Una cena diferente (2)
James demuestra a sus amigos que les ha dicho la verdad, y Sara es la prueba ...
UNA CENA DIFERENTE (2)
Viendo que la Dama monopolizaba la conversación, y que los demás comensales empezaban a mostrar síntomas de aburrimiento, James decidió poner fin al interrogatorio y abrió la conversación a otros temas generales, ordenando a Sara que se acabara la cena, como nadie la volvió a preguntar directamente nada, la esclava obedeció y siguió comiendo (no pareció importarle que su plato hubiese quedado frío) y pareció ignorar los temas de los que se hablaba, aunque todos giraban en torno suyo y los comensales, incluida la Dama, participaron activamente en una animada discusión que fue subiendo de tono hasta alcanzar, cuando acababan el segundo plato y ya habían dado buena cuenta de la tercera botella de vino, un tono sexualmente explícito que, poco a poco, fue centrándose sobre los diversos usos que cada uno de ellos estaría dispuesto a hacer del cuerpo de Sara.
A ninguno de los comensales se le ocurrió dirigirle la palabra a la esclava, ni se le hizo ninguna pregunta directa más, por lo que la muchacha permaneció comiendo en un silencio únicamente interrumpido por algunos gemidos involuntarios provocados por las caricias y manipulaciones de su sexo que había iniciado James, pero en las que había sido sustituido por Carla que empezó poniendo tímidamente la mano en la pierna de la esclava y, poco a poco, al comprobar que la muchacha no sólo no oponía resistencia sino que facilitaba el acceso, había incrementado sus caricias de forma descarada, tan es así que, en el momento en que el camarero se acercó a tomar nota de los postres, era más que evidente dónde estaba la mano de Carla y Sara no podía ocultar su excitación, con las mejillas coloradas, la respiración agitada y la boca entreabierta.
Cuando los comensales estaban decidiendo el postre que iban a pedir, la dama comentó
- ¿sabéis qué?, a ésta me la tomaba yo de postre ahora mismo.
A lo que el caballero le contestó
- Ya me parecía a mí que tus manipulaciones, además de excitar a Sara, te estaban poniendo a ti a tono, pero, antes que nada, cuéntales a mis amigos que ha pasado desde que has llegado y cómo estás ahora, Sara.
dado que en ese mismo momento la Dama había metido un dedo en el coño y estaba apretándole el clítoris, la respiración de la esclava era bastante agitada y su cara revelaba que la calentura interior que, sin duda, le estaban provocando las más que atrevidas caricias de Carla pero, aun así, obedeció al caballero y con el tono más tranquilo y pausado que pudo explicó:
- Mis señores, cuando el caballero ha ordenado a la esclava que se sentara, la esclava ha cumplido su programación y ha levantado y apartado su falda para que el culo estuviese en contacto directo con la silla y ha colocado las patas ligeramente entreabiertas para que sus orificios, sobre todo su coño, quedasen en disposición de ser manipulados cómodamente; el caballero ha metido su mano en la entrepierna de la esclava accediendo a su coño, manipulándolo a su antojo, sobándolo y apretando el botón del coño, al cabo de un rato, la mano del caballero ha sido sustituida por la de la Dama y, como el caballero ha consentido, la esclava ha cambiado ligeramente de postura para facilitar el acceso de la Dama al coño de la esclava.
- El uso que tanto el caballero como la Dama han hecho del coño de la esclava la ha puesto cachonda y, ahora, la esclava está como una perra en celo, tan excitada que podría correrse en el momento en el que le sea ordenado, los señores pueden comprobar que los pezones de la esclava se han puesto duros y bien marcados y, si lo desean, la esclava mostrara su coño para que vean que está encharcado de excitación; tal y como forma parte del adiestramiento de la esclava, el cuerpo de la esclava está deseando ser usado para recibir la polla del caballero o de los señores o para dar placer a la Dama, pero los señores pueden mantener a la esclava cachonda y en celo todo el tiempo que deseen para divertirse o, si lo prefieren, antes de follársela, pueden hacer que la esclava se corra.
- Me permito indicar a los señores que la esclava está adiestrada para dar placer a más de un usuario, dado que dispone de tres agujeros y de ambas manos, e incluso, si a los señores o a la Dama les apetece, puede hacerlo también con las tetas.
Los señores y la dama siguieron hablando del uso que harían del cuerpo de la esclava y de lo extraño que resultaba que obedeciera todas las órdenes que se me dieran, mientras que la Dama, ahora sin ocultárselo a nadie, seguía manipulando el coño y provocando grititos y gemidos de placer cada vez que pellizcaba el botón del coño, lo que parece que divertía a los señores y los excitaba; antes de que pidieran café, James les dijo que, al acabar el postre, podían tomar el café y alguna copa, en un reservado del restaurante, donde iban a poder usarme un rato y comprobarían lo dócil y sumisa que era.
En ese momento la esclava cometió una impertinencia que le iba a suponer la aplicación de un castigo posterior, ya que, como consecuencia de la cantidad de agua que la esclava había bebido durante la cena, siguiendo las órdenes del propio James, y en el estado de excitación en que se encontraba, sin siquiera esperar a que el caballero le diera permiso para hablar, tuvo el atrevimiento de susurrarle
- mi señor, la esclava se está meando, si el caballero me autoriza, la esclava podría ir a mear y así no habría peligro de que pudiera manchar la mano que la Dama tiene en el coño de la esclava y, además, aprovecharía para limpiar e higienizar adecuadamente el coño, el culo y la boca de la esclava para que, así, estuvieran dispuestos para ser usados por los señores .
La dama, que estaba sentada al lado de Sara, al escuchar la petición de la esclava, sonrió malévolamente y le dijo al caballero:
- “Claro, James, debes darle permiso a Sara que haga sus necesidades fisiológicas, pero, no te preocupes, yo iré con ella y la vigilaré estrechamente, ¿te parece?
Dándose plena cuenta de las intenciones de su amiga, James asintió con la cabeza a la vez que, dirigiéndose a Sara, dijo:
- “Bien, Sara, la señora te va a llevar al baño, la atenderás en lo que desee, y podrás mear cuando te lo permite, y cuando acabe de usarte, te limpiarás y prepararás tus agujeros para que te follemos en el reservado; no olvides limpiarte bien el ojete, que ya sabes que me gusta encularte.
- Por cierto, y antes de que se me olvide, has tenido el atrevimiento de dirigirte a mí sin pedir permiso y sin que te hubiera preguntado algo, y sabes que esa impertinencia debe ser castigada; cuando vuelvas a casa, Fred te aplicará quince azotes, diez en el culo y cinco en las tetas y lo pondrá en conocimiento de Stephen.”
Y, dirigiéndose, a la dama, le dijo:
- “Carla, llévatela y úsala como te apetezca, pero te recomiendo que, antes, la pongas a mear. Mientras tanto, nosotros iremos al reservado y pediremos café y unas copas mientras os esperaremos; no abuses y no tardes en volver.”
La dama cogió del brazo a Sara que, obedientemente, se levantó y se dirigió a los servicios; a ninguno de los comensales se les escapó el detalle de que la dama, ligeramente retrasada respecto de la esclava, le había puesto la mano izquierda en el culo y, por encima del vestido, iba palpando la carne que, enseguida, tendría oportunidad de probar.
Nada más entrar en el servicio, la dama cerró la puerta con el pestillo y se giró hacia Sara que se había quedado quieta, de pie, en medio del baño, esperando órdenes y le dijo:
- “¿a qué estás esperando?”
La esclava, sin moverse del sitio, le contestó:
“Mi señora, la esclava se está meando, pero ni puede ni debe tomar la decisión de cómo hacerlo, el Amo James ha dicho que la señora es la que lleva a la esclava a mear, por lo que es la señora la que debe decidir como quiere que la esclava mee y cuando puede mear la esclava; la esclava está a la espera de que la señora la ponga a mear.”
“¿quieres decir que no mearás hasta que yo no te lo ordene?
- “Si, mi señora, la esclava no tiene capacidad de decisión, está adiestrada para obedecer las órdenes; la señora es la que toma las decisiones y la esclava obedece lo que la señora desee.”
- “¿y si quiero que me comas el coño antes de mear?
- “La esclava obedecerá a la señora y comerá el coño de la señora hasta que a la señora le parezca; la esclava está adiestrada para aguantarse la meada hasta que a la señora le apetezca autorizar a la esclava a mear.”
- “Bueno, vamos a ir por partes, primero quiero que te subas el vestido hasta la cintura; veamos cómo es ese coño, y luego te sentarás con las piernas muy abiertas para que pueda contemplarte bien; que no se te escape ni una gota hasta que yo te lo diga.”
Sara se subió el vestido y lo recogió encima de la cintura, sentándose como se le había ordenado, de manera que su coño quedaba expuesto de manera casi obscena; la dama lo observó durante un momento, acercó su cuerpo hasta que su propia cintura quedó a la altura de la cara de la esclava y, levantándose su propia falda, con voz apremiante, ordenó:
- “Vamos, esclava, vas a lamerme el coño hasta que te diga basta y, mientras tanto podrás mear.”
- “Si señora, ¿quiere la señora que la esclava le lama el coño por encima de las bragas o prefiere que se las aparte?
La dama se dio cuenta de que, en su excitación, se había subido la falda, pero no había retirado su ropa interior, por lo que, con una mano, procedió a quitarse las bragas y ordenó: “venga, usa esa lengua mientras meas” y enseguida notó como su sexo era chupado y lamido con suavidad y cuidado, a la vez que, no sin cierto morbo, oía como la esclava iniciaba una copiosa meada; al cabo de un momento, Carla notó como una oleada de calor subía desde su sexo, a la vez que la boca de la esclava absorbía y chupaba su clítoris y, con un sordo jadeo, explotó en un fenomenal orgasmo.
Al darse cuenta de que la boca de Sara continuaba con sus atenciones, Carla se retiró y, volviéndose a subir la ropa interior y colocado la falda en su sitio, le ordenó: “límpiate cómo te han ordenado, y prepárate para volver”.
Obediente, Sara, tomó papel y limpió con cuidado tanto su coño como su culo y, después, abrió el grifo y procedió a lavar concienzudamente toda la zona, hasta que no quedó resto alguno de sus flujos, luego se limpió los dientes y la boca con el jabón de las manos y la enjuagó con el grifo; cuando terminó, todavía con la falda recogida por la cintura, se dirigió a la dama:
- “Mi señora, el coño, el culo y la boca de la esclava están limpios y dispuestos para que puedan usarlos los señores; ¿quiere la señora que la esclava salga del baño con la falda recogida o prefiere que la vuelva a colocar en su sitio, tapando el coño y el culo?
Al escuchar la pregunta, Carla se sonrió al pensar en el escándalo que se montaría si hiciese que la esclava saliese del baño con la falda recogida y caminase de esa forma por el pasillo hasta el reservado, pero, lógicamente desistió de ello asumiendo que James había mantenido en todo momento la discreción y ella no era quién para tomar una decisión que, sin duda, no sería compartida por el resto de los comensales y probablemente disgustaría al Amo de Sara; así que, poniendo su mano en el culo de la esclava, le ordenó:
- “No seas exhibicionista, pon la falda como estaba y vamos al reservado, que seguro que los señores están deseando darte un buen repaso.”
Obediente, Sara salió del baño y, tomando la dirección que le indicada la mano que presionaba sin ningún pudor su trasero, entró en el reservado en el que se encontraban los comensales que, en ese momento, estaban tomando una copa y charlando tranquilamente.
Al ver entrar a las dos mujeres, la conversación se detuvo y James, dirigiéndose a Carla y en tono sarcástico, comentó:
- “Vaya, Carla, parece que has pasado un buen sofoco en el baño, ¿no has disfrutado de la compañía?”
La mujer, dándose cuenta del rubor que, todavía, cubría sus mejillas, contestó:
- “Pues sí, James, no sabéis el buen rato que he pasado; tenías razón, James, usar a esta esclava es todo un placer, obedece sin rechistar y puedes hacerle lo que te dé la gana. Voy a tomar una copa y recupero el aliento.”
En cuanto Carla quitó la mano del trasero de la esclava, ésta se quedó quieta en el centro del cuarto, mirando hacia el suelo, esperando unas órdenes que no tardaron en producirse, porque James, chasqueando los dedos, llamó su atención y, con un gesto imperativo, le indicó que se acercase a su sillón.
Tan pronto como estuvo a su alcance, James metió la mano entre las piernas de Sara, que, al comprender las intenciones del caballero, procedió a levantar su falda hasta la cintura a la vez que se inclinaba levemente con las piernas abiertas acercando su coño a la mano que empezaba a tocarlo; dirigiéndose a sus amigos, James comentó en voz alta:
- “¿Veis lo que os decía?, su obediencia es total y se adapta enseguida al uso que se haga; además, le gusta ser utilizada ¿no es así esclava?
- “Mi señor, la esclava está adiestrada y programada para adaptar su cuerpo al uso que quiera hacer el señor; por eso la esclava coloca el coño en la posición más cómoda para que el señor lo pueda usar, pero a la esclava ni le gusta ni le disgusta el uso que se haga de su cuerpo, es para lo que sirve, para obedecer a los señores y ser utilizada como dispongan, la esclava no tiene capacidad ni voluntad para decidir”
Sacando la mano de la entrepierna de la esclava, James le hizo otro gesto y Sara, liberándose del vestido, quedó completamente desnuda y de pie, con las manos pegadas al cuerpo, la cabeza inclinada hacia el suelo, la espalda recta y las piernas ligeramente separadas; su respiración seguía mostrando la excitación y calentura, lo que también quedaba en evidencia por la dureza y coloración de unos pezones que coronaban un par de tetas firmes y bien formadas.
… continuará ….