidos de otros dos grandes chorros de espeso engrudo que me llenaron toda la garganta de blanco y gelatinoso engrudo…. Fue la primera vez que probaba el semen, era mucho más pegajoso y difícil de tragar de lo que pensaba. Pero le hice una bola en mi boca y me lo engullí en dos etapas. Y confieso que no fue tan desagradable…. Me quedé unos segundos tosiendo e intentando recuperar el aliento mientras él se guardaba la polla de nuevo en su pantalón y me ofrecía un pañuelo de fina tela para que me limpiara , al tiempo que me decía con voz muy débil pero tremendamente varonil…

– ¡Ha sido increíble pequeña! Tienes madera de putita ¡Vas a conseguir grandes cosas en la vida!

Nos quedamos mirándonos unos segundos más, me besó dulcemente en la mejilla y salió del baño. Si quieres quitarte el sabor, tómate un refresco o bastante agua. Percibía un pequeños reguero resbalar por las comisuras de mis labios… no fui capaz de contener toda la gran corrida de aquel macho, me limpié apresuradamente , ni siquiera hay un beso de despedida, con toda mi boca llena de esperma era normal que me repudiara, sin embargo mi estómago lo recibió muy bien y el regusto quedaba en el paladar con un ese sabor delicioso a testosterona de macho en mis labios… Un sabor del que nunca me he cansado de degustar.

¡Tengo que alternar con mi familia! Dijo mientras lo veo alejarse…

Yo me quedé un minuto más, sentada en aquel váter arreglándome el vestido hasta que me alcé de valor y decidí salir. Me marcho feliz… “Sé que me buscaras pronto esta noche, tu verga no aguantará sin probar este coñito caliente. Sé que está deseando clavármela… podría ser una noche movidita”, pienso con una sonrisa perversa mientras siento mi tanga mojado al caminar…, con la mala fortuna de cruzarme en la puerta con un hombre….

– ¡Ey chica este es el baño de hombres! Me dijo mientras me devoraba con la mirada. – Disculpe me he equivocado, le dije agachando la cabeza y saliendo a toda prisa para, acto seguido, meterme en el baño de mujeres. Me lavé la cara, me arreglé el pelo y me adecenté para evitar que mi familia pudiera sospechar alguna cosa. Cuando llegué a la mesa ya estaban en el postre.

– ¿Porque has tardado tanto Liana? Preguntó mi madre inquisitiva.

– Me llamó mi amiga Mara y…ya sabes cómo somos al teléfono…, sorteé a decir con acierto.

Volví a mirar hacia mi desconocido y de nuevo me miraba, no solo eso, se había puesto de pie y una de las mujeres que le acompañaban también…y caminaba hacia mí. Mi corazón se me salía, sudaba de pánico y cuando llegó a nuestra mesa…

– Pedro, ¿eres tú? Dijo un segundo antes de dejar de mirarme y centrar su mirada en mi padre.

– Hombre Leonardo, ¡Qué sorpresa! Dijo mi padre.

– Qué bien acompañado te veo , decía mientras dedicaba una mirada fugaz a mi madre y a mí.

– Sí, la familia al completo, familia este es mi jefe Leonardo y su esposa Adelina, decía mi padre completamente ajeno a lo acontecido un rato antes poniéndole los cuernos a “Adelina”. Si deseas saber como continúa visita mi web refereciada en mi perfi.

Yo me quedé petrificada y ruborizada hasta el extremo. Mi boca todavía sentía el regusto de su semen y aquí tenía a este cabrón saludándonos jovialmente en compañía de su mujer el muy caradura. El saludo no duró mucho y agradecí que fuera así, pues estaba muerta de vergüenza. En el camino de vuelta a casa no dejaba de pensar en lo sucedido. Se la he chupado a un desconocido, casi en la cara de mi familia, y encima ha resultado ser el jefe de mi padre…, una tormenta de culpabilidad me recorría aunque, de igual forma, sentía como mi coñito me había dejado las bragas completamente húmedas. Me moría de ganas de llegar a mi cuarto, desnudarme y dejarme llevar por las vivencias acontecidas esa noche. ¡La mente de una adolescente es impredecible! Y la mía tomó un rumbo imprevisible hasta esa misma noche, los maduros me ponía mucho.

CONTINÚA...