Una ayuda...
Mi compañero de piso necesita ayuda para acabar.
Había sido un día largo de trabajo, primer día de trabajo y ya estaba cansado de presentarme, la frase "Hola, me llamo Samuel, soy de recursos humanos" resonaba en mi cabeza una y otra vez.
Entré a mi departamento que compartía con tres personas más, y fui directo a la cocina, agarré las sobras de la cena que tuvieron ellos y me senté en la barra desayunadora. El departamento estaba muy silencioso lo cual me pareció raro, siempre había música de fondo o voces, pero luego recordé que eran la una de la madrugada en pleno día de semana.
Termine de comer y deje las cosas para lavar.
El departamento no era grande, tenía la cocina/comedor y dos habitaciones con cada una su baño privado. Estaba yendo para el cuarto que compartía con una de las personas que vivía conmigo y algo me hizo pararme en seco en mi lugar. En la segunda habitación era de Mateo y Delfina, era lo suficientemente grande por lo que podían tener dos camas y suficiente lugar para sus cosas, y ellos antes de convertirse en compañeros de amigos eran compañeros de la facultad, gracias a mi los dos se conocieron y gracias a Mateo compartimos el departamento. Pero lo que me sorprendió fue escuchar gemidos de esa habitación, sabían que se llevaban bien, pero Delfina me había dicho en varias ocasiones que no se sentía atraída por Mateo y era poco probable que tuvieran un problema sexual. Pero los ruidos que estaba escuchando era claro que estaban teniendo sexo, mi cabeza se imagino a Mateo desnudo dandole por atras y se me puso dura.
—Mierda —insulte por lo bajo cuando vi el bulto en mi pantalón.
Necesitaba calmarme. Si, era gay, Mateo era heterosexual, pero eso no significaba que no podia ponerme duro un heterosexual. Caminé hasta el cuarto que compartía con Adam y abrí la puerta. Él estaba durmiendo, y era mejor así, podía ser muy vergonzoso que me vea el bulto y tener que explicarle o esquivar el tema. Me cambié de ropa rápidamente para dormir y me acordé, pero de mi cabeza no se iba la imagen que me había imaginado de Mateo. La tenía tan dura que me dolía. Miré a Adam, como nuestro cuarto era chico teníamos que compartir la cama de dos plazas y como nos conocíamos desde hacía años, no había ningún problema. Además él era disexual, es decir, que solo podía tener deseo sexual por una persona que tenga un vínculo amoroso. Me puse de espaldas a Adam y deseé que ese día estuviera tan cansado que no se diera cuenta del movimiento.
Empecé a pajearme, pero a medida que pasaba el tiempo y notaba que el orgasmo no llegaba me ponía más nervioso y desesperado. Aumente el ritmo de la paja al máximo, pero no podía acabar, necesitaba algo más.
De repente, sentí a Adam moviéndose en la cama y su cuerpo pegándose al mio. Me quedé immovil, sin saber qué hacer.
—¿Te doy una mano? —me preguntó al oído.
Su voz dormida, su cuerpo pegado al mío y su mano apoyada en mi cintura me dejaron sin hablar. Quería decirle que si, estaba tan caliente que no me importaba que mi amigo de toda la vida me hiciera una paja. Él al notar que no me negué cuando su mano bajó por mi estómago, siguió avanzando.
—¿Qué viste qué te pusiste tan caliente como para pajearte en la cama? —me preguntó mientras su manos acariciaba suavemente mi verga.
Me estaba matando que no aumentará el ritmo, él quería que le respondiera antes de avanzar, por lo que le respondí.
—Escuche gemidos en el pasillo.
Él aumentó el ritmo y me mordisqueó el lóbulo de la oreja. Solté un gemido y Adam aumentó de nuevo el ritmo, al tiempo que apoyaba su verga dura en mi culo.
—¿Te la puedo meter? —me preguntó sin vueltas—. Necesito follarte.
—Si
Queria decirle que no, que seguro mañana se iba a arrepentir, él era bisexual, pero eramos amigos.
—Sacate el boxer —me pidió apartándose para desvestirse.
Me saqué el boxer rápidamente quedando desnudo para Adam, me puse de espaldas a él. Estaba bien que me quisiera hacer el culo, pero no me veía capaz de mirarlo a la cara mientras lo hiciera. Adam no se quejó por quedarme de espaldas, me agarró de la cintura, pasó sus manos por mi culo y sentí su verga caliente y dura entre ellas.
—No se como prefieres, pero te voy a dar duro, no me aguanto.
Con una mano en mi cintura y otra guiando su verga me penetro de una. Él gruñó, pero a mi se me escapó un gemido muy fuerte.
—Si no quieres que se den cuenta, mantén el tono bajo —me dijo mientras se enterraba aún más.
Mi piel se abría para él, pero le costaba. Hacía mucho que no tenía una verga tan grande como la de él. Me apreté contra él al mismo tiempo que empezó un mete saco duro, fuerte. Gruñía con cada embestida mientras sus manos me agarraban mi cadera con fuerza.
—Pajeate mientras te rompo el orto —me ordeno al odio.
Su tono de voz era tan sexi que no lo dude ni un instante. Agarre mi venga y empecé a pajear mientras él aumentaba el ritmo.
—Voy a querer follar este culo todas las noches —dijo cambiando el ritmo.
Su verga entraba lo más profundo y volvía a salir para entrar con fuerza y profundidad. Sentía el orgasmo muy cerca, no podía parar de pajearme ni de pedirle que aumente el ritmo de nuevo.
—Cabron me estas apretando.
Adam me agarró con fuerza de la cadera y bombeó sin parar, me estaba destrozando, pero me encantaba. Me tape la boca y grite llegando al orgasmo.
—Muy mal, Samuel, llegaste al orgasmo sin esperarme. —se quejó.
—No te preocupes, puedes follarme las veces que quieras.
Él soltó una carcajada y besó mi cuello.
—Eso ya lo tenía dado por hecho, pero quería que acabemos juntos —me dijo y me penetró con fuerza.
—La próxima, ahora no pares.
Había manchado la cama con mi semen, pero no me importaba, quería que Adam siguiera follándome toda la noche si era posible. Si había pensado antes que me estaba penetrando con fuerza, estaba equivocado, se había estado conteniendo. Me coloco boca abajo y entro y salio de mi con tanta fuerza y rapidez que ni tiempo a gemir me daba.
El sudor nos cubría y él parecía no cansarse, hasta que note que se hundió en mi y acabo. Todo su cuerpo aplasto el mio, pero no me importaba, me gustaba sentir la calidez de su cuerpo.
¿continuará...?