Una buena paja y a dormir.

Todo lo que podía darme más placer, lo hacía.

Recuerdo que esa semana estuvo particularmente calurosa, y ese martes en especial. Llegué a casa luego de una intensa jornada en el trabajo, cene algo y fui derecho a la ducha. Necesitaba quitarme todo el sudor del día.

Tenía tanto calor que puse el agua tibia, casi fría. Me metí bajo la lluvia y disfrute unos minutos toda el agua caer sobre mi cuerpo mientras lo refrescaba.

Al salir del baño, me puse mi bata y fui al living a ver un poco de tele. Luego de estar un buen rato pasando canales sin encontrar nada interesante para ver, decidí acostarme.

Cuando llegue a mi cama, note que aún seguía con la bata y como la noche aún estaba calurosa me acosté desnuda.

Era temprano y no tenía sueño, daba vueltas en la cama y no lograba dormirme. En un momento simplemente intenté relajarme y comencé a respirar hondo, pausado.

Poco a poco me relaje y comencé a pasar la yema de mis dedos por mi cuerpo. Primero el cuello, mis pechos, el abdomen. Luego mi pelvis, mis muslos.

Hice ese recorrido varias veces, muy lento. Por supuesto que al cabo de unos segundos mis pezones ya estaban erectos. Y un poco después ya podía sentir mi zona íntima contraerse.

En ese momento recordé lo mucho que hacía que no me daba placer, y cuánto lo extrañaba por supuesto.

Pensé en ir por el móvil y buscar un poco de porno. Pero quería comenzar de manera más suave, asique continúe acariciando mi cuerpo un rato más.

Aún acostada, abrí bien mis piernas para que mi zona íntima quedé expuesta. Metí mis dedos en mi boca, los chupe bien y luego acaricie muy suavemente los labios externos de mi concha.

En ese momento pude notar mis fluidos que comenzaban a surgir, asique aproveché y continúe pasando mis dedos suavemente por los labios internos.

Mientras recorría una y otra vez mis labios vaginales, con la otra mano apretaba mis pechos y jugueteaba con mis pezones.

Mi excitación estaba más que aumentaba, ya no me era suficiente esa suavidad con la que había comenzado.

Recordé que tenía pepino en la heladera y fui rápido hacia la cocina a buscarlo, quería tenerlo cerca para cuando llegara el momento.

De pasada, tome aceite de bebé que tengo en el tocador y ya con eso a mano, retomé dónde había quedado.

Tire un poco de aceite sobre mis tetas y comencé a amasarlas y apretarlas. Pellizque mis pezones con fuerza y un grito ahogado se escapó de mi.

Volque un poco de aceite en mi vientre, pase mis manos sobre él para desparramarlo y lleve mis dedos hacia mi concha.

Pasaba mis dedos arriba y abajo con rapidez para tocarme toda. Tomé el pepino y lo coloque abajo mío, en mi culo, entre mis nalgas.

Sentir el pepino duro y gordo en mi zanja me hizo calentar aún más. Abrí las piernas lo más que pude y comencé a golpear mi concha. AHHH SI, ASI SI. Se sentía tan rico.

SI SI SI. Gritaba cada vez que me golpeaba. Me senté sobre el pepino y comencé a moverme, atrás y adelante. Sentir mi concha refregarse contra la textura del pepino me excito como nunca.

Seguí moviendome hasta que sentí como si mi cuerpo explotará del placer. Sentía mi concha contraerse y expulsar los fluidos.

Antes de recobrar el aliento, me senté en otra posición con las piernas bien abiertas y aproveché que el pepino estaba totalmente lubricado por mis flujos para meterlo.

OH POR DIOS, que bien se sintió eso. Lo metía y sacaba rápido y no podía parar de gemir.

Seguí con las piernas abiertas, pero me acosté y mientras metía y sacaba el pepino de mí, con mi otra mano tocaba muy fuerte y rápido mi clítoris. Estaba extasiada.

No paraba de gemir y gritar. Mi respiración estaba entrecortada. Sentía que iba a acabar otra vez en cualquier momento, pero a la vez no llegaba más. Y esa agonía me encendía muchísimo.

Estuve así varios minutos. Metiendo y sacando el pepino, golpeando mi clítoris con fuerza, también mis pezones. Todo lo que podía para darme más placer, lo hacía.

Finalmente mi cuerpo se entregó y sucumbió en un orgasmo fantástico. Un fuerte gemido salió de mi boca al mismo tiempo que todos mis jugos.

Me tomé unos segundos para recobrar el aliento. Quite el pepino de mí concha el inmediatamente lo metí en mi boca. Quería saborearme y también disfrutar de tener algo grande y tieso en mi boca. No es lo mismo que chupar una buena verga, lo sé, pero en ese momento era lo que tenía.

Me arrodille en el piso para imaginar que realmente le estaba comiendo la verga a alguien y le di una buena mamada al pepino.

Casi sin darme cuenta, separé un poco mis piernas y lleve una mano a mi pelvis. Comencé a tocarme otra vez y por supuesto estaba más que mojada.

Mi clítoris estaba más que hinchado asique me dedique nuevamente a tocarlo, apretarlo y darle placer como más me gusta mientras no paraba de chupar y lamer el pepino.

Se me dificultaba gemir y gritar con el pepino en la boca pero aún así, no dejaba de mamarlo.

En ese momento desee estar comiéndome una verga mientras que otro hombre me monte de atrás. Dios que rico sería, que rico se sentía masturbarme imaginando eso.

Era una fantasía que no había tenido hasta entonces. Me deje llevar por completo por esa fantasía que no se cuanto tiempo más me masturbe hasta que acabe por tercera vez.

Mi cuerpo sin dudas ya no me respondía luego de ese orgasmo, caí rendida en el piso mientras intentaba respirar normalmente.

Después de unos minutos, volví a la cama y por supuesto después de semejante paja, logré dormirme de inmediato.

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