Una cena diferente (3)

La cena prosigue con más sorpresas para los comensales ...

Disfrutando de las caras que tenían sus amigos, incluida Carla, James quiso dar un paso más en su demostración, y ordenó a la esclava:

  • Sara, ahora vas a situarte en el centro del cuarto y nos vas a mostrar tu cuerpo, exhibiéndolo y describiéndonos cada una de sus partes y detallando la preparación específica o el uso que se puede hacer de ellas; empieza de arriba abajo.

La esclava, sin dar muestras de ninguna emoción, y acostumbrada como estaba a esa humillación pública, obedeció la orden, situándose a la vista de todos en el centro de la estancia y, levantándose la melena con una mano, empezó su descripción:

  • Con el permiso del caballero, la cabeza de la esclava es bastante pequeña, con una nuca redondeada y que permite la sujeción posterior con la mano para dirigir los movimientos; el Amo ha dispuesto que la esclava tenga una pequeña melena que puede ser recogida en un moño para que no moleste cuando se hace uso de la boca de la esclava, la frente está despejada y lo ojos de la esclava son oscuros, con pestañas y cejas depiladas al gusto del Amo; la nariz es pequeña pero con agujeros profundos que le permiten respirar adecuadamente en caso de que la boca esté ocupada por una polla, chupando un coño o usada por cualquier otro objeto; la esclava ha sido adiestrada para respirar sin tener arcadas que impidan el libre uso de la boca para dar placer; la boca de la esclava no es demasiado grande, pero ha sido entrenada para ser flexible y adaptarse al tamaño de la polla que la use, los labios son carnosos y acolchados para amortiguar los posibles golpes que puedan provocarse con el uso violento; los dientes son pequeños y la esclava ha sido adiestrada para esconderlos tras los labios de manera que no rocen la polla ni molesten cuando se usa a la esclava para comer el coño de una dama, la lengua de la esclava es carnosa, húmeda y está preparada para ser usada para acariciar y lamer, la polla, el coño o el objeto que se desee; gracias al entrenamiento al que el Amo ha sometido a su esclava, puede ser usada para lamer y chupar durante todo el tiempo que haga falta.

No hace falta decir que Sara acompañaba la cruda y obscena descripción de su cuerpo con la exhibición física de la parte descrita, para lo que se inclinaba hacia cada uno de los comensales que estaban cómodamente sentados a su alrededor y que estaban como paralizados ante la franqueza y naturalidad con la que la esclava hablaba de su propio cuerpo y  describía el uso que se podía hacer;

  • El cuello de la esclava es pequeño pero firme, suficiente para llevar con orgullo el collar que le ha puesto el Amo y en el que, como los señores pueden ver, además del nombre de la esclava, está grabado el escudo de su propietario; el collar únicamente puede ser retirado por el Amo y, en ocasiones, sirve para engancharlo a una cadena que permite atar a la esclava, conducirla dejando en evidencia su condición de animal de compañía o, simplemente, demostrar su sometimiento a la voluntad y deseos del Amo.
  • Como los señores pueden ver, en la parte posterior del cuerpo de la esclava, la espalda es carnosa pero plana y está disponible para ser azotada, bien como castigo, como diversión o como parte del adiestramiento del animal; el Amo me ordena que pida disculpas a los señores por las huellas de los azotes que aparecen en la espalda de la esclava y que demuestran que la esclava no es suficientemente obediente y sumisa lo que provoca la necesidad de que el Amo o los caballeros se tomen la molestia de azotarla para enseñarla y corregirla.
  • En su parte delantera, el cuerpo de la esclava tiene dos tetas de un tamaño intermedio, no demasiado grandes, pero carnosas y suaves al tacto, que pueden ser sobadas y masajeadas a placer y que, gracias a los cuidados y atenciones del Amo, se mantienen todavía firmes y tersas; las tetas están coronadas por los pezones, que, como los señores pueden comprobar, en este momento están tiesos y duros, lo que evidencia la calentura y excitación de la esclava, si los señores gustan, pueden chupar y morder los pezones y los encontrarán suaves y dulces; las tetas de la esclava también pueden ser azotadas, lo que provoca un dolor mayor que los azotes en la espalda o el culo y hace que la esclava grite, llore y se convulsione; a algunos caballeros les divierte y disfrutan provocando esas reacciones en la esclava.

Acompañando a su descripción, Sara se inclinó y acercó sus tetas a cada uno de los comensales, lo que fue aprovechado para comprobar su dureza y consistencia; Carla, divertida y excitada, chupó y mordió los pezones que se le ofrecían tan abiertamente, ante lo que Sara no sólo no se retiró sino que acercó su cuerpo a la Dama para facilitar el acceso y no continuó su exhibición hasta que la Dama no se cansó y liberó los pezones, en cuyo momento, recuperando la posición en el centro de la estancia, continuó su explicación:

  • Por detrás, el cuerpo de la esclava presenta el culo, que como los señores pueden comprobar, el blando, carnoso y suave, a la vez que terso y redondeado; el Amo tiene particular interés en mantener el culo en buenas condiciones, para lo que pone a la esclava a hacer diariamente ejercicios específicos y ordena a Fred que la practique masajes destinados a mantenerlo terso y firme.
  • Como los señores verán, los cachetes del culo de la esclava se abren fácilmente, permitiendo el acceso al ojete, cuyo tamaño ha sido adaptado a los gustos y preferencias del Amo; la esclava ha sido entrenada para controlar los músculos del esfínter, de forma que su culo acoge fácilmente cualquier polla u otro objeto que se desee introducir; cuando la esclava es enculada, lo que sucede bastante a menudo, el adiestramiento de sus músculos le permiten adaptarse al tamaño y los requerimientos necesarios para ofrecer el máximo de placer; también puede retener en su interior un falo, consolador o cualquier objeto que se le quiera introducir; la esclava pone en conocimiento de los señores que, en algunas ocasiones, el Amo adorna a la esclava con una cola, para subrayar su condición animal, que suele estar sujeta a un consolador que se introduce en el ojete y que la esclava lleva con orgullo.
  • Sujetando el culo de la esclava están las ancas, que como los señores pueden comprobar, son potentes y musculadas y permiten que la esclava soporte, sin problemas, cuando se la pone a cuatro patas, el peso del macho que la está montando.
  • Obviamente, todo el conjunto trasero de la esclava está preparado para ser azotado, con látigo o con fusta, siempre que el Amo, los caballeros o las damas lo deseen.
  • Mis señores, por delante, el cuerpo de la esclava presenta el vientre, que es la parte superior del coño y que, debido al entrenamiento y los cuidados del Amo, se mantiene terso y plano pese a que la esclava, cumpliendo los deseos del Amo, ha parido a dos cachorros. En la actualidad el Amo no desea usar a la esclava como reproductora, por lo que adopta las precauciones que estima necesarias para que la esclava no se quede preñada.
  • En la parte inferior del vientre, la esclava tiene el pubis, que está presidido por la marca de esclavitud impuesta por el Amo y que la esclava lleva con orgullo y felicidad, porque garantiza que todo aquél que tenga acceso al cuerpo de la esclava se percata de que no es libre, sino que tiene dueño y propietario. Al Amo le gusta que el vello del pubis de la esclava tenga la figura de una flecha, indicando la ubicación del coño y mantiene el resto depilado.
  • El exterior del coño de la esclava es prominente y está protegido por unos labios carnosos y apetecibles, con una piel suave y tierna, cuyo sabor es dulce, y que los señores pueden morder o lamer a su antojo porque no corren el riesgo de rasparse ni encontrar resto alguno de vello, porque el Amo lo ha eliminado completamente de esa zona.
  • El interior del coño de la esclava es cálido, húmedo y profundo, con unas paredes flexibles que se adaptan perfectamente a la polla que se introduzca o a cualquier otro objeto, comprimiéndolo y sujetándolo si se ordena a la esclava hacerlo.
  • En el centro del coño, está el clítoris, que el Amo llama “botón del coño”, que es muy sensible a las caricias y las presiones y que, cuando la esclava está caliente y excitada, como ahora sucede, tiene un buen tamaño y una lubricación excelente; el Amo ha provocado corridas memorables de la esclava, que han servido de entretenimiento y disfrute de los caballeros y las damas que gozan de la amistad del Amo.
  • La esclava ha sido adiestrada para ser follada por delante o por detrás, adaptando la posición del coño a la postura que desee el caballero que vaya a usarla o el animal dispuesto para montarla.
  • En ocasiones, casi siempre por pura diversión, el Amo coloca a la esclava espatarrada delante de sus amigos y le azota el coño o el clítoris con una fusta provocando reacciones de dolor que sirven de entretenimiento a los señores y demuestran la sumisión y obediencia de la esclava.

Llegados a este punto, hasta el propio James se asombró de la naturalidad con la que Sara se acercaba a cada uno de ellos y más que mostrar, exhibía, en posturas forzadas y deliberadamente obscenas, tanto la parte trasera como la delantera de su cuerpo, a la vez que describía los usos, algunos extraordinariamente dolorosos, que se podían hacer de esas partes y que, sin duda, ya había probado más de una vez.

  • Y finalmente, los señores pueden observar las patas de la esclava, que son finas pero musculosas y que se adaptan fácilmente, gracias al adiestramiento del Amo, a cualquiera de las posturas o posiciones que la esclava deba adoptar para ser usada o para servir al Amo y a los señores.

Concluida su exhibición, y sin el menor asomo de vergüenza o pudor, la esclava volvió a adoptar la posición inicial de pie, y quedó a la espera de nuevas órdenes.

Rompiendo el forzado silencio que se hizo en el salón, James le hizo un gesto a la esclava señalando su bragueta y Sara, sin perder un segundo, se acercó, se arrodilló entre sus piernas, deslizando con cuidado la cremallera del pantalón y extrayendo el sexo del caballero, empezó a lamerlo y chuparlo hasta que éste, con un golpe nada cariñoso en la nuca, le indicó que era el momento de iniciar una suave y profunda mamada.

Mientras cerraba los ojos disfrutando de las atenciones de la boca y la lengua de la esclava, James se dirigió a sus amigos:

  • “Muchachos, podéis serviros como gustéis, Sara está encantada de ofreceros tanto el coño como el culo y, cuando acabe conmigo, os atenderá también con la boca, ¿no es así, Sara?”

La muchacha aprovechó la pregunta para liberar un momento la boca y, a la vez que respiraba profundamente, contestó:

  • “Si, mi señor, los señores pueden servirse del cuerpo de la esclava y usar sus agujeros de la forma que les sea más cómoda, sólo tienen que colocarla en la posición que deseen; con su permiso, la esclava seguirá mamando la polla del caballero ...”

Sin siquiera esperar la reacción a sus palabras, Sara volvió a introducir la polla de James en su boca y reinició la mamada; sin embargo, casi enseguida, uno de los dos comensales, se levantó de su sillón y se colocó a la espalda de la esclava, bajó sus pantalones y arrodillándose, la cogió por las caderas, levantó su trasero y, sin esperar nada más, le introdujo de un solo golpe la polla en el coño; por su parte, Sara, sin soltar la polla de James, abrió las piernas lo suficiente como para facilitar el acceso de manera cómoda a su sexo y tan pronto como notó la polla en su interior, acopló sus movimientos para ofrecer al hombre la máxima penetración, demostrando de manera práctica la excelencia de su adiestramiento, al adaptarse simultáneamente a la mamada de la polla de James y la follada posterior del otro comensal.

Pronto el ambiente se calentó lo suficiente como para que todos se desinhibieran y fueran usando el cuerpo de la esclava por turnos y sucesivamente por cada uno de sus agujeros, poniendo a prueba su adiestramiento forzándola a adoptar las posiciones más inverosímiles y difíciles, y quedaron satisfechos y asombrados de comprobar la docilidad, sumisión y entrega de la esclava que, salvo los quejidos de dolor provocados por algunos excesos, no mostró la mínima reserva, duda o vacilación a la hora de obedecer todas las órdenes y prestarse al uso y abuso que los cuatro comensales fueron haciendo a lo largo de la tarde.

Después de varias horas de servir a los señores en el reservado del restaurante, James ordenó a Sara que se vistiera y pusiera el abrigo y la llevó a su casa, donde, en compañía de Carla, continuaron haciendo uso de sus habilidades hasta bien entrada la noche, permitiendo que la esclava gozase de varios orgasmos como premio por su entrega y sumisión.

Consciente de su compromiso con el dueño de Sara, y para no disgustarlo, antes de que el agotamiento le hiciese quedarse dormido con la boca de la esclava acogiendo su ya flácida polla, James ordenó a la muchacha que en cuanto comprobara que se había quedado dormido, procediese a retirarse y hacer que fuesen a buscarla para devolverla a Stephen, su Amo.

Algunas horas después, en otra parte de la ciudad, Fred vio que tenía un mensaje en el móvil con una sola palabra: “Llama” , conocía de sobra el número del remitente, era el de su esposa Sara, nada más ver el mensaje comprobó la hora que era y se alegró de que no se hubiese producido ningún retraso en la recogida de la mujer, porque así no tendría que denunciarlo ante su dueño y, disponiéndose a salir de casa, marcó el número, escuchó como sonaban dos tonos de llamada y, casi inmediatamente, escuchó la voz seria  y cansada de Sara que le decía: “En la puerta del Hotel Hilton” , sin contestar siquiera, colgó y se dirigió al aparcamiento, el Hilton quedaba a quince minutos y hacía frío, no era cuestión de hacerla esperar en la calle.

Un poco antes de llegar a la puerta del Hotel la vio, Sara estaba en el borde de la acera, tiritando de frío y sin hacer el mínimo caso de las miradas y comentarios que  los transeúntes e incluso de algún conductor, le dirigían por su aspecto desañilado; al descubrir el coche de James, Sara le hizo una seña y se acercó aún más a la calzada, subiendo a toda prisa al vehículo en cuanto éste llegó a su altura.

Nada más se cerró la puerta y sin siquiera mirar a su esposa, James arrancó el coche y volvió a la circulación dirigiéndose hacia su casa; sólo en ese momento giró la cabeza para mirar a Sara y le preguntó “¿alguna orden?” .

Su esposa, todavía encogida por el frío que había pasado en la calle, le contestó:

  • “Has de lavarme, asearme y prepararme para otro servicio, a las 21 horas debo estar disponible para ser usada, y has de tener cuidado, porque los señores me han enculando un buen rato y casi no puedo ni sentarme; además no me hagas hablar mucho porque tengo las mandíbulas desencajadas y la lengua áspera de tanto chupar pollas y lamer coño. ¡Ah!! El caballero James ha ordenado que reciba quince azotes, diez en el culo y cinco en las tetas, como castigo por tener la impertinencia de hablar sin que se me autorizase o se me hiciese una pregunta directa.”
  • “Bien, tenemos tiempo de sobra, y ya sabes que lo siento, pero no importa lo usada que estés, ni como tengas los agujeros, el Amo quiere que me lo cuentes todo con detalle, desde el momento en el que te dejé en la puerta del restaurante ...”

Con voz tranquila, y cansada, pese al dolor que sentía cada vez que abría la boca, y como si le estuviese contando a su marido las incidencias de un aburrido día de trabajo, Sara le fue relatando a Fred todo lo sucedido desde que entró en el restaurante el día anterior hasta el momento en el que le ordenaron marchase, y siempre, usando para hacerlo el lenguaje más grosero y chabacano que podía; su relato era directo y claro, y Sara lo narraba como si fuese lo más normal del mundo que, durante las horas pasadas, varias personas la hubiesen usado como un mero objeto de placer.