Una buena maestra de escuela (2)
Y se dio el primer día de clases, mis provocaciones para con los chicos no se hicieron de esperar, los tenía siempre pendientes de mí, creo que las clases prometían mucho...
Una buena maestra de escuela (2)
Y llegaron las ansiadas vacaciones de medio año y, las clases programadas dieron su comienzo, se inscribieron 11 estudiantes, 6 chicos y 5 chicas, más de lo esperado. De sólo imaginar la calentura subió rápidamente a mi cuerpo, 14 días de excitantes clases. ¡Cuántas insinuaciones, cuántas provocaciones!, tantas coqueterías, inicio de nuevos placeres.
De aquellos 14 días, haríamos las clases de lunes a viernes, así que esto nos dejaba con sólo 10 días hábiles, durante la mañana.
Lunes, día uno
Llegué muy temprano por la mañana alrededor de las 7:30, vestida formalmente como toda una buena maestra de escuela, cargando unos libros y un pequeño maletín para mis cosas personales. Oscar y yo recibíamos a los chicos y chicas con sus respectivos padres en algunos de ellos, tratándolos de la forma más educada posible. Mientras los alumnos se disponían a ocupar sus respectivos lugares, me fui a poner más cómoda de ropas, me puse una minifalda holgada y una blusa algo escotada que se me veía una pequeña parte de mis pechos por su parte superior. Más de un chico lanzó una mirada disimulada ante las sonrisas de las chicas. Decidimos que antes de empezar las clases haríamos una evaluación para saber el rendimiento con el cual llegaban y unas preguntas de rigor, casi como una entrevista. Dado el tiempo esto nos tomaría de 20 a 22 minutos por estudiante. Oscar juzgó a los más inquietos para ser los primeros. Salieron los chicos del ambiente de clase hacia la salita contigua, entrando de uno en uno. Y entró el primer chico, se sentó en un lugar cerca de mí, estaba frente a él sentada sobre una silla junto a una mesa pequeña, un examen corto le di en sus manos que no tardó ni 5 minutos en terminar. Junté la mesa cerca de la pared y acerqué la silla a la mesa, pedí un poco su ayuda, ya que estaba cerca de mí, le dije que debía subir a la mesa y alcanzar un objeto que estaba a tal altura, que me ayudara a sostener la mesa mientras subía por ella. Me subí primero en la silla y luego de allí a la mesa, él sostenía la mesa y como me encontraba sobre ella con la minifalda se me veía parte de las nalgas que no cubría el calzoncito que vestía, es decir, casi no cubría mucho, lo miré para que me alcanzara algún adorno o algo así, la idea era pillarlo viéndome mientras estaba de pei en la mesa y no me equivoqué, sólo atiné a sonreír diciéndole que sostuviera firme la mesa. Estuve como dos minutos dándole una visión de mis nalgas vistas por él desde abajo, cuando me di vuelta para empezar a bajar de la mesa, abrí algo las piernas para bajar una primero sobre la silla y pudo verme ligeramente la parte de mi calzón que cubría el coño, sin duda que una leve turbación asomó a su rostro, esta provocación encendían mi cuerpo, que era lo que más disfrutaba. Luego de estar cómodamente sentada, y él cerca de mí, le sonreí pícaramente y le dije que era un chico muy travieso por haberle mirado el culo a su profesora, a lo que él también sonrió como aceptando el hecho dado que también yo sonreía. Convinimos que este pequeño suceso quedaría entre nosotros para no comprometer a los demás, expresando pícaramente: “se nota que me miraste mucho que hasta memorizaste la forma y el color de mi calzoncito, menos mal que no sabes qué color es mi sujetador si no ya no tendría nada que ocultar”. Como estaba de buen ánimo, se apresuró en decir: “con esa blusa pequeña puede verse bien, es color blanco”.
El examen siguió su curso, para ver cómo iba, me acerqué a él, por detrás, pegué mis pechos a su espalda y me recargué un poco mientras le hablaba sobre las preguntas de dicho examen. La silla que estaba frente a él estaba algo lejos de la mesa y me fui a sentar allí, a pierna cruzada y provocativamente. Cuando hubo terminado se acercó a entregarme el examen, lo recibí y enseguida descrucé las piernas, le dije que se sentara al frente mientras revisaba. Al hacerlo junté mis piernas, las entreabría y cerraba, jugando con ellas, con una mano sostenía la hoja del examen y con la otra acariciaba mi muslo, hasta meter tímidamente mi mano dentro de mi minifaldita, tenía toda su atención puesta en mí. Aprovechando el momento entreabría las piernas y metía mi mano frotando dos dedos a mi coño por encima de mi calzoncito, tenía el coño húmedo y pegado a mi calzón, disimuladamente lo miraba y tenía su atención puesta en mi coño.
Al devolverle su examen con las respuestas corregidas, levantándonos ambos de nuestros respectivos lugares pude notar que un bulto sobresalía de su pantalón que no tuvo tiempo de ocultar. Dejé que viera mi mirada deslizar hacia su verguita y después mirarlo a él moviéndole los ojos coquetamente. Con toda mi mano, tomé el bulto que sobresalía de su pantalón y se lo apreté un poco. Esto lo animó a que deslizara su mano debajo de mi minifaldita sobre la parte del calzón que cubría mi coño, lo sintió mojadito. Solo atiné a decirle: “no comentes nada de esto amor, nos vemos mañana en clase”. Un movimiento de cabeza de arriba hacia abajo me hizo confirmar que decía que sí.
Todos los chicos y chicas pasaron por el mismo examen. En el caso de las chicas me sugirieron que vista una faldita más larga porque cuando me subí en la mesa se me vio gran parte del calzón y mis nalgas. Cuando bajé de la mesa les dije que me quedaba algo ajustado mi calzoncito, me levanté la minifaldita y les mostré todo mi calzoncito pidiéndoles su opinión, cada una a su tiempo me dijeron que me quedaba muy bien. Con las nenas era demasiado cariñosa, las acariciaba mucho, las mimaba, les decía lo hermosas que eran, que seguramente debían tener muchos novios y hasta qué punto llegaron con ellos, muchas se limitaron a decir que sólo besitos y abracitos, sabía que mentían, pero era el primer día. Al salir les daba un pequeño azote en sus nalgas, ya que todas vestían de pantalón, pidiendo mantener nuestra plática en privado.
Las clases se estaban poniendo interesantes, sin duda los alumnos prometían mucho, a juzgar por el primer examen.