Una cálida noche contigo

Despues de la soledad, la tristeza, estas tu para consolarme.

Una cálida noche contigo

Después de una larga noche de vaivenes y locuras generalizadas llega la calma, esa que hace que evaluemos nuestros recuerdos y los transformemos en bonitas sensaciones. Aquí desde una oscura habitación con pocos muebles poca vida pasa, solo el chasquido del viento en mi ventana, a través de la cual escapa mi mirada. Hay latentes transparencias de figuras que van y vienen, vienen y van, sin personalidad, sin deseos, abstraídos en su propio espacio, este es mi espacio personal, donde rondan mis fantasmas y hago realidad mis mas íntimos pensamientos; solo necesito un lápiz, pues el papel esta por todas partes, desordenado, sin sentido a veces, pero con una chispa que hace levantarme cada día y ver más allá de mis pensamientos, es entonces cuando mi cabeza vuela, y vuela lejos, se desentiende del mundo y busca en un océano de sensaciones aquello que tanto anhelo, me dirijo a ellas, sin duda, las protagonistas de éstas historias, chicas simpáticas, atractivas, con mucho poder de seducción, pero ante todo una cosa, no hacen preguntas, y si las hacen las puedo ignorar sin sentir que me rechacen por ello, no les interesa nada, profesión, aspecto, los ceros de mi cuenta corriente, nada de nada.

Me adentro en su contenido, esa chica escultural, cuerpo de diabla, que despiertan en mí toda clase de fantasías, mi cuerpo se desnuda poco a poco, primero, la camisa, botón a botón, despacio, haciendo circular mis dedos por todo espacio visible o no, después mis zapatos, los coloco con cuidado, debajo de la cama, mi pantalón es versátil, moldea las facciones de mi cuerpo, y debajo de él, deja entrever que mi falo, esta duro y erecto, preparado para explotar en un sin fin de emociones, calculo cada parte de mi cuerpo y viajo a su cuerpo también desnudo, lo contorneo con mis dedos, tratándolo como frágil flor para que sus pétalos no se estropeen, difumino mi cuerpo con el suyo, Con pequeños roces de mi lengua, por sus pechos, pechos bonitos, delicados, no exuberantes, ¡no para nada!, en su justa media, a mí particularmente, no me gustan grandes, tampoco pequeños, me gustan que sean manejables, como los que estoy tocando en este momento.

Debajo de su seno, un lunar me hace detenerme en él, tratándolo con suavidad, lo esculpo con mi lengua, esa sensación de fresco y salado, me gusta, mis manos circulan por su cintura, una cintura hecha para abrir en ella, toda clase de insinuaciones, sedosamente me transporto a su ombligo, el cual deja ver una pequeña cicatriz de ese pearcing que una vez se puso, mis labios lo besan y besan, trato de ir mas abajo, y descubro en su pelvis afeitado un dibujo que me hace arder por dentro, ese capullo de rosa, que se abre y se cierra, según la agitación que le dé, y esa agitación fue múltiple, a diferentes velocidades, unas veces con los labios, otras con la lengua, otra con mis dedos, se introducían en todas su entrañas, para después salir, con una sensación húmeda y a la vez cálida, mientras su espalda se arquea, como arco de buen lanzador antes de azotar su flecha contra la diana, diana que yo también tenía en pensamiento y acción; sus piernas eran largas, y delgadas, las cuales acariciaba con mi tersa pluma que en ocasiones se hace, dura y otras en cambio frágil, mis testículos deseaban, tenían ganas de encontrarse con aquellos glúteos y golpearlos suavemente, para después endurecer las medidas y poder enriquecer mi clímax con sensaciones suaves, frescas, eléctricas a veces, la dirigí frente al espejo, para que además de ella, yo también pudiese ver todas sus muecas, sentir sus gemidos y acariciarlos con la mirada complicada de dos extraños, la envestí duramente, pero a pesar de ello, entro muy suave, la lubricación ya estaba hecha, con restos de su propio ser, y es algo que las mujeres agradecen mucho, la levante del suelo, con sus alas rozó el techo, y la volví a embestir, esta vez con más sutileza y fuerza, mis movimientos cambiaban de orientación y sentido, la acogía contra mi pecho, sus senos amamantaban mis manos, su cuello se estiraba, como si quisiese tocar el techo, nuestros alaridos se transformaban en música, solo para nuestros oídos, su rojito sexo, chillaba y chillaba, pedía más, y más, y más, todo era insuficiente para ese bonito depredador, que me erosionaba y derretía, lentamente, con gotas de sudor, que de mis mejillas se mecían en su espalda, todo era fuego, incandescencia, lo banal se transformaba en híbrido a veces, otras con una pureza sarcástica castigaba mis emociones, hasta llegar a ese punto, donde ya no hay marcha atrás, o vas, o no vas, y yo fui, volé, circule por todos mis sueños, mis ojos se entrecerraron y mis labios se entreabrieron…Entonces cerré el libro y me fui a dormir, buenas noches amor, mañana será otro día intenso, de pasión, estremecimientos y muchas sensaciones, un beso.

Autor: thecatman