Una buena maestra de escuela (4)
Decidí terminar temprano mis clases, para estar con la nena, con la que estuve en el baño, que me había dejado inquieta, y me excitaba la sola idea de estar con ella.
Una buena maestra de escuela (4)
Un día más de nuevas experiencias y las clases se hacían interesantes, frescas y excitantes:
Miércoles, día tres
La primera clase era la mía, clase de comunicación, esta vez la clase terminó 20 minutos antes que sumados a los 20 de descanso, era un gran descanso para los chicos. Me había quedado inquieta con la lección de masturbación en el baño. Le pedí a mi alumna, aquella del baño, que me ayude con unos documentos y salimos juntos del aula de clase.
Llegamos al dormitorio, pusimos los documentos en una pequeña mesa, donde casualmente había, sobre unas telas suaves, un objeto transparente, largo y curvo, con una punta redondeada, que ella conocía. En un instante lo tomé con mi mano, de su parte media, me lo llevé a la boca y chupe su puntita, al tiempo que le decía si quería ayudarme un poco. Una sonrisa iluminada en su rostro me dijo, que aún deseaba seguir ayudándome.
Me puse al medio de la cama, con la finalidad que se suba en ella y tenerla cerca de mí. Me quité la minifaldita y la tanguita, abriendo ligeramente las piernas. Ella estaba lejos de mí, casi a mis pies, con cuidado sumo en penetrarme con el juguetito. Decidí cambiar de posición y bajé de la cama, ella sentada al final de la cama y al medio y yo de pie frente a ella, con las piernas abiertas, ella vuelve a tomar el juguetito y me penetra, esta vez me entró rápido, sus dedos chocaban a mi coño cada vez que me penetraba, mis manos descansaban en sus hombros.
Al tenerla junto a mí, no pude evitar acariciar sus pechos por encima de sus ropas. Le pedí que se quitara sus ropas para hacerlo juntas, me despojé del resto de mi ropa y ella de las suyas, quedando desnudas las dos, en el cuarto y a puerta cerrada. Al tenerla así, me excité más, mientras recorría los muslos de sus piernas con mis manos metí uno de mis dedos a su coño para sentir el calorcito y suavidad que daría a mis dedos. Sentada en el mismo lugar, desnuda, la hice echarse en la cama con los ojos cerrados, las piernas ligeramente abiertas y yo sosteniendo el juguetito en mis manos.
De rodillas ante ella y cerca de su coño, mi lengua frotó su clítoris y luego los labios de su coño, luego mis labios mordieron suavemente la parte que rodeaba el clítoris y el clítoris mismo, dos de mis dedos empezaron a penetrarla. En segundos, mis labios y mi lengua jalaban su clítoris y mis dedos la penetraban con suma rapidez, que le arrancaron gemiditos de placer por el gusto que le estaba dando, quería darle su primer orgasmo. La puntita de mi lengua golpeaba su clítoris y un ir y venir de mis dedos en su coño, sus manos hacían puños en el cubrecama, su lengua lamía sus labios, sus piernas estaban firmes, su coño derramaba jugos.
Mis manos fueron hacia sus pechos para jalar sus pezones, y mi boca y mi lengua se adueñaron de su coño. Luego me levanté, pegué mi coño al de ella para frotarme en él, mi cuerpo unido al de ella, encima de ella, acariciando sus pechos. En ese momento, Oscar irrumpe en el cuarto y cierra la puerta tras él, su presencia no fue motivo para detenerme. La turbación de la nena era evidente, pero nuestra sonrisa en nuestros rostros la calmaron. De inmediato, las manos de Oscar fueron a mis nalgas que las acariciaba y apretaba a placer. Ante la mirada de la nena, se bajó el pantalón y su calzoncillo y una verga en todo su esplendor asomó.
Oscar con su verga recorría la raja de mi culo, sin meterla, subí poco a poco mi cuerpo hasta que mi coño quedara cerca del ombligo de la nena o más arriba y la verga de Oscar penetró el coño de la nena que no pudo ahogar un gemido de gusto. Me salí de encima de ella, me puse a su costado acariciando sus pechos y besando sus pezones mientras la verga de Oscar la seguía penetrando sin descanso. Luego de un rato Oscar sacó su verga del coño de la nena, me arrodillé y mi boca tomó su verga, dándole rápidas chupadas, sujetándola a mi mano, bebiendo su rica leche. Minutos después el descanso terminaba y las clases debían continuar.
Jueves, día cuatro.
La primera clase la daba siempre yo, la minifalda se había convertido en el uniforme de clase. Como pude terminé mi clase como diez minutos antes del término de las horas señaladas, dos para cada materia. Conversé con los dos chicos, con los que había disfrutado de un rico sexo y con la chica con la que Oscar y yo hicimos un delicioso trío. Cuando la clase de Oscar dio comienzo, sugerí a los chicos hacer una especie de cuadros resúmenes de las clases dadas con la finalidad de afianzar más los temas impartidos. Con este propósito elegí tres chicos, diferentes de los otros dos y dos chicas, una de las cuales era la deliciosa nena del día anterior.
Fuimos a la pequeña biblioteca, donde estaba ubicada una pizarra grande, que colocamos en el suelo. De inmediato tomé unas láminas y me arrodillé con el propósito de ubicarlas en dicha pizarra, la minifalda se me subió más de lo normal, y como llevaba una tanguita donde un pequeño hilo cubría mi raja, mis nalgas quedaron casi al descubierto. Luego me levanté y limpié el polvo de mis piernas, en el movimiento de mis manos de arriba hacia abajo, levantaba mi minifaldita pudiéndose verme la parte de la tanguita que cubría mi coño. Las miradas de los chicos se fueron directamente a mi coño. Con una sonrisa les pregunté: “qué es lo que quieren ver chicos, esto”, terminando las palabras me levanté la minifaldita unos segundos, ante la complacencia de los chicos.
Me acerqué a uno de los chicos, le abrí su pantalón, saqué su verga, que estaba dura y bien parada: lo empecé a masturbar despacio, ante la mirada de los demás. Llamé a uno de los chicos y le dije que se ponga detrás de mí, con mi mano libre tomé su mano y la puse en mis nalgas. Uno me tocaba el coño y el otro las nalgas, como tenía mis manos libre, me quité la blusa, mi sujetador, mi minifaldita y con la ayuda de ellos la tanguita. Los dos chicos, luego, quedaron totalmente desnudos en un segundo. Unos pequeños cojines de algodón sirvieron de cama, el primer chico se echó en ella y yo encima de él metiéndome su verga, el otro tratando de penetrarme el culo, para ellos no había preámbulos, ni excitación previa. La nena, que era mi cómplice, acarició el bulto del otro chico, quien no tardó en acariciar el cuerpo de ella, excitado por la escena que le estábamos dando.
Veía como la nena, estaba contra la pared y delante de ella el chico, que doblaba ligeramente sus piernas con su verga en su mano, tratando de meterla en el coño de ella. Levanté un poco mi cuerpo hacia arriba y el chico que estaba debajo de mí, se salió, disfrutando ahora de un delicioso sexo anal. El chico, se dirigió hacia la chica que nos miraba con excitación y mientras la acariciaba, la desvestía. Cuando la despojó de su blusa y del sostén que cubrían sus pechos, no pudo evitar besarlos, lamerlos, mojar con la punta de su lengua sus pezones. Terminando la chica contra la pared, y él junto a ella penetrándola rápidamente.
El chico que estaba conmigo, me llenó el culo con su rica leche, los otros chicos llenaron de leche las piernas de las chicas que tenían. Me acerqué a la chica con la que no había estado, puse la palma de mi mano en su coño y se lo froté de arriba hacia abajo, como tenía su coño sensible empezó a disfrutar de mis caricias. Luego uno de mis dedos la penetró, mi dedo dentro de su coño se movía hacia los lados. Al sentir que la chica gemía y abría la boca, pegué mis labios a los de ella y nos dimos un gran beso. Luego me arrodillé y mi lengua le lamía el coño, mis manos acariciaban sus nalgas, la puse luego de espaldas a mí, con sus manos pegadas a la pared, las piernas abiertas, el culo levantado porque el cuerpo estaba ligeramente inclinado. Mi cara a la altura de sus nalgas, mi lengua empezó a hurgar en su ano, un dedo de mi mano izquierda penetraba su coño, la sacar mi lengua de su humedecido ano, un dedo de mi mano derecha le penetró el culo. El cuerpo de la chica empezó a ponerse rígido y ya no era capaz de apoyar su cuerpo en sus manos contra la pared. Me puse contra la pared, con mi espalda a la pared, tomé a la chica de las manos, la acerqué a mí, nos abrazamos y nos besamos con nuestros cuerpos tocándose uno al otro.
Y las láminas y resúmenes de clases, quedarían para el día siguiente, si tenemos tiempo, para ello.