Una apuesta me introduce en la sumisión
Una apuesta me convierte en sumiso de mi pareja y me abre nuevas formas de disfrutar del sexo, desconocidas e inquietantes.
Una apuesta me introduce en la sumisión
Entramos en casa después de haber ido al cine aquella tarde. Ana quería disfrutar de su tarde de dominación sobre mí. Se sentó en el sofá i empezó a ejercer de Ama. Era la primera vez que lo hacía i fue resultado de una apuesta que perdí. En realidad mi fantasía era dominarla pero calculé mal.
- Marc, te quiero de pie delante mío.
Obedecí rápidamente.
- Desnúdate.
Me fui quitando la ropa hasta quedar desnudo ante ella. Me obligó a acercarme i a poner las manos en la espalda. Aquella situación me despertaba sensaciones nuevas. Con Ana había disfrutado del sexo, pero aquella tarde parecía ser diferente. Mi polla empezaba a adquirir su máxima extensión, hecho que no le pasó desapercibido. Con la mano izquierda me cogió los huevos con un suave apretón i la derecha empezó una lenta, muy lenta masturbación mientras me miraba a los ojos que mostraban el placer que sentía siendo expuesto i tocado. Un apretón de la mano izquierda me devolvió a la realidad de mi sumisión.
- Hoy me vas a dar placer! dijo Ana- Arrodíllate i cómeme el coño, como más te esfuerces i mejor lo hagas mejor lo pasarás, aunque no todo va a ser placer, o quizás sí.
Esa expresión me hizo pensar, no sabía que había querido decir, aunque no tuve tiempo para intentar deducir que pasaría. Me arrodillé, le levanté la falda i me puse a lamer su coño por encima de sus bragas. Sus suspiros me indicaban que hacia lo correcto y sus manos en mi nuca marcaban un ritmo que se iba acelerando. De golpe me separó la cabeza i dijo:
- Bien, no está mal como calentamiento. Vamos a la habitación.
Y cogiéndome de los huevos fue tirando de mi hasta llegar a la cama. Me obligó a quedar-me de pie, con las manos en la nuca y a mirarla mientras ella se desnudaba. Se estiró en la cama, abrió i flexionó las piernas i me dio la orden que estaba esperando:
- Marc, has de hacerme la mejor comida de coño que nunca hayas hecho. De ello dependerán luego muchas decisiones dijo de manera intrigante.
Sin pensármelo, por placer i quizás también por miedo a lo que pudiera pasar, me lancé entre sus piernas. A mi me encantaba hacérselo y ella disfrutaba enormemente. Pasé mis brazos por el exterior de sus muslos i mis manos llegaban a su cara interna, de manera que podía maniobrar para abrirle el sexo i dejarlo franco para mi boca i lengua. Los lametones iban de abajo a arriba y recorrían sus paredes exteriores. Los alternaba con penetraciones de mi lengua lo más profundo que podía y que llevaba a mi nariz a tocarle el clítoris que había dejado para el final. Los suspiros i quejidos de placer de Ana me marcaban el ritmo. Yo también estaba excitado i completamente empalmado, pero no sabía que podía llegar a pasar aquel día. Sus manos en mi nuca me llevaron la boca hasta su clítoris que lamí, aspiré, succioné con verdadera devoción hasta que llegó a un salvaje orgasmo y me apartó del que había sido mi manjar.
Quedamos tumbados un par de minutos hasta que decidió seguir. Aquella tarde me podía usar sin contemplaciones y no lo iba a desaprovechar.
- Marc, hoy aún no te has dedicado a mis pechos.
Era una insinuación, un comentario... aquel día era una orden. Me acerqué a ella, me arrodillé a su lado i empecé a tocarlos, amasarlos, a jugar con sus pezones inhiestos que marcaban su excitación. Mi lengua los lamia i mi boca jugaba de manera alternativa con sus pezones y hasta los juntaba para poder tener los dos en la boca. Mientras ella jugaba con su mano con mis testículos, mi polla y incluso alargaba un dedo por el perineo hasta llegar a mi ano. En aquellos momentos no lo imaginé, pero ella ya sabía como quería acabar la sesión.
La excitación mutua iba en aumento y yo creí que se acercaba el final cuando me dijo:
-Es hora de demostrar tu hombría. Quiero que me folles duro.
Aquellas palabras sonaron a gloria. Sin dudar me puse entre sus piernas, y comencé a jugar con la punta de mi sexo sobre su coño insinuando la penetración, entrando un poco y saliendo para hacerle desear mas la embestida final. Aquel día Ana no estaba para jueguecitos, me cogió de las nalgas con sus manos, me clavó la uñas y a la vez que me empujaba para que la penetrase levantó su pelvis para que la entrada fuera lo más profunda posible. Empecé a bombear de manera suave, nos gusta que la penetración sea duradera pero aquel día Ana había cambiado de opinión.
- Dame fuerte y córrete cuando quieras, te estás portando muy bien.
Sus palabras me envalentonaron. Yo iba alternando las entradas y salidas de mi polla en su coño con otras penetraciones que intentaba que fueran profundas. Ella gozaba pero tenía una sonrisa misteriosa. En unos minutos me corrí intensamente en su interior, ella me abrazó, pegó su boca a mi oído y empezó a desvelar sus cartas.
Marc, ya has visto que yo no me he corrido, y hasta ahora no hemos hecho cosas muy diferentes a las normales. Como antes lo has hecho bien, vas a repetir la comida de coño, pero ahora te sabrá diferente, ya te imaginas porqué. Aquello si que era nuevo, y una prueba de mi sumisión. Mi mente pensaba en como había disfrutado la follada y como me había corrido en su interior . Hasta recordaba el impulso que había hecho con los riñones para eyacular más. Aquello ahora se volvía en mi contra, pero no había marcha atrás. Me deslizé sobre su cuerpo para volver a adoptar una posición que ya conocía pero en una situación desconocida.
Vas a limpiarme bien, no quiero restos de tu semen en mis piernas, en la sabana ni en mi coño.
No tenia opción, me puse a lamer mi corrida, primero sus muslos, luego la que había manchado la sabana i fui a buscar la mayor parte en su sexo. Vi como parte del semen le había resbalado por sus labios vaginales y estaba entre sus nalgas y en su ano. Estaba decidido a ir hasta el final y la situación de dominación también me tenía excitado. Con los brazos le levanté la cintura i quedó apoyada sobre la parte alta de la espalda y sus hombros. Realmente ella iba a recibir placer pero yo también me sentía en la gloria. Le abrí las nalgas i lamí todos los restos de semen que había. Mis lamidas se entretuvieron especialmente en su ano y sus suspiros y jadeos me mostraban que había escogido una buena opción.
La volví a estirar y me dispuse a acabar la faena que tenia encargada. Con mi lengua recogía mis restos de semen, de su corrida anterior y la intentaba excitar al máximo para conseguir su orgasmo. Cuando colocó sus manos en mi nuca, me agarró de los pelos y me apretó como si tuviera que follarla con la cabeza estalló en un intenso orgasmo, el más largo que yo le había visto, seguramente motivado por el placer que le había dado y por la situación de dominación sobre mi.
Nos tumbamos uno al lado del otro para recuperarnos de la situación. Ella físicamente y yo mentalmente por todo lo que había pasado.
Al cabo de unos minutos me miró, me acarició dulcemente la cabeza y me dijo:
- Ahora vamos a por la traca final.
Yo no me imaginaba que más me podía hacer, obligarme a tragar mi semen de su coño ya había sido una nueva experiencia.
Ana se giró, me cogió i me puso boca abajo en la cama. Me abrió los brazos y las piernas y se tumbó encima mío. Podía notar como frotaba sus pechos en mi espalda y su coño en mi culo. Lentamente fue deslizándose hacia abajo recorriendo con sus tetas mi espalda. Entonces supuse lo que vendría a continuación. Sin darme tiempo a pensar sus manos empezaron a juguetear con mis nalgas, amasándolas, abriéndolas, dándoles golpes.
- Encoje las piernas, pon las rodillas en la sabana, y no levantes la cabeza.
Mi culo iba a ser ahora el centro de interés. Aunque ya esperaba la orden, mi corazón empezó a latir más rápido. Adopté la postura que me había pedido y esperé que fuera clemente. En mi mente luchaban dos pensamientos: el que nunca había pensado en una penetración anal y el que obedecía a mi excitación y quería disfrutar. Pero realmente no era dueño de mi voluntad, y no tenía más remedio que dejarme hacer.
Ana se había movido, había abierto unos cajones y volvió a la cama. Por mi posición no veía que iba a hacer, y a ella le encanto la situación. Aquellos segundos se hacían largos, intensos... Pero mi situación aun empeoró. Me obligo a que fueran mis manos las que cogieran mis nalgas y las abrieran para que ella pudiera maniobrar sin dificultad. Noté como me pasaba un dedo de arriba abajo, y como se entretenía cada vez que tocaba mi ano. Insinuaba la penetración pero no la hacía. Yo me encontraba tremendamente excitado con la situación: por la dominación, por sus juegos en mi culo... Mientras jugaba con sus dedos en la entrada de mi ano me dijo:
- Sabes, una vez leí en un relato de todorelatos, que un sumiso no lo es verdaderamente hasta que su ama no lo encula y lo cede a otra persona. Y tu te vas a convertir en un perfecto sumiso.
En aquellos momentos ya tenía asumido que mi culo, virgen por momentos, seria penetrado, pero no sabía como interpretar la cesión. Una fuerte presión sobre mi ano interrumpió mis pensamientos e hizo que mi mente se concentrara en dilatar el esfínter para facilitar la penetración. Mi ama tuvo piedad y me desvirgó el culo con un consolador mediano y bien lubricado. Mis sensaciones eran nuevas y para mi sorpresa muy excitantes. Me sentía lleno y en manos de otra persona que podía hacer lo que quisiera con mi cuerpo. Mi erección lo demostraba y mi ama que estaba atenta a mis reacciones me follaba con la mano izquierda y me masturbaba con la derecha. Para mi sorpresa no tardé en llegar al orgasmo, pero no sabía si agradecérselo a la derecha o a la izquierda. Me derrumbé sobre la cama a cámara lenta, porqué no sabía que me podía pasar en el culo si me movía rápido. Mi ama, atenta, cogió el consolador para que no abandonase su nueva propiedad.
Estaba sobre la cama tumbado, cansado, destrozado y al cabo de unos minutos noté como extraía a aquel intruso de mi culo. Mi ama se tumbó a mi lado y empezamos a besarnos con pasión. Había sido una tarde intensa. Entre los besos, caricias y abrazos me formuló la última orden:
Marc, ahora vas a escribir lo que hemos hecho y lo vas a colgar en todorelatos. Ser sumiso de una conocida ha sido fácil pero ¿Como seria con una desconocida? ¿Lo disfrutarías igual? ¿Qué te hará?
Yo no se si seré capaz de hacerlo- dije.
-Eso no me importa, es la última orden de esta tarde de sumisión. Quiero que lo pruebes y que cuentes como te ha ido. Y no te despistes ni te olvides dejar datos: tenemos sobre los cuarenta años, somos de Barcelona i el mail de contacto és starr11@hotmail.es .
Quizás tenemos suerte y recibimos mas de una proposición y las podemos comparar. Será interesante.