Una cana al aire

Un hombre muy especial decide ponerle los cuernos a su mujer con una vulgar prostituta.

Una cana al aire.

¿Qué es una infidelidad? Me llamo Pedro, tengo treinta y pocos y me dispongo a ponerle los cuernos a mi mujer. Ella se llama Marina, tiene un par de año menos que yo. Nos casamos hace ya unos cuantos años, ahora pienso que demasiado pronto. El caso es que esta de toma pan y moja, una auténtica belleza. Pero el caso es que ya me he cansado un poco de ella. Definitivamente hoy voy a ponerla los cuernos. No hay vuelta de hoja. ¿O sí?

Es un edificio normal, como otro cualquiera, un bloque de pisos del centro de Madrid. La calle Atocha, es una bonita calle. Siempre me ha gustado esta calle. El Prado, el Tyssen, el Reina Sofía, monumentos de la pintura tan grandes y tan cercanos a este pequeño y vulgar bloque. Soy pintor aficionado, pero soy pintor. Sí, yo me quedo extasiado al ver las pinturas de Miró, eso que el resto del mundo cree que son tonterías a mi me estimulan y me hacen sentir especial. Pero no estoy aquí para hablar de mis aficiones, ni para describir el bloque de pisos ni la calle Atocha. Eso lo dejo para los que quieran descubrir Madrid. Nada de eso me mueve a escribir esto. No, lo que yo quiero hacer es ponerle los cuernos a mi mujer.

Subo las escaleras, están un poco cochambrosas pero lo normal por otra parte. Voy fumando un pitillo. No se si se podrá fumar arriba, en la casa de putas, así que mejor aprovechar el trayecto. Allí estoy. Sí, primero B. Allí es. Al menos allí me dijo que era esa agradable mujer. Qué curiosa es una llamada telefónica en la que te interesas por una casa de putas ¿lo sabéis o no habéis pasado por esa experiencia? Supongo que habrá de todo.

Hola, ¿es Eva usted?

Soy yo, cariño – ya te llaman cariño, esta claro que es toda una profesional, y una farsante por otra parte.

Qué bien. Oye, que he visto un anuncio por internet, ya sabes, para quedar llamaba.

Claro, querido, ¿dónde mejor que en internet? Pues esto es un bloque en la calle Atocha numero XX, primero B. Mi regalito te saldrá por 50 euritos, sabes. Y por 80 mucho mejor, más lentito, una horita, y repitiendo tesoro.

50 euros está bien. Me has apuntado ya.

Pero cariño, todavía no me has dicho a que hora.

Ahh, claro. Es que estoy un poco nervioso. Es la primera vez de hecho. Estoy casado, es más. ¿Mañana a las seis y media de la tarde? ¿Puede ser?

Cuando tú quieras, tesoro. Hasta mañana.

Hasta mañana, so puta.

Esto último no se lo dije, pero lo pensé. Mira que destrozar un matrimonio así, y quedarse tan fresca. Y hacer el amor por dinero… desde luego hay gente que hace cualquier cosa por dinero. Yo siempre he trabajado por dinero, y esta ramera se lleva mi sueldo de un día por chiscarse a un tío. Encima un tío guapo, como yo. Caray como es la gente.

El caso es que ya son las seis y veintinueve, solo falta un minuto. Y empiezo a subir las escaleras. El portero me ha echado una sonrisilla al decirle que iba al primero B. Qué cretino y estúpido. Menudo pringado. En fin, mejor ir subiendo las escaleras. Como digo, me parecen un poco cochambrosas, pero en fin, tampoco voy al Palace, por 50 euros tampoco puedo esperar demasiado. Y lo que importa es la casa y, sobre todo, la hembra en cuestión. Hembra, vaya vaya, ya me estoy pervirtiendo. Siempre me pervierto cuando huelo un coñito fresco y mojado.

Son las seis y veintinueve, y cincuenta y un segundos, cincuenta y dos, ya falta muy poco. Aún puedo volver atrás, darme la vuelta y seguir con mi feliz y aburrido matrimonio. Marina estaba preparando galletas, siempre hace galletas los viernes por la tarde. Sabe de sobra que me gusta comer galletas para desayunar los sábados. Cincuenta y nueve segundos, las seis y media. Y llamo al timbre. Ya está hecho.

Me abre una señorita bastante joven, no llega a los treinta. Morena, de rasgos bastos y con ojeras. Tiene buenas tetas y la cinturita estrecha. La verdad es que esta buena, aunque debo romper una lanza a favor de mi mujer y decir que ella está mucho, mucho mejor. Es rubia, no tiene unas tetas descomunales pero están muy bien proporcionadas. Gasta una ropa muy sexy y atractiva, y me conoce a la perfección, que eso para las tíos siempre está muy bien. En fin, mejor dejar a Marina y pensar en esta, en Eva, en la puta.

Hola amor ¿qué tal estás querido?

Hola, hola – estoy un poco cortado. No es de recibo que una mujer que no me conozca me de un piquito para saludarme, que es lo que ha hecho.

Pero pasa, no te quedes ahí como un pasmarote, vamos pasa.

¿Pasmarote? A punto estoy de darme la vuelta y no volver jamás. A la mierda so puta. Pero no, eso tampoco sería de recibo. He llamado y he ido yo por voluntad propia. Mejor será que pase. En cierto modo tiene razón. Y paso. Otra vez me suelta toda la retahíla de tonterías, el precio el tiempo y demás. Vale, acepto. Vamos al cuarto, la digo. "¿Cuándo comienza a pasar el tiempo?" Le pregunto. "Relájate, precioso", me dice. Y vamos para adentro.

La habitación tiene una cama de matrimonio. La cama está hecha. Me acerco y tiro de las sabanas para deshacerla.

¿Pero que haces, bribón? – me mira ese putón y se sonríe- ¿Qué tienes frío y te quieres tapar o qué?

No, pero yo siempre hago el amor con mi mujer con la cama deshecha.

Ay, pero yo no soy tu mujer, déjate llevar muchacho.

Y dicho la cual me empuja y me tira a la cama. Empieza a besarme y a desabrocharme la camisa.

Para, antes que la camisa se quita uno los zapatos.

¿Qué?

Que antes de quitarme la camisa me quito los zapatos.

Y procedo. Me quito los zapatos y los calcetines y les dejo colocados al lado de la cama. Luego me retiro la camisa y la dejo cuidadosamente doblada en una sillita que hay en una esquina. Me pregunto para qué quiere una silla una puta en su habitación. Luego me quito los pantalones y los calzoncillos, lo dejo todo en la silla en estricto orden: debajo los pantalones, luego la camisa y después los calzoncillos. Bien, ahora estoy preparado para follarme a esa guarra.

Eres muy raro ¿sabes? – de dice con cara seria, poniendo morritos. Morritos que aprovecho para besar.

La beso con furia, con ardor. Me gusta hacerlo así para empezar. Se que a las tías las enciende eso, les encanta una buena comida de boca para excitarse. Luego la desvisto, primero la camiseta, luego la minifalda, luego el sostén y luego la tanguita. Lo dejo todo colocado en la sillita y la tumbo en la cama. Ahora si que estoy cachondo perdido. De hecho tengo la polla dura como el acero. Es el momento de que me la chupe, y se lo hago saber.

La verdad es que la mama muy bien. Empieza suavecito y metiéndosela hasta el fondo para luego ir acelerando, justo como me gusta. Ahhh, que placer. Marina no lo hace mejor que esta zorra, Eva se llama. Sí, Marina no lo hace mejor que la puta de Eva. Ahh, que gusto. Espera, ¿pero que hace? Ha dejado de chuparmela para pajearme.

¿Qué haces, Eva? Sabes de sobra que no quiero que me pajées, quiero que me la chupes. La paja va justo antes de que te la meta hasta el fondo.

¿Seguro que no quieres cambiar, cariño?

No, ese no es el orden. Vuelve al orden.

Le exijo. Yo pago y quiero que se haga como yo quiero. Maldita sea. Solo faltaba que una puta me toree a mí. Precisamente a mí. Vuelve al plan. Vuelve a chupármela, ahh como me gusta cuando me lo hace así. Lentamente, pero con picardía. Entonces es cuando sucede, sí, entonces me corro en su boca. No deja que se le escape nada. Pero que guarra es esta puta, como le gusta comer polla. "Chupa guarra" le digo. Como le gusta que se lo diga, Dios mío, me da un buen chupetón que me provoca un intenso placer y doy un pequeño alarido.

Vamos, amor, métemela entera.

¿Por qué demonios dirá eso? Sabe de sobra que justo después de correrme no puedo, que se me baja toda la erección. Desde luego, para ser una profesional está muy verde. Se lo hago saber. No puedo, ahora no la tengo suficientemente dura. Abre las piernas con cierta resignación, como puedo ver. Pues vaya puta mierda de puta, jajajajaja, vaya que frase me ha quedado. Siempre me gusta pensarlo. Es excitante. Bueno, ahora toca bajar al pozo a por agua.

Le acaricio los muslos, con suavidad, para excitarla. Le gusta que empiece así. Ahora ya está esperándolo, pero no, aún es pronto, le toco un poco los labios, se los separo y me inundo los dedos con sus jugos. Qué bien huelen. Me encanta el olor del coño de mi mujer por la tarde. Espera, no es mi mujer. Es una maldita puta. Que le den. Jajjaja, ya lo había olvidado, que le den. Le meto dos dedos hasta el fondo.

AAAY, cariño, con más cuidado.

Perdón, Eva, perdón.

Vale, Pedro, pero ten más cuidado o se acabó el juego.

Siempre la misma historia. Eso me exaspera. Pero ¿no es una puta? Pues ya está, por media hora es mía. Y fuera. Le hurgo un poquito más y comienzo a lamerle el coñito, acercándome poco a poco a su clítoris. Me encanta el sabor del coño. Siempre me ha gustado, por eso siempre me como un buen coñito antes de perforarlo. A pesar de que solo lo he hecho con mi mujer. No sé porqué nunca he gustado demasiado a las chicas. Al parecer se sienten incomodas conmigo. Pero bueno. Para eso estoy allí. Porque ya me he cansado de la puta rutina. Y, finalmente, le chupo el clítoris, y se mueve y da espasmos. "Pedro, que bien, Pedro" Es su primer orgasmo. No me gusta que las mujeres no planifiquen sus orgasmos, y se lo hago saber. Pero me dice que no lo puede controlar. Es igual. Ahora ya la tengo dura. Vamos a empezar a follar pero a base de bien.

Me planto en su entradita mientras le beso la boca, me encanta que pruebe sus jugos antes de metérsela. La beso, ahora no con fiereza sino con cariño, para aumentar su deseo. Es un buen plan.

Vamos pedrito, que se pasa la hora, venga arrea

Caray, es cierto. La hora. Siempre me entretengo de más en los preliminares, pero total, tampoco es que aguante demasiado follándola. La pongo en la punta de la entrada y froto el coñito para empaparme de sus jugos. Así, además, aumento su excitación, en cualquier momento se la voy a clavar, pero ella no sabe cuando. Doy tres pasadas y se la meto. Chilla, le gusta, se mueve, acopla las caderas. Empiezo con una cadencia lenta, hasta que se adapta y luego empiezo a darla bien. Tac Tac Tac, descansito, tac hasta el fondo. Y así. Ese ritmo es el que me gusta. "Ahhh pedro" a ella también le gusta. Se retuerce entre espasmos, otro orgasmo. Este ha venido demasiado pronto, me gusta como se contraen sus músculos sobre mi polla pero ha sido demasiado pronto.

Sigo un buen rato bombeando, la muy puta se lo está pasando de puta madre. Se lo hago saber "jodida puta, como te gusta, dilo. Vamos dilo" "AHHhh, como me gusta Pedro, como me gusta" Me gusta humillar a las putas, para eso están no. Sino se lo diría a mi mujer. Pero no, a Marina la quiero con locura. Me mata su rutina, pero la quiero. No, esas vulgaridades es mejor decírselas a la puta de Eva. Puta. Ahhh debo reconocer que a mi también me gusta. Miró al reloj de encima de la mesilla, el que uso como despertador. Ya llevo cinco minutos. Caray, ya está. Me corro. Joder que gusto.

AHHH, que bien- ella me besa en los morros. Sabe que lo adoro, me encanta.

AHHHH.

Gemimos y por fin acaba. Ha estado muy bien, me ha gustado mucho, como siempre. Nos recostamos sentados sobre el cabecero. Ella está preciosa desnuda. Siempre me han gustado sus tetas. Sí, creo que sus tetas fue en lo primero que me fije cuando la conocí.

¿Qué tal ha estado, Pedro? ¿Te ha gustado?

Sí – le doy los cincuenta euros. Que bien gastados han estado- Ha sido muy placentero, no como con la pesada de mi mujer.

Hay, Pedro, seguro que te quiere con locura. Y seguro que te estará preparando la cena para cuando llegues a casita.

Sí, los viernes me hace galletas. Desayuno galletas los sábados.

Sonríe. Que bonita sonrisa tiene. No se que haría sin esta mujer. En ese momento empieza a sonar el horno. Ya son las siete. Ya salen las galletas. La puta se va corriendo a la cocina, como dios la trajo al mundo. Mira que me gusta su culito. Algún día me comeré ese culito, algún día lo taladraré. Solo es cuestión de hacer un buen plan. Tres o cuatro minutos después vuelve y se sienta a la cama conmigo. Me fijo en sus gotitas de sudor. Me encanta el sudor de mi mujer después de follármela. Le doy un beso en el cuello. Se que le encanta.

Cariño- le digo- tienes que procurar cuidar un poco mejor los detalles. Las putas no necesitan sillas en sus habitaciones. Deberías guardarlas. Ah, y mi despertador ¿qué hace en casa de una puta?

Vamos, Pedro, casi te da un patatús la semana que quité la silla. Recuerda que no tenías donde doblar tu ropa y no pudiste concentrarte hasta que la traje porque decías que no podías hacerlo con la ropa tirada por ahí, por el suelo. Remuérdalo hombre.

Pero es que así es poco natural

Tú si que eres poco natural.

La verdad, no sé como me soporta mi mujer. Debe de ser porque la quiero con locura, y se lo hago saber, como siempre .