Una bonita sorpresa
Una pequeña sesión en una tarde de viernes, entre azotes, velas y cadenas.
Una Bonita Sorpresa
Es viernes y estoy volviendo a casa en el metro y recuerdo que hace ya unos dos meses que estamos habitando la casa nueva. Tanto Mi esclava como Yo estamos encantados con ella; sus vigas y columnas de madera tratada y los colores y formas en los que hemos dejado las paredes la dan un aspecto "demodé" de principios del siglo XX que es cuando realmente fue construida.
Todavía recuerdo la decoración que nos había dejado el hombre que la habitaba antes que nosotros; recordaba los sueños de un adicto al LSD en el momento álgido de su toma. Pero no solo por la existencia de colores chillones y agresivos de los que hacen salir huyendo pues te da la sensación de hallarte en el interior del sueño de una persona enloquecida. Si no también por haber dejado los gruesos tubos de 32 que recorrían las paredes llenándolas de costurones negros
Pero es que la casa tenía muchas otras características. El canapé de una cama, estaba montado a base de una serie de cajones que él mismo había construido (uno de los cuales se había convertido en el lugar adecuado para guardar nuestra colección de juguetes). Además, en su "sentido de la decoración", había tenido colgadas una serie de baldas con cadenas desde las paredes y una especie de columpio en el medio del salón.
Lo cierto es que recordaba esas cadenas con una cierta nostalgia; siempre he sido un enamorado de las cadenas; el efecto y el contraste de las mismas sobre el color y la temperatura de la piel desnuda de una persona sumisa es algo que siempre Me ha llenado. Ese contraste del color del metal y de la frialdad de la piel no sé Me llena y Me hace sentirme realmente poseedor de esa persona. Vamos que despierta Mis sentidos de Dominante.
Desconozco lo que han sido de esas cadenas y pienso en preguntárselo a Mi dulce esclava en cuanto Me la tope a la salida del Metro. Con esa idea en la cabeza enfilo la salida y allí la veo, pequeñita y vestida como dicen que no debe vestir una mujer de su edad, alegre y sexy con su falda, sus medias y sus botas de tacón, con el perrillo jugueteando a sus pies. Como siempre, Me digo la suerte que tengo al poseerla; para Mi su forma de vestir y andar, su manera de ser, su alegría de vivir son el complemento ideal de Mi mismo ser. Llego hasta su lado, donde Me espera con una sonrisa de oreja a oreja y la digo:
¡Hola, Mi linda niña! ¿Qué tal te ha ido el día de hoy?
Nuestra conversación versa sobre lo que hemos hecho durante el día; vamos hablando alegres y abrazados por la calle, formando una extraña pareja; ella chiquitaja, mayor que Yo vestida como visten las chavalas de 20 años y Yo vestido como una persona formal con pantalón de vestir y chamarra y avanzando abrazados y sonrientes por la calle mientras nuestro perrillo viene correteando a nuestros pies.
En esas estamos cuando Yo traslado la pregunta que Me viene a la cabeza a Mi dulce niña:
Mi cielo ¿qué hicimos con la cantidad de cadena que había en casa?? Es que no recuerdo donde la guardamos; y ya sabes como Me gusta usarla.
Pues mi Amo, la verdad es que no sé que se hizo con ella. Algo se hizo con ella pero ...- contesta ella con una medio sonrisa en su boca.- de todas formas ¿no quedó Ud. en guardarla?
¿Yo?? Pues la verdad si quedé en ello no lo hice. Y no tengo ni idea de lo que pasó con ella.
Pues en ese caso, mi Señor, me temo que nos hemos quedado sin ella. Ya sabe como es Su esclava cosa que molesta cosa que va a la basura.
Es cierto, así es Mi dulce niña; no soporta tener nada por el medio.
Bueno pues que le vamos a hacer pero la verdad es que calculo que por trozos habría unos 15 m de cadena y ha sido una pena que no los conserváramos.- La situación Me da rabia pero lo cierto es que si Yo quedé en guardarla, y no lo he hecho, no Me queda otra que fastidiarme.
Llagamos a casa; como en un ballet perfectamente ensayado, ella descalza Mis pies y les pone las zapatillas; saca la comida a la mesa ya preparada; Me sirve, comemos y hacemos sobremesa. Después, y mientras ella recoge las cosas y friega, Yo miro unos asuntos de trabajo y placer en el ordenador y, al finalizar, Me siento en el sofá; poco a poco Me voy quedando amodorrado en el sofá de la sala. Ella llega y Me tapa con una manta, para que no coja frío, y Yo se lo agradezco con una sonrisa.
Despierto de la siesta como media hora después (casi nunca duermo más que ese tiempo) y Mi sorpresa es que veo la puerta de nuestra habitación cerrada y la oigo a ella trasteando en la habitación. Realmente no representa una gran sorpresa pues ella sabe que Me gusta verla vestida con los corsés que tiene y con su collar de perrita y las muñequeras y tobilleras dándome placer.
Me estiro en el sofá, Me restriego los ojos y retiro la manta que Me cubre; pongo Mis pies en el suelo y Me levanto.
Mi niña, ¿qué Me andas?.- La pregunto sin haber acabado de levantarme ni de calzarme las zapatillas.
mi Señor, por favor espere, no entre todavía.- Yo creo que ella sabe perfectamente que no hay frase que más despierte Mi curiosidad; así que Me voy levantando cuando su cabecita asoma por la puerta y Me reitera.- por favor, mi Señor espere un poquillo, ya se que está impaciente Le aseguro que Le va a merecer la pena.
Esto Me lo dice con una sonrisa pícara y tierna que refleja su decisión de agradarme y sorprenderme. Siento que ella está disfrutando en su sumisión y en su deseo de hacerme feliz.
Vale Mi pequeña niña; tienes de tiempo hasta que vuelva del baño que Me estoy haciendo pis. Cuando vuelva abriré la puerta de la habitación y veremos lo que Me tienes preparado.- la contesto con una sonrisa en Mi cara, mientras siento que las ganas de orinar son cada vez mayores y que sería una tontería estropearla la sorpresa para no poder disfrutar de lo que sea por tenerme que ir al baño.
Voy al baño despacio y sin darme prisa a pesar de que los nervios y la impaciencia corroen Mis sentidos; orino y Me lavo; Me miro en el espejo y Me peino después de lavarme las manos y ponerme presentable pues Yo sé que el que Yo tenga una presencia agradable es importante tanto para ella como para Mí.
No ha pasado, así y todo, demasiado tiempo cuando vuelvo al salón y enfilo la puerta de nuestra habitación. Sin embargo, ya no se oyen ruidos dentro de ella y con paso decidido Me dirijo a la puerta. La abro de un tirón y la veo a ella subida de rodillas encima de la cama con la cabeza entre sus brazos y el culete embocado a la puerta. Sobre su cuerpo, contemplo un corset negro, medias, tanga y sandalias, además de las tobilleras y muñequeras de charol.
A su lado una serie de cadenas largas y extendidas enmarcan el cuerpo de Mi esclava. Están extendidas sobre la cama y hacen que su presencia sea aún más hermosa a Mi entender. Con una sonrisa entiendo que ella guardó las cadenas cuando vio que Yo no lo había hecho y que ha estado esperando el momento adecuado para presentármelas y que Yo juegue con ellas y con su cuerpecito ofrecido.
No Me enfado por su actitud, todo lo contrario, entiendo que dentro de sus posibilidades Me proporciona una pequeña muestra de su valía, al mismo tiempo que recrimina Mi mal hacer de forma implícita sin expresarlo de forma expresa.
Sin decir palabra, Me acerco a ella y acaricio suavemente sus nalgas desnudas con Mi mano derecha; cuando menos se lo espera Mi mano izquierda baja rápidamente y se estrella con violencia contra su nalga derecha.
Oucch!!!.- gime ella más por la sorpresa que por la violencia del golpe.
Reacciona metiendo aún más su cabeza entre los brazos y elevando su precioso trasero para que Yo lo adorne con ritmo y placer.
No Me hago de rogar y, utilizando las palmas de ambas manos, hago que su culete vaya tomando esa coloración que tanto Me agrada; ese color que pasa de las tonalidades sonrosadas a las rojas embelleciendo las nalgas y dando otra apariencia a la postura que Me ofrece. Así, y como quien no quiere la cosa, caen más de 50 azotes sobre el precioso trasero ofrecido.
Gracias, mi Señor.- dice Mi esclava con voz queda; es su primera muestra de flaqueza, de simple queja. Hago como que Me compadezco de su dolor y, con ternura, mientras voy acariciándola ambos glúteos y pasándo Mi dedo índice por su rajita ya mojada, lo que demuestra su excitación y entrega, con suavidad, la digo:
Tranquila Mi niña; ya sabes que tu Señor tomará las medidas necesarias para que Mi disfrute sea máximo.- sonrío sabiendo que ella no sabe lo que estoy realmente insinuando.
Su respuesta Me indica que es así, cada alejamiento de Mi mano hace que se ponga tensa y cada caricia íntima consigue que se relaje y se sienta más cercana y excitada. Sin embargo, la inquietud que está sufriendo por no saber lo que va a pasar llenan su espíritu y su cuerpo lo refleja a las mil maravillas.
De hecho su culo sigue tenso y su postura pendiente de lo que pueda pasar. Mis caricias siguen; incluso Me estiro y tomo un bote con un poco de crema hidratante y se la empiezo a extender por el caliente trasero; ella se empieza a relajar.
Cuando menos se lo espera, Mis manos dejan de acariciar para pasar a una rápida y sonora zurra; siguen cayendo las mismas palmadas de antes pero con su intensidad aumentada. La conozco y sé que su gesto se ha endurecido mientras se concentra en disfrutar de la nueva azotaina que está recibiendo.
Según la aplico, Mi alma se va sintiendo cada vez mejor; noto su entrega, su dedicación, su sumisión, en definitiva; y Yo reacciono con la contundencia necesaria que Me requiere Mi espíritu Dominante. No detengo Mis manos a pesar de ir notando que ella apenas puede más porque quiero llevarla a su límite de hoy; quiero que sea ella la que Me indique que ya no puede más.
La conozco y sé que lo hará.
No llevo la cuenta pero no ha llegado a otras 50 palmadas cuando la oigo decir:
mi Señor, basta por favor.- su voz presenta un cierto quiebro, en el que detecto que su umbral placer-dolor ha sido alcanzado y casi rebasado; la coloración de su trasero es intensa y profunda.
Mi mano se detiene en el aire. Con firmeza aplica una docena de palmadas más que resuenan en la habitación acompasadas con sus pequeños quejidos.
Su culo rojo sigue ofrecido y su postura no ha variado un ápice. Yo Me detengo ya he conseguido lo primero que pretendía. ella ha intentado marcarme lo que debo hacer y Yo he tomado Mi decisión; ella ha propuesto cadenas; Yo he escogido azotaina y eso nadie lo puede cambiar pues es Mi deber y Mi necesidad el tomar las decisiones adecuadas.
Con suavidad el dedo corazón de Mi mano izquierda recorre la raja de su coño y lo encuentra húmedo, muy húmedo; sé que el simple hecho de inclinar su voluntad ante la Mía hace que se sienta viva, libre y excitada. Mi dedo recorre de forma continuada la raja excitando a Mi perrita linda; ella gime de placer pero sabe que no debe pedir permiso para correrse; en estas situaciones soy muy proclive a no darlo y ella es consciente de ello por lo que hace todos los esfuerzos para llevar su control hasta el límite.
Su excitación sube y su temperatura se incrementa y, sin embargo, mantiene la postura, perfecta en su entrega demostrándome su entrega y su voluntad de servirme, sabe que Mi placer será mayor en el caso de que ella se mantenga y ella está decidida a proporcionarme el máximo de lo posible.
Yo también estoy excitado y mucho; es la excitación que Me produce el realizar Mi voluntad por encima de la que otras personas desean imponerme. Mi excitación es mucho más mental y psicológica que física y sexual, aunque se refleje en esta última con una considerable erección como siempre que ejerzo de forma explícita Mi Dominio.
De hecho, no siento ninguna necesidad de penetrar o tomar a Mi esclava. Con voz queda y una caricia en su cabeza humillada, la pregunto:
¿Qué tal estás, Mi niña? ¿Cuál es tu motivo de queja? ¿Acaso tu Amo no tiene el poder de calentar tu culo y tu cuerpo como, cuando y donde le apetezca?
Estoy muy bien, mi Señor. No hay más motivo de queja que mi debilidad pero si es Su deseo que mi culo esté caliente y ardiente y mi cuerpo excitado y pendiente; no se preocupe por mi dolor ni mi excitación, siga hasta que tome el color y la temperatura que Ud. desee.- como siempre su contestación, entregada y sumisa, es el complemento perfecto a Mi ser.- Siga Ud., por favor, pues es Suyo tanto mi cuerpo, como mi alma y mi voluntad.
Ante semejante respuesta sólo puedo acariciar más intensamente su culete y, levantando su cabeza, besarla con la intensidad y la pasión que su sumisión despierta en Mí, metiendo Mi lengua en su boca para poseerla mientras ella la enlaza con la Mía en su interior.
Y dime, Mi niña, ¿de donde han salido estas cadenas?.- pregunto mientras sigo acariciando la cabeza de Mi perrita.- ¿acaso las has ocultado de tu Amo por algún motivo?
No, mi Dueño.- contesta ella.- solo las guardé porque Ud. no debió sacar tiempo para hacerlo.- continúa incluyendo un pequeño y sutil reproche en su disertación.- y sabe que no me gusta que las cosas se encuentren por el medio.
" Ya está llamándome desordenado ".- pienso antes de seguir contestándola. Respiro profundamente y la contesto- ¿Acaso debería preocuparme Yo por el hecho de que tú lo tengas que recoger????.- Mi voz es dura mientras Mi dedo corazón realiza el recorrido por su raja a una velocidad incrementada.- ¿No estás tu para eso???; ¿para servirme y complacerme???
Sí, mi Señor.- contesta mientras se muerde los labios para evitar un jadeo de placer; sabe que si Yo no la doy permiso no debe ni exhalarlo.
Entonces ¿debo llegar a la conclusión que no sólo Me las habías ocultado sino que no Me has querido decir antes donde estaban?.- hago trampa en Mi pregunta; ella sabe que tiene la posibilidad de sorprenderme y que solo Me debe contestar a una pregunta del tipo que Yo he efectuado al encontrarnos si Yo insisto en ella con seriedad pues en ese caso es algo que Me preocupa.
No, mi Amo; no se las he escondido ni he evitado decirle donde estaban. Es cierto que no recordaba bien donde las había puesto.- contesta con una media sonrisa en sus labios, sabiendo que su entrega y su sometimiento han sido rayanos a la perfección.- y cuando Ud. se ha quedado dormido en la siesta las he buscado y preparado para que decida como y de que manera logrará que Su placer, bien usándolas, bien usando a Su esclava, bien usando lo que a Ud. le apetezca.
Esta bien, Mi niña.- la respondo apartando Mi dedo de su raja.- las voy a usar en ti y ahora mismo.
Dicho y hecho; cogiendo un tramo de un metro de cadena enlazo sus manos entre sí fuertemente; las uno con un mosquetón y la hago girar por el medio de la unión y, desde ahí, la enlazo al cabezal de la cama usando para ello otro mosquetón; a continuación ligo sus piernas una a la otra desde la cintura a los pies dejándola totalmente inmovilizada.
Rodeo sus pies y piernas con otro tramo de cadena dejando dos partes que sobresalen a la altura de los tobillos y que sirven de unión entre los pies y las patas de la cama haciendo que Mi linda niña esté estirada e inmovilizada.
Aprovecho lo prieta que se encuentro y hago que Mi dedo recorra su raja con más intensidad de la anterior; lo saco muy mojado y de lo acerco a los labios. Lo chupa, limpiándolo y Me sonríe con alegría y devoción.
Sin prisa pero sin pausa voy a por Mi cámara de fotos, una paleta de cuero rígido, una vela y la barra separadora.
Saco 6 fotos de su cuerpo estirado y ofrecido a Mí y enciendo la vela.
Luego empuño la paleta y voy recorriendo con ella sus nalgas y su espalda alterando la intensidad de los golpes hasta que las nalgas vuelven a tomar el intenso color rojizo que tenían y la espalda toma una coloración rojo suave.
Acaricio su cabeza y ella Me responde con una intensa sonrisa que curva sus labios y demuestra que es feliz en su sometimiento. Es evidente la paz y la felicidad que está sintiendo en este momento.
Mientras Mi mano derecha revuelve su pelo, demostrándola Mi alegría por su entrega, tomo la vela encendida con la izquierda y un río de roja cera recorre su espalda desde los omóplatos hasta las nalgas en una línea de difícil continuidad; ella se estremece con el contacto exhalando un pequeño suspiro.
Paro y saco otras 5 fotos de la escena actual.
Suelto sus pies de las patas de la cama y desligo las piernas; noto la sorpresa de Mi niña en la reacción de su cuerpo pero se calma nuevamente ante una breve orden (¡quieta!); tomo el separador y abro sus piernas uniéndolas a él bien abiertas. Desde el centro del separador saco una cadena que uno a una hembrilla colocada, en principio, para servir de soporte a una lámpara pero que ha quedado ahí para otras utilidades, como es la de colgar los pies de Mi linda esclava.
La escena Me llena; veo a Mi esclava ofrecida y entregada; totalmente inmóvil pues sus manos están unidas por las cadenas al cabezal de la cama y sus piernas dobladas y suspendidas del techo mientras tengo la vista de toda su intimidad expuesta.
Creo que Mi cara refleja toda Mi felicidad y Mi sentimiento de estar lleno, pues ella, al notar que Yo Me he quedado parado, vuelve su cabeza hacia Mí y Me lanza una sonrisa deslumbrante y llena de ternura y complicidad. Sé, siento que ambos estamos disfrutando de lo que sucede.
Acerco Mis dedos nuevamente al coño ofrecido y se llenan de los fluidos de Mi pequeña niña. La masturbo con intensidad y ella suspira y se revuelve en lo que puede, todo lo que le dejan sus ataduras mientras Mis dedos la recorren tanto por dentro como por fuera. Me mira suplicante, insinuando la petición del pertinente permiso, pero Mi cara se pone seria y ella se reprime hundiendo su cabeza en la almohada.
Paro bruscamente y levanto la cabeza de Mi esclava con la mano derecha mientras los dedos húmedos se introducen en su boca. Sé que no la gusta pero su sumisión es tan intensa que Me los limpia y los chupa como si la fuera la vida en ello. Al finalizar la limpieza, la dejo descansar y apoyo su cabeza en la almohada.
Vuelvo a tomar Mi cámara y saco otra serie de fotos de la escena.
Tomo de nuevo la vela y con mucho cuidado voy derramando cera roja derretida en las nalgas indefensas hasta que formo Mi marca en ellas. Ella se estremece e intenta permanecer quieta; sin embargo, no cejo en Mi empeño y al acabar el símbolo de la TX adorna ambas nalgas.
Otras fotos inmortalizan el momento.
A continuación suelto las manos del cabezal y se las hago poner a la espalda; las enlazo entre sí con la cadena que saco del cabezal haciendo una especie de esposas y, tomando el tramo que pasa por su centro, enlazo estas últimas con la hembrilla del techo.
La postura tensa e incomoda pero que refleja a la perfección su disposición hacia Mi es algo especial y de una belleza plástica que, para Mi, no tiene parangón. Su cuerpo tenso y abierto a Mi disposición; los regueros de cera que adornan su espalda y nalgas y la tonalidad que adorna estas últimas reflejan perfectamente que es Mía y que su cuerpo Me pertenece; eso por supuesto, por no hablar de las marcas que, de forma destacada, definen quién es su Dueño y Señor.
Evidentemente inmortalizo la escena con Mi cámara.
A continuación, apago la vela Me dirijo a la cabecera de la cama y acaricio y beso la cabeza y la cara de Mi esclava. Tomo sus tetas con Mis manos y pellizco con suavidad sus pezones. Su estremecimiento Me indica lo que está gozando y como está de entregada a Mí; como siente que Mis manos demuestran Mi poder sobre ella.
Vuelvo a acariciarla y la miro intensamente; ella devuelve Mi mirada y una ola de empatía recorre nuestros cuerpos y mentes. Una sonrisa aparece en la cara de ambos, la complicidad es total y sus sentimientos de sumisión son el complemento perfecto para los Míos de Dominación. La beso, con intensidad y con ternura y ella Me devuelve el beso con pasión y con voluntad.
Me relajo y Me alejo ligeramente de su cara mirándola con ternura y placidez.
En este momento de bajada de adrenalina, noto que Mi estómago ruge y ella suelta una carcajada:
¡¡¡Jajajaja!!!.- resuena alegre en la habitación.- ¿qué pasa, mi Señor??? ¿tiene Ud. hambre???
Pues la verdad perrita Mía; sí que parece que la tenga pero es que no sé ni la hora que es.- contesto mirándola en el reloj de la mesilla.- ¡Vaya!! Si son casi ya las 9 y cuarto de la noche.
La respuesta de Mi niña es una sonrisa alegre e intensa.
Es que a tu lado y jugando contigo las horas se Me pasan como por ensalmo.- remacho Yo.
Pues, mi Señor lo mejor será que me desate porque si no no sé como vamos a poder complacer a Su estómago porque Ud. en la cocina
Meneando la cabeza y con una sonrisa en Mi cara (su apelación a lo mal que cocino sin ser, en Mi opinión, cierto es casi permanente) la empiezo a desatar empezando por soltar sus manos y sus pies del techo de la habitación.
Luego desato sus manos sujetas entre sí y ella se da la vuelta; entre ambos, acabamos de soltar sus pies.
Sin embargo, y después de eliminar cualquier rastro de cera de su espalda y nalgas pero antes de que se incorpore totalmente de la cama, tomo la crema hidratante y un masaje lento y concienzudo acaba de desentumecer los músculos de Mi niña que, agradecida, besa Mi mano.