Una cana al aire en el consultorio

Trabajaba en un consultorio y en una de esas conoci una chiquilla de unos 18 años recién cumplidos, a la cual note tendía a quedárseme mirando algunas veces. Esta, era una niña dulce, inocente, deliciosa...

Yo trabajaba en una institución de salud, hace algunos años; y desde siempre había tenido estudiantes de enfermería practicando en mi consultorio. En una de esas conocí una chiquilla de unos 18 años recién cumplidos, a la cual note tendía a quedárseme mirando algunas veces. Esta, era una niña dulce, inocente, deliciosa y temerosa de hablarme directamente. Una tarde de esas en que ella solía quedarse al terminar el trabajo, puse algo de música y la invite a bailar; mientras bailábamos le dije que como no quería pegarse a mi al bailar "era una cobarde" a lo que ella me respondió que el cobarde era yo. Dicho eso, lo pensé bien y respondí "así" , y le estampe un beso en la boca, de allí continuamos besándonos y abrazándonos, hasta que la lleve a una habitación que comunicaba con el consultorio, y funcionaba como sala de procedimientos, estaba con poca luz y tenía una camilla de exámenes, sobre la cual la recosté y comencé a recorrer su espalda a mi voluntad.

Recorrí su espalda con mis dedos y desabroche su brassiere con lo cual me dejó al descubierto sus senos, pequeños, turgentes, duritos y con unos pezones que se notaba no tenían costumbre de ser tocados. Me dijo que había tenido enamorado pero que este nunca le había hecho nada de eso. La recosté más en la camilla y comencé a desabrocharle el pantalón, y ella a tratar de impedírmelo, pero en esa lucha de fuerza la vencí y pronto pude bajarle el pantalón y el calzón, un calzoncito blanco de algodón como el que usan las niñas; sentándola y levantando sus piernas por las rodillas con mis brazos, estando en esa posición y sin equilibrio no pudo evitar que se la metiera sin miramiento. Se quejo un poquito y me abrazó con fuerza, comenzó a gemir quedamente mientras yo se la metía lentamente y con delicadeza para no hacerla gritar y que alguien en el hospital nos escuchase. La tenia bien cogida y apenas tenía el espacio suficiente para mover un poco las caderas a cada entrada y sacada de mi miembro. Era deliciosa, sentía como respiraba agitada diciéndome que no se la sacará, que continuará, que la hiciera llegar, y yo le levantaba el polo que tenia puesto para poder lamerle y morderle un poquito esos pezoncitos tan ricos que tenia.

Apretaba sus nalgas, las frotaba y apoyando su espalda en la camilla le subí las piernas hasta los hombros dejando más expuesta su vagina a mi penetración, ya no pude contenerme y comencé a penetrarla con fuerza, la niña era un volcán que comenzaba a hacer erupción en mis brazos. Se apretaba a mí, me tomaba por los hombros y movía sus caderas contra las mías, haciéndome sentir su sexo cada vez más. Yo bajaba mi mano y con los dedos comenzaba a frotar su clítoris, lo que hacía que ella se jalara los pelos y se mordiera el labio inferior con un gesto de placer que me volvía loco. Desesperado le quite el pantalón y le dejé el calzoncito en los tobillos, siempre me ha encantado verles el calzón a las muchachas, lo mordía imaginando que era su vulva en mi boca la que mordía, y ella comenzó a cogerme por las caderas apretándose más a mí.

En eso apretó mas los ojos, abrió más las piernas, comenzó a temblar y me clavó las uñas en los hombros; comenzando una frenética danza de caderas cuya velocidad me dejaba sin habla, froté con mayor rapidez sus clítoris y apretando los dientes comenzó a gemir atragantándose con cada gemido para que nadie nos escuchara.

No pude aguantarme más al verla llegar así, y jalándola de las nalgas la clavé lo más adentro que pude y la llené completamente de mi semen. Así nos quedamos durante un rato, apretados el uno contra el otro, para luego relajándonos dejarme caer sobre ella y ella sobre la camilla. La ayude a levantarse, a limpiarse un poco, y entre juegos le quite su calzón diciéndole "este es mi trofeo", ella trato de impedirlo diciendo que como iba a salir a la calle sin calzón, que la gente se daría cuenta; pero no logró quitármelo.

La mandé así a su casa, esperando llegará el día siguiente cuando volveríamos a vernos; pero esta vez estaría preparado y tendría una cámara lista.