Una atención de urgencia a mi suegra (2)

Esa caricia-masaje rindió sus frutos.

LA URGENCIA QUE NOS UNIÓ. MI SUEGRA Y YO (2ª entrega).

Ella parecía transportada pues, no musitaba palabra alguna y si dejaba notar en su rostro el placer que le deparaban mis caricias-masaje... continué metiendo y sacando mi dedo de ese culo receptivo, lubricado por el aceite que le había aplicado y por otro líquido que distaba de ser maloliente... mi ansiedad comenzó a crecer más que mi verga al notar que tímidamente doña Isabel se estaba meneando, lo hacía muy quedo pero era evidente, que lo hacía por placer y no por incomodidad... mi reacción no se dejó esperar, con mi otra mano, le frote la nalga izquierda, apretándosela y soltándosela al ritmo del dedo penetrador... no pudo contenerlo y soltó un gemido a tiempo que aferraba fuertemente la almohada y su rostro se hundió en ella... para comprobar si estaba en lo cierto, le pregunté suavemente: Doña Isabelita, siente dolor?, discúlpeme si la estoy molestando... a lo que me respondió sin dejar de apretar la almohada: - no, por el contrario siento algo distinto que está muy lejos de ser molesto, talvez no le entendí al proctólogo y el masaje me lo estaba haciendo de otra manera muy desagradable... yerno tu si sabes de masajes, concluyó; yo no cabía de la dicha y le respondí: mire suegrita, para hacer un buen masaje solo hay dos condiciones básicas fundamentales, la primera, por su puesto saber lo que se hace y la segunda, no tiene que ver con la técnica, sino con la compenetración que tengan ambas personas, la empatía.... - Cómo así me respondió?, no entiendo lo último... sin dejar por un instante de acariciarle ese culito hermoso, le expliqué que gracias a las circunstancias existe buena química entre ella y yo, entonces se podía disfrutar de algo que de otra manera sería desagradable y hasta vergonzoso, ella asintió con la cabeza y yo continué en mi faena, solo que en ese instante empecé a acelerar el ritmo y ella claramente lo siguió con su cuerpo que pedía más y más.

Mi verga ya no aguantaba el pantaloncillo y me vi. forzado a acomodarme mejor, mi pierna izquierda la subí a la cama, es decir de rodillas y la derecha se mantuvo a bajo, así descansé un poco.

Yo seguía con movimientos cada vez más frenéticos y ella comenzó a subirle el volumen a sus gemidos, que lejos de ser lastimeros, denotaban la dicha, la lascivia que vivía... de pronto sentí cómo su esfínter anal se cerró aprisionando mi dedo, ella enmudeció por unos segundos y luego se relajó soltando un profundo ahhhhhhh... apretó una vez más la almohada su cómplice, volvió a hundir su cara en ella... yo me agaché un poco y observé cómo de su vagina fluía un chorrito blancuzco... no lo pensé dos veces... retiré mi dedo de su recto y pasé mi mano por sus labios menores, ella no ofreció ninguna resistencia, por el contrario levantó su grupa, para facilitarme la tarea que ahora sabía a ciencia cierta íbamos a compartir.

Me acerqué y le susurré al oído... te sientes bien suegrita... me contestó - no me puedo sentir mejor, pero estoy miedosa... - shhhhh la interrumpí, no se preocupe le seguí susurrando, pero además tomé el lóbulo de su oreja entre mis labios suavemente y ella encogió el cuello y comenzó a respirar profundo... continúo? le dije... ella asintió con su cabeza... me retiré un poco lo suficiente para que no notara mi ausencia y lo necesario para poderme despojar de mi camisa, pantalón y pantaloncillos... mi verga me lo agradeció, pues salió de su cautiverio dejando escurrir un hilo de ese fluido preliminar, transparente y ligeramente filamentoso; como un rayo me tiré encima de ella... intentó oponerse, pero con vigor y sin brusquedad la forcé, así claudicó.

Mi verga es normal mide entre 15 y 16 cm, la ubiqué entre sus dos nalgotas, esa gruta estaba aceitada por lo que fue muy reconfortable la sensación de mi polla en ese sitio... doña Isabelita abrió un poco sus piernas para sentir mejor el estilete y comenzó a moverse de arriba hacia abajo. Le pregunté si quería un masaje rectal con mi falo y me dijo: me da un poquito de miedo pues es más gruesa que tu dedito, pero colócala a la entrada y vamos viendo si se puede... fue muy obediente... la enfilé a ese rotito que se me ofrecía, de color marrón oscuro, brillante por el aceite y con sus carnosidades que ahora eran unos preciados adornos. Coloqué la punta en el esfínter arrugadito... poco a poco comenzó a distenderse, pero ella emitió un quejido, pero antes de que yo me retirara me dijo: - noo lo quites, por el contrario déjalo un instante mientras me acostumbro a ese grosor... además agregó algo que no me esperaba: - quién iba a pensar que mi virginidad anal la iba a perder a los 67 años, nunca jamás a Luis, ( así se llamaba su esposo), se le pasó por la mente algo por el estilo, bueno más vale tarde que nunca, casi me muero sin conocer estas cositas ricas... simultáneamente yo controlaba la verga pero seguía introduciéndola, hasta que ella hizo un solo movimiento y se la ensartó hasta el fondo dejando escapar un chillido inenarrable acompañado de un ¡qué ricooo! y su cadera empezó a hacer movimientos circulares como queriendo devorar ese trozo de carne que ahora casi no me pertenecía... el pudor, la vergüenza eran cosas del pasado, la moral había caído en las fauces de la libidinosidad, de la lujuria, de la carnalidad.

Como pude metí mis manos por debajo de ella la derecha comenzó a jugar con la vaginota que estaba en llamas y la izquierda retozaba con una de sus tetas, grandes y adornadas con unos buenos pezones, fláccidas, pero deliciosas, en ella no veía nada malo en esos instantes candentes.

No se detenía por nada y para nada, sacó arrestos de su sexualidad dormida por tanto tiempo... le susurré en su oído: - suegrita, ¿te estabas guardando para mi? dime que si, por favor dímelo. Me dijo - la verdad, nunca me imaginé en esto, pero llegaste y es lo que cuenta. Esa respuesta me dejó complacido, pero le insistí: Dime que serás solo mía, que este cuerpo que tienes y tus pensamientos solo serán para mí. Me dijo: de eso si puedes estar seguro... en adelante cada célula de mi cuerpo, cada pensamiento, cada sueño, cada latido de mi corazón, serán para ti y por ti... no terminó de decirme eso y le anuncié mi orgasmo, pero me suplicó que la esperara unos segundos que ya casi estaba a punto... así fue... coloqué mi mano a la entrada de su vagina y esperé a que secretara todos sus licores y recibiera los míos, fueron tres espasmos y quedamos exhaustos... apretó sus piernas y su esfínter anal, como queriendo exprimir hasta la última gota de semen y robar el arma que lo inoculó... continúa… ya les contaré el final de ese hermoso día.