Una cabezonada calenturienta
Una sorpresa lleva a la curiosidad y más tarde al placer prohibido. M/F
No hay nada como un baño caliente después de un duro día de trabajo. Unas velas, un poco de chill-out y un baño de sales. Habitualmente suelo masturbarme, pero sólo cuando estoy sola, que no es a menudo. En casa suele estar mi hijo cuando he vuelto del trabajo, así que procuro contenerme.
Es más, muchas veces ha entrado en el baño mientras yo me estaba bañando, nunca hubiese querido imaginarme qué habría pasado si mientras yo estaba disfrutando del sexo en soledad mi hijo Diego hubiera entrado de sopetón, como hacía muy continuadamente. Disculpadme, no me he presentado, me llamo Pepi.
El caso es que mi juventud, porque con 40 años me consideró aún joven, me permite tener escarceos con chicos más jóvenes que yo, trabajo mucho, a mediodía voy al gimnasio manteniendo tipo de veinteañera, y dada la desgracia que tuve al enviudar recién comenzado mi matrimonio, quiero aprovechar la vida todo lo que puedo.
Nada más quedar embarazada mi marido tuvo un accidente de moto y murió en el acto, así que Diego no tuvo la suerte (porque mi marido era un hombre memorable y por no sufrir su pérdida como hice yo), de conocerlo. Nunca lo ha echado de menos, cuando nació no quise que él a través de mi memoria pudiera llorar su inexistencia y nunca he querido transmitirle todos los recuerdos que yo he tenido. Jamás me he negado a hablar de él, pero sólo si Diego me preguntaba y procurando no engrandecer su figura, al menos no hacerlo como yo siempre vi a mi marido.
Así crié a Diego con ayuda de mi familia y bastante bien. Nos hicimos cómplices mi hijo y yo de muchas cosas, es muy bueno en todo (deportes y estudios), y con amigos alrededor que lo aprecian.
En uno de esos baños que me doy al volver cansada o estresada del trabajo, Diego realizó una de sus abruptas entradas al cuarto de baño que casi me mata del susto.
hijo, que la finalidad de estos baños es que me calme!
perdona mamá, no aguantaba más y he venido corriendo - dijo mientras se sentaba en la taza del water.
Cuando me baño suelo correr la cortina de la bañera, es una cortina semitransparente, de las que se intuye la forma pero está como borrosa.
Suelo cerrar los ojos, sin embargo me pareció oír algo raro y cuándo los entreabrí me pareció ver a mi hijo moviéndose de una forma extraña. Inicialmente no supe qué era, me fijé con más detalle y luego ya me di cuenta de qué estaba haciendo....se estaba haciendo una paja a mi lado.
Yo me quedé mirando estupefacta sin saber muy bien cómo reaccionar, ni qué hacer, ni qué decir.
Hasta que él terminó. Entonces, se limpió, tiró de la cadena y retirando un momento la cortina de la bañera para verme me dijo:
- qué alivio! Disfruta del baño
Y salió por la puerta. Me quedé totalmente confusa....no entendía muy bien qué había pasado. ¿De verdad se masturbó o eran imaginaciones mías debido a que no veía bien con la cortina de la bañera? ¿Mi subconsciente me quería decir algo, era una depravada o pasó lo que pasó?
El baño dejó de ser relajante...mil dudas no paraban de hablar en mi sorprendida cabeza.
Esa noche soñé que mi hijo se masturbaba en el baño, pero sin cortina entre los dos que pudiera entorpecer la visión. Mientras él me miraba el cuerpo se frotaba su miembro, que me lo imaginé enorme. Yo no hacía nada, sólo facilitar que mi hijo me viera completamente desnuda, dentro del agua.
Curiosamente me desperté muy excitada y me masturbé en la cama nada más abrir los ojos. Sin pensar en lo que hacía, sólo quería calmar los pálpitos de mi sexo. No tardé ni un minuto en llegar a un éxtasis que hacía tiempo no tenía tan fuerte.
Pasó el tiempo pero mi quemazón aumentó. Mis masturbaciones recordando lo que supuse que ocurrió eran cada vez más frecuentes.
En uno de mis baños relajantes decidí no cerrar las cortinas del baño y, efectivamente Diego vino con la excusa de hacer pis. Mientras yo procuré estar lo más visible para él, con los ojos entrecerrados, me fijé en su herramienta....qué gorda y venosa me parecía. Automáticamente tuve un latigazo de deseo que hizo que mi pelvis se agitara suavemente arriba y abajo por pocos segundos, hasta que recobré el control de la situación. Diego, se quedó boquiabierto observando mi cuerpo, que se vislumbraba perfectamente bajo el agua cristalina y sin gel ni sales, adrede para que no perdiera detalle. Salió de su estupefacción, segundos después de haber terminado de orinar cuando me oyó decirle:
Bueno, has terminado ya de orinar, ¿no? Quiero seguir con mi baño.
Uy, perdona mamá, sí, es que estaba pensando en mis cosas...
Ya, en tus cosas....pues no parabas de mirarme, no sé qué tendré que ver yo con tus cosas, jajajajaja.
Jejejeje - rió, tímido pero sin dejar de mirarme. Se calzó su miembro dentro del pantalón, que ya se le estaba poniendo duro, y curiosamente se acercó, me dio un beso en la mejilla cerca de los labios y salió diciendo - disfruta del baño mami.
Ese beso, esa caricia de sus labios cerca de los míos, la visión de su rabo entre sus manos hicieron que mi masturbación no se hiciera esperar y que un orgasmo intenso me llenara casi pocos segundos después de haber comenzado a acariciarme. Creo que no fui lo silenciosa que debía haber sido y es bastante probable que mi hijo hubiera sido testigo de mis gemidos, idea que me volvió a excitar.
Al hacer la colada esa noche noté que los calzoncillos de mi hijo estaban empapados, adiviné enseguida de qué. Efectivamente mi hijo podía haberme oído mientras disfrutaba de mi cuerpo en la bañera, o sólo por el hecho de verme desnuda y este recuerdo le provocó también su auto estimulación, hasta que se corriera en sus calzoncillos. No pude evitar acercarlos a mi nariz, oler el semen que había derramado pensando en mi, incluso se me pasó por la cabeza lamer un poco.
¿Pero qué me estaba pasando? Parecía estar en celo, era pensar en su sexo, en él, en cómo me miraba o imaginarle masturbándose y se desataba en mí una fiera deseosa de sexo, fuera como fuera.
No sabía si debía intentar dominar esos deseos para volver a ser la madre moderna que era o dejarme llevar y terminar sucumbiendo a la lujuria con mi vástago. Para aclarar mis ideas fui esa noche a hablar con mi mejor amiga, Sofía. Estudiamos juntas en el instituto y seguimos manteniendo una amistad fortísima desde entonces.
Hola Sofía, tesoro, ¿cómo estás?
Bien gracias Pepi, ahora cuenta que me has dejado preocupada, tu tono sonaba a que tienes un problema....¿quién tiene problemas, tú o Diego?
Bueno en realidad nadie.....por ahora, es que no es tan sencillo....no sé si es buena idea que te cuente esto, no es tan fácil...
Uyuyuyyyy, me da que sí es un problema. ¿Es algo que ha pasado o que va a pasar?
Está pasando pero no ha pasado tácitamente....es que no es sencillo Sofía. Antes de seguir, quiero que me prometas que me vas a ayudar y no me vas a juzgar, ¿vale?
Ay Pepi, me estás asustando, por supuesto puedes contar conmigo para lo que sea.....salvo si has matado a alguien....¿no habrás matado a nadie no?
Joder Sofía, no.....a ver, te cuento - tomé aire y le conté todo lo ocurrido, mis sueños, cómo me sentía, sus masturbaciones, las mías, mis deseos y los que parecía tener mi hijo. Todo lo conté mirando al suelo y hablando muy bajito, con una vergüenza inusitada en mi.
Al cabo de un rato, a Sofía le entró una carcajada, cosa que me irritó.
De puta madre Sofía, vengo a contarte un problemón y te cachondeas en mi cara.
Ay Pepi - acertó a decirme mientras se calmaba - es que me habías asustado tanto que pensaba que era algo gravísimo pero lo que te está pasando es bastante común.
¿Cómo que bastante común?
Pues sí niña sí. Al igual que existe el síndrome de Edipo, que es el que tiene tu hijo contigo, existe el complejo de Agripina, que es lo que te pasa a ti con él. Muchos adolescentes han pasado por esa etapa, y algunas madres también hemos tenido nuestros momentos de Agripina...
Sofía, tú también....- dije asombrada, mientras la miraba ojiplática.
Pues sí Pepi. En varias ocasiones he visto a mi hijo desnudo y no te niego que me he complacido con fantasías incestuosas, pero se me terminó pasando. Dejaron de cautivarme. Sin embargo tú has dado un paso más allá y te está comiendo por dentro.
Sí Sofía. Aunque me quedo más tranquila sabiendo que no soy la única madre con esos deseos, lo que no sé es cómo reprimirlos.
¿Reprimirlos? ¿Por qué?
Joder Sofía, Diego es mi hijo, es muy joven...¿qué dirán los....
¿Qué dirá quién? ¿Lo que te importa es lo que digan los demás? - me cortó - Pues si vas a hacer lo que piensen los demás deberías haberte casado hace tiempo de nuevo, haberte quedado embarazada y gorda....nadie tiene que regir tu vida Pepi. Lo importante sois vosotros y cómo os sentís. ¿Te gusta tu hijo? ¿Él disfruta de ti? Pues adelante, siempre que el gozo sea mutuo.
Pero, yo creo que es puro sexo, es pura fantasía sexual lo que....
¿yyyy? ¿Crees que él se masturba por romanticismo? ¡No! Se la casca pensando en sexo contigo. Los dos pensáis en lo mismo y, mejor tú siendo su madre, que le des sexualmente lo que necesita, ¿quién lo hará con más cariño que tú por ahora? Cuando encuentre novia y sea ella la que le absorba sexualmente será más fácil para ti dejarle ir, mejor así.
Estuvimos discutiendo un buen rato. No me esperaba que Sofía me convenciera de tener sexo con mi hijo, todo lo contrario pensaba que me diría que estaba loca y me recomendaría a un psicólogo, sin embargo parecía que quería incluso empujarme a follarme a Diego.
Terminamos hablando de trivialidades, y despidiéndonos con un abrazo y un "suerte! ya me dirás".
Al llegar a casa, más tranquila por la charla con Sofía, decidí valientemente engatusar a mi progenitor. No sé si sería muy sencillo, pero no quería esperar mucho, estaba ansiosa, impaciente, así que ideé una puesta en escena de la que mi hijo no podría escapar esa misma tarde.
Preparé mi bañera, más o menos a la hora que Diego solía llegar a casa, me metí dentro y esperé unos segundos. Nerviosa y excitada me costó no solazarme con el calor del agua.
Cuando oí la puerta mi corazón dio un vuelco, y entonces sí resbalé mis manos por mi contorno hasta hundir mis dedos en mi entrepierna, abandonándome al deseo de ser follada por mi Diego. No reprimí mis gemidos, mis deseos se acrecentaban pensando en lo que podía estar haciendo mi hijo en ese momento. Entreabrí los ojos y vi cómo me espiaba. Era el momento, entre mis gemidos se coló una frase clave "ohhh, sí hijo, fóllame hijo, así, así". Volví a mirar de soslayo y vi que abrió la puerta ya casi sin disimulo.
Cerré los ojos, como si no hubiera visto nada y seguí disfrutando de mis manos, mientras notaba que se acercaba despacio. Un segundo después noté sus suaves manos en mi pecho. Ese tacto, abrir los ojos y verle desencajado de placer me transportó a un clímax fuera de esta tierra. Cuando me pude calmar un poco, le dije a mi hijo:
- sácate la polla Diego y acércamela a la boca.
Él ni corto ni perezoso liberar su rica y tierna poya de la prisión que lo tenía sometido y la engullí de un bocado. Mi hijo me fue acariciando el pelo mientras yo tragaba su masculinidad, lo ensalivaba con gusto y me recreaba tragando su duro falo, pero creo que tanta excitación siendo el tan joven e inexperto precipitó su corrida que me sorprendió con su poya dentro e hizo que los primeros chorros se me atragantaran. Sin parar de pajearle se la saqué de mi boca y mientras tosía para recobrarme él siguió expulsando su leche en mis manos, mi cara, mi pelo y mis pechos.
Cuando ya no le salía ni una gota le invité a meterse en la tina de la bañera. Abrí el grifo de la ducha y nos limpiamos, abrazándonos y masajeando nuestros cuerpos desnudos, sin decirnos nada. Él miraba extasiado e incrédulo mi cuerpo y agarraba todas las partes que más le excitaban.
Él volvía a estar de nuevo duro así que me puse mirando a la pared, apoyé los brazos y con mi mano dirigí su miembro a mi coño. Le pedí que me agarrara la cintura y, con su verga ya en mi, me balanceé hacía adelante y a atrás, una y otra vez....qué maravilla, notar cómo follaba a mi hijo, cómo entraba en mi.
Oh mamá, esto es buenísimo - gimió.
Sí hijo, me encanta esto, vamos ahora empuja tu cadera, fóllame tú a mi, folla a mamá.
Sus manos me agarraron con más confianza, yo jugué con mis bamboleantes senos, y comenzó él con unas embestidas lentas pero firmes y profundas. Me estaba sintiendo en la gloria. Entonces él comenzó a aumentar el ritmo, yo dejé mis tetas para frotar mi clítoris y pocos segundos después me vine en un orgasmo como nunca tuve. Él no paró de taladrarme hasta que confesó que se iba a correr.
- córrete dentro de mamá hijo, lléname con tu leche.
Y eso hizo un segundo después.
Me di la vuelta, le besé como se besa a un amante nos duchamos, nos secamos y nos fuimos a la cama juntos, sin decirnos nada, sólo nos besábamos, nos mirábamos y nos acariciábamos.
Esa fue la primera vez, pero visto con perspectiva no fue una de nuestras mejores noches. Nuestra compenetración fue mejorando con cada relación sexual que tuvimos....y fueron muchas.