Una cama para dos (3)

Esta es la continuación de Una cama para dos y de Una cama para dos II”. Es la tercera y última parte de la serie iniciada hace años en esta fenomenal página.

Una cama para dos (III) Esta es la continuación de "Una cama para dos" y de "Una cama para dos II", es la tercera y última parte.

Esa convivencia en pareja, esa vida sexual, esa unión carnal más que romántica, duró más o menos dos meses. Éramos ella, yo y nuestra hija. Pero teníamos dos problemas: Fuimos madre e hijo durante 20 años, y ahora ella tenía 46 y yo 21. Un día empezamos la vida romántica de siempre, de folleteo puro y duro, pero aflorecieron los problemas. Después de comer, a las 2:30 de la tarde, nos abrazamos para hacernos arumacos y abrazarnos. Me gustaba mucho acariciarle el pecho, levantándole las tetas como había hecho en la boda hacía ya prácticamente un año. - ¿De quién son estos pechos y estos labios carnosos, mami? - Son de mi único hombre, de mi amor, de mi hijo, del que sacia mi sed de sexo. - No has mencionado a mi polla. - ¿Ésta, la que tanto deseo?. Me acariciaba la poya mientras morreaba lengua con lengua con la mujer que dejó de ser mi respetable madre protectora a mi amor, mi esposa. - Mamá, me gustaría salir más en bici, pasear más, hacer más actividades, más deporte, más vida social. - Rafa, hijo, por si no lo sabes, yo ya tengo 46, y te doblo la edad. La gente no para de mirar lo raro de nuestra unión, y me gusta estar tumbadita y sentadita en casa. - A veces pienso que sólo nos une mi polla y tus pechos. - Rafa, a veces me ofendes: la polla te la estoy sobando en este momento, y mis pechos llevan 15 minutos siendo palpados y levantados a placer por tí. Soy tuya por completo. - ¿Y qué vida nos espera en el futuro? - También soy consciente de que últimamente follamos menos, y que pronto se acabará el sexo, pero no hay marcha atrás. Tuvimos el error del hotel y desde esa ya no hubo marcha atrás. Una madre que toca el pene de su hijo jamás seguirá siendo una simple madre. - ¿Te arrepientes, acaso? - No cariño, no dije eso. Dejé atrás a tu padre, al que sigo amando muchísimo en el corazón, pero despertaste en mí un deseo sexual que tuve que llenar o me volvería loca. Te quiero y te deseo. - De acuerdo, mami. Yo sabes que te deseo, y sobretodo a tus pechos enloquecedores. ¿Puedo besarlos? - Claro, cariño, soy tuya. Después de besarle sólo el escote, la niña empezó a llorar, y yo me fui a las clases de la Facultad durante toda la tarde. A eso de las 8 PM llegué a casa, y como solía hacer a veces, entré sin hacer ruido para darle un pequeño susto a mi madre y amante mujer. Pero al entornar la puerta del salón, me quedé de piedra, pues mi padre estaba sentado junto a mi madre (su ex-hembra), cogidos de la mano y mirándose a los ojos. Me detuve y me oculté, para escucharles: - Carlos, tu hijo Rafa no tiene la culpa. Fueron los 12 años de abstinencia sexual que me hiciste pasar y que él me ayudó a superar. - No le guardo rencor, María, Cariño, y sé que la culpa fue mía. Te confieso que aquel día que os vi juntos en la cama, a mi hijo con su madre, con mi esposa, más que rabia me entró una sensación de morbo tremenda. Desde esa te aseguro que cada dos días me masturbo pensando en que lo hacéis los dos. - Carlos, qué cosas dices !!!! - Cariño, es la verdad, me excita que mi hijo se tire a mi mujer. Desde esa tomo la pastilla Viagra, y soy otro sexualmente. Y te necesito, María, te necesito mucho. - Carlos. No sé. Rafa es muy infantil y tras tres polvos lo que me siento con él es insegura, temerosa. No sé si esto tiene arreglo. No lo sé. Si bien él tiene la polla que necesito, tú tienes el aplomo y la madurez que necesitaré en pocos meses. - Por favor, María, volved los dos, como si nada hubiese ocurrido. Lo tendremos como una aventura y no hablaremos de ello. - ¿Y en cuanto al sexo qué, joder? ¿Con cual de los dos me he de acostar? ¿Te daré una oportunidad a tí con la Viagra y a él lo tendré en el dique seco, después de más de 30 orgasmos que nuestro hijo me propició? - Ya se hablará de eso, de verdad, confía en mí, mi amor. No sé lo que haréis cuando no esté yo, pero si volvéis, por favor, duerme conmigo por las noches para que todo sea como antes. - Carlos, siempre te eché de menos, y reconozco que sólo el sexo me une a mi hijo Rafa, y que poco a poco esa pasión sexual desaparecerá. - Pues vuelve, por favor, hoy mismo. - No, cariño, antes le debo el polvo de despedida a nuestro hijo, es lo menos que puedo hacer. - Estás equivocada, María. Hoy puede ser el primer polvo de nuestro reencuentro. He cambiado. Es más, estoy totalmente empalmado en estos momentos. - ¡ Venga ! ¿Y pretendes que me lo crea? - Déjame demostrártelo. - La verdad es que quiero, pues tras 12 años no te ví erecto del todo. - Tienes que ayudarme: déjame que te toque el pecho un poco. Mi padre sacó la blusa de mi madre por fuera de la cintura, y bajo la tela de la blusa, subió sus manos hasta el sostén y empezó a magrear los pechos que fueron míos durante un mes. Mi madre, como podía, apartó la grasa de la panza de mi padre y le desabrochó el pantalón, bajándole luego la petrina, sacando su polla que sí estaba dura y erecta. Empezó a tocársela y a pajearle. - Hummmmmmmmmmm, Carlos, cuanto tiempo. Cuando mi padre iba a besarle en el cuello, entré yo. - Mamá, joder, ya te vale. - Rafa, no es lo que parece. - Mamá, eso mismo es lo que le dije yo a papá cuando nos pilló desnudos en su cama. Tras decirles que oí la conversación, reconocí que nuestra aventura ya no tenía el encanto y sabor del principio, y que quizá era mejor volver todos juntos, los cuatro, por el bien de la pequeña. Decidimos que sobre los derechos sexuales ya hablaríamos. Pasaron 5 días y me costó trabajo acostumbrarme a la abstinencia sexual pactada, y ver como mi madre iba a la cama de mi padre con una bata muy desabrochada y con sonrisas y miradas pícaras. Una noche, les oí gemir mucho, haciendo un ruido enorme, follando con la puerta semiabierta: - Siiiiiiiii, Carlos, Siiiiiiiiiiii, asíiiiiiiiiiiiiii - María, mi amor, te quiero comer los pechoooooooooooooosssssssssss... - ahhhhhhhhhhhhhhhhhh Me asomé a la habitación y ví como mi padre estaba encima de ella, con toda la grasa desbordando por las caderas de mi ex-amante, como ella le cogía con las manos el culo para que la penetración fuera más fuerte, como mi padre le sobaba los pechos con sus manos y con su lengua recorría todo su cuello. No pude más, y entré furioso y llorando a su habitación, empujé a mi padre hacia un lado y quedó cara arriba viendo yo su pene empalmado. Me dirigí a mi madre desnuda: - ¡ Joder, esto es demasiado !. ¿No te das cuenta que estoy dolido? ¿No piensas en mí?. mamá, joder, que te has pasado un pueblo. Me fui a mi habitación y cerré de un portazo. Después de un minuto, entró mi madre con la bata atada por la cintura, asomándosele el pecho. - Rafa, mi amor, no te pongas así. El pacto era esto. Tu padre nos dio otra oportunidad para empezar desde cero, y borrar para siempre el error que jamás debí cometer. - Hace un mes no me hablabas así, mamá. Se sentó en el borde de la cama y me acariciaba el pecho. - Rafa, haz un esfuerzo. ¿En qué familia padre e hijo comparten a la madre? - Joder, mamá, es que yo también te necesito, necesito tus labios, tu piel, tu pecho... Mientras yo lloraba, le besé en los labios, le acaricié sus muslos y le toqué el pecho que, con la inclinación, estaba al descubierto. - ¿Qué crees, que yo no añoro ese pene fabuloso entre mis entrañas? Y mi madre dirigió su mano a mi pene. - Pero, Rafa, no puedo dejar ahora a tu padre que me necesita, está deprimido, y me dio la oportunidad de sellar para siempre nuestro error. Yo le quité el cinturón de la bata, quedando desnuda, y le metí su mano dentro de mi calzoncillo. - No, Rafa, no. Con mi mano derecha, acaricié extensamente todo su pecho y su cuello. - ¿Una paja, Rafa? ¿Con eso te conformas? No quiero verte llorar así. te sigo queriendo. - Un francés y hoy duermes con papá. ¿Vale, mamá? - Joder, hace cinco minutos tuve la polla de mi esposo en mi coño, y ahora voy a tener la polla de mi hijo en mi boca. - Tranquila. Él no nos oirá. No gemiré. Ella se agachó, y dirigió su boca a mi pene, que se lo metí enseguida chupándolo con sumo cuidado, poco a poco, dándole sorbetones, mientras yo acariciaba los senos de mi amada. - Asíiiiiiiii, mamáaaaaaaaaaaaaaaaaa, ..., que me corrooooooooooooo Y eyaculé un chorro de cinco días en toda la boca de mi madre. Mi madre se lavó en mi lavabo y se fue como si nada a la habitación de mi padre, donde siguieron follando. Al día siguiente, tras comer y beber en abundancia, mi madre dijo en la mesa: - Rafa, tu padre sabe lo nuestro, y antes que rabia lo que le da es placer, excitación, y morbo. - Papá, por favor, ¿Y si compartimos a mamá? - No sé, Rafa, hijo, no sé cómo me sentiría. - Pues eso, chicos, tiene fácil solución. Rafa, hijo, ven acá; dijo mi madre decidida. Nos pusimos los dos de pie, frente a mi padre, que se desabrochó la petrina del pantalón pues se olía lo que iba a ver. Mi madre, rodeó mi cuello con sus brazos y empezó a rozarse conmigo. Nos besamos en la boca y ella tocó mi bulto. Yo le apreté el pecho, con la camisa puesta,, y le mordía suavemente su cuello, desde la nuez hasta la barbilla, mientras le metía las manos por el escote. Ella no dejó de acariciarme el paquete. De repente, mi padre se acercó por detrás y me sacó las manos, para que él pudiese tocarle los pechos a mi madre, mientras juntaba su pene desnudo con el culo de mi madre. Hacíamos un Sandwich perfecto. Vimos que mi padre estaba eyaculando el muy ...; mi madre dejó de sobarme y riéndose, con una servilleta (la mía), le secó el sémen a mi padre. Todo quedó en un acuerdo tácito: compartiríamos a María. Después de cenar, María se acostó con Carlos en su cama de matrimonio. Yo les oí que hablaban. - María, Cariño, vete a atender al niño, a Rafa, que el pobre sufrió 5 días sin hacerte nada y preferiría evitar tensiones. De verdad, cielo, vete a su cama sin problemas, estate un rato, pero luego vuelve. - Eres un tesoro, Carlos. Quizá este año de lujuria te ayudó a despertar en tí al semental maduro que últimamente disfruto. - Y todo se lo debemos a Rafa, curiosamente, nuestro propio hijo. - Voy a su cama, le reviento a pajas y vuelvo, cariño. María se acercó a mi cama con una amplia sonrisa. - Mamá, no me digas más que ya os oí todo. - Mejor así, Rafa. Venga, vayamos al grano. Se metió en mi cama, con la bata sin cinturón y empezó a sobarme la barriga, poniéndose ella encima y besándome en la boca. Bajó su mano hasta el pene, y lo sacó del pijama. Se puso sentada sobre mi pene erecto, como cabalgándome, y se fue metiendo la polla en su húmedo coño. Mi padre estaba desnudo en la puerta, observándonos mientras se masturbaba. - Mamá, déjame a mí encima. Así no veía el pene de mi padre, y penetré a mi madre al estilo tradicional, empujando con cierta fuerza, mientras ella acariciaba mi culo y yo la besaba en la cara y sentía el vaivén de sus tetas debajo de mi pecho. Así me corrí enseguida y 5 minutos más tarde, mi madre gritaba de placer en la habitación de mi padre. Y así llevamos una convivencia pacífica durante un año más, hasta que yo encontré novia en la Universidad y me fui a vivir con ella. FIN

Autor: Espiga24

Otros relatos míos publicados en esta fenomenal página de todorelatos son: Me abrí a mi hijo, Edipo, Tocando a Mamá, Una cama para dos, Reviviendo con Mamá, Tradiciones familiares o la última, Mi madre y mi erección. Puedes localizarlos en el buscador.