Una aventura casi real

Este relato es mitad fantasía, mitad realidad

Hace unas semanas, mi mujer se fué a la playa con unas amigas. Yo no fuí porque tenía trabajo. Me había hecho a la idea de quedarme de rodríguez y dar rienda suelta a mi fantasía de travestirme. Me había comprado una peluca morena y la tenía escondida en la casa. Cuando llegó el día en el que mi mujer se fué de vacaciones, estaba muy nervioso, me había imaginado que podría pasar, y lo que ocurrió nada fué lo que había planeado.

Me metí a la ducha y me depilé entero, me afeité muy rasurado, recorté mi vello púbico en forma de triangulito invertido, me vestí de hombre y me fuí a comprar un conjunto de lencería erótica a un sex shop. Elegí uno con un corset, tanga y medias, todo de color negro. También compré un butt plug rosa y me apresuré a llegar a casa y ponerme la lencería recién adquirida. Me fumé un cigarrillo para tranquilizarrme y procedí al momento tan deseado, me desnude por completo y eché un último vistazo a mi cuerpo desnudo sin ningún pelo no deseado. Me puse el tanguita, tratando de esconder mi pene y testículos con algo de dificultad porque al notar el tacto de la tela de la braguita, me excité mucho. Después, me puse las medias, que tenían una tira de silicona para sujetarla al muslo. Que sensación más espectacular! Después fue el corset, la verdad, fue difícil ponérmelo, casi no podía respirar, pero la cintura que me hacía era excitante. Finalmente me coloque la peluca y miré por primera vez al espejo de cuerpo entero que tengo en la habitación. El espejo, me devolvía la imagen de alguien que no conocía, era sexy, con pocas  curvas pero bien moldeada, una mujer de bandera. Me sentí muy atraído por la imagen que veía y me hice varias fotos en posturas femeninas y entonces algo se me metió en la cabeza, usar el butt plug y hacerme más fotos, estás de naturaleza sexual. El tapón anal rosa, entró con cierta dificultad, invadiendo mi virginal culo, la sensación fue  rara, pero placentera, muy placentera. Al sentarme, me movía a delante y atrás, sentía mucho placer. Y ese fue el momento en el que mi heterosexualidad, se vino abajo. Preso de un placer invadido, entre en una página de contactos gay, me creé una cuenta gratuita y puse un anuncio ofreciendo mis servicios sin ánimo de lucro y lo publique con una de las fotos que me había hecho donde se me veía de espaldas con el butt plug. No tardaron en escribirme. Uno, dos, tres hasta cuatro mensajes, de hombres diferentes, que me decían lo rica que se me veía y me pedían más fotos. Yo estaba en una nube y obedecía todas las peticiones, la lluvia de mensajes se me acumulaba en el whatsapp y no podía contestarlos a todos, así que fui contestando a los más originales mensajes. Casi todos utilizaron mis fotos para masturbarse y ya no volvieron a escribirme, pero con uno, entable una conversación. Era muy dulce conmigo y no me pedía fotos, solo hablaba y me preguntaba cosas random. La charla fue subiendo de tono y empezó a preguntarme que me gustaría hacer. Le dije que era virgen anal y que creo que solo me atrevería a hacer alguna mamada. A él, le.gustó la idea, pero con matices, y me ofreció hacer un bukkake, con unos amigos suyos que tenían un sitio privado. La idea me excitó muchísimo, pero le dije que me encantaría pero me daba miedo, porque no los conocía y no tenía la certeza que no pudieran llegar a hacerme daño. Él, insistía y empezaba a romper mis defensas tratándome.en femenino, me repetía una y otra vez que me protegería. Tanto insistió que me sorprendí aceptando, pero que no sabía maquillarme, me dijo que eso no importaba, que, total, iba a acabar con la cara llena de leche.

Me dió la dirección del amigo y me dijo de que estuviera allí en cosa de una hora. Aterrado y excitado hice mis cálculos de cuánto me costaría llegar a la dirección, estimé que en 15 minutos llegaría y si llegaba un poco más tarde, no pasaba nada. Me volví a dar una ducha, solo quitándome las medias, el butt plug y el corset, se me olvidó quitarme el tanga,  y la peluca, para intentar relajarme y bajar la excitación traté de masturbarme y no acudir poniendo cualquier excusa, pero todo fue sin éxito, pues, aunque el tacto del tanguita mojado me excitaba, no lograba estar erecto.

Me resigne a hacer lo que me había comprometido a hacer,

limpie dentro del culo con agua con toda la presión posible y repase mi vello corporal por si me había dejado algo y al salir de la ducha, seque la peluca con un secador y el tanguita. Volví a colocarme el tapón anal, metí en una mochila la peluca, las medias y el corset, el tanga me lo dejé puesto. Me puse un pantalón de lino blanco que transparentaba el tanga oscuro y una camiseta negra. Escribí a mi amigo y le dije que iba para allá pero que iría vestido de hombre. Él, me contestó que no me preocupara, que podía cambiarme alli. Que el acababa de llegar. Salí de casa con más miedo que excitación. Muchas preguntas llegaban a mi cabeza: y si conocía a alguien de los que estuvieran en esa casa? La gente por la calle, vería que llevaba tanguita? Como debería comportarme sumisa o tomar la iniciativa?

Mis pasos me llevaron hasta la casa que me había dicho mi amigo, y tardé un poco en llamar al telefonillo, tenía que armarme de valor. Cuando lo hice, me abrieron diciéndome: -sube, Laura.

Laura? Más preguntas. Me habré equivocado?  Subí con los nervios a flor de piel. Al llegar a la puerta llamé y me abrió un chico de unos 38 o 39 años, más alto y más fuerte que yo, con un pantalón corto y sin camiseta dejando ver su tripa, se veía que le gustaba cuidarse. Era mi amigo, me recibió con una sonrisa y me plantó un beso en los labios. Un dulce beso que hizo que me derritiera y me puso aún más nervioso, hasta tal punto de querer salir corriendo. El, quizá adivinando mi intención de huir, me agarró por la cintura y me hizo pasar, me llevo hasta el salón donde había 4 chicos más y para mí sorpresa, también había una chica, que al verme, se me lanzo a darme un abrazo y me dijo: Lau! Me alegro que hayas venido! Ven que te ayudo a prepararte. Me cogió de la mano y me guío hasta una habitación. Los otros chicos, no dijeron nada, ni siquiera sé si me miraron, solo seguí a la chica. Entramos en la habitación y me dijo que se llamaba María, que era la hermana del dueño de la casa y que lo que iba a hacerme lo deseaba desde hacía años. Primero veamos el material. Saqué todo lo de la mochila. Ella, estaba entusiasmada con el corset, decía que era precioso y me ayudaría a moldear mi figura. Me dijo que me fuera desnudando, que quería ver como tenía el cuerpo. Que no me diera vergüenza, que estamos entre chicas! Sin decir palabra, obedecí mansamente, me quité la camiseta y el pantalón, quedándome solo con el tanguita. Ella me miraba de arriba a abajo y al final dijo: estás bien depilada, pero te falta crema para el cuerpo. Salió de la habitación y al momento volvió con un bote blanco.

-uyyy! Que mono, tu tanga, por detrás! Me encanta ese encaje! Quítatelo que no quiero manchartelo con la crema.

Empezó por cuello, espalda, glúteos y piernas y luego, con la parte delantera. Ella al ver el triangulito de mi vello púbico, soltó un gritito de emoción. Lo llevamos igual! Se ve que eres un pequeña putita.. como yo! Se separó un poco de mí, y se bajó el pantalón y su braguita para enseñarmelo. Con esa visión, mi polla saltó como un resorte, cosa que no le gusto, porque me pegó un monotazo haciéndome perder la erección.

  • las señoritas, no hacen eso!

  • perdona, María.

Dije avergonzado Ella, me miró sonriendo con malicia en los ojos y dijo que no le obligue a enjaularme el "pajarito", que si lo tenía que hacer se quedaría la llave y yo debería dar muchas explicaciones. No dijo más, daba a entender que sabía que era casado, así que, me esforcé en no empalmarme. María, cogió el corset y me lo puso, se puso a mi espalda y empezó a tirar de las correas, tanto apretaba que, el aire apenas llegaba a mis pulmones. Cuando dejó atadas las correas, me dijo que me mirara en el espejo, así lo hice. Mi torso, había cambiado por completo, tenía una cintura delgada, y mi pectoral parecían unos pechos pequeños. Me quedé embobado mirándome, de frente, de espaldas. Mi cuerpo era como el de una jovencita pero con un extra. Entonces, María, me sentó en una silla y comenzó a sacar maquillaje. No sé qué es lo que me hizo, pero al acabar, era una hermosa mujer, me colocó la peluca, me peinó y se me quedó mirando. Admirando su obra. Pero no estaba contenta del todo. Fué al armario y sacó una minifalda de cuadros

  • pontela. Que lastima, no tengas pestañas postizas... Es lo que te falta para estar espectacular. Que pie calzas?

  • Un 41, María.

Sacó unas botas hasta las rodillas y me ordeno que me las pusiese. Por suerte, calzabamos la misma talla de pie. La mini, apenas me cubría el culo, y me sentía muy sexy. Antes de salir de la habitación. Apagó la luz y en su móvil me puso un vídeo en el que se mostraba a diferentes chicas chupando una polla, mientras que se oía de fondo: te gustan las pijas, chupalas y cosas así.

Cuando terminó el vídeo, salimos de la habitación. Y hizo la presentación oficial.

  • caballeros. Os presento a Laura. Es nueva en esto, así que tratarla con delicadeza.

María se hizo a un lado y aparecí con cara modosita. Los 4 chicos y mi amigo empezaron a elogiarme y decirme piropos, me ruboricé un poco. María, me cogió de la mano y me situó en medio de los chicos y allí me dejó. Se fué de la casa y antes de salir, me dijo

  • pásatelo bien, Lau! Te espero en el bar de abajo. Cuando termines. Ven y nos tomamos una copa. Acude así, vale, guapa?

  • ok, María! Gracias por todo! Le dije mientras, notaba muchas manos acariciándome brazos, piernas, pecho, culo. Después de las manos, llegaron los besos en el cuello, hombros. Yo estaba en éxtasis, 5 hombres que ya sé despojaban de sus pantalones solo para mí! Tenían todos pollas distintas, uno la tenía gorda pero chiquita y depilada. Otro, la tenía larga y con el vello corto. Mi amigo tenía una que me volvió loca, era de tamaño promedio pero era preciosa de forma y textura y con el vello recortadito fue la primera polla que agarré, mientras me besaban. Las otras 2 pollas tenían bastante pelo pero también eran bonitas. Mi amigo, se colocó detrás de mí, agarrándome la cintura con una mano y la otra buscaba por debajo de la falda. Finalmente, me hicieron arrodillarme, quedando a la altura de sus miembros viriles. Uno a uno fueron turnándose para que se la chupara. El carrusel de pollas, a mi alrededor era aterrador y a la vez, mágico. Chupaba fervientemente, mientras masturbaba a dos, con mis manos.  Entonces, me percaté que no se la había chupado a mi amigo. Él miraba pajeandose lentamente. Sabía lo que quería y yo lo deseaba también. Me levanté del suelo, abrí mis piernas y arquee mi espalda para darle una mejor vista de mi culo. Hizo que me agachara, hizo a un lado el tanguita y me sacó de golpe el butt plug.

  • No lo vas a necesitar. Y me metió su preciosa verga en mi anhelante trasero. Comenzó el vaivén, adelante y atrás, llegándome cada vez más profundo. Mientras se la chupaba al de la polla chiquita. Cada vez me follaba más fuerte, yo movía las caderas como una mujer para darle placer a su hombre. De repente, me la sacó, hizo que me volviera a arrodillar y se puso delante mío, masturbándose violentamente. Yo esperaba su dulce néctar con la boca abierta. De su pija, salieron varios chorros de leche, cayéndome por toda la cara y pecho. Le limpie con mi boca los restos que le colgaban. Fue una sensación brutal, el sabor de polla, mezclado con el interior de mi culo. Simplemente me encantó y me corrí yo también sin necesidad de tocarme.Después que mi amigo se corriera, fueron eyaculando todos. Unos en mi boca y otros en mi cara. Cuando todo acabó, me hicieron mirarme en el espejo. Tenia parte del maquillaje corrido y la cara, chorreando leche. Yo me miraba con una sonrisa de felicidad. Mi amigo, se acercó a mí y me dijo

  • Eres genial, Laura. Querrás repetir otro día?

  • siii! Dije sin pensarlo

  • anda, que te está esperando María. Me limpió un poco la cara y el escote con una servilleta, me besó apasionadamente, me dió una cachetada en el culo y dejó que retocara el maquillaje lo mejor posible Bajé a la bar y allí estaba María, sonriendo. Me pidió una copa de vino y nos quedamos charlando como dos buenas amigas, sin percatarnos como nos miraban el resto de clientes.

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