Una bien hecha
Pequeño relato de una gran mamada
Ya esperaba su visita, así que cuando el abrió la puerta se encontró con su cuerpo desnudo ante sus ojos, casi sin darle tiempo a cerrar la puerta le empujo contra la pared, le beso sin decir nada cogiéndole por detrás de la cabeza con una mano y con la otra agarrando la redondez de su culo contra él. El frio que traía de calle pronto se fundió con el calor de sus cuerpos, ella le empujo contra la cama con prisa, le quito la ropa y empezó a morderle la oreja, fue bajando por el cuello y más allá del obligo en un camino creado por su lengua hasta encontrarse con su poya totalmente dura, se metió la punta entre sus labios humedecidos y mientras movía la mano arriba y abajo por toda su extensión con la lengua empezó a trazar por la parte más sensible pequeños círculos, tenía los ojos cerrados para poder disfrutarle, los gemidos marcaron el cambio de marcha y empezó a introducirse hasta el fondo de su boca toda la erección, la sacaba y la metía todo lo que podía y en el camino rozaba con sus labios y su lengua en un movimiento rápido y fluido, volviendo a cambiar el ritmo todavía más rápido chupada y lamia la punta, restregándola por sus labios mientras movía sus pequeñas manos arriba y abajo sin parar, haciendo que el placer fuese casi irresistible, finalmente con solo el movimiento de su boca y su poya entrando y saliendo de ella un espasmo le aviso que ya acababa y sacándola apenas lo suficiente dejo que todo el líquido caliente le salpicara por su lengua su boca y parte de su cara.