Una apuesta perdida 01
Mi esposa y yo somos fanáticos de fútbol, pero una apuesta puede comenzar a cambiar todo en nuestra vida.
El futbol y en especial mi equipo de las águilas es mi pasión, por él he conseguido las mejores y las peores cosas de mi vida. Por ejemplo en mis visitas al estadio conocí a la otra pasión de mi vida, mi esposa Clara, que a pesar de ser hincha de un equipo contrario me supo robar el corazón.
Tan pronto como comenzamos a salir, nuestra afición al futbol hizo que tengamos un punto muy fuerte en común, pero de igual forma un nivel competitivo muy grande, de manera que las apuestas por el futbol cada vez que nuestros equipos jugaban eran un aliciente muy grande para que ganemos o perdamos mucho más que un partido.
De esta forma de enamorados, cuando mi equipo perdió un clásico, la que sería mi esposa me hizo llevarla a un hotel muy exclusivo el fin de semana, en el cual me gasté mucho dinero; pero la pasamos de película y fue la primera vez que tuvimos sexo; de manera que aunque perdí el partido, gané muchísimo más.
En otra ocasión, la fortuna me sonrió y fui yo quien ganó y como apuesta mi adorada Clara pasó todo el fin de semana otorgándome unas deliciosas mamadas, que tras finalizar la apuesta el domingo a las 7 de la mañana, me dejó completamente seco. Claro está que en ese instante tuve que valerme de estas mismas armas para apaciguar toda la tensión que Clara había guardado durante el fin de semana, ya que ella no pudo correrse hasta esa hora y ahí fui yo en cambio quien pasó lamiendo su sexo hasta el entumecimiento de mi boca ya al medio día; por supuesto que fue una experiencia tremendamente excitante de cualquier forma.
Con el tiempo y ya una vez casados, las cosas no variaron mucho, aunque nuestras apuestas en relación al futbol y el pago con sexo, se tornaron mucho más picantes y placenteras para ambos, ya que lográbamos cumplir algunas de nuestras fantasías, disfrazadas de apuestas y penitencias, en las que al fin de cuentas acabábamos cogiendo como conejos. Yo alguna vez incluso intenté apostar haciendo un trio con otra mujer, pero mi esposa se negó en redondo, ya que según me dijo los celos no la dejarían hacer eso. Al fin de cuentas al menos lo intenté.
Pero como toda apuesta, el sobrepasar los límites era posible y creo que llegado un momento esto se nos fue de las manos. Todo inició cuando mis águilas queridas tenían que lograr 4 puntos para quedar campeones, faltando 4 partidos para finalizar el torneo, mientras tanto los millonarios, el equipo de mi esposa estaba en segundo puesto separados por 8 puntos, lo que hacía casi imposible que no quedásemos campeones ya que nuestros contrincantes eran no eran realmente peligrosos, excepto el último partido que era contra el equipo de mi esposa y seguro que a más de un partidazo, la certeza de ganarles era muy baja ya que jugábamos en su ciudad.
Campeón... Campeoooon - gritaba a la salida del estadio tras la última victoria del equipo, junto a mi estaban algunos hinchas más y por supuesto mi esposa, que igual alegre por mi, estaba también pendiente del partido de su equipo en otra ciudad. - Ya nos faltan solo 4 puntos y tras 10 años seremos campeooooones...
No cuentes con ello aún... - me decía Clara, entusiasmada aunque competitiva como siempre - Verás cómo los millonarios aún dan lucha...
Si, pero no podrán alcanzarnos... - replicaba alegre y muy optimista - están demasiado atrás, si hasta seguro quedan empates hoy día y así nunca nos alcanzarán...
Vamos Danny, aún faltan 4 minutos y seguro meten ese gol - insistía Clara ante mis dudas y atenta a sus auriculares donde estaba escuchando la transmisión por radio del partido de su equipo, el cual empataba faltando apenas pocos minutos... - Están atacando con todo...
Yo al igual que muchos de los hinchas que salíamos, seguimos saltando y gritando de alegría, al ver como estábamos a punto de lograr un campeonato tras tantos años de espera. Cuando de pronto, Clara saltó de alegría igual y me abrazó.
Gooooool - gritó, mezclándose con la algarabía general.... - ganaron... ganaron.... goooool.
La abracé con toda mi fuerza y me sentí completamente dichoso, habíamos ganado los dos y seguro festejaríamos durante todo el fin de semana; tendríamos mucha alegría y sexo, de manera que todo sería solamente festejo.
Durante la semana siguiente, mi optimismo crecía mucho más, por lo que planee ir al estadio nuevamente, aunque en otra ciudad. Esta vez como Clara trabajaba, no podría acompañarme, pero al ser un hincha como yo, no le pareció una mala idea. Así que fuimos con un conjunto de amigos al estadio a ver el triunfo de nuestro equipo, que efectivamente no nos defraudó, ganamos nuevamente.
Hooola mi amor... Ganaaaaamos - llamaba a mi esposa, desde la salida del estadio, mientras estábamos festejando la victoria y estábamos a apenas un punto de quedar campeones. Mi esposa estaba justo en ese momento terminando su trabajo, de manera que me felicitó por el triunfo - Ya no falta nada para ser campeones.
Te felicito amor, pero no cantes victoria hasta el final... - me decía mi esposa, igual de entusiasta y alegre,- Nosotros también ganamos por lo que la carrera sigue... jeje.
Igual mi amor... Pero ya sabes que nosotros seremos los campeones. - Le piqué el orgullo, tratando de molestarla, aunque todo con la mejor intención -
De eso nada… Hasta que no haya esperanza yo creeré en los millonarios... jajaja - respondió añadiendo una cuota de humor.
Vamos a ir con los muchachos por unas cervezas... -dije a mi esposa, tras quedar con algunos amigos a festejar la ganancia, ya que un compañero de otra ciudad nos serviría de guía. -
Claro amor, que se diviertan... Un beso... - Se despidió mi esposa dejándonos en los festejos - Pórtate bien no... Nada de hacer travesuras por allá...
Te lo prometo mi amor... Me portaré bien... Te amo...
Mas no pude cumplir, me sobrepasé con los festejos, fuimos a bares y nos tomamos hasta el agua de las macetas. Estuvimos muy borrachos andando de bar en bar, tanto así que acabamos en un prostíbulo de chicas extranjeras; en ese antro entre flashes y recuerdos borrosos tengo conciencia de que una chica estuvo muy animada conmigo, aunque estoy muy seguro de no haber tenido mayor acción con ella ya que estaba como una cuba, aunque si coqueteamos y nos manoseamos mucho, pero no pasó de eso, aunque estuve muy salido y borracho, no perdí en ninguna la conciencia y por tanto recordaba que al fin de la noche la furcia se fue con otro tipo, ya que no logró que la lleve a la cama.
En la mañana hablé con Clara y le expliqué la terrible resaca, aunque no le conté absolutamente nada de prostíbulo, ya que me hubiera armado una pelea terrible. Ese día regresamos y las cosas continuaron realmente sin contratiempos hasta el martes cuando nos enteramos de una lesión de la estrella de mi equipo que lo dejaría sin poder jugar durante los últimos tres partidos.
Están fritos... -me dijo mi esposa cuando nos enteramos de la lesión de la estrella de las Águilas - Sin el Pelado Rivas ustedes no pueden hacer nada... Seguro y pierden todos sus partidos de aquí en más y somos nosotros los que nos llevamos la copa...
Nada que ver... - replicaba con toda la confianza, ya que no podía concebir que mi equipo perdiera, pero la perdida efectivamente era muy grande - Ganaremos, ya lo verás...
No lo creo Danny... - picó mi esposa en mi orgullo de hincha - Sin armador el equipo se desinfla... ya lo estoy viendo...
¿Qué quieres apostar? - dije sentenciando la que sería una de las apuestas más terribles que había realizado -
Bueno, ya que lo dices - me dijo mi esposa relamiendo sus intenciones- ¿Te parece todo un fin de semana de amo o esclavo? o tienes miedo.
De eso nada... Acepto.