Una cena con final inesperado (las dos amigas)

E voy a contar algo – me dijo sin darme tiempo a responder – yo tengo una fantasía desde hace mucho tiempo, y es tener una experiencia sexual con una tía, y a Marta la tengo más que vista porque muchas veces nos cambiamos juntas y me encanta su cuerpo, y si a eso le sumas que está con falta de sexo desde hace algún tiempo, que ayer se quedó con las ganas de follarse al tío que le gusta y hoy con lo contenta que está por el vinito y encima no deja de mirar cómo se te marca la polla en el pantalón ese que llevas – me decía – se han alineado los planetas para cumplir mi fantasía ¿no crees?

UNA CENA CON FINAL INESPERADO (AHORA CON LAS DOS AMIGAS)

SE RECOMIENDA LEER LOS ANTERIORES CAPITULOS DE ESTE RELATO PARA TENER UNA MEJOR VISION DE LA HISTORIA.

LOS RELATOS FUERON PUBLICADOS:

Una cena con final inesperado (14/07/2015)

Una cena con final inesperado (2ª parte) (17/07/2015)

Las vueltas que da la vida  - fue mi último pensamiento antes de quedarme dormido –

El sonido insistente del timbre me despierta sobresaltado, me levanto un poco aturdido por el sueño, descuelgo el telefonillo de la puerta del patio y escucho una voz desconocida informándome que traen la compra del supermercado, pulso el botón de apertura y escucho como el repartidor entraba en el patio y me dispongo a esperarlo en la puerta de la casa mientras escucho como ya entra en el ascensor.

En ese mismo instante escucho el sonido de mi móvil que está en el salón y dejando la puerta un poco abierta para que entre el repartidor, me voy corriendo hacia el teléfono antes de que cese la llamada.

Sin mirar en la pantalla quien llama contesto pendiente de la llegada del repartidor, mientras una voz al teléfono me dice ¿cariño? ¿Estás ahí?

Dime – respondo dirigiéndome a la puerta de entrada –

Que olvidé avisarte que tenían que ir a entregar la compra del súper esta mañana – escucho decir a mi mujer al teléfono -

En este momento estoy en la puerta esperándolo – le informo – ya debe estar llegando porque se escucha el ascensor.

Bueno – me dice – pues guarda la compra y ten cuidado con los congelados.

Ok – le digo – ahora en cuanto se vaya el chico te llamo le digo a mi mujer y cuelgo sin esperar respuesta.

Buenos días – me dice el chico del súper cargado con tres cajas en una carretilla –

Buenos días – le respondo – hazme el favor ya que llevas la carretilla de entrarlo hasta la cocina por favor.

El chico amablemente se dirige a la cocina y descarga las cajas mientras yo busco en un bote que tenemos  monedas y le doy un par de euros de propina para que se tome una cervecita a ver si así se le hace más ameno el trabajo y más corta la jornada laboral.

El chico me lo agradece y dándome las gracias desparece por la puerta de la calle.

Vuelvo a por el teléfono y marcando el numero llamo a mi mujer para informarle de que ya está la compra en la cocina y que mientras hablo con ella estoy guardando las cosas en el congelador.

Dime –la  escucho al teléfono –

Ya estoy guardando la compra que han traído – le digo -

Muy bien –responde – de paso decirte que he hablado con mi hermana y como los niños han insistido, se van a quedar toda la semana en el chalet con sus primos  y yo me bajaré el lunes con mi hermana directamente a trabajar – continua explicándome -  así tenemos toda la semana para nosotros solos y podemos salir a cenar o hacer lo que nos apetezca.

Me parece muy bien – respondo -  una semana sin niños, que lujo – le digo riéndome –

Pues ves guardando fuerzas – me dice – que tenemos que recuperar mucho tiempo perdido – me dice riendo también –

De acuerdo – respondo – me quedaré todo el fin de semana de reposo – le digo entre risas –

Tengo que colgar – me dice mi mujer – que nos vamos ya a la playa, pórtate bien.

Un beso – le digo – disfruta.

Después de colgar el teléfono continuo ordenando toda la compra de la semana y mientras voy pensando en la noche anterior y que me tengo que dar una ducha y devolver la ropa que llevo puesta que no es mía.

En ese instante suena el timbre de la puerta y me dirijo a abrirla pensando quien narices será ahora y si me van a dejar tranquilo este fin de semana.

Al abrir la puerta, me encuentro a Ana ay a su amiga.

Hola – me dice Ana – he venido a devolverte la ropa ya limpia y seca y de paso a presentarte a Marta mi amiga, le he contado todo lo que ocurrió ayer y ha venido a disculparse y darte las gracias.

Yo estaba escuchando lo que decía y me quedé con los ojos como platos y notaba que me subían unos calores por todo el cuerpo.

¿Todo? – Pensé – ¿se lo ha contado todo?

Marta, que así se llamaba la amiga, me dijo que tenía que disculparse por vomitar sobre mí y que había sido muy amable llevándola a casa, que aunque ella no recordaba nada, Ana le contó que yo les había traído en el coche estropeándome la noche.

Yo miraba a Ana de reojo y la veía reírse – que borde – pensé –

No te preocupes  - le dije a Marta – una mala noche la tiene cualquiera –

Ana me informó que habían quedado con unas amigas a comer e ir después al centro comercial a comprar ropa y que si me parecía bien, para agradecerme lo de anoche – me decía mientras en ese instante me guiñaba un ojo sin que su amiga lo viese – me invitaban a cenar esta noche si no tenía otros planes.

¿A cenar? – Respondí – ¿donde?

En mi casa  - dijo Ana sonriendo maliciosamente – pedimos comida china al restaurante y tú traes el vino, ¿Qué te parece?

Está bien, creo que no tengo nada que hacer –respondí –

Pues hacemos una cosa – dijo Ana – dime tu teléfono y yo te llamo para avisarte de la hora a la que llegaremos.

De acuerdo – le dije – toma nota.

Cuando acabó de apuntar mi número de teléfono en su móvil, sonó una llamada en el mío y me giré para ir a ver de quien se trataba.

Soy yo –me dijo Ana – te he hecho una llamada perdida para que tengas mi móvil.

De acuerdo  - les dije – pues nos vemos luego, yo llevaré el vino.

Las dos se encaminaron hacia el ascensor mientras las observaba alejarse, y una vez en la puerta del ascensor, Ana dejó entrar a su amiga delante y ella aprovechó para tirarme un beso mientras sonreía.

Cerré la puerta y me fui directamente a la cocina con la intención de terminar de guardarlo todo y darme una ducha para que aclarase mis ideas.

Ya en el baño, abrí el grifo de la ducha y mientras el agua caía sobre mi cuerpo, yo intentaba poner mis ideas en orden.

Veamos – pensaba – anoche me tiré a una niña que le doblo la edad. Pero que en la cama es una fiera, que aunque le falta un poco de experiencia, es increíble, y encima esta noche me invita de nuevo a cenar.

Anoche – seguí dándole vueltas a la situación – pudo ser por el alcohol. Pero lo de esta mañana era totalmente despejados y después de haber dormido juntos, y ¿ahora?

Estoy casado y la niña esta vive cuatro pisos sobre el nuestro, ¿no me amargará la existencia? – Me preguntaba – no creo que lo haga, se le ve buena chica – creo -  esta lo que tiene ganas es de experimentar y cuando se le pase volverá con los de su edad – acabé por deducir – no voy a darle más vueltas o me voy a volver loco.

Terminé la ducha me vestí y me senté en el salón con un bocadillo que me había preparado y una cerveza fresquita, quería ver una película que tenia grabada y que por falta de tiempo nunca podía ver.

Estando sentado en el sofá viendo la tele, me levanté como si hubiese tenido un calambre y me fui a la cocina con la intención de poner unas cuantas botellas de vino a refrescar – pondré dos de blanco y dos de tinto – pensé.

Volví al sofá y mientras veía la película, sonó el wassap.

Cogí el teléfono y era de Ana que me enviaba una foto de cuerpo entero hecha en un probador, vestida únicamente con un conjunto de ropa interior compuesto de un tanga y un mini sujetador azul celeste.

¿Te gusta? – ponía –

¡¡Uffff!! Como me puso.

Me gusta – respondí – mientras seguía mirando la foto ampliada-

Dejé el teléfono sobre la mesa después de mirar durante varios minutos la foto y volvió a sonar el wassap.

Esta vez era una foto de su amiga Marta con un conjunto cuya única diferencia con el anterior era el color.

¿Y este te gusta? –escribió Ana –

Amplié la foto de nuevo y la vi con detenimiento notando como la polla se me ponía morcillona después ver de semejantes fotos

También me gusta – escribí –

Pero te gusta más el conjunto o mi amiga – leí que me escribía –

No te pases de borde  - le escribí – además no deberías mandar fotos de tus amigas por el wassap.

¿Te gustaría probarla? – Escribió de nuevo –

¿Cómo? – respondí –

Después te lo cuento todo – respondió – un besito.

Yo ya estaba nervioso, esta niña no es tan dulce como aparenta, esta chica es una viciosa –pensé –

Acabó la película mientras yo seguía pasando una y otra vez las fotos ampliadas por la pantalla de mi móvil y decidí olvidarme de todo y echarme una siesta en el sofá para relajarme.

Después de muchas vueltas conseguí dormir y descansar un rato, no me imaginaba lo que me esperaba esa noche.

Eran las 20:00 y sonó de nuevo el teléfono.

¿Si? – pregunté –

Hola soy Ana – escuche al otro lado del teléfono – nosotras salimos ya del centro comercial, ¿te parece bien subir a las nueve a casa y pedimos la cena?

De acuerdo –respondí –

La cena es informal – me decía – así que sube cómodo que hace mucho calor y  cenamos en la terracita y mientras pedimos la cena y la traen, nos tomamos unos vinitos para crear ambiente – me dijo –

Muy bien – le dije yo – llamarme cuando estéis en casa y subo

Vale – respondió – ¿hace falta que compremos algo?

No –dije – he puesto varias botellas de vino a enfriar y aquí tengo hielo de sobra por si nos tomamos unas copas.

Vale – me dijo – cuando estemos en casa te llamo, un beso.

Me dispuse a recogerlo todo y dejar la casa ordenada y volví a darme una ducha relajante para evitar pensar lo que podría pasar esta noche, aunque mi polla por el estado en que se encontraba intuía lo que podría ocurrir.

Al salir de la ducha me coloqué un pantalón corto de deporte cómodo y una camiseta que solía usar en verano y justo en ese instante sonó el teléfono de nuevo.

Cariño – era mi mujer – ¿como llevas el día?

Muy bien – le dije – muy relajado, ahora voy a llamar al chino y que me suba algo para cenar y me quedaré viendo la tele en casa tranquilamente mientras me tomo algo.

Pues nosotros – decía mi mujer – nos vamos a cenar con los niños a un restaurante nuevo que han abierto y los sacamos de casa para que se diviertan  y de paso salimos notros también.

Bueno – le dije – pásatelo bien, hablamos mañana, un beso

Un beso – respondió –

Antes de que volviese a dejar el teléfono sobre la mesa, volvió a sonar de nuevo, era Ana.

Dime – le dije –

Ya estamos en casa, no te he llamado antes porque necesitábamos una ducha – me dijo -  estamos preparando la mesa, sube ya y así pedimos al restaurante, porque no sabemos qué es lo que te gusta del menú.

Subo en diez minutos  -respondí –

Cogí una bolsa de plástico e introduje las cuatro botellas de vino que había puesto a refrescar y una bolsa de hielo para después podernos tomar algún licor.

Salí de casa y llamé al ascensor que acudió es un santiamén, era como si el mismo ascensor supiera que no quería que me viese nadie del edificio entrando en casa de Ana.

Llegué a su puerta, llamé al timbre y me abrió Marta, parecía un poco cortada, pero me dio dos besos y me hizo pasar directamente a la cocina, porque lo que llevaba en la bolsa estaba a punto de empezar a gotear.

Llegué a la cocina y vi de espaldas a Ana, que estaba preparando algunas cosas de picar para entretenernos mientras llegaba la cena.

Hola – me dijo girando la cabeza –

Hola – respondí  mientras me acercaba al frigorífico a dejar lo de la bolsa –

Una vez colocado lo que llevaba en el frigorífico las botellas y en el congelador el hielo, me acerqué a ella para darle dos besos, pero ella dejando lo que tenía entre manos pasó sus brazos alrededor de mi cuello y me dio un beso apretándome contra ella buscando mi lengua, mientras yo miraba de reojo por si aparecía su amiga marta.

No te preocupes – me dijo – está ocupada pasando lo de la terraza al salón, aun hace demasiado calor para cenar fuera y le he dicho que lo pase todo dentro.

Esta mañana te has asustado eh – me dijo –

Yo ¿cuando?  - respondí –

Cuando te he dicho que se lo había contado todo – me dijo riéndose –

¡Ahhh! – Respondí – la verdad es que no supe cómo reaccionar eres un poco borde – le dije –

Ana con un par de platos en la mano salió de la cocina diciéndome que abriese una botella de vino blanco y otra de tinto, que las copas estaban fuera ya.

Mientras ella se alejaba, miraba el movimiento de su juvenil culo y me di cuenta de que ambas iban vestidas igual pero en distintos colores, las dos llevaban un vestido de finos tirantes y un escote que en cualquier movimiento me dejaría una vista de sus increíbles tetas y una falda cortita (muy cortita) de vuelo.

Llegué al salón con las botellas de vino abiertas una de vino blanco y la otra de tinto y nos sentamos en el sofá del salón a decidir el menú que íbamos a pedir en el restaurante chino.

Mientras decidíamos, yo iba llenando las copas que iban cayendo una tras otra, mientras las risas afloraban y el ambiente se volvía más distendido entre los tres.

Nos decidimos por un menú bastante variado y que prácticamente nos gustaba a todos, había comida para un regimiento.

Llamamos al restaurante y nos tomaron nota asegurándonos que en media hora el repartidor estaría en nuestra puerta, además nos regaló por el menú solicitado una botella de licor chino, que por lo que vi en el folleto tenía bastante graduación de alcohol.

Mientras esperábamos al repartidor, Ana me preguntó si me apetecía ver lo que habían comprado en el centro comercial.

Bueno – dije yo sin muchas ganas –

Se fue corriendo a su habitación y sacó unas bolsas enseñándome algunas prendas de ropa.

¿Te gusta? – me preguntaba a cada prenda que sacaba de una bolsa –

No lo sé – respondí – un vestido no se aprecia bien hasta que no lo llevas puesto.

Vale – dijo ella sonriendo – después te hacemos un pase para ver si te gusta lo que hemos comprado y así tenemos la opinión de un hombre.

¿Te parece bien? – le preguntó a Marta –

Marta ya desinhibida por la bebida asintió como diciendo estar de acuerdo.

En ese momento suena el telefonillo del timbre del patio y marta corriendo se apresura a responder informándonos de que es del restaurante chino, que ya traen la cena.

Ambas se van a la puerta a esperar al repartidor y cuando regresan al salón lo hacen con tres bolsas llenas de fiambreras de comida.

Mientras las dejan en la mesa del salón Ana recoge los platos que hemos usado en el aperitivo y me dice que la acompañe a la cocina a sacar platos limpios para poner la cena.

Me levanto y recojo los platos que quedaban sucios en la mesa y me dirijo a la cocina  y ahí está ella acachada poniendo los platos en el lavavajillas.

Yo me quedo detrás de ella admirando  casi todas piernas que no cubren el vestido y desde la altura tengo una visión privilegiada de sus tetas casi en su totalidad.

Ella mirando hacia donde estoy yo y con la intención de cogerme los platos de las manos para colocarlos en el lavavajillas se fijó hacia donde iba dirigida mi mirada y sonriendo me preguntó si me gustaba lo que veía.

Sus risas me volvieron a la realidad y subiéndome los calores a la cara, le entregué los platos que llevaba en mis manos.

Se incorporó de un salto y rodeándome de nuevo con sus brazos mi cuello me planto un beso en los labios haciendo que abriese mi boca y poder degustar de nuevo el sabor del vino en su boca  y su lengua juguetona.

Acercó su boca a mi oreja y muy despacio como susurrando me dijo que me tenía preparada una noche muy especial, que si todo salía bien ambos íbamos a cumplir una fantasía.

¿Cómo? – Le pregunté mientras la separaba de mí –

Ya lo verás – me dijo -  es una sorpresa.

Volvimos al salón y Marta ya estaba sentada abriendo todas las fiambreras  intentando averiguar cuál era el contenido de cada una de ellas.

Nos sentamos a la mesa y la cena fue discurriendo de una forma divertida, mientras ella me contaba anécdotas de sus movientes y rolletes que habían tenido por ahí.

Marta al principio estaba más callada, pero al finalizar la primera botella de vino blanco que prácticamente se había bebido ella sola.

Me levanté a por otras dos botellas de vino y mientras las abría en la cocina, apareció Marta a dejar unos platos ya sucios

Me lo estoy pasando muy bien – me dijo sonriendo – creía que al ser una cena con alguien mayor iba a aburrirme – continuo diciendo – y acercándose hacia mí me dio un beso en la mejilla y  me dio las gracias de nuevo por haberla ayudado anoche.

Yo me sorprendí de la reacción y le dije que no tenía importancia y que yo también me lo estaba pasando muy bien.

Ambos salimos con las botellas y Ana al vernos llegar sonrió poniendo cara de borde.

Terminamos la cena y tres de las cuatro botellas de vino y decidimos tomarnos el café sentados en el sofá alegando Ana que estaríamos más cómodos.

Todos estuvimos de acuerdo y nos dispusimos a retirar los platos sucios de la mesa y dejarlo todo en orden mientras Ana se iba a la cocina a preparar los cafés.

Recogimos los platos y lo inservible en una bolsa y Ana le dijo a su amiga, que aprovechase y bajase a tirar la basura para evitar los malos olores.

Marta cogió la bolsa de la basura y unas llaves de la casa y se dispuso a bajar la bolsa de basura al contenedor.

Acabé de recoger las copas de la mesa y al llegar a la cocina Ana ya tenía preparados los cafés en una bandeja listo para sacarlos, pero cuando me vio entrar y escuchó que la puerta de la calle se cerraba mientras Marta bajaba la basura, aprovechó el instante para colgarse de nuevo en mi cuello y arrinconándome contra la encimera empezó a besarme capturando mi lengua y jugueteando con ella mientras yo le levantaba el vestido y amasaba con mis manos ese culito que me traía loco.

La cogí en brazos y sentándola en el borde de la encimera, conseguí zafarme de sus brazos y abriendo sus piernas conseguí apartarle un poco la braguita hacia un lado y con mis dedos recorrí todo su coño que en menos de un segundo, se notaba húmedo.

Métemela un poquito – decía Ana – solo un poquito.

¡No! – Respondí – que puede venir Marta y pillarnos en plena faena y a ver como lo explicamos – le dije –

Ella acercó su boca a mi oído y mientras yo notaba su cálido aliento sobre mi oreja, me dijo que su amiga Marta le había confesado que había estado mirándome el paquete durante la cena sin que yo me diese cuenta y que pensaba que tenía un pedazo de pollon.

Yo me separé de ella mirándola a la cara como preguntándole si lo que decía era cierto y ella asintiendo con la cabeza me dijo que era verdad.

Volvió a acercar su boca a mi oído mientras mis dedos no cesaban en recorrer toda su rajita y de su boca salían algunos gemidos.

¿Te gustaría follartela? – me preguntó –

¿Qué? – respondí apartándome de ella totalmente sorprendido y fuera de juego –

¿Que si te apetece follartela? – volvió a preguntarme con su cara maliciosa y sonriente –

Te voy a contar algo – me dijo sin darme tiempo a responder – yo tengo una fantasía  desde hace mucho tiempo, y es tener una experiencia sexual con una tía, y a Marta la tengo más que vista porque muchas veces nos cambiamos juntas y me encanta su cuerpo, y si a eso le sumas que está con falta de sexo desde hace algún tiempo, que ayer se quedó con las ganas de follarse al tío que le gusta y hoy con lo contenta que está por el vinito y encima no deja de mirar cómo se te marca la polla en el pantalón ese que llevas – me decía – se han alineado los planetas para cumplir mi fantasía ¿no crees?

Me dejó descolocado y en ese momento caí en la cuenta de que mientras cenábamos Ana se encargaba de cuando en cuando meterme mano bajo el mantel con disimulo y mantenerme a tono toda la noche y claro; cada vez que Marta veía mi entre pierna al levantarme o en cualquier movimiento, esta se encontraba morcillona como mínimo.

Que niña mas borde – pensé – que manera de planificar las cosas, ¡como me pone la niña!

Se escucharon las llaves abriendo la puerta de la entrada y Ana y yo salimos al salón con la bandeja de los cafés y otra bandeja con vasos de licor y hielo.

Marta y yo tomamos asiento en el sofá mientras Ana ordenaba las bandejas en la mesa bajita que se encontraba frente al sofá y se dirigía al equipo de música poniendo un CD a un volumen que no molestase y después apagó la luz del techo del salón encendiendo la lámpara de pie que creaba un ambiente cálido y sin molestias de luz.

Después se dirigió a sentarse al sofá y quedaron sentadas una cada lado y yo en el centro.

Nos tomamos el café y ya estábamos con la primera copa en las manos cuando Ana de repente se levantó y tirando de Marta por las manos la obligó a levantarse diciéndole que iban a hacerme un pase de modelos con lo que habían comprado a ver si me gustaban los modelitos.

Marta no muy segura de lo que iba a hacer se dejó llevar y fue tras ella a la habitación a cambiarse de ropa.

No tardaron ni cinco minutos en aparecer ambas vestidas con unas faldas por encima de la rodilla y con mucho vuelo, con unas blusas de tirantes y sobre unos zapatos con unos tacones de infarto.

Las faldas eran de colores oscuros y las blusas abotonadas por delante eran prácticamente transparentes y sin mangas, Marta llevaba un botón desabrochado, lo que hacía intuir lo que había debajo, pero Ana llevaba tres botones desabrochados sin dejar nada para intuir, enseñando la casi totalidad de sus pechos.

Iniciaron un desfile por una pasarela imaginaria, dándose la vuelta cada dos pasos haciendo que las faldas subieran casi al límite de sus culos.

Yo tenía la boca seca de ver esas dos jóvenes preciosidades desfilar ante mí y era incapaz  tan siquiera de dar un sorbo al vaso que seguía sujetando en mi mano.

¿Te gusta? – preguntó Ana –

No está mal – respondí – aunque los sujetadores no son los más apropiados.

Ellas se miraron una a la otra sonriendo y volvieron a desaparecer en la habitación.

Yo aproveché para beber y rellenar todas las copas.

Volvieron a salir transcurridos cinco minutos eternos con unas mini faldas blancas de lunares rojos y en la parte de arriba un top ceñido que marcaba sus pezones perfectamente.

Iniciaron de nuevo unos pases por la imaginaria pasarela y de nuevo de pie ante mi me preguntaron si me gustaba más este o el anterior.

El anterior conjunto me gusta más  -respondí –

Ana se acercó al oído de Marta a decirle algo con lo que parecía no estar de acuerdo y ambas cogieron sus copas y de un trago las vaciaron por completo volviendo a desaparecer rumbo a la habitación.

Volví a rellenar sus copas, mientras yo bebía de la mía sorbos pequeños con el único fin de mojar mi garganta completamente seca.

Esta vez salieron en menos de tres minutos y ambas tapadas por una sábana blanca.

¿Estas listo para la sorpresa? – preguntó Ana mientras Marta solo sonreía nerviosamente –

Estoy listo –respondí –

Una, dos,  - contaban las dos a la vez – y ¡tres!

A la de tres dejaron caer la sabana y yo me atraganté con el licor de la boca al ver lo que mis ojos abiertos como platos veían ante mí.

Ambas estaban con un juego de ropa interior, un sujetador de color negro y un tanguita que se les metía por la raja del culo haciendo el efecto que por detrás no llevaban nada y todo eso subidas sobre los mismos tacones que antes.

Ellas daban vueltas sobre sí mismas y mis ojos seguían sus movimientos intentando no perder detalle de la esplendida visión.

Se detuvieron ante mí y Ana pegándole un codazo a Marta le dijo que este conjunto sí que me había gustado.

Mira Marta – dijo Ana riendo – este conjunto le gusta, mira como se le ha puesto la polla, se le va a escapar y nos va a dar en un ojo.

Las dos volvieron a desaparecer en la habitación, mientras yo me levantaba e intentaba recolocarme sin conseguirlo la polla dentro del pantalón para que no se notase tanto la alegría que en ese momento tenia m polla por ver a esas dos jovencitas prácticamente desnudas.

Pasaron un par de minutos y ambas volvieron vestidas únicamente con unas camisetas largas que no impedían ver esas braguitas que llevaban bajo.

Se sentaron cada una a mi lado y después de volver a dar un gran trago de sus respectivos vasos, me preguntaron si me había gustado.

Tu misma lo has notado – respondí mirando a Ana –

A ver que lo verifique – dijo Ana sobándome la polla sobre el pantalón ante la atónita mirada de su amiga –

Yo no sabía dónde meterme en ese momento, estaba paralizado por la situación.

Esto habrá que aprovecharlo  - le dijo Ana a su amiga que miraba sin saber que hacer -

Ana se sentó sobre mis rodillas y rodeándome con sus brazos comenzó a besarme mientras yo no me atrevía a moverme mirando de reojo a Marta que miraba la escena a menos de veinte centímetros  de nosotros.

Abrí la boca para respirar y Ana aprovecho para absorber  mi lengua y juguetear con ella.

Ya no pude aguantar más y rodeándola con mis brazos, metí mis manos por debajo de su camiseta acariciándole por entero su espalda y dándome cuenta en ese momento que no llevaba sujetador.

Ana se separó de mí y mirando al lugar donde se encontraba Marta un poco cohibida por la situación, le preguntó si quería probar.

Marta ¿quieres probar? – Dijo Ana-

Marta era incapaz de articular palabra y aprovechándose de la situación y de lo cerca que estaba de nosotros, Ana sin levantarse de mis rodillas cogió a Marta por el cuello y se la acercó a la boca dándole un beso con la boca cerrada.

Marta abrió los labios y Ana le introdujo la lengua de manera que entre las dos iniciaron un jugueteo de lenguas con unos besos cada vez más profundos, mientras yo me dedicaba a levantarle la camiseta a Ana y empezar a lamerle los pezones ya duros por la excitación y la situación.

Ana se separó de Marta y nos dio a los dos que estaríamos más cómodos en la habitación principal.

Marta que aun se encontraba recuperándose de la sorpresa del beso de su amiga cogió en vaso y después de un largo trago dijo que le parecía bien, que seguro que estaríamos más cómodos.

Las dos cogieron sus respectivos vasos y la botella de licor y se levantaron en dirección a la habitación principal mientras yo también con mi vaso en la mano las seguía pensando en lo que iba a ocurrir en esa habitación.

Ni en mis mejores sueños – iba pensando yo – esto es como un sueño erótico hecho realidad.

Llegamos a la habitación y se despojaron las dos de sus camisetas y sus bragas, quedando totalmente desnudas de pie frente a mí.

Yo me senté en la cama mientras ellas se abrazaban y besaban acariciándose la una a la otra.

Me quité la camiseta y ambas se dirigieron hacia mí tumbándome en la cama y lamiéndome desde el cuello hasta el ombligo besándome unas veces a mí y otras entre ellas mismas.

Las aparté de encima como pude e hice tumbarse a Marta boca arriba en la cama, mientras Ana se tumbaba de lado junto a ella.

Estate quieta y disfruta  - le dije a Marta –

Marta levanto los brazos sobre su cabeza y respirando hondo cerró los ojos como dando su consentimiento.

Ana y yo comenzamos a lamer desde su cuello bajando por sus pechos sin tocar sus pezones y llegando al ombligo.

Ana levantaba los ojos para seguir ella los mismo movimientos que mi lengua hacia sobre la piel de su amiga.

Era como si nuestras lenguas en plena armonía hicieran sonar un instrumento y la melodía que conseguíamos arrancar eran los gemidos que involuntarios que escapaban de la boca de Marta.

Ana y yo dirigimos nuestras bocas a los pezones ya duros de Marta y comenzamos a darles pequeños mordiscos mientras ella subía el tono de sus gemidos y con la cabeza erguida nos miraba mientras sus manos acariciaban nuestras espaldas.

Marta tenía ya una respiración bastante agitada y sus gemidos eran constantes, así que mientras Ana dirigió su boca a la de ella yo le abrí las piernas y después de admirar la escena de besos entre las dos, me ti mi boca en el coño de Marta, que al notar mi cálido aliento sobre esa zona, dio un respingo apartando a Ana de su boca con la intención de observar los movimientos de mi boca sobre su coño.

Ana se sentó sobre el vientre de Marta con una rodilla a cada lado ir continuo con la labor de seguir comiéndole los pezones y la boca, mientras yo desde mi posición tenía una vista inmejorable del abierto coño de Marta y el agujero del culo de Ana.

Coloqué mi lengua sobre la rajita del coño de Marta y al instante ella comenzó a resoplar y gemir de manera incontrolada atrapando mi cabeza entre sus piernas como para no permitir mi escape de ese lugar.

Acelerando los movimientos de mi lengua sobre su coñito conseguí de manera inmediata que su barriga comenzara a sufrir espasmos signo inequívoco de que estaba disfrutando de un orgasmo.

Ana le tapaba la boca con sus besos mientras con sus manos le pellizcaba los pezones haciendo que el sonido de los gemidos quedase ahogado.

Las piernas de Marta empezaron a moverse de manera descontrolada mientras logrando escapar de la boca de Ana comenzó a gritar que se corría.

No pares – decía – sigue que me estoy corriendo – repetía a voces –

Ana se coloco a su lado para tener una mejor visión del orgasmo de su amiga a la que observaba sonriendo.

Sus espasmos no cesaban y comenzó a empujar su pelvis contra mi boca como si deseara que mis lamidas fuesen más profundas.

Para – decía Marta – para ya que no puedo parar de correrme – repetía a gritos –

Ana apartó mi cabeza de entre las piernas de Ana y ambos nos quedamos mirándola mientras cesaban sus espasmos y podía recuperar el ritmo de su respiración.

Quedó con las piernas totalmente abiertas y los brazos relajados sobre la cama mientras decía que había sido increíble, que nunca se había corrido tan brutalmente.

Ana con cara de borde se acercó a su boca y dándole un beso le dijo que esto solo era el principio, que se relajase.

Marta incapaz de levantarse por el momento sonrió  mientras nos miraba y trataba de recuperar fuerzas.

Yo desde el borde de la cama tenía una visión privilegiada de ambas, eran prácticamente iguales en altura y tamaño de pechos etc. Prácticamente la diferencia eran sus caras y el color de su pelo.

Ana me indicó que me pusiera de pie y le dijo a Marta que se sentase a su lado en el borde de la cama, mientras yo me situaba delante de ellas.

Coge de ahí le dijo Ana a su amiga indicándole el lateral del pantalón corto que yo aun no me había quitado.

Ana cogió del lado contrario al que sujetaba Marta y entre las dos me bajaron el pantalón y calzoncillo a la vez hasta sacarme lo por los pies.

Mi polla salió por fin de su encierro y quedó a la altura de sus ojos.

Marta abrió los ojos lo más que pudo y era incapaz de articular palabra mientras seguía admirando mi polla tiesa y dura marcando las venas por el punto de excitación que tenía y Ana la animó a tocarla.

Marta rodeo mi polla con sus manos y como si se tratase de un impulso incontrolado se la llevó a la boca intentándola engullirla toda de una vez.

Mi polla al notar el cálido aliento de la jovencita dio un respingo como para que entendieran lo contenta que estaba de estar en aquella situación.

Marta sacó mi polla de su boca y yo me tumbe en medio de las dos mientras ambas se dedicaban a recorrer con sus lenguas todo el tronco de mi polla, llegando incluso a lamerme los huevos y de cuando en cuando sus bocas se juntaban en un profundo beso mientras seguían acariciándome los huevos con sus manos.

Yo estaba tumbado y miraba hacia el techo con el fin de concentrarme y pausar la respiración para poder aguantar lo máximo posible y retrasar mi corrida.

Si siguen así  - pensé  - voy a durar dos minutos, esto es un regalo de los dioses y tengo que dar la talla.

Me levanté y las aparté de su polla indicándole a Marta que se sentase sobre mí y fuese introduciéndose mi polla poco a poco y a su ritmo.

Eso no me va a caber – decía Marta mientras Ana se reía –

Tranquila – le dije – esta muy mojada y metiéndola poco a poco tu vagina se acomodará al grosor  y longitud de mi polla.

Tampoco es que yo tenga una inmensa polla  - pensé – mi polla mide sobre unos 18 o 19 cm de longitud y un grosor que yo creo normal por lo que he visto en las películas.

Marta se sentó sobre mí con las piernas abiertas y las rodillas apoyadas una a cada lado de mi cuerpo y cogiendo mi polla con su mano la dirigió a su coñito empezando introducírsela poco a poco.

Ana y yo estábamos mirando la escena  y la cara  de Marta que era como una mezcla de placer y dolor.

Marta poco a poco fue dejándose caer sobre mi polla que entraba poco a poco mientras yo notaba como se iba abriendo paso hasta el fondo de su coñito.

Cuando ya la tenía dentro del todo apoyó sus manos sobre mi pecho como esperando a que su coño se acostumbrase a ese trozo de carne que la había invadido las entrañas y poder controlar su respiración.

Marta comenzó a moverse poco a poco sobre mi polla mientras yo miraba como sus tetas se movían de un lado a otro.

En ese momento Ana se levantó y colocando una pierna a cada lado de mi cabeza, puso su coño sobre mi boca  y quedó cara a cara con Marta.

Yo me dedicaba a sujetar de las caderas a Ana mientras ella se movía sobre mi cabeza intentando introducirle mi lengua que no cesaba de moverse alrededor de todo su coño, llegando incluso a meterle la punta de mi lengua en su agujerito anal haciendo que sus movimientos fueran más torpes debido a la excitación.

Amabas se encontraban cara a cara y se dedicaban a besarse y acariciarse los pechos mutuamente mientras dejaban escapar gemidos y resoplidos de placer.

Yo tenía la polla a punto de explotar e intentaba concentrarme en darle placer bucal a Ana con la intención de olvidar el placer que estaba sintiendo yo en mi polla.

Marta comenzó a moverse más rápidamente y saltar sin control sobre mi polla mientras gritaba que se corría y que Ana no dejase de morderle los pezones.

Me corro otra vez – gritaba Marta – muérdeme los pezones mas fuerte – repetía a gritos-.

Sus gemidos eran continuos y yo notaba como su coño se contraía una y otra vez sobre mi polla mientras yo intentaba aguantar las increíbles oleadas de placer que me producían dichas contracciones y estaban a punto de hacer que me corriese sin poder evitarlo.

Agarré fuertemente las caderas de Ana y empujado sobre mi cara me concentré en intentar penetrar lo más profundo que podía mi lengua en su culo rosadito y cerrado,  mientras ella con la otra mano se acariciaba  fuertemente el clítoris y tampoco paraba de gemir y moverse sobre mi cara llegando en ocasiones a dejarme sin respiración.

El cuerpo de Ana hizo un movimiento hacia delante y se apoyó sobre Marta como para no caerse mientras mi lengua notaba como su coñito y su culo se abría y cerraban descontroladamente.

Ambas estaban apoyadas una sobre la otra y encima de mí mientras conseguían recuperar el ritmo de su respiración.

Solo se escuchaban jadeos de ambas en la habitación, aprovechando ese momento las saqué de encima de mí a las dos quedando tumbadas una al lado de la otra respirando fuertemente y mirándose mientras sonreían.

Momento en el que yo aproveché para intentar reponerme y relajarme.

Ana ¿esto lo teníais preparado verdad? – preguntó Marta –

Esto era una sorpresa para los dos – respondió riendo – ninguno de los dos sabíais lo que iba a pasar – continuo explicándole – además Toni y yo nos pasamos ayer toda la noche follando mientras tu dormías la borrachera.

Marta se incorporó y me miró como interrogándome.

Es cierto – respondí – todo surgió ayer.

Ambas se posicionaron de lado mirándose una a la otra mientras Ana le contaba lo ocurrido entre ella y yo la noche anterior.

Yo aproveché el momento y me metí en el baño a remojarme la cara con la intención de refrescarme un poco y poder continuar con la fiesta, cuando sobre una estantería del baño descubrí una botella de aceites para la piel.

Prepárate Ana  - le dije saliendo del baño con la botellita en la mano – ahora te toca la sorpresa a ti.

¿Cómo? – respondió Ana mirando lo que llevaba en la mano –

¡Ayúdame! Marta – le dije –

Marta preguntó que tenía pensado hacer

Ahora lo verás  -respondí –

Ana ponte a cuatro patas y con el culo en pompa – le dije –

Ella se puso en la posición indicada y le dije a Marta que se pusiera delante de ella con las piernas abiertas.

Empieza a comerle el coño a Marta – le dije a Ana –

Ella metió su cabeza entre las piernas de su amiga y empezó a recorrer su coñito con la lengua mientras Marta por lo sensible que aun estaba en cuestión de segundos volvió a emitir pequeños gemidos de placer.

Yo me coloqué detrás de Ana y me dediqué a recorrer con mi lengua desde su coñito hasta el agujerito cerrado y hasta ahora virgen de su culo.

Cogiendo la botella de aceite que me traje del baño, me unté de aceite el pulgar y mientras masajeaba con los dedos de una mano su clítoris, el pulgar de la otra mano iba haciendo lo mismo en su culo con el fin de relajarlo e ir dilatándolo poco a poco.

Tal era la concentración de Ana en comerse el coño de su amiga, que no notó prácticamente como mi pulgar entraba  en su culito y comenzaba hacer movimientos circulares para dilatar.

Ana dejó de comerle el coño a su amiga y giró la cabeza para indicarme que fuese con cuidado y de paso recordarme que era virgen.

Marta atrapó de nuevo su cabeza y se la volvió a colocar entre sus piernas apretándola sobre su coño.

Es una escena digna de una película porno – pensé mientras yo seguía a lo mío –

Mi pulgar ya entraba y salía con facilidad de ese culito relajado y decidí que con lo caliente que yo estaba y las ganas que tenia de estrenar ese culito, no iba a esperar más.

Me embadurné la polla con el aceite corporal de la botella y le derramé un poco sobre su agujero con el fin de que hubiese una buena lubricación y mi polla pudiese entrar sin problemas.

Mientras con una mano seguía frotándole el coño a Ana, con la otra sujeté mi polla y apunté en dirección al agujero, mientras Marta vio mis intenciones y sonriendo sujetó fuertemente la cabeza de Ana entre sus piernas para que no escapase ni se moviese.

Empujando ligeramente mientras la sujetaba de las caderas, mi capullo entró a la primera y me quedé quieto con la intención de que su culo se acostumbrase al tamaño de mi polla.

Ana consiguió zafarse de las piernas de Marta y empezó a gritar que le dolía, que no la metiese más hacia dentro, que se la sacase.

Ana – le dije tranquilamente – lo más difícil ya está hecho, ha entrado toda la punta y tu culo está acostumbrándose al tamaño de mi polla, no te preocupes que hasta que no vea que se haya dilatado lo suficiente no me voy a mover.

Ana se puso nerviosa y me pedía intentando escapar que se la sacase, que le quemaba.

Le dije a Marta que se pusiese debajo de su amiga y comenzase a comerle el coño con ganas.

Marta se colocó como buenamente pudo debajo de ella y empezó a pasarle la lengua por toda su rajita pegándole suaves mordisquitos en el clítoris.

Ana se relajó de inmediato y comenzó a jadear y gemir de nuevo, mientras yo aproveché ese momento y sujetándola dela cadera ayudado por un buen chorro de aceite, poco a poco pero sin parar logré introducírsela hasta el fondo.

Mis huevos pegaban contra su culo y Marta que seguía lamiéndole el coño a su amiga, aprovechó la postura para pasar su lengua por mis huevos en más de una ocasión.

Ana se encontraba totalmente inmóvil e incapaz de hacer movimiento alguno por miedo al dolor que pudiera sufrir al tener toda mi polla encajada dentro de su culo mientras Marta seguía comiéndole el coño.

Eres un cabrón – gritó Ana – me las ha metido hasta el fondo sin avisar y me quema todo el culo –continuo gritándome –

Marta seguía esforzándose en la comida de coño a su amiga , que de inmediato volvió a surgir efecto y se olvidó que tenía mi polla encajada en su culo, comenzando de nuevo a gemir y moviendo su culo ella sola hacia atrás como queriendo introducir mi polla más adentro.

Esa fue la señal que yo esperaba y comencé poco a poco a sacar mi polla y volverla a meter lentamente de nuevo hasta el fondo.

Los gemidos de Ana pasaron a ser gritos de placer.

Notaba mi polla  atrapada en el culo de Ana y cada movimiento que hacia me venía como una oleada de calor que llegaba hasta mi cabeza.

No iba a aguantar mucho sin correrme, la escena era lo más morboso que había vivido hasta ahora.

Yo enculando a una jovencita de veinte pocos años mientras su amiga le comía el coño.

Mis movimientos se fueron incrementando en velocidad, mi polla entraba y salía de ese culito ya con relativa facilidad, aunque notaba perfectamente como sus intestinos abrazaban mi miembro como si fuese un guante.

Estaba a punto de correrme y se lo hice saber a Ana.

Ana, ya no aguanto más –le dije gritando – estoy a punto de correrme.

Ana me animaba a correrme dentro de su culo indicándome que ella ya se había corrido como mínimo una vez con mi polla dentro.

Córrete – gritaba Ana – córrete ahora que quiero notarlo en mi culo.

Me cogí con más fuerza de su cadera y en ultimo empujón mi polla empezó a notar las contracciones de su culo, sino inequívoco de que se estaba corriendo y no pudiendo aguantar más la presión empujé mi polla hasta el fondo al mismo tiempo que el culo de Ana empujaba hacia atrás y quedándome inmóvil en el fondo de su culo, mi polla empezó a escupir leche como si se hubiese destapado una botella de cava.

Me quedé sin fueras y después de semejante corrida me dejé caer sobre la espalda de Ana haciendo que ambos cayésemos de lado sobre la cama aun con mi polla ensartada en su culo.

Ana sufría los espasmos de su última corrida y también era incapaz de moverse, mientras Marta nos miraba a los dos sonriendo.

Una vez más relajados y calmados, saqué mi polla del culo de Ana y me tumbé boca arriba en la cama para recuperar el aliento.

Ana aun con las piernas temblando se levantaba de la cama tapándose con una mano su culo con la intención de que no se escapase la leche y se derramase por la cama.

Sus movimientos resultaban algo cómicos, ya que tenía que ir apoyándose en la pared intentando llegar al baño.

Desde el baño escuchamos a Ana gritar mientras se lavaba en el bidet.

¡Que cabrón! – Gritaba Ana – ¡como me has dejado el culo!

Marta y yo tumbados en la cama nos reíamos de la situación.

Mira como me has dejado el culo – decía Ana mientras salía del baño – ¡mira que pedazo de agujero me has dejado! – Decía de nuevo abriéndose los cachetes del culo y poniéndose en pompa delante de nosotros.

Ana se tumbó boca abajo en la cama diciendo que necesitaba descansar y yo dije que me iba a fumar un cigarro al salón y a refrescarme un poco.

Una vez en el salón, me encendí un cigarro y me senté a fumar tranquilamente mientras por la puerta vi a aparecer a Marta preguntándome si me podía hacer compañía.

Adelante – le dije –

Marta se tumbó en el sofá apoyando su cabeza sobre mis piernas y se puso a jugar con su boca con mi polla, que en este momento era la mínima expresión de lo que era hace unos minutos en la habitación.

¿Donde está Ana? – le pregunté –

Se ha quedado dormida tal como ha caído en la cama – me respondió Marta –

Pues ya va siendo hora de que vayamos a descansar todos – le dije –

¿Puedo dormir a tu lado? – preguntó Marta –

Claro – respondí –

Apagamos las luces del salón y mi cigarro y no dirigimos a la habitación en la que se encontraba Ana toda estirada boca abajo ocupando prácticamente la totalidad de la cama.

La empujé suavemente a un lado de la cama y Marta se tumbó a su lado y yo al lado de Marta quedando en la esquina de la cama.

Marta apoyó su cabeza en mi pecho y con la mano se puso a juguetear con mi polla de nuevo.

¿Puedo? – me preguntó –

Claro – respondí -  pero no esperes nada que necesita un descanso que ya no tengo veinte añitos  - le dije –

Eso quisiera alguno de veinte años – dijo Marta – tener esto mientras señalaba mi polla.

Sonriendo ambos apagamos la luz y lo único que recuerdo es notar como Marta jugueteaba con mi polla mientras a mí se me cerraban los ojos.

A la mañana siguiente…

Espero que también les guste este relato agradeciendo de antemano las críticas constructivas, las valoraciones del mismo y los correos que recibo a los cuales intento responder de inmediato

Saludos

Casadoval