Una atención de urgencia a mi suegra

Cuando menos pensé mis sueños libidinosos con mi suegra se iban a materializar.

UNA ATENCIÓN DE URGENCIA A MI SUEGRA

Me llamaron al trabajo de casa de mi suegra... era urgente que fuera pues a decir de la sirvienta, no se sentía bien... no soy médico pero me capacité en primeros auxilios, entonces salí inmediatamente y tardé solo lo que me demoró el tráfico, afortunadamente estaba fácil... al llegar subí a la recámara donde se encontraba reposando, la encontré acostada frunciendo el ceño, me puso al tanto de lo que la aquejaba, era un dolor en el bajo vientre, levantó las cobijas y la blusa que llevaba y tomó mi mano para colocarla en el sitio donde provenía el dolor, dejé que me guiara, su piel estaba cálida la sentí turgente, la masajeé para que se distensiónara, alcancé a sentir con el dedo meñique algunos vellos púbicos, lo que me hizo quitar la mano con algo de brusquedad, ella solo me miró y cerró los ojos... pregunté qué había tomado y me dijeron que una infusión casera, pero que no le había obrado y que esperaban que yo le colocara una inyección de Buscapina compositum, medicamento al que le tenía mucha fe; todo estaba dispuesto para tal efecto, le dije a la sirvienta que me preparara un café mientras yo estaba alistándome para la sesión de inyectología; le pedí a mi suegra que se volteara, quedó boca abajo, le solicité que se bajara la falda y los panties, para colocarle la inyección intramuscular en los glúteos, me obedeció tímidamente y solo dejó ver parte de su nalga izquierda, yo le retiré la mano que aún sostenía sus interiores y le descubrí ambas nalgas, preguntándole rápidamente sin darle tiempo a algún reproche, que en cuál preferiría que le colocara la inyección, pues por experiencia se que hay personas que toleran más el dolor en unos sitios que en otros… - ella me dijo que yo escogiera... sin vacilar pasé mi mano por ambas, haciéndoles un masaje, que para cualquiera parecía más una caricia, estaban frías esas nalgas y me hicieron sentir, palpitaciones y por su puesto comenzar a tener una erección, ella las puso tensas, lo cual recriminé enérgicamente, pues se corre el riesgo de partir la aguja, le dije que se relajara, de lo contrario se dificultarían las cosas ella lo hizo y yo aproveché para bajarle aún más sus panties y pedirle que abriera las piernas, mientras tanto pegó su rostro contra la almohada, la apretó con las manos, como queriendo esconderse, le froté la nalga derecha, con un algodón impregnado de alcohol, lo apliqué en el sitio seleccionado y con delicadeza fui introduciendo la aguja e inoculé muy despacio el medicamento... no dejé de hablarle un instante, para poderla distraer, luego al sacar la aguja continué con un masaje más vigoroso que fui ampliando si perder de vista algo que no había notado, pero en ese momento ya era evidente… entre sus piernas se vislumbraban los labios vaginales que sobresalían y un espeso vello que le servía de marco a ese paisaje que más de una vez soñé, siempre la había mirado con lujuria y no puedo explicar por qué... en tanto ella quiso subirse los panties y yo la detuve diciéndole que esperara un momento para terminar de disolver la bolita que había dejado el medicamento bajo el músculo, le seguí hablando, manifestándole que la notaba muy tensionada, ella me confesó que no estaba muy cómoda por como se encontraba, yo le insistí que no tenía de qué preocuparse, más bien le sugerí hacerle un masaje en la espalda para relajarla totalmente. La dejé sola un instante

Bajé a la primera planta y le dije a la sirvienta que ya podía irse, que yo me encargaría de la señora, subió a despedirse y quedamos solos mi suegra y yo.

Mi señora estaba aún boca abajo, le hablé para saber si estaba despierta y me contestó quedamente; entré al baño de la recámara tomé un frasco de aceite para cuerpo, llevé una toalla playera y le dije que le haría un masaje que la dejaría muy reconfortada... encendí la radio y coloqué una emisora que estuviera transmitiendo música clásica, ella estaba renuente a que le hiciera un masaje, pero utilicé todas las artimañas a mi haber para persuadirla... a regañadientes accedió, me dijo que me saliera para poderse quitar la ropa y quedar en sujetador y panties... acepté para darle más confianza, pero ya en mi mente se estaban formando pensamientos insanos, aprovechando la situación que se me presentaba, por lo menos una muy buena que podría ser la última...me llamó y entré rápido una vez más tenía su cara contra la almohada, buscando refugio para su vergüenza.

Comencé a dejar caer el aceite y automáticamente su piel se frunció con el frió del líquido, justo en ese momento apliqué mis manos contra su piel y comencé a frotarlas suave y acompasadamente ella empezó a soltarse; cuando procedí a masajear el cuello, donde noté nudos musculares producto de la tensión, se quejó del dolor que le produjo el que yo se los desvaneciera, pero accedió a que continuara, comencé a bajar con cautela hasta llegar al broche del sujetador, el cual quité haciéndole saber que con él puesto el masaje sería incompleto, no dijo nada... mis manos se abrían y cerraban y comencé a moverlas hacia los lados... continué bajándolas hasta el borde de los panties y en el sitio donde la columna se une a la cadera sentí más nudos le hice presión y soltó un gran gemido e intentó retirarme la mano, le insistí en que así era el masaje para que fuese verdaderamente eficaz, simultáneamente le bajé los panties y ella todavía resentida del dolor no ofreció ninguna resistencia... tenía a mi merced esas dos descomunales nalgas, pálidas y frías volví al sitio crítico y esta vez el masaje fue más suave y reconfortable; ella se relajó nuevamente, fui bajando para apoderarme de las carnes de su trasero al volverme a enjuagar las manos en aceite y ponerlas en contacto con la piel ella me volteó a mirar cómo preguntándome y ahora qué sigue?. Yo tratando de desviar cualquier atisbo de malicia que ella pudiera estar percibiendo, le pregunté que si le dolía a lo que me contestó que un poquito donde le había colocado la inyección, dejó la cara de medio lado y cerró los ojos como queriéndome decir - estoy a tu merced yerno-, pues en su rostro se dibujó una leve sonrisa de aceptación y complacencia.

Mi verga comenzó a crecer y por la posición que tenía, estaba sentado al borde de la cama, me apretaba el pantalón y me dolía, tuve que levantarme, para acomodármela, con cuidado de no manchar el vestido con el aceite; ella me miró de reojo y me preguntó - ¿Qué pasa?, le respondí que una pierna se me había dormido, por lo incómodo de la posición... volvió a cerrar los ojos.

Comencé a frotar esas deliciosas nalgas inspiradoras de mi erección… de afuera hacia adentro, para no levantar sospechas, cuando llegué al sitio de unión, las separé con cuidado. Quedé atónito al ver la entrada de su recto, se observaban algunas carnosidades, consecuencia de una hemorroides, pero eso no me afectó pues la lujuria estaba muy por encima de cualquier pudor....aproveché para preguntarle por esa dolencia crónica y noté como se sonrojó... me contestó inmediatamente que estaba siguiendo unas recomendaciones del proctólogo y que hacía ya tiempo que no le habían vuelto a molestar... le indagué por esas recomendaciones y me respondió que eran masajes en la ducha... le continué preguntando por el asunto mientras mis manos se acercaban al agujerito menor... le dije: doña Isabel no se moleste por lo que le voy a decir, por mi no se preocupe, pero si quiere le hago el masaje que le ordenó el médico, por mi no hay problema, intenté con gran dificultad lograr que el tono de mi voz sonara lo más parco y natural... ella olvidándose de todo se volteó bruscamente para increparme, sin darse cuenta que uno de sus grandes senos se escurrió por debajo del sujetador que andaba libre.... me dijo con voz decidida… - ¿cómo se le ocurre?, hasta aquí llegó esto...-; yo palidecí y traté de calmarla, mire suegrita no quería molestarla, simplemente pensé que estando ya en estos términos no abría inconveniente, pero olvídelo y déjeme terminar al menos; se percató de su seno desnudo y se cubrió dejando ver ese pudor que aún tenía y que yo intentaba robar... me ordenó que me fuera, le coloqué mis manos sobre sus hombros haciendo algo de presión para recostarla, le imploré que me disculpara que no quería molestarla insistí, que no veía nada malo en hacer algo que desde el punto de vista terapéutico solo ella sería la beneficiada.... seguí hablando cantidad de cosas que parecían tontas y descabelladas, pero lograron atenuar la irascibilidad que presentó, se calmó y recostó cubriéndose con delicadeza... la invité a que se colocara boca abajo una vez más, lo hizo a regañadientes, volvió a cerrar los ojos, pero noté tensión en su rostro... pasé mi mano suavemente por él para lograr desestresarla y así sucedió.

Volví a las nalgas, ese culo que me incitaba cada vez más; volví a insistirle en que se relajara indicándole que abriera un poco las piernas, así lo hizo, yo seguí acariciándola y volví a notar en su rostro la expresión de complacencia.... le terminé de quitar los panties y volví a aplicarle aceite en los muslos, gruesos y con estrías pues a su edad era apenas lógico que las tuviera... le hice el comentario acerca de ello y me contestó,- hijo tengo 67 años, no pretenderás que esté como una quinceañera verdad?- le contesté... - no quería decir eso, al contrario lo dije porque he visto quinceañeras que tienen tantas o más que usted. - encogió los hombros diciéndome, eres muy galante- y siguió sonriendo en silencio.

Mis masajes empezaron a extenderse al interior de los muslos, volví a sentir tensión y noté como apretaba los párpados y me acerqué y le susurré... a ver mi señora relax, relax… obedeció sin ninguna objeción... mis manos empezaron a subir y estiré los dedos pulgares para tratar de rozar esos labios gigantescos que se me ofrecían tímidamente, comencé a sentir algo de vello y mi verga estaba destilando ese fluido preliminar, hice presión para separar más los muslos y sentí cierta resistencia en ella... me acerqué y le susurré al oído... relax doña Isabelita, relax mi señora y para mi sorpresa ella misma los separó lo suficiente para poder observar ese manjar exquisito que se me ofrecía... la respuesta no se dejó esperar, mi verga ya estaba en el cúlmen de su excitación.

Noté cierto nerviosismo en ella y le dije que si quería suspendíamos, pues se trataba de que estuviera confortablemente, a lo que repuso – sigue así, me siento muy bien- pero lo que me dijo a continuación me dejó súpito, literalmente paralizado... agregó: pensándolo bien deseo el masaje rectal, me imagino que sabrás cómo es-. La verdad sea dicha, jamás lo había hecho, pero tampoco le iba a decir eso a mi querida señora; no aguanté en volver a preguntar con incredulidad y me dijo: - si no le ves inconveniente tengo unos guantes de látex para que lo hagas...- a lo que respondí: - Ni más faltaba mi señora, con gusto lo haré tal cual estoy, ojalá le sirva.

Procedí a separar esas dos nalgotas y observé detalladamente el pequeño rotito, me unté aceite en los dedos y comencé a circundarlo, colocando mi dedo del corazón en la entrada del esfínter, hice medios giros, lo retiraba y tomaba entre los dedos índice y pulgar aquellas carnosidades, a lo que doña Isabelita respondió con gimoteos, - le pregunté si le dolía? y me dijo: que de ningún modo...- yo continué, introduje la primera falange, la giré y presioné aún más, hasta que entro la segunda y tercera, comencé ha realizar movimientos de afuera para adentro y los repetí pausadamente, ella se había abandonado a mis caricias-masaje, ya era cuestión de instantes para que pudiera materializar esos sueños que tantas noches me desvelaron... Continuará