Una cámara en el bosque

Un fotógrafo aficionado se encuentra casualmente en el bosque con una joven amiga. Empieza una inesperada y excitante sesión de fotos...

Una cámara en el bosque

Ahí estaba yo, con mi nueva cámara, explorando los botones, leyendo el manual con el mismo esfuerzo con que había estudiado en mi juventud la física de partículas. Trataba de capturar la mágica luz que entraba en el claro de bosque junto al río donde me hallaba. Y fracasaba vilmente.

-¿Qué haces, Carlos? –me preguntó una voz a mi espalda.

-Hola, Lucía

Respondí con sorpresa. Lucía era una muchacha del pueblo gallego donde residía y que el año anterior había estado haciendo prácticas de maestra en el instituto en que trabajaba. Había dejado grato recuerdo por su simpatía y por los atrevidos modelos que lucía siempre. Los alumnos varones adoraban su presencia en las aulas. Los profesores, no tanto, que los chicos dejaban de hacernos caso y babeaban mirando sus pantaloncitos cortos y sus camisetas, que a veces se ceñían hasta el escándalo, a veces eran tan holgadas que tenía pendientes de un descuido todas las miradas masculinas. Yo estaba entrenado para no mirar esas cosas en el aula (conozco a mi alumnado y sé que están atentos a esta clase de despiste); fuera del aula, no podía evitar quedarme con sus modelitos.

Ella me contó que estaba de regreso de Santiago, y que daba un paseo agobiada de estar tanto en la casa familiar. Por mi parte, le expliqué a Lucía que estaba intentando sacarle el tranquillo a mi nueva cámara.

-Los esquemas preprogramados hacen muy buenas fotos. Pero subir de ese nivel requiere mucho esfuerzo.

Le enseñé las fotos que había sacado. Le gustaron más que a mí. Aproveché para poner la cámara a modo de retrato y sacarle una foto.

-Sales muy bien –le decía mientras se la mostraba- se nota que no solo eres guapa sino fotogénica.

La verdad es que no era una preciosidad. Pero era joven, bonita, y su cuerpo moreno y rotundo resultaba excitante.

-No bromees, me replicó

-No es broma. Ponte allí, que se vea de fondo el río.

Ella empezó a posar para mí sin titubeo. Sonreía, se notaba que le gustaba posar. Las primeras fotos eran muy inocentes.

-Ponte ahora de espaldas y gira la cabeza hacia la cámara.

-¿De espaldas, para qué?

Tras una ligera duda, me decidí.

-Para que se aprecie mejor tu culo. Jajajaja

-No, que tengo que bajar algún quilo, y las fotos me hacen culo gordo

-No digas tonterías. Lo tienes perfecto. Que de eso entiendo, que me fijo mucho en ellos –contenté en ese mismo tono de broma

Ella se dio la vuelta y lució su culo, que traía cubierto por un pantaloncito corto y ceñido. Le hice un par de fotos y se las enseñé, diciéndoles que así se veía que era perfecto, que solo los idiotas lo preferían huesudo. Mientras se las mostraba, mirando por el visor de la cámara, noté su cuerpo pegado al mío, sus pechos duros contra mi brazo y una excitación creciente.

Seguimos haciendo fotos, en posturas cada vez más insinuantes. Ella se dejaba llevar por mis sugerencias. Le pedí que se agachara. Aquel día, Lucía había escogido un jersey holgado, sin camisa dejado, que le dejaba un hombro descubierto. Al agacharse se mostró su estupendo escote y un sujetador oscuro.

Al enseñárselo, ella lo comentó

-Suerte que llevo sujetador, que si no se me veía todo

-Sí, es una lástima

-¿Es que prefieres que no lleve nada debajo?

-Claro, pero sé que no te vas a atrever.

Ella se tomó mi comentario como un desafío (esa era mi intención, lo reconozco) y alejándose de mí, introdujo su mano en el jersey, se sacó el sujetador y me lo arrojó. No había visto nada de sus pechos, pero sentía todo mi cuerpo arder ante ese gesto.

-¿Seguimos, me dijo?

Seguí con las fotografías, ahora más cerca de ella. Me centré en su rostro y sus pechos. Ella hacía ademán de taparlos con los codos.

-Venga, no seas tímida ahora. Disfruta, que estás impresionante.

Levantó los brazos, y los pechos parecieron romper el jersey. Los pezones, tan duros, que podía seguir su silueta. Saqué la foto, me quedé mirándola y solo pude decir

-Uauuu

Ella se sonrojó y rió a la vez, completamente encantada. Le pedí que alzara un poco el jersey. Ella empezó a subirlo lentamente a la altura del ombligo, cuando escuchamos de fondo unos ruidos, que pronto descubrimos que eran voces de niños, que venían a jugar al río. Nos miramos asustados; el pueblo es pequeño y nos conocemos todos. Al día siguiente, todo el mundo conocería la aventura fotográfica. Así que le lancé el sujetador al instante y empezamos a caminar hacia una esquina del claro del bosque, donde había un sendero lleno de maleza y regresaban los árboles.

Cuando llegamos allí, Los dos nos reímos pensando en lo que dirían los niños si nos vieran haciendo fotos sexies. Y de los comentarios del pueblo al día siguiente. Lucía se dio la vuelta entonces y empezó a sacarse el jersey.

-Vigila, que no lleguen los niños

No le hice caso, alcé la cámara y apunté a su espalda desnuda.

-¿Qué haces?

-Acabar la sesión de fotos como merece

-No, las tetas no.

-Están morenas, Lucía. Seguro que te pones en topless en la playa. Venga, gírate un segundo.

Ella se dio la vuelta, con las manos cubriendo los pechos.

-Perfecta. Ahora una con ellos desnuda. Ponte desafiante, como diciendo, sí, estas son mis tetas, ¿pasa algo?

Ella se rió, colocó sus manos en la cadera y me miró diciendo “¿así?”. Aún conservo esa foto –la tengo incluso enmarcada- de ella con sus pantalones cortos, luciendo pechos firmes y jóvenes, unas tetas duras y turgentes, morenas del sol, con pequeños pezones duros apuntado al cielo. A los pocos segundos, volvieron los ruidos de los niños, y marchamos a toda prisa hacia el pueblo, antes de que nos vieran. Ella me preguntó la hora.

-Qué tarde, me tengo que ir, que he quedado con mi novio.

-¿Y cuándo acabamos la sesión?

-¿Es que ahora soy tu modelo?

-Y mi musa

-No sé, que nos pillan

-En mi casa. Te contrato como modelo

-¿Me pagas? –me miró con sorpresa y alegría.

-Claro. ¿Cuánto quieres?

-50, replicó tras dudar unos segundos

-No sé, por ese precio tendrás que una modelo muy obediente, y desnudarte del todo

Ella rió mientras se iba

-Vale. Mientras solo sea desnudarme..

Nickflannel72@hotmail.es