Una apuesta perdida 05
Perdida la apuesta y la fidelidad de mi esposa, no queda mucho más que recoger los pedazos. Aunque seguramente las cosas pudieran resultar peor de lo que esperaba.
Un minuto después, reflexionaba si habrá sido realmente como me lo imaginé o acaso mi esposa había cabalgado al idiota de Roberto al tiempo que permitía a su amante el disfrutar de sus pechos y muslos al mismo tiempo que mi esposa descargaba su furia a punta de golpe de pelvis y gemía con todo el placer, no haber podido verlos lo único que hacía es que mi imaginación volase por mil caminos diferentes. Mis cavilaciones terminaron cuando de repente mi esposa salió de la habitación y bajo hasta donde yo estaba.
Hola cariño... - me beso en la los labios, se encontraba desnuda, despeinada, y terriblemente bella. - ¿Estas bien? He venido a darte un poco de alivio para que no dejes de extrañarme...
Se arrodilló a mis pies y con mi ayuda me sacó los pantalones, comenzó a darme una mamada como solo ella sabe hacer, profunda y húmeda, utilizando su lengua para pasar por toda mi verga y mis huevos, Mi verga que bajando las gradas había perdido vigor, rápidamente recuperó su dureza, con una fuerza que me sorprendía tanto a mi como a mi esposa, que golosamente seguía haciéndome sentir en las nubes. De pronto cuando me faltaba un poco de impulso para el orgasmo, ella se detuvo en seco, un pequeño besito cariñoso y nada más, me dejó ahí sentado y con la verga parada sin ni siquiera poder tocarme.
Es para que no tengas tanto frio... y te mantengas calentito - me dijo mirándome a los ojos mientras se levantaba - y principalmente para que no te saques de la mente que tú eres el hombre que amo... Y no te levantes de aquí... descansa un poco que pronto volveré...
Se fue, se paró haciéndome rozar uno de sus pezones con mi boca, regresó a la habitación sin decirme más palabras, regresó con su amante. Yo me preguntaba qué diablos había sido eso, me daba una de cal y otra de arena, se acostaba con otro tipo y salía a pegarme una mamada de campeonato, solo para al final dejarme tan caliente como para explotar.
Una vez solo traté de concentrarme, por un lado quería levantarme y salir de esa casa lo antes posible y por otra la quería de vuelta, la quería arrodillada nuevamente a mis pies, haciéndome gozar de sus labios y sus artes, la quería conmigo nuevamente.
Pienso que habrá pasado cerca de un par de horas, en las cuales me había comido el coco con todo esto sin apenas pegar un ojo cuando comencé otra vez voces en la habitación. Eran inentendibles en sí, pero que significaba que tanto mi esposa como su amante nuevamente se encontraban despiertos o acaso nunca se habían quedado dormidos. Nuevamente corrí sin pantalones hacia la habitación para intentar oírlos nuevamente, sin hacer ruido nuevamente pude escucharlos
Así mi amor... si, si...- entendía levemente a mi esposa, que entre susurros le decía algo a su amante - ... eso, no me aplastes... sujétate… Así...
Ya nena... estás muy arriba... baja un poco... - contestaba el idiota de Roberto - Así... ya entró...
Estas deliciosa... - gemía Roberto al tiempo que la cama comenzó nuevamente a sonar - Me encanta cogerte así...
Ahora un ruido diferente llenaba mis oídos, la misma cama, los mismos cuerpos, pero un sonido que ahora recordaba me indicaba que alguien se sujetaba al pie de la cama, ya había oído antes eso, y era cuando mi esposa en un arranque de gozo se colocaba a cuatro patas en la cama con el culito levantado y sus manos sujetaban el borde inferior de nuestra cama mientras que yo usualmente la penetraba desde atrás haciendo que con cada embestida la cama diera un golpe seco contra la pared.
Era un gozo tremendo estar escuchando golpeteo al momento que hacíamos el amor con mi esposa de esa forma ya que me hacía pensar que todos los vecinos se enterarían de que esa noche mi esposa y yo nos estábamos divirtiendo; ahora seguramente lo podrán suponer, pero lo que no adivinarían es que ahora otro hombre es el que estaba disfrutando del placer de cogerse a mi esposa.
Mi mente se imaginó nuevamente a mi esposa en esta posición que a mi tanto me gustaba, pero ahora a su espalda el porte atlético y fuerte de Roberto era la imagen que me reemplazaba en los embistes que recibía ahora mi esposa. Era él quien ahora enterraba su verga en la concha húmeda y ya dilatada de mi esposa que pasados más de 2 minutos empezaba a jadear y gemir al ritmo del golpe de cadera que su amante le estaba propinando.
Esa visión imaginada me hizo sentir traicionado, ya que era con mi esposa con quien gozábamos de esa forma de coger, de esa entrega y ese placer que daba el dar a conocer a todos los vecinos que en esta casa había amantes que lo estaban disfrutando esa noche. Ahora ella estaba con ese cretino ahí dentro, enseñándole nuestros más íntimos secretos, disfrutando con él del placer que estas cosas al parecer insignificantes representan en nuestro matrimonio.
Varios minutos después, el golpetear de la cama se tornó en imposible debido a la velocidad de cadera que tenía el amante de mi esposa, por lo que al unísono el golpeteo, los gemidos y el orgasmo de mi esposa llenaron el cuarto y de paso a mí me llenó los labios de un amargo sabor, un sabor a traición.
Pero no había terminado aún, el idiota de Roberto daba muestras de tener un aguante formidable, ahora un pequeño sonido de cuerpos juntándose era perceptible, lo que hasta hace un minuto era un mar de pasión, ahora se tornaba en algo más íntimo, silencioso diría que tal vez hasta amoroso. No podía oír nada más que un pequeño y ahogado chasquido de las pelvis al momento de golpear una a otra.
Me lo imaginé ahora con mi esposa boca abajo en la cama, con su trasero levantado seguramente por una almohada colocada hábilmente en la cadera de mi esposa y su amante cubriendo su cuerpo introduciendo su verga en la receptiva concha que dilatada espera con ansia cada empuje levantando más su culo para recibirlo más profundamente.
Durante no sé cuánto tiempo ese sonido dio fe que ambos seguían follando como conejos y durante todo ese tiempo mi verga daba la impresión de querer parte de ese botín que estaban gozando muy cerca de mí. De pronto algo cambió, la fuerza y los gemidos incrementaron su ímpetu por lo que el orgasmo del amante de mi esposa estaba muy próximo.
Así... así... dame duro - pedía mi esposa mientras el sonido del choque de cuerpos salía de la habitación- Siiii.
Nuevamente un orgasmo al unísono me hizo saber que nuevamente mi esposa había sido follada completa y placenteramente por Roberto. Después nuevamente el silencio, yo me apresuré a bajar y colocarme nuevamente en el sillón, suponiendo que mi esposa bajaría otra vez tan pronto terminaron pero nada de eso ocurrió durante al menos 20 minutos, supuse que el agotamiento los había dominado y cuando el mío estaba cobrando su cuota dejándome adormilado en el sillón.
No se después de cuánto tiempo adormilado, nuevamente siento unos labios engullendo mi flácida verga, la sensación me toma por sorpresa ya que mi esposa a mis pies intenta levantar a una hasta hace un tiempo ansiosa verga. El trabajo se vuelve más difícil debido a que mi cuerpo ha comenzado a acalambrarse por las esposas y el cansancio, pero mi esposa no desmaya en su intento.
¿Porque haces esto?... - pregunto a mi esposa mientras ella intenta levantar mi verga que debido a sus buenas artes intenta recobrar vida- ¿Porque vienes a calentarme y dejarme a la mitad? ¿Acaso es parte de tu apuesta? ¿Así quieres acaso martirizarme más?
¿Acaso no te gusta?... - repreguntó mi esposa apenas y sacando mi verga de su boca - ¿Acaso no lo hago bien...? o ¿crees que debo ir nuevamente a la habitación de arriba para poder practicar un poco más y que así ya te guste?
El efecto en mi verga fue inmediato, nuevamente se encontraba empalmada y lista para cualquier combate, pero mi esposa no pretendía llevarme a ningún nirvana, ella continuó su mamada y cuando apenas notó que mi verga y mis ansias llegaban nuevamente a límites de no retorno, volvió a parar su mamada y me dejó nuevamente con todas las ganas de correrme en su boca como antes ya había hecho.
Tal vez la próxima vez puedas correrte... jijiji - me dijo poniendo cara de niña mala, mientas me acariciaba nuevamente solo con sus manos. - e incluso tal vez también te deje terminar en mi boca... Si te portas bien y no te mueves de aquí... Aguanta un poco más que ya tendrás libertad mi esclavito... Ahora me voy, que Robert me debe estar extrañando...
Y nuevamente se fue, dejándome completamente caliente y listo para continuar, no me explicaba muy bien porque me estaba aplicando esta tortura, pero si quería enloquecerme lo estaba logrando a pasos agigantados. En esos momentos estaba loco por poder follarla, más minutos después cuando mi estado de excitación pasaba hubiera querido huir de ahí y acabar con todo y entonces lo entendí.
Ella quería mantenerme así, excitado y confundido mientras pasaba la noche y llegaba las 8 para poder en ese momento hacer de mi lo que se le antoje. Seguramente vendría unos minutos antes de la hora y con una mamada me tendría listo para cogérmela tan pronto se termine mi tiempo de esclavo, seguramente saltaría de la cama de su amante y vendría junto a mi para hacerme participe de su lujuria. Por eso me tenía así, al borde del orgasmo y muy lejos de la autosatisfacción, para que tras el polvo apoteósico que seguramente nos pegaríamos en la mañana, podamos dar un paso hacia adelante y podamos olvidar todo o mejor sacar provecho de lo mejor.
Pero todas estas cavilaciones no estaban cerca de develarse, pues como yo lo veía en ese momento eran las 4 de la mañana y aún tenía igual número de horas de suplicio. Me acomodé lo mejor que pude y me dispuse a dormir al menos unas horas más, ya que el cansancio que tenía estaba sobrepasando mi excitación.
El reloj de sala daba casi las 7 de la mañana cuando el cuerpo de mi esposa se deslizó desnudo sobre el mío, me besó el cuello y frotó sus senos a mi pecho, puso su entrepierna entre la mía y me despertó de una forma completamente excitante. Ahí pude verla, estaba al igual que yo agotada, sus ojeras marcaban la mala noche, pero su sonrisa de satisfacción y pasión hacía notar su satisfacción y placer.
Muy buen día dormilón... -me dijo toda mimosa mi esposa al tiempo que plantaba un sonoro beso en mis labios - Te has dormido y me has dejado sola... Te has portado muy mal niño... Ahora quiero que te despiertes muy bien, ya nos queda poco tiempo y hay que aprovecharlo...
Ahora despierta mi amor... - dijo sin esperar respuesta mía - que tu apuesta aún no ha sido pagada... Espérame aquí solo un momentito más... que voy a hacer mi última travesura... jejeje.
Y la muy infeliz se fue dejándome empalmado por tercera vez, subió corriendo las gradas directo a la habitación. Nuevamente hice mi movimiento y fue a oír que decían, claro que después de algunos minutos de espera.
... ¿pero segura que se quedó bien empalmado el cornudo?... - preguntaba Roberto a mi esposa - Porque esta vez no se la has chupado...
Que si Robert... y no le digas así...- contestaba bajito mi esposa - Danny se quedó como muy ansioso... supongo que los gritos que he pegado y las mamadas que le hice lo tienen a mil...
Si lo has hecho bien no tienes de que preocuparte... Tu tranquila y disfruta, que tras este polvito que nos peguemos estarás el resto del domingo con el cornudo de tu esposo en la cama follando como conejos, esto casi nunca falla, si el marido asume su papel de cornudo sentirá ansias de volver a estar con su esposa y seguramente se lanzará a tí tan pronto lo desates... Pero eso sí, tienes que violarlo si es el caso para que te folle ahí mismo, si dejas que se enfríe el asunto las cosas pueden ponerse feas ya que él no querrá tocarte por un buen tiempo...
Ojalá que sí Robert... - contestó con viva preocupación mi esposa - me he jugado una apuesta muy dura con él y aunque se lo merezca lo que ha recibido, yo lo quiero mucho y no quisiera que esto vaya a ser más un problema que una solución a su engaño.
No mujer... tranquila... - aseveró el amante de mi esposa tranquilizándola - Tienes que confiar en mí... tras esta primera vez, te aseguro que muy pronto el cornudo mismo te pida volverla a repetir o incluso querrá participar en un trío y ver cómo te hago mía en vivo y en directo... Ya me darás las gracias cuando esto suceda y verás que se van a divertir muchísimo...
Lo único que espero es que Danny haya aprendido su lección pero si además desde ahora podemos disfrutar de muchas más cosas y aventuras... pues mejor para todos... jejeje
Bueno nada más de palabras, ahora es cuestión de ponerle la cereza en el pastel, así que ven aquí y chúpame como solo tú sabes...
Las palabras terminaron ahí y los sonidos de succión clásicos de una pareja dándose placer comenzaron a sonar por la habitación. Ahí me encontraba yo, de pie mientras en mi cuarto mi esposa y su amante habían iniciado la que esperaba sea su última cópula con el patán de Roberto. Los ruidos del sexo que libraban comenzó a oírse dentro de la habitación, más ahora entendía el porqué de la puerta y de lo fuerte de los gemidos de mi esposa, ambos querían que los escuche y por supuesto que lo hacía.
Así mi amor... así... dame fuerte. -gritaba casi mi esposa, al tiempo que se escuchaban los fuertes sonidos del choque de las caderas.
Toma perra... así... así... ¿Quieres más...? - le decía Roberto a mi esposa, mientras le clavaba su verga seguramente lo más rápido posible - ¿Quién te la clava mejor perra, el cornudo o yo?... dime... ¿Quién es tu macho ahora?
Tuuuuu papi.... - contestaba entre aullidos mi esposa - tú me la clavas mejor... tú eres mi macho....
¿Quieres que venga mañana a clavártela...? ¿Quieres ser mi hembra desde ahora?
Siiii siiiii.... solo dame más...
Mientras el sonido de las pelvis de los amantes sonaba cada vez más fuerte, me arriesgue a meter mi cabeza en la habitación y pude ahora si ya no solo imaginarlos, los pude mirar directamente. Mi esposa a cuatro patas en el borde de la cama y el patán de Roberto de pie en el borde, sujetándola de las caderas y clavándosela muy rápidamente. Ahí pude ver las diferencias, ya que el cuerpo musculado y bronceado del nuevo amante de mi esposa, contrastaba con las formas delicadas y la piel blanca que ella tenía, logrando así mostrar una pareja que aunque dispar, se complementaba excelentemente.
Nooooooo, no no no... eso no... -dio de repente un gritito mi esposa, mientras supongo su amante había clavado sus dedos en el culo de mi esposa - Noooo por favor... sácalo... sáaaaacalo...
Pero si tienes un culito muy apretadito... -continuaba Roberto con su labor, sin dejar de penetrar a mi esposa, que apenas e intentaba evitar la invasión en su trasero - Debe ser delicioso poder follarlo... Seguro el cornudo de tu marido ni lo ha probado...
Nooo .... nunca... y tú tampoco lo probarás....
Ya lo veremos... - dijo el muy degenerado mientras que colocaba una mano en el culo y otro en el clítoris de mi esposa, al mismo tiempo que comenzaba a bombearla con mucha fuerza - ¿Acaso quieres que pare... ? ¿Quieres que pare nena...?
No no no ... dame más, dame más... por favor no pares... dame másss...
¿Me darás tu culito para follartelo? ¿Me lo darás para rompértelo?
No... por favor, eso no...
De pronto paró, apenas moviendo la mano que se afianzaba al culo de mi esposa, moviéndola en círculos y penetrando con sus dedos el orificio más íntimo que mi esposa aún poseía virgen... Seguramente sus dedos aún estaban penetrando a mi esposa, dándole las sensaciones que la obligarían a ceder, a suplicar por más.
¿Quién te lo va a romper nena? ¿Quién se lo va a cojer desde ahora? ¿Dime nena? ¿A quién le vas a dejar follarte el culito?
A tíiiii hijo de puta.... a tí... - cedió mi esposa mientras las manos de Roberto hacía estragos en los puntos sensibles de mi esposa, pero sin volver a follarla - Ahora dame... dame maaaaas...
¿Serás mi putita de ahora en adelante? ¿Me dejarás follarte de ahora en adelante? ¿Vas a ser mi hembra?
Siiiii hijo de puta.... siiii... pero follame yaaaaa... - comenzaba a gritar mi esposa mientras movía su cadera en las manos y en la verga de su amante, logrando potenciar las sensaciones que recibía - Siiiiiii