Una Amiga y una Fiesta
Envió el que fue mi primer relato. Un primer y sencillo encuentro que abre una tetralogía cuyo final aún no está escrito. Es una historia simple, casi mediocre, pero quería que fuera nuevamente el comienzo de mi estancia en esta página.
Las Aventuras de Daniel
1. Una Amiga y una Fiesta
-A las once-le dije al salir del coche, para recordarle la hora en que tenía que venir a recogerme. Como era mi costumbre cerré la puerta sin esperar contestación y me dirigí a la acera.
Bueno. Ya estaba allí y en ese momento no había vuelta atrás. Cada vez dudaba más de que ir hubiera sido una buena idea a pesar de que me había comprometido. No me gustaban mucho las fiestas ni las reuniones, pero al fin y al cabo era el cumpleaños del que era casi mi único amigo. Realmente sentía que no podía faltar, aunque me sintiera incómodo ante la presencia de gente desconocida.
Estuve un rato sin moverme en la acera, fingiendo que espera que el semáforo de los peatones se pusiera en verde para disimular. Todavía me rondaba en la cabeza la idea de no ir y luego inventar alguna excusa, pero como la alternativa era pasarme seis horas por la calle hasta que volvieran a recogerme, finalmente me decidí por cruzar la calle en dirección al bloque de pisos en que vivía mi amigo.
La puerta del edificio estaba abierta, así que entre sin más y me dirigí con paso rápido al ascensor. Por fortuna no me encontré con nadie y no tuve que esperar demasiado. Para tranquilizarme me concentré en el libro envuelto con un bonito papel azul y rojo que le iba a regalar a Pablo. No estaba seguro de que si le gustaría, pero no se me había ocurrido ninguna otra cosa y al menos me había salido barato.
Estaba pensando en esto cuando las puertas del ascensor se abrieron y salí al rellano del cuarto piso. No tarde en llegar frente a su apartamento. En el pasillo no había apenas más ruidos que los pocos que llegaban de la calle. No sé por qué, pero eso me dejo un poco más tranquilo, así que tome aire y llame a la puerta con tres suaves golpes. Cruce los dedos, esperando que fuera Pablo quién me abriera y no algún desconocido. Cuando medio minuto después alguien apareció al otro lado no era ninguno de los dos. Quien se presentó ante mí era una joven un poco mayor que yo. No era la primera vez que la veía y lo cierto es que no había podido dejar de fijarme en ella: Su cabello negro caía en una linda melena enmarcando un rostro de delicadas facciones presidido por unos chispeantes y bellos ojos azules, y su cuerpo estaba perfectamente moldeado y delineado con unas suaves y llamativas curvas. Era Andrea, la hermana de Pablo. La conocía poco más allá de haber admirado con discreción sus virtudes y de saludarnos algunas veces. Cuando me abrió la puerta llevaba una faldita rosa que le llegaba un poco por encima de las rodillas y una blusa blanca. Parecía estar en una actitud bastante informal y pude percibir que no se oía a nadie por detrás de ella, como si estuviera sola.
-Ah, Dani-me dijo antes de que pudiera decir nada-¿Ya has llegado? Pasa.
-Buenas tardes-empecé saludando al tiempo que cruzaba la puerta y ella la cerraba detrás de mí-Pablo me había dicho que la fiesta empezaría a las cinco, así que aquí estoy.
-¡Ah! ¿No te llegó el correo?
-¿Qué correo?
-Pablo ha tenido que ir a unas tareas, así que el cumpleaños se pasó a las seis.
-Vaya-me limite a decir. No sabía si tomármelo mal o bien.
-Bueno, ya que estás aquí pasa al salón y ponte cómodo.
Asentí y la seguí hasta el salón, dónde me senté en uno de los sofás frente a la televisión, en la que echaban una serie policiaca de “La Sexta”.
-Estaba viendo esto, pero si quieres ver tú otra cosa, puedo cambiarlo-me ofreció al sentarse a mi lado.
-No, no me apetece ver nada en particular. No veo mucho la tele-dije.
-Eso está bien. Espero que seas el único que va a venir antes de tiempo porque todavía no he terminado de preparar todo lo que tenía que hacer.
-No sé como no me ha llegado el correo-comenté.
-Bueno, no ha sido culpa tuya-notó que me recorre con su mirada y, tras ese vistazo general, añade-Y has venido bastante arreglado, ¿eh?
No sabía que pensar ante ese inesperado halago.
-Un poco, quizá-me limité a decir.
-¿Un poco?
-Tampoco sabía que marcaba el protocolo para estos casos-dije, bromeando un poco. Cuando me enfrentaba con un único interlocutor me costaba menos hablar. Cuando eran más… las cosas se ponían más difíciles.
-¡Ja, Ja!-se rió-Estás muy guapo-dijo-Por cierto, ¿puedo ofrecerte algo? ¿Agua, algún refresco?
-No, gracias-dije.
-Te noto un poco tenso, ¿no?-comentó de repente-Estás muy rígido.
-¿Eh?-no entendía por qué lo decía, aunque era verdad que estaba todavía un poco incómodo con la situación.
-¿Estás incómodo? Pablo me ha dicho que eres bastante cortado.
No sabía a que venía de repente eso, así que me concentré en la tele mientras pensaba que podía replicar a aquello. Pero ella insistió:
-¿Oye?-me dio un toque en el brazo izquierdo.
-Me cuesta un poco hablar con la gente que no conozco-dije finalmente.
-Ah, pues entonces deja que me presente-dice con burla-Me llamo Andrea.
-Yo Daniel-dije, sosteniendo su chiste, tendiéndole además la mano en además de estrechar la suya.
Sin embargo ella ignoró mi mano y, acercándose tan rápidamente que no pude casi verla, me dio dos besos en las mejillas. Cuando se retiro yo baje la mirada con un poco de vergüenza. Normalmente no me gustaba que me tocaran pero esto había sido… Una sensación extraña pero agradable.
-Ja, ja-vuelve entonces a reírse, su risa suena como el agua cristalina-¿No me digas que te has sonrojado?
-¡No!-respondo rápidamente.
-¿Eres muy mono, sabes?-salta repentinamente.
-¿Y eso a cuento de qué viene?-pregunté yo, suspicaz, sin poder imaginar lo que ella estaba pensando.
-Bueno, verás, hace un tiempo que te vengo observando cuando vienes con Pablo de clase-decía esto mientras se acercaba lentamente. Yo estaba casi paralizado y no sabía que hacer…Era algo inquietante pero excitante el mismo tiempo-Y tengo ganas de conocerte-cuando termino de decir estas palabras su rostro apenas estaba a un codo del mío.
-Pues nos acabamos de presentar-dije, intentando ser gracioso pero con algo de nervios para rebajar el ambiente. Aunque empezaba a tener curiosidad de a dónde podría llevar aquello.
Ella se fue aproximando centímetro a centímetro. Su mano izquierda se posó en mi rodilla derecha mientras se inclinaba sobre mí. Su blusa, ligeramente abierta, me daba en esa posición una vista excelente de sus suaves y contorneados pechos. Intente mantener la mente despejada, pero empezaba a estar excitado, aunque no podía dejar de pensar que podría ser una burla o algo.
-Yo me refería a conocerte con…más profundidad-dijo finalmente posando sus labios sobre los míos. El contacto no es que fuera inesperado dados los hechos pero no dejo de sorprenderme. Sus labios se notaban suaves, húmedos… Y después, durante un momento siento la punta de su lengua entre los míos. Pero el beso es breve y se retira al poco-¿Qué, tu primer beso?
-Bueno, sí-admito, ruborizado.
-Creo que vas a experimentar muchas cosas nuevas-dice volviéndome a besar. Ahora esta colocada sobre mí, sus brazos apoyados contra el sofá mientras nos fundíamos en un profundo beso francés. Yo no oponía precisamente mucha resistencia y su lengua recorría y exploraba mi boca a sus anchas. Me encontraba cada vez más excitado y mi cuerpo empezaba a reaccionar a sus avances.
Siguió besándome, parecía querer devorar mis labios, mientras su mano derecha empezó a acariciar mi pecho por encima de la ropa. Yo estaba nervioso y no sabía si debía hacer algo, pero lleve lentamente mis manos a sus piernas y acaricie sus muslos, introduciéndolas por debajo de su falda. Su piel resultaba suave y agradable.
Entonces nos separamos y ella empezó a desabrochar los botones de mi camisa, abriéndola al soltar el último. Se lanza sobre mí y empezó a besarme y lamerme el cuello, haciéndome algunas cosquillas mientras sus manos recorren mi pecho y mi vientre, acariciando y abarcándolo todo. Luego fue bajando desde mi cuello dándome exquisitos besitos hasta que descendió hasta que llegó a mi entrepierna. En ese momento ya estaba arrodillada delante de mí y colocó sus manos cubriendo mi miembro, ya totalmente erecto.
Comenzó a acariciarlo por encima de la tela suavemente y mirándome a los ojos. Yo estaba esperando lo que imaginaba vendría a continuación. No tardo: Me bajo la cremallera y soltó el botón del pantalón. Parto este y mi ropa interior para sacar mí ya firme mástil fuera. Lo tenía sostenido, duro, en su mano, y percibía en la punta su aliento. ¡Oh! Sentí que me iba a deshacer.
En ese momento empezó a mover la mano y a recorrer, masajeándolo, mi duro miembro. Su mano se sentía cálida y agradable. Poco a poco acelero el ritmo de la masturbación y yo ya empezaba a soltar unos breves gemidos…
-¿Te gusta, eh?-dice. Yo no respondí, no hacía falta.
Entonces se acercó y empezó a besar la punta de mi verga. Luego la rodeó con su lengua y jugo con ella alrededor de mi cabeza. ¡Oh! Esto era un placer que nunca habría imaginado. Ella chupaba y lamía la cabecita de mi polla, dándole abundante saliva. Estuvo un rato concentrándose en esa parte, pero luego se extendió, introduciéndosela toda en su boquita, notaba sus labios llegar a mis testículos y mi glande introducirse hasta su garganta. Por como se movía, tragando hasta el fondo, recorriendo mi mástil con rapidez y soltura, sorbiendo desde la punta hasta la base, se veía que tenía experiencia en hacer mamadas. La notaba poniéndose más dura de lo que la había tenido nunca en su boca.
Acaricie su cabello y sus mejillas mientras ella seguía introduciéndose mi palo hasta la garganta, sin dejar de clavar sus ojos azules en los míos. La situación era lo más morboso que había sentido en mi vida.
-Levanta un momento-me dijo sacándosela de repente.
Yo me alce un poco y ella me bajo los pantalones y me hizo sentarme pero ligeramente tumbado. Ella me retiró los zapatos, los pantalones y la ropa interior y vuelta a estar de rodillas volvió a chupármela. Pero ahora sus manos intervinieron, su izquierda, acariciándome y masajeándome los testículos, la otra, empezó a recorrerme el culito, ahora expuesto, y de repente, un dedo fue forzando la entrada. Ahora notaba mi polla en su boquita, con su calida lengua recorriendo y humedeciéndola por entero al tiempo que un dedo exploraba un rincón que creía intocable.
El placer era intenso y al poco note la llegada del orgasmo.
-Voy a acabar-avisé entre suaves jadeos.
Ella aceleró el ritmo de su trabajo y al poco terminé dentro de su boca. No pude ver cuánto eché, pues se tragó la mayor parte, pero nunca había sentido una corrida tan abundante. Ella trago lentamente, casi como saboreando mi semen como un manjar, y eso sin dejar de chupármela hasta que quedo totalmente limpia.
Yo estaba casi en shock, procurando disfrutar del momento y durante unos segundos me quede quieto casi sin percibir lo que pasaba a mí alrededor.
-¿Lo he hecho bien, eh?-me preguntó con voz insinuante.
-Mucho-asentí.
Ella se levantó y se situó sobre mí. Sus piernas, de rodillas, flanqueaban las mías y quedo alzada ante mí, apoyado en el respaldo del sofá. Me miró a los ojos con mirada pícara y me dijo:
-Ahora te va a tocar a ti.
Sin dejar de mirarme se fue desabrochándose la blusa, quitándosela y lanzándola lejos cuando terminó. Su blanca y suave figura, de insinuantes caderas, estilizado cuerpo y redondeados y bien formados pechos, quedo ante mí. Su cuerpo aparecía tan deseable que casi me quede sin poder reaccionar.
-¿Te gusta?-me preguntó.
-¡Claro!-dije.
-¿Y, a qué esperas?
Le hice caso y mis manos se levantaron para acariciar sus caderas y la suave piel de su vientre. Ella cerró los ojos para centrarse en sentir el ascenso de mis manos por su cuerpo. Mis manos llegaron a sus dulces pechos, cuyos pezones ya estaban duros. Empecé a recorrerlos y amasarlos mientras besaba su abdomen y hurgaba en su lindo ombligo con mi lengua. Estuve un rato así hasta que empecé a subir, lamiendo su cuerpo, hasta que sus tetas quedaron a la altura de mi boca. Me centré en su pecho derecho y rodeé su pezón con mi lengua, lamiendo y succionándolo luego como un bebé que se alimentaba del pecho de su madre. Acariciaba y jugaba con sus dos exquisitos pechos mientras empecé a lamerlos por completo… Me había imaginado haciendo cosas así en mis fantasías, pero era algo más delicioso de lo que lo había soñado.
-No lo hace mal mi niño-Me encantó que me dijera eso-Ahora que has probado el aperitivo, te toca el plato principal.
Entonces se levantó y quedo de pie ante mí. Se dio la vuelta y se bajó y quitó poco a poco la minifalda, quedando con unas pequeñas braguitas blancas que apenas le cubrían nada. Esas tampoco tardo en quitárselas y entonces se inclino, mostrándome su culito y su conejito. Entonces fue a un sillón cercano y se sentó, abriéndose de piernas todo lo posible y haciendo gestos para que me acercara. Yo lo hice y me arrodille ante ella para acercarme a su entrepierna.
Cuando me acerqué, ella empezó a acariciarme el pelo y me empujaba suavemente para acercarme a su conchita, que estaba caliente y húmeda. Su olor era fuerte, algo raro, pero eso no me disuadió y empecé a lamerlo. Ella gimió y tembló ligeramente cuando mi lengua empezó a recorrer su depilada rajita, al tiempo que mis dedos presionaban y masajeaban su monte de Venus. Era la primera vez que me comía un coño, pero gracias a lo que había leído por Internet y lo que había visto en videos tenía alguna idea. Además, igual que había hecho ella, humedecí uno de mis dedos en saliva y lo acerque a su culito, donde empecé a meterlo poco a poco mientras mi otra mano se concentraba en su clítoris y mi lengua recorría sus labios.
Ella gemía cada vez más fuerte hasta que llegó al orgasmo y sus jugos inundaron mi boca. Al principio me daba un poco de cosa, pero el morbo me hizo tomármelos todos.
Ella se levantó y me alzó para ponerme a la misma altura y volverme a besar. Ella seguía dominando y su lengua llevaba la iniciativa, pero ahora yo también jugaba con la suya al tiempo que mis manos recorrían su espalda y su culito.
-Siéntate ahí-me dijo entonces señalando una silla cercana.
Yo lo hice, apoyándome contra el respaldo de la silla, interesado por ver que planeaba, y entonces se coloco sobre mí. Se sentó dándome la cara a mí y la espalda a la silla. Entonces fue acercando mi miembro a su vagina. Tenía nuevamente mi verga preparada para la acción, aunque durante un segundo temblé, iba a ser mi primera penetración.
Las estrechas carnes de su interior, calentitas y húmedas, agradables, fueron engullendo mi polla según se sentaba. Cuando mi miembro quedó enteramente sepultado en su interior, ella quedó un momento quiera sobre mí. La sensación era fantástica. Notaba su cuerpo presionando el mío, su calor, su tacto, su aliento, sus fluidos,…, todo lo notaba cercano, parte de mí,… Delicioso.
Ella empezó entonces a moverse, cabalgándome. ¡Oh! Era ella la que me estaba follando a mí, me sentía utilizado… Y me gustaba. Nuestros gemidos se cruzaban cuando no los cortábamos con nuestros besos al tiempo que ella aceleraba sus movimientos. Cada vez sentía mi polla más apretada y era un gustazo.
-Cambiemos de postura-dijo entonces. Se levanto, y sentí como una brisa en mi polla al quedar libre del delicioso encierro.
Ella se apoyó contra la pared, dejándome su cuerpo a mi merced. No necesitaba más indicaciones. Me acerqué y, acariciando su cuerpo con mis manos, dirigí mi pene hacia su vagina y se la enterré en un movimiento.
-¡Oh, sí!-gimió.
Yo se la fui clavando en grandes estocadas, sacándola lentamente y luego metiéndola a toda prisa. Ella temblaba y jadeaba del placer.
-¡Más rápido!-pedía.
Yo fui acelerando hasta que ella nuevamente llego a un segundo orgasmo. Durante un momento tembló, casi sin poder sostenerse.
-Muy bien-asintió.
Yo no la había sacado todavía. Me sentía muy a gusto en su interior, aunque estaba cerca de volver a acabar.
-Creo que me falta poco-le dije.
Ella se zafo de mí y se arrodillo para volvérmela a chupar. Se la introdujo y volvió a jugar con su lengua en mi rabo. Pero ahora estaba más seguro y decidí ir a por más. Agarré su cabeza y se la introduje hasta el fondo, empezando a follarme su boca. Ella, no sé si sorprendida o no, se dejo hacer y no tarde en eyacular en su boca. No sacándola hasta que note que había echado hasta la última gota.
Ella se quedó un momento quieta, y yo pensaba que lo tragaría como la vez anterior. Pero entonces se levanto y, agarrándome de repente, me acercó a sí y me beso. Cuando su lengua entró en mi boca note que me inundaba además una sustancia gelatinosa algo caliente sin un sabor determinado… Era mi propia corrida, me la estaba pasando. Aunque al principio me dio algo de asco cuando me di cuenta sus manos no me dejaron separarme y su lengua siguió suministrándome mi propia leche hasta que me la trague toda. La verdad es que al final me dio morbo y me sometí con mucho gusto a esa perversión.
-¿Te ha gustado, eh? Era el precio por haberte dejado coger mi boquita a placer-me explicó.
-Ha estado bien-asentí-Todo.
-Puede que pronto repitamos-dijo ella-Pero ahora vístete y ayúdame a preparar algunas cosas. Así tal vez te recompensé luego-terminó guiñándome un ojo.