Una burra y un caballo para tres
Dos muchachos, una muchacha y un mirón.
Dedicado a quien él sabe.
Tenía yo por aquel entonces 17 años, Rubén, El Cojo, dieciséis, lo mismo que su amigo Toño, el Chepas... Los dos eran unos tirillas. Vivíamos en la misma aldea y nos matábamos a pajas, unos más que otros, todo sea dicho. Más de una vez habíamos hecho una Manola juntos. Ese día estaban en el monte, sentados en una gran piedra. el Chepas, su prima Conchita, alias la Flaca, y el Cojo. Vigilaban a la burra del Cojo y al caballo de la Flaca. Yo, desde detrás de unos matorrales los vigilaba a los tres, ya que oyera chismes acerca del Chepas y de su prima la Flaca. Tanto la burra cómo el caballo estaba atados a pinos y lejos uno de la otra. La Flaca leía una fotonovela, El Chepas una novela de Marcial La Fuente Estefanía, y el Cojo uno cuento de Tin Tin (lo supe porque lo comentaron), cuando el Chepas levantó la vista y vio que el coño de la burra se abría y se cerraba.
-¡Mira, Cojo! -le señaló el coño- ¿Tendrá ganas?
-Sí, tiene, anda al macho.
Se hizo el ingenuo.
-¿Será así el coño de una mujer?
La Flaca, se enojó.
-¡Sabes de sobras cómo es el coño de una mujer!
El Cojo le preguntó a a Conchita:
-¿Vio el tuyo, Flaca?
-Esas no son cosa tuyas.
El Chepas ya estaba empalmado.
-Vete a dar una vuelta, Flaca. Yo te cuido del caballo.
La Flaca, que iba a cumplir los 18 años, no era ni guapa ni fea, era alta -le quitaba una cabeza al Cojo y otra al Chepas-, morena, delgadita, de ojos negros y grandes, con tetas pequeñas, labios gruesos y culito redondo. Tenía el cabello recogido en dos coletas, llevaba puesto un vestido negro con flores rojas que le daba por encima de las rodillas y calzaba unas sandalias, le preguntó a su primo:
-¿Te vas a hacer una paja mirando el coño de la burra, Chepas?
-Voy, prima.
-Quiero mirar.
-Mira, pero si miras atente a las consecuencias.
El Chepas quitó la polla y comenzó a menearla mirando para el coño de la burra. La burra, giró la cabeza y mirando para la polla del Chepas, enseñó los dientes, era cómo si se estuviera riendo, la Flaca, le dijo:
-Folla a la burra y te regalo mis bragas para que hagas unas pajas.
-¡No me tientes!
El Cojo sumó dos y dos, y le dijo a su amigo:
-¡Qué callado te lo tenías, cabrón! Te follas a la Flaca.
La Flaca, no lo negó, le preguntó:
-¿No vas a sacar la polla, Cojo?
El coño de la burra se volvió a abrir y cerrar varias veces dejando ver el rojo de su interior. El Chepas le dijo al Cojo:
-Parece que le gusta mi polla.
-Parece.
La burra, era burra, pero tonta no era, caminó marcha atrás hasta poner su coño a disposición del Chepas.
-¿Me dejas joderla, Cojo?
-¿Harías esa animalada por unas bragas usadas?
-No, lo haría porque tu burra me pone burro.
-Por mi, dale, pero deja que nos apartemos no vaya a ser que cuando la claves le meta una coz a alguien..
El Chepas se subió a la piedra, le echó las manos al culo, y le metió la polla. La burra se quedó quieta y el Chepas comenzó el mete saca. No pasara ni un minuto y el coño de la burra, cada vez que le quitaba la polla para volvérsela a meter, se abría y se cerraba y echaba leche, sí, leche pastosa, cómo si fuera leche condensada.
Ahora el que se empalmó fui yo tras los matorrales, yo y el caballo, al que se le estiró la verga. Saqué la polla y comencé a menearla. Ganas me dieron de unirme a la fiesta para follar con la Flaca, pero no me atreví. La muchacha, le dijo al Cojo:
-Tienes un buen bulto en el pantalón. ¿No me la vas a enseñar?
-Enseña antes tú el coño.
-Es mucho coño para ti...
El Chepas no tenía aguante. Cinco minutos escasos estuvo follando a la burra encima de la piedra y ya se corrió dentro de su coño
Había una charca de leche en la hierba. Al quitarle la polla salió tanta leche que la charca se hizo laguna.
La Flaca ya estaba cachonda a más no poder.
-Fóllala tú ahora, Cojo.
-Estás mal de la cabeza.
-Te recompensaré.
-¿Con un polvo?
-Si aguantas, con dos o tres.
-Aguanto, aguanto.
Por follar a la Flaca, el Cojo se tiraba a la burra, a la bisabuela de la chavala, o la metía en un ladrillo, si hacía falta. Sacó la polla y subió a la roca. Su polla era más gorda que la del Chepas. Después de metérsela hasta las trancas, la burra daba un pasito para delante, un pasito para atrás...
La Flaca era una cerda.
-Cómele el coño.
-¡¿Qué?!
-Que si le comes el coño a la burra se la chupo yo al caballo.
-¡No jodas! Tú con la polla del caballo en la boca. ¡Qué pasada!
-Si le comes el coño a la burra...
El Cojo le lamió el coño a la burra cada vez que se le cerraba. Al la sexta lamida, la burra, que era un puta de cuidado y lista cómo ella sola, echó el culo para atrás y la cara del Cojo al empotrarse contra el coño quedó perdida de leche. Al Cojo le debió gustar porque siguió lamiendo y... ¡Sorpresa! La burra se corrió ¡Tremenda cascada de leche salió de su coño! Lo bañó. Dejó sus pantalones y sus tenis para tirar... El Cojo le volvió a meter la polla dentro. El coño de la burra, cómo si el de una mujer se tratase, se cerraba, para acto seguido abrirse y echar más leche... Y así hasta siete veces, echando cada vez menos, hasta que su coño se abrió y se cerró sin echar nada. En ese momento fue cuando el Cojo se corrió dentro de ella. Al bajar de la roca, la burra volvió a lo suyo, a apastar.
La Flaca, acalorada, estaba deseando hacer lo suyo.
-Lo prometido es deuda. Ayúdame primo.
Tal y cómo se fueran desarrollando las cosas creí que el Chepas también le iba chupar la polla al caballo, pero no era así. Le agarró el rabo para que al moverlo no le diera con él en la cara. Ahí supe que ya lo habían hecho antes.
-Acarícia a mi caballo, Cojo.
El Cojo le acarició la frente al caballo. La Flaca se arrodilló y cogió la inmensa tranca. La lamió y después la chupó. Al rato, el Chepas le llevó la polla a la boca a la Flaca, pero a Conchita le gustaba más la verga del caballo. Un poco más tarde, sacó las bragas. ¡Cómo estaban las bragas de humedad! Creo que lo único que no tenían mojado era las gomas. Se las dio al Chepas.
-Toma, para tus pajas.
La Flaca se dobló haciendo un ángulo de 90 grados con su cuerpo. Cogió la tralla y metió la cabeza dentro del coño... Con la mano la fue metiendo y sacando.
-¡Ay que me voy a correr! ¡¡Me cooooorro!!
La Flaca sacó la verga del coño y se corrió. De la verga salió leche en cantidad, Conchita, corriéndose, pasaba la verga por su culo. La leche, bajando por la raja, blanqueó la hierba... Y lo que yo menos esperaba, pasó, el Chepas, se puso detrás de su prima y se la clavó en el culo. Ni un minuto tardó en correrse dentro de su culo..
Aquella visión me sobrepasó. No hizo falta que la meneara más aprisa... De mi polla salió un chorro de leche que regó los arbustos.
Solo añadir que ese día, no, pero unos días después, follé con la Flaca, y le dí por detrás, bien dado, era el único agujero en que le entraba apretada.
Quique.