Una cena con final inesperado (amaneciendo)

Después de un par de minutos y de recuperar algo de fuerza, pude salir del coño de Marta que aun seguía inmóvil e incapaz de moverse y me quedé tumbado entre las dos mientras Ana seguía besando todo mi cuerpo esta vez de manera cariñosa, mientras Marta y yo intentábamos relajarnos.

UNA CENA CON FINAL INESPERADO (AMANECIENDO CON LAS DOS)

SE RECOMIENDA LEER LOS ANTERIORES CAPITULOS DE ESTE RELATO PARA TENER UNA MEJOR VISION DE LA HISTORIA.

LOS RELATOS FUERON PUBLICADOS:

Una cena con final inesperado

(14/07/2015)

Una cena con final inesperado (2ª parte)

(17/07/2015)

Una cena con final inesperado (las dos amigas) (24/07/2015

A la mañana siguiente desperté con una sensación de hormigueo en el brazo y con las piernas aplastadas e inmovilizadas, al abrir los ojos descubrí la razón de estas sensaciones, Marta se había dormido sobre mi brazo y una de sus piernas estaba sobre las mías.

Habíamos dormido toda la noche sin movernos debido al cansancio de la noche anterior.

Giré mi cabeza hacia la otra parte y me encontré a Ana boca abajo totalmente dormida, tal y como se quedó la noche anterior.

Me estaba meando y necesitaba levantarme de la cama, por lo cual con mucho cuidado y con la intención de que ninguna de las dos despertase me dispuse a quitar la cabeza de Marta de mi brazo moviéndola muy despacio pero al primer movimiento, Marta abrió los ojos y mirándome a los ojos sonrió y me preguntó que donde iba.

No te preocupes – le dije muy bajito – voy al baño y vuelve, sigue durmiendo que es pronto.

Ella con su cabeza asintió  y  moviéndose liberó mi cuerpo de forma que pude levantarme.

Llegué al baño con unas terribles ganas de mear y creo que tuve el tiempo justo, ya que al levantar la tapa de mi polla salió un chorro como si no hubiese meado en una semana.

Me lavé las manos y la cara con la intención de despejarme y me fui a la cocina a ver si encontraba algo para desayunar, mi estomago me lo pedía a gruñidos.

Ya en la cocina conseguí encontrar la leche y algo de bollería que me ayudarían a recuperar fuerzas y poder pensar con claridad en todo lo acontecido durante el fin de semana.

Tras desayunar un café con leche y comer algo de bollería me dirigí al salón a fumarme un cigarro y aclarar mis ideas.

Sentado en el sofá intentaba recordar que era lo que nos había llevado a esta bacanal de fin de semana, yo con 48 años disfrutando durante el fin de semana del cuerpo de unas jovencitas cuya suma de sus edades aun era menor que la mía.

Hay que reconocer – pensaba – que tienen un cuerpo de infarto y que me encanta el suave tacto de sus cuerpos, además de tener las dos unos cuerpos casi perfectos.

Ana era un poco más alta que Marta, pero solo un par de centímetros pero sus tetas eran iguales en tamaño y tersura, aunque los pezones de Marta eran bastante más grandes cuando estaba excitada.

Pero ambas parecían unas diosas y aunque no tienen mucha experiencia en el sexo, saben dejarse llevar muy bien.

Además  - me dije sonriendo a mi mismo – le he desvirgado el culito a Ana, que gozada.

Hacía muchos años que no disfrutaba de una sesión de sexo como este fin de semana y todo por una casualidad, además esto no me lo imaginaba yo ni en las mejores de mis fantasías.

Pero claro… esto se termina y hay que volver a la realidad, espero que Ana sea lo suficiente adulta mentalmente y se dé cuenta que yo estoy casado y que a partir de ahora, en cuanto nos crucemos por cualquier lugar, hay que aparentar que no nos conocemos mucho y hay que continuar con ese hola y adiós del día a día.

Me encontraba sumido en mi pensamiento y no escuché llegar a Marta al salón.

Iba descalza y totalmente desnuda, sus tetas aun siendo naturales, no hacían prácticamente ningún movimiento al andar debido a la juventud de la chica.

Se acercó al sofá y se tumbó de lado apoyando su cabeza sobre mis piernas de forma que mi polla en reposo quedaba a escasos centímetros de su boca.

¿Molesto? – me preguntó –

Para nada – respondí – estaba aquí fumando un cigarro y relajándome un poco.

¿Te puedo preguntar algo? – dijo Marta –

Adelante –respondí – pregunta.

¿Es cierto que la noche que me trajiste a casa estuvisteis toda la noche follando Ana y tú? –preguntó Marta –

Toda la noche no –respondí sonriendo – pero parte de la noche y la mañana, mientras tú dormías la borrachera.

Que cabrones – respondió Marta – y yo tirada en la cama sin enterarme de nada, esta os la guardo – continuo diciendo mientras sonreía –

Tu no estabas en condiciones de nada – le dije – te quedaste dormida de inmediato.

¿Sabias que a Ana le gusta mucho el sexo? – me preguntó –

No, no lo sabía pero me he dado cuenta en estos dos días – respondí –

Marta continuo diciéndome que era la primera vez en su vida que se había corrido solo con comerle los pezones, que nunca hubiese imaginado que esa zona fuese tan sensible y que también era la primera vez que se besaba y le comía el coño a una mujer, aunque en sus fantasías más de una vez se había imaginado hacerlo con Ana.

Ella me dijo lo mismo – le respondí – así que no sabéis el placer que os habéis perdido hasta ahora por no confesar una a la otra sus fantasías – continúe diciéndole mientras me reía –

Marta dejó de mirarme a la cara y con su mano cogió mi polla ya morcillona y acercándola a la boca, empezó a darle lametones en la punta mientras poco a poco abriendo la boca iba engulléndola mientras con su lengua no cesaba en movimientos rotatorios sobre la misma.

Mi polla empezó a crecer y ella tuvo que cambiar de posición y colocándose boca abajo sobre el sofá colocó de nuevo su boca sobre mi polla e intentaba meterla hasta lo más profundo de su garganta, mientras yo teniendo a la vista ese magnífico y bien formadito culo, no pude resistir la tentación y me dispuse a acariciarlo mientras veía los esfuerzos que Marta hacia para incrustarse toda mi olla en su garganta,

Le hice abrir las piernas y pasándole los dedos por su ya mojado coñito, recorrí toda su raja con el fin de mojarlos e inicie un masaje en el agujerito de su culo.

Ella al notar un poco de presión sobre su agujero, levantó la cabeza y me dijo que no, que por detrás aun no, que aun le faltaban probar muchas cosas antes de meterse algo por detrás.

Levantando la cabeza y sin soltar mi polla de su mano me juró que cuando estuviese decidida a probar, yo era el elegido.

Levantándose del sofá tirando de mis manos me dijo que nos fuéramos a la cama, que allí estaríamos más cómodos.

Yo le informé que pretendía darme una ducha para poder quitarme todo el calor y los flujos de ambas que llevaba sobre todo mi cuerpo.

Me ducho contigo – dijo Marta –

De acuerdo – le dije – pero no hagamos mucho ruido para que Ana descanse.

Nos encaminamos al baño y dejamos un poco abierta la puerta por si Ana nos llamaba poder escucharla y nos metimos los dos dentro de la ancha cabina de la ducha y abriendo el grifo comenzó a fluir sobre nuestras cabezas el agua templada que salpicaba ambos cuerpo a la vez.

Mientras yo me frotaba con el agua, Marta volcó sobre su mano una gran cantidad de gel y comenzó a pasarlo por todo mi cuerpo,

Mi polla recobró vida y empezó a crecer de nuevo ante el estimulo de aquellas caricias de una manos joven y mojada sobre mi cuerpo y yo me regocijaba admirando el recorrido que hacia el agua al caer  sobre el cuerpo de Marta.

Recogí parte del gel de sus manos y me dispuse a enjabonarla por todo el cuerpo empezando por los hombros y masajeando su espalda, para pasar a su parte de delante y acariciarle suavemente los pechos con mis manos embadurnadas de gel, que hacían aun más suave el tacto entre ambos cuerpos.

Mientras le masajeaba las tetas con ambas manos admiraba su cara de placer y como cerraba los ojos como queriendo anular todos los sentidos y sentir únicamente mis manos sobre sus tetas.

Sus tetas parecían hincharse por el placer, al igual que sus pezones que estaban totalmente erectos y cogiéndole los pechos con sus manos, apretándolos un poco acerqué mi boca a sus pezones y comencé a morderlos suavemente simplemente con mis labios alternando entre uno y otro mientras escuchaba tímidos gemidos de placer que escapaban de la boca de Marta que se había apoyado con ambas manos sobre los laterales de la ducha por el miedo a perder el equilibrio y caer.

Seguí bajando mis manos llenas de gel y espuma y pasando por su ombligo y su tripa, le abrí ligeramente las piernas ayudado de mi pie y me dediqué a frotar suavemente todo su pubis.

Al tener mis manos llenas de espuma y gel, mis dedos sin se colaron sin querer ni poder evitarlo dentro de su coñito.

Marta abrió aun mas las piernas y mis dedos entraron más profundamente mientras sus gemidos se intensificaban y su respiración se volvía entrecortada.

Se sujetó a la barra que sujetaba el grifo de la ducha y mientras con el brazo trataba taparse la boca con el fin de ahogar los gritos que no podía reprimir por el placer que estaba sintiendo en ese momento.

Mis dedos seguían aumentando la velocidad y de cuando en cuando le pasaba unos de mis dedos acariciando su cerrado culito y mis dientes ya tenían atrapado unos de sus duros pezones.

De repente ella emitiendo un ruidoso soplido por su boca cerró sus piernas impidiendo el movimiento de mi mano dentro de su coño y sus piernas comenzaron a temblar, mientras su tripa se contraía y ella soltándose de la barra del teléfono se abrazaba fuertemente a mi mientras acercando su boca a mi oído, me decía que parase, que no moviese ni un dedo.

Para por favor – decía a mi oído – me estoy corriendo y no puedo parar – decía mientras sus piernas se doblaban y se cogía a mi cuello más fuertemente con la intención de no perder el equilibrio.

Se calmó y su respiración volvió a la normalidad mientras levantaba la cabeza en dirección al chorro de agua que continuaba abierto.

Que fuerte – decía Marta – ¡me he corrido en dos minutos!

Yo me reía y la miraba mientras ella seguía intentando refrescar su cuerpo después de semejante corrida inesperada.

Se dejó caer agotada sobre el suelo de la ducha y quedando su cabeza a la altura de mi polla, se quedó mirándome y cogiéndola con su joven mano me dijo… y ahora, ¿que hacemos con esto?

Jajajajajaja – me reí – esto lo acabamos en la cama más cómodamente ¿no te parece? – le pregunté-

Ella con la cabeza asintió y levantándose me dio un beso mientras se colgaba de mi cuello rodeándome con sus brazos.

Salimos los dos aun besándonos de la ducha y compartiendo la toalla nos secamos el uno al otro mientras ella no dejaba de mirar mi polla completamente erecta.

Me acosté en un lado de la cama intentando no despertar a Ana y Marta se colocó entre mis piernas y comenzó a pasar su lengua recorriendo desde mis huevos hasta la punta de mi polla.

Ana levantó la cabeza y se giró hacia la parte en que nos encontrábamos nosotros y se quedó mirando la escena.

¡Ehhhh! – dijo medio gritando – ¿pensabais empezar sin mi?

¿Empezar el que?  - le dije – si llevamos toda la noche sin parar – le dije mientras Marta y yo nos reíamos –

Ana acercó su boca a la mía y me besó  mientras Marta seguía dedicada a chuparme la polla.

Marta se sacó mi polla de la boca y le indicó a Ana que fuese y se pegarse una ducha, que aun tenia leche pegada por todo el cuerpo.

Ana riéndose nos invitó a ducharnos los tres juntos mientras Marta le dijo que había llegado trade que nosotros dos ya nos habíamos duchado.

Ana poniendo cara de enfadada pero medio en broma mientras se dirigía al baño nos amenazó diciendo que esta se la iba a cobrar.

Mientras yo veía a Ana alejarse en dirección al baño, notaba como la boca de Marta absorbía mi polla como intentando sacar la leche que quedase en mi cuerpo.

Apretando los dientes para evitar tanto placer la cogí de los hombros y la invité a tumbarse a mi lado.

Ella a regañadientes aceptó preguntándome el porqué no le dejaba seguir chupándomela, que a ella le ponía muchísimo eso.

A ti te pone mucho – le dije – pero si sigues chupándomela así me corro en un minuto y no me apetece, quiero seguir disfrutando de ti.

La coloqué a mi lado y comencé a chuparle los pezones alternándolos uno y otro, mientras ella boca arriba jadeaba por el placer.

Estando yo de rodillas y dedicado en cuerpo y alma a saborear los pezones de Marta, no escuché llegar a Ana que se colocó detrás de mí y comenzó a pasar su lengua por mi culo recorriéndolo por completo y llegando hasta los huevos.

Ante aquel ataque inesperado yo pegué un brinco y me giré hacia donde se encontraba Ana.

Allí estaba sonriendo maliciosamente.

¿No te ha gustado? – me preguntó –

Sí que me ha gustado – le dije – pero no te he oído llegar.

Pues imagínate yo ayer – respondió Ana  - que me la metiste toda en el culo y sin avisar.

Marta se levantó de su posición y tumbando a Ana en la cama le colocó su coño en la boca diciéndole que se callase y que se lo pusiese a punto porque quería que yo se la metiese hasta el fondo.

Ana comenzó a lamer mientras Marta hacia lo propio con ella y montaron un espectacular sesenta y nueve, mientras yo quedaba como un espectador en primera fila.

Me levanté a fumarme un cigarro con la intención de que mi excitación bajase un poco y mientras me alejaba hacia el salón continuaba escuchando los gemidos y jadeos de ambas.

Me senté de nuevo en el sofá mientras me tomaba un refresco para coger fuerzas y desde la habitación lo que se escuchaban ya no eran gemidos eran más bien gritos de placer.

Me encaminé hacia la habitación y desde la puerta la escena me pareció de lo más excitante que había visto en mi vida.

Estaban ambas haciendo un sesenta y nueve mientras una a la otra se metía un dedo por el culo moviéndolo como si se estuvieran follando.

No resistí la tentación y me tumbe sobre la cama a su lado y Marta al notar que estaba a su lado se escapó de Ana y se sentó sobre mi colocando una pierna a cada lado y su coño a la altura de mi polla mientras de su boca aun salían resoplidos de placer y por las comisuras de los labios se le escapaban restos de flujo del coño de Ana.

Marta se apoyo sobre sus rodillas en el colchón y cogiendo mi polla se la fue incrustando muy poco a poco, mientras yo miraba como su coño empezaba a engullirla y en su cara se dibujaban muecas de placer.

Mi polla poco a poco iba haciéndose camino dentro de su coño apretadito y totalmente depilado y yo iba notando como se ajustaba perfectamente a mi polla.

Una vez totalmente dentro, empezó a subir y bajar lentamente mientras yo la sujetaba de la cadera y sus movimientos debido a la cantidad de flujo que inundaba su coño de inmediato alcanzó  una velocidad de vértigo.

Llegó hasta el punto de que en cada salto que pegaba mi polla quedaba totalmente fuera de su coño y volvía a desaparecer de inmediato dentro del mismo por completo.

Llegué a temer que ante tan descoordinada cabalgada, en una de esas fallase y me rompiese la polla, así que la sujeté de las caderas de nuevo y le fui marcando el ritmo mientras de su boca escapaban unos gritos de placer que Ana pretendía acallar metiéndole la lengua en su boca.

En menos de dos minutos la cara de Marta comenzó a indicar que estaba próxima al orgasmo y a su respiración agitada continuaron los espasmos en su tripa y el palpitar en su coño que mi polla ya notaba.

Apretando la boca y mordiéndome los labios con los dientes intentaba evitar la inminente eyaculación de mi polla mientras Marta ya incapaz de cabalgar por el agotamiento del orgasmo, se dejaba caer sobre mi pecho intentando recuperar el aliento.

¡Dios! – Decía – hasta el fondo me ha entrado, que gusto – continuaba diciendo como podía – que corrida, creía que me meaba encima.

Ana sonreía mientras besaba la espalda de Marta que aun seguía tumbada sobre mi pecho.

¿No te has corrido? – preguntó Ana –

Casi me corro  -respondí – me ha faltado nada.

Marta me dijo que quería que me corriese dentro de ella que quería notar cómo le corría mi leche por dentro de su coño.

Miré a Ana como buscando su aprobación y ella sonriendo asintió.

Tumbe a Mara sobre la cama y abriéndole las piernas, me coloqué entre ellas mientras ponía sus pies sobre mis hombros.

Así que quieres notarla dentro y sentir como me corro – le dije  a Marta -

De un solo empujón de la incrusté hasta que mis huevos hicieron tope y ella abrió la boca como para buscar aire.

Cada empujón que yo le daba metiéndola hasta el fondo, ella cogía aire y gritaba pidiendo más.

Después de unos minutos en la misma posición Marta de nuevo empezó a pedir que me corriese que ella no daba más de sí.

Córrete –gritaba – ¡córrete que me rompes! Que yo no puedo correrme más veces.

Ana se colocó detrás de mí y sin yo darme cuenta había mojado uno de sus dedos en su flujo y de un solo golpe me lo incrustó hasta el fondo, de manera que sin yo poder evitarlo mi polla empezó a soltar chorros de leche dentro del coño de Marta mientras Ana movía su dedo dentro de mi culo.

El placer que experimenté en ese instante fue único, no podía dejar de correrme y mi polla no dejaba de palpitar mientras el coño de Marta seguía con sus contracciones.

Me dejé caer sobre el cuerpo de Marta con cuidado de no aplastarla e intenté recuperar el aliento y la respiración.

Me había quedado sin fuerzas, había sido una de las mejores corridas de mi vida.

Ana a mi lado sonreía.

Te ha gustado la sorpresa – me dijo Ana –

Como buenamente pude giré la cabeza en busca de sus ojos y sonriendo moví la cabeza en señal de asentimiento.

Después de un par de minutos y de recuperar algo de fuerza, pude salir del coño de Marta que aun seguía inmóvil e incapaz de moverse y me quedé tumbado entre las dos mientras Ana seguía besando todo mi cuerpo esta vez de manera cariñosa, mientras Marta y yo intentábamos relajarnos.

Ana se levanto de la cama y mirándonos a ambos aun tumbados nos dijo riendo que iba a preparar un desayuno que el día iba a ser muy largo.

Espero que también les guste este relato agradeciendo de antemano las críticas constructivas, las valoraciones del mismo y los correos que recibo a los cuales intento responder de inmediato.

Saludos

Casadoval