Una cena

... yo deseaba probarte a ti, y te lo dije, tu excitación aumentó...

Una cena

¿Quieres recordar conmigo el menú?......

De primero..... Una tabla de quesos italianos para todos los gustos, unos suaves y otros fuertes, acompañados de mermeladas amargas, piñones, nueces y miel, combinaciones exquisitas y delicadas que se derretían entre mis labios, sobre mi lengua al contacto con el paladar, cada vez que me dabas a probar un nuevo bocado, sin dejar de mirarme, sin dejar de mirarnos, el deseo de ambos se respiraba en el ambiente, hasta el camarero, aquel guapísimo italiano, notó nuestra angustia por terminar de cenar y marcharnos.

De segundo..... Ravioli al estilo de la casa, al dente, con una salsa deliciosamente suave, tu manera de partirlos, clavando el tenedor y cortando con el cuchillo, de un lado a otro, y vuelta a empezar, "Termínatelos pronto por Dios", te dije y tu dijiste "¿Quieres probarlos?", yo deseaba probarte a ti, y te lo dije, tu excitación aumentó, pero aún así no te apresuraste, comías lentamente, pasándote la lengua por los labios en cada bocado, dándome a probar, comiéndome con los ojos, jugando con las manos sobre la mesa de cristal, alargando mi calvario haciéndome sufrir, como castigo por no haberte dejado besarme antes, nada más llegar, cuando te inclinaste en plena calle a morder mi cuello con tus labios y del cuello te fuiste directo a la boca, pero yo te supe frenar, la noche era larga, no había porque avanzar tan rápido.

Para beber un delicioso vino en el que mojabas tu dedo y me lo ofrecías para chupar, un vino con suficiente cuerpo como para subírseme a la cabeza, un vino en el que yo también moje mis dedos, y también te los di a chupar.

Lo mejor sin duda alguna, el postre, seguro que no lo recuerdas, extendiste la mano con el dedo húmedo, y yo pensé que era vino, pero al saborearlo descubrí el sabor intenso a leche de tu cuerpo. Disimuladamente habías mojado tu dedo con una gota de semen directamente cogida de tu miembro, probarte, probar tu sabor tan íntimamente, disparó mi deseo, mi cara de vicio al chupártelo con tanto placer, disparó también tu deseo, y por fin pediste la cuenta.

El italiano guapo la trajo con un guiño de complicidad, y tu te empeñaste en pagarla como un caballero. A la salida del local en la primera esquina nos paramos a comernos a besos, a devorarnos a besos, mis brazos alrededor de tu cuerpo, mi pecho pegado a tu pecho , tus brazos envolviéndome por completo y yo perdiéndome en ellos.

"CÓMELE LOS MORROS"...........te gritaron unos gamberros desde un coche que pasaba, y nos echamos a reír los dos.