Una amiga especial.

Debajo de aquella cintura, me topé con una gran sorpresa.

UNA AMIGA ESPECIAL.

Después de una larga ausencia, de nuevo estoy aquí para compartir historias, que en mí caso, son experiencias verdaderas. Soy JE, lean mis relatos para que me conozcan.

En esta larga ausencia conocí a una chica, que la llamaré Isela, que me ha dejado prendido. Es de esas  personas,  que han vivido toda su vida con traumas por su comportamiento, la critican  por ser lenta para realizar su trabajo, todo pregunta cómo debe hacerlo y todas sus compañeras de trabajo la presionan y la insultan. Debido a esta situación, Isela es muy retraída, tímida y poco sociable. Somos pocos los amigos que convivimos con ella, y créanme que es difícil.

Es casada, (no sé como lo logro) tiene dos hijas y un esposo que la controla en todo, hasta en su forma de vestir, la cela mucho, le habla a su cel 6 u 8 veces al día y, aunque no lo creía,  la tiene descuidada en los aspectos amorosos. Esto lo sé porque Isela, estuvo colaborando en mí oficina y de ahí, entablamos una amistad que  poco a poco fue creciendo y las pláticas que teníamos le servían para desahogarse de sus problemas.

Físicamente, Isela no llama la atención, tiene 42 años, mide 1.60,  morena clara, cabello muy ensortijado, que prefiere traerlo algo corto, un busto talla 34-B, labios carnosos, una cintura promedio de más o menos 65 cms. pero debajo de esta se escondía algo muy  interesante, que lo describiré más adelante.

Al paso del tiempo, nuestras charlas fueron más frecuentes rayando, casi, en lo sentimental e íntimo (aunque esto suene imposible). Yo la escuchaba y le aconsejaba en lo que podía, para que  tratara de superaros. En una ocasión le pregunté, el por qué era tan celoso su marido y me contesto:

-          Charlie (su marido se llama Carlos) es así porque tuvo dos novias que le fueron infieles.

-          ¿Pero tú le has sido infiel? -Le pregunté-.

-          No, es por eso que  me cuida mucho.

-          Pero ¿tú como te sientes, te gusta la vida que llevas con él?  -Le pregunté-.

-          No es mal hombre, es buen esposo, padre, pero… bueno creo que mejor aquí dejamos la plática.

-          Está bien, pero si algún día me quieres contar yo te escuchare, le contesté.

Nuestra amistad continuó y ella fue cambiando un poco en su forma de ser, quizá a consecuencia de nuestras pláticas, sin embargo, su forma de vestir aun era controlada por Charlie. Trataba de socializar más con los compañeros, pero buscaba que yo estuviera presente, quizá se sentía más segura.

Con el tiempo se hizo amiga de una señora llamada María, de muy buen físico, bsto generoso y grandes nalgas firmes para sus 50 años. Con ella, empezamos a salir los tres a comer o al cine. De vez en cuando iba Charlie, más por ver a María y sus dos grandes atributos, que por acompañar a Isela.

Llegaron las fiestas de fin de año y por primera vez, Isela se animó a asistir. En aquella ocasión le pregunté si asistiría  con su esposo:

-          Sí, me va a acompañar, y luego me iré con él a su festejo. - me contestó-

-          Qué bien, espero que no se enoje por sacarte a bailar.

-          No creo. De todos modos nos arriesgamos. –me contestó-.

Ese día, llegamos al lugar del festejo. Isela, María y yo nos incorporamos a una de las mesas con otros compañeros y apartamos un lugar para Charlie, que llegó media hora después. Comimos, bebimos, bromeamos, bailamos, pero Isela no la estaba pasando bien, solo estaba con su esposo sentada viendo como nos divertíamos. María se atrevió a pedirle a Charlie, que la sacara a bailar, aceptando de inmediato y sin decir más Isela se quitó el abrigo y me tomó la mano para bailar, ante la mirada de enojo de Charlie.

Al ritmo de la música, me fui alejando del esposo de Isela y ella misma lo entendió y aceptó. Ya fuera de la vigilante mirada de Charlie, me pude percatar de bonito conjunto sastre que lucía Isela, de saco y pantalón que por cierto, dejaba ver unas bien formadas nalgas y que hasta ese momento no sabía lo bien que estaban.

Así estuvimos por varias melodías, hasta que María se cansó de ser manoseada por Charlie. María me pidió que bailara con ella y que ya no la soltara. Así lo hice, hasta que nos cansamos y regresamos a la mesa prácticamente para ya retirarnos.  Isela y su esposo, habían discutido y terminaron por pelearse rumbo a la salida del lugar. Charlie sin decir más, tomó su auto y se marcho, dejando a Isela en la calle. María la abrazó y la llevó a donde yo estaba esperando mí auto. Me pidieron si las podía llevar. Acepte y en el camino preguntamos a Isela por qué se enojo Charlie. Ella comento que, entre viejas rencillas y el alcohol, discutieron y lo peor fue que Isela termino reclamando a María por la forma de dejarse abrazar por Charlie.María no quería discutir con Isela, ambas se encontraban un poco embriagadas y si lo hacían, no iba a terminar bien aquello, que dicho sea de paso, empezaba a incomodarme. Ante esta situación, María me pidió bajarse del auto. Me detuve y antes de que bajará le pregunté qué hacía con Isela:

-          Llévala a su casa, al fin que no está el caliente de su marido –me contestó-

-          Pero yo no sé donde vive y como está, no creo que sepa por dónde anda.  -Le comenté a María-

-          Vive por Aragón. Y sacando un papel y pluma me dio el domicilio de Isela. Suerte,  me dijo,  al tiempo que detenía a un taxi para subirse y alejarse de nosotros.

Mientras tanto Isela permanecía callada, casi como la conocí.

-          Bueno vamos para tu casa. -Le dije-

-          No quiero ir. Llévame a otro lado. –me dijo-

-          Pero a donde. Tus hijas te esperan.

-          Ella contestó: no, ellas están con sus abuelos y mi maridito, ha de estar ahorita agasajándose a otra vieja de su trabajo.

Empecé a conducir tomando el rumbo que me había indicado María. Ella seguía callada con un rostro triste.

-          ¿A dónde quieres ir? ¿Quieres tomar un café para que se te baje lo mareada? –le pregunté-

-          No,  solo no me lleves a mí casa. - Me contesto.-

Conduciendo despacio, debido a que yo también sentía los estragos de la bebida, me fui encaminando hacia su casa, pero en una luz roja, sucedió lo inesperado. Isela me abrazó plantándome, al mismo tiempo, tremendo beso en la boca, que me dejó desconcertado. Se aparto para que yo siguiera conduciendo y me preguntó:

-          ¿Te gustó?

-          Sí, claro que me gusto. Pero ¿porque lo hiciste?  -Le contesté-

-          Porque eres la única persona que me entiende y  y y… (hizo una pausa) quiero estar sola contigo, en otro lugar donde estemos a gusto tu y yo. Me entiendes.

Dicen que al buen entendedor pocas palabras. Me dirigí a un motel cercano que conocía. Entramos y ella se bajo rápidamente y se metió a la habitación, mientras yo pagaba el servicio. Al ir subiendo a la habitación, escuche el cerrojo de la puerta del baño y enseguida el sonido de la orina contra el agua del inodoro. Este sonido se prolongo bastante, evidenciando su urgencia por vaciar su vejiga. Yo me quité el saco y la corbata y lo puse al lado del saco y abrigo de Isela

Salió del sanitario y se sentó en la orilla de la cama junto a mí, mientras yo miraba las clásicas películas porno que se trasmiten en estos lugares.

-          Ya me hacía de la piss. ¿Te gustan esas películas? –me preguntó-

-          Son entretenidas ¿A ti te gustan?

-          Nunca he visto una. -Me dijo-

-          ¿En serio, nunca? Yo sabía que era verdad,  por cómo era.

Enseguida sin decir más, la empecé a abrazar y besar. Ella respondió de la misma forma. Acto seguido le quité la  ropa, desabroché y quité su blusa, dejándola en puro sostén. Ella me quitó la camisa, dejándome con el torso descubierto. Desabroché el botón de su pantalón y bajé el cierre lateral, la prenda cayó por sí sola. Enseguida se agachó para quitarse las medias y zapatos, y aprovechó para desabrocharme el pantalón, el cual terminé por sacarlo. Se incorporó y por primera vez admiré su bien formado cuerpo. Le quité el sostén dejando al aire sus senos,  con una grande y obscura aureola, y con unos enormes pezones, que ya estaban erectos y parecían un par de pequeños dedos. La cargue y la puse sobre la cama. Con las luces sobre ella, admiré la belleza de sus formas, traía puesta unas pantys tipo “cachetero” de encaje blanco, que apenas cubrían su enorme trasero y que dejaba salir pelos negros por encima y a los lados de la prenda.

Me calenté al 100 ante aquella visión y mi pija se me puso tremendamente dura. La besaba y mientras mis manos acariciaban su cuerpo. Ella tenía los ojos cerrados, suspiraba y casi gritaba cuando mis labios tocaban sus sensibles pezones. Poco a poco fui explorando cada parte de su cuerpo, aunque cada vez que quería meter la mano por debajo de su panty, me detenía la mano. Isela me acariciaba la cara y la espalda.  Me recosté junto a ella, sin dejar de acariciarla. Estaba muy excitado, ya no aguantaba mi pija dentro de mis calzones y terminé por quitármelos. Isela se percato de lo que había hecho y se volteó boca abajo en señal de pudor. En esa posición, pude admirar sus enormes caderas y nalgas, cuya hendidura estaba invadida por parte de la tela de su panty. Esto me prendió aun más, no sabía si me iba a venir antes de tiempo, pero logre controlarme. Empecé acariciar su espalda, sus hombros y al llegar a sus nalgas me percaté de lo duras y firmes que estaban. Metí la mano por debajo de su prenda y ella la aceptó. Acaricie esas enormes nalgas, metiendo un dedo entre su hendidura. Isela solo suspiro y se puso tensa, al sentir mi dedo cerca de su peludo culo. Seguí bajando mi dedo hasta llegar a su entrada vaginal, que ya estaba muy mojada. Al querer meter mi dedo explorador en su vagina, Isela se volteó y tuve que sacar mí mano. Bocarriba me empezó a besar la boca y el cuello, pero no terminaba de animarse a coger mi pija, que ya estaba echando líquidos al por mayor. Me puso de espadas a la cama y se acostó encima de mí, quedando sus erectos pezones en mi pecho y acercándose a mi oído me dijo:

-          Quiero que sepas que es la primera vez que hago esto y estoy nerviosa.

-          Relájate –le dije- solo deja que sucedan las cosas.

-          Pero tengo miedo. –me dijo-

-          ¿Miedo? ¿De qué?

-          No se –contesto- esto es nuevo para mí.

-          Solo relájate, insistí.

-          ¿Traes condones? Me preguntó.

-          Si, deja sacarlos.

Cogí una toalla para cubrirme y bajé al auto por ellos. Regresé y volví a acostarme junto Isela que volvió a poner su pecho contra el mío.  Yo ya no aguantaba más y me dispuse a quitarle la panty. Ella misma me ayudó y al fin estaba totalmente desnuda, sentí cada parte de su cuerpo y en mi vientre una extraña sensación de su pubis. Cambiamos de posición y la puse de espaldas a la cama. Empecé a besarle el cuello y fui bajando hasta llegar a su casi plano vientre, el cual presentaba una cicatriz debido a sus embarazos. Sentí en mis labios una delgada y fina línea de ensortijados vellos, que partía de su pequeño ombligo y que se fue haciendo más tupida, conforme llegaba a sus labios vaginales. Separé un poco mí rostro y pude admirar una mata de pelos del tipo de mujer africana, con vellos muy ensortijados, pero en el caso de Isela, se notaba que no le gustaba recortárselos, por lo que era un verdadero colchoncito de pelos lo que cubrían sus grandes labios y negros como la noche. Seguí besándola hasta llegar a sus pies, disfrutando cada parte de de su piel. Tanto ella como yo estábamos muy calientes, respirábamos muy aceleradamente y a pesar del frio, empezamos a sudar de excitación.

Cuando me disponía a colocarme el condón ella me dijo:

-          ¿Me enseñas como se pone?

-          Claro, ponlo en la punta y desenróllalo completo –le expliqué-

-          Al tomar mi pija, exclamó: Guau, la tienes muy gruesa y cabezona, la de Charlie es muy delgada aunque y un poco más larga, hasta donde recuerdo.

-          No las compares, pero creo que  te gustará más lo grueso. –le conteste-

En seguida colocó el condón, como le había indicado y lo desenrolló por completo. Se acomodó en las almohadas y me coloque entre sus piernas que poco a poco se fueron abriendo, pero que debido a esa gran mata de pelos, no me permitía ver del todo, su orificio vaginal. Abrí sus labios mayores para descubrir y estimular su clítoris. Lamí toda su raja de arriba abajo y note que no tenía labios internos, eran demasiado pequeños y de un tono café muy obscuro y su clítoris sobresalía como un centímetro. Lo empecé a succionar e Isela, brincaba y sacaba líquidos, llenando mi cara de esos deliciosos jugos.  Seguí estimulándola y su clítoris duplicó su tamaño. Isela ya no resistía más, me pidió ponerme de espaldas, acto seguido se coloco encima de mí, poniendo su peludo coño, a la altura de mí pequeña pero gruesa verga, la tomo con una su mano y con su otra separó sus labios vaginales. La coloco en su entrada vaginal y se dispuso a introducirla, dejando que el peso de su cuerpo hiciera el resto. Sin embargo, mi pija no entraba por más que empujaba, pero no era por lo gruesa, su vagina estaba muy cerrada, no sé si era de nervios o por no tener actividad sexual.

-          No entra, no entra, exclamaba jadeando.

-          Solo relájate creo que estas muy tensa. –le dije-

Empujaba y poco a poco fue cediendo aquella apretada vaginal. Yo dejé que Isela tomara el control de sus movimientos, para yo concentrarme en sentir su vagina, que en cada movimiento me estaba provocando un gran placer. Su subir y bajar era muy lento, se notaba que gozaba cada embestida en su recorrido. Mis manos acariciaban sus enormes nalgas, su peludo ano lo frotaba con uno de mis dedos y ella temblaba con estas caricias. Isela se inclinó para que sus pezones quedaran en mi boca, los apreté, besé y a succioné, sin saber el efecto que iba a tener esta acción. Empezó a gritar y tomaba mi cabeza en señal de seguir haciéndolo, sus jugos vaginales se multiplicaron escurriendo entre mis bolas y llegando hasta mis nalgas, aumentó ligeramente su movimiento de caderas de adelante hacia atrás, empujando su clítoris contra mí pubis. Yo sentía que no resistiría mucho tiempo sin correrme, pues realmente su vagina estaba muy justa.

Siguió aumentando el ritmo de sus movimientos. Ella me seguía ofreciendo sus senos con desesperación, tal parecía que no le bastaba con besarlos, por lo cual empecé a morder sus pezones ligeramente. Ella reacciono aumentando la velocidad de su movimiento y por fin estalló en un impresionante y chorreante orgasmo, Isela se quedó unos instantes quieta, con la boca y ojos muy abiertos. Sentí oleadas de contracciones de su vagina que apretaban mí pija con fuerza. Isela se estremeció y finalmente se desvaneció cayendo sobre mí pecho, jadeando de placer.  Yo no sé como aguanté  sin correrme, con esa oleada de contracciones vaginales. Aproveché la posición en que estaba, para seguir masajeando sus nalgotas. Isela se empezó a mover nuevamente. Oprimía sus senos contra mí pecho, sentía el rozar de sus duros pezones. En cada vaivén de su cuerpo, yo sentía un gran placer, por el roce de su gran mata de vello púbico contra el mío. Giré para ponerme encima de ella, tomé sus piernas y me las eche a los hombros. Empecé arremeter contra su empapada vagina, bombeando despacio, sintiendo lo apretada que estaba y  que solo con movimientos lentos se podía gozar. Así seguí hasta que empezó a decir:

-          Más rápido, más rápido, quiero sentir bonito otra vez, aprieta mis pezones, muérdelos, hazlo, hazlo.

Así lo hice y empezó a surtir efecto esta acción. Su cuerpo temblaba, sentía como se mojaba de sudor y su vagina se empezó a contraerse rítmicamente. Aumenté el ritmo de mi movimiento, Isela también lo hizo y de nuevo tuvo un orgasmo, pero esta vez, sus contracciones vaginales fueron tan fuertes, que mi verga salió expulsada de ella, junto con una gran cantidad de líquidos. Yo trate de volver a meterla, pero no pude, debido a esa gran contracción que tuvo. Ella, tomó mi pija y trato de metérsela, fue tal la fuerza al jalármela, que se quedó con el condón en la mano. Se deshizo de él y volvió a coger mi estaca para metérsela, diciéndome:

-          No importa, ahora si voy a sentir tu delicioso pito.

-          ¿Segura? –le dije-. ¿No te importa?

-          No. Además lo hice a propósito, la quiero tal cual, métela, métela, métela.

Me acosté sobre la cama e Isela se volvió a cabalgar. Cogió mí estaca y se la volvió a colocar entre sus labios  vaginales. Nuevamente dejé el control a Isela, que movía su cadera de diversa maneras. Sin el condón, la vagina de Isela se sentía maravillosa, cálida, podía sentir cada pliegue, como se abría a cada arremetida. Su clítoris estaba muy hinchado, sobresalía como 3 cms. , pero lo que más me producía placer, era su hinchado punto “G” , que provocaba una gran fricción en mi verga.  Isela me volvió a ofrecer sus senos y yo sabiendo el efecto resultante, le aplique el mismo tratamiento. Terminó con otro gran y liquido orgasmo, provocando el mío y llenando su vagina de leche.

Exhaustos, nos quedamos acostados abrazándonos. Aproveche para seguir acariciando sus ensortijados vellos púbicos, recorriendo toda su rajita, sentía vibrar su cuerpo cada vez  que rozaba su clítoris. Después de un rato, ante semejante actividad sexual, la borrachera se fue disipando de nuestras cabezas. Isela tomó mis manos y me dijo:

-          Es lo más maravilloso que he sentido, nunca había tenido un orgasmo y ni siquiera  sé si lo tuve hoy. De lo que si estoy segura, es que me hiciste perder la cabeza y me siento feliz. Tenías razón acerca de lo grueso. Gracias

-          Creo que solo dejaste salir una parte de ti, que quizás no conocías y yo también te agradezco el momento. Eres única. –le respondí-

-          Bueno, es momento de irnos. Pero quiero pediré una cosa. –me dijo-

-          Si, lo sé, esto nunca paso. No te preocupes, soy un caballero. –le respondí-

-          No era tanto eso, pues sé que eres discreto. –me dijo-

-          ¿Entonces, que más me vas a pedir? –le dije-

-          Quiero repetirlo. En la primera oportunidad que tengamos lo podríamos repetir, claro, si tú también lo deseas.

-          Claro que lo deseo y ansío que sea pronto. –le respondí-

Nos metimos a bañar y salimos del motel rumbo a su casa.

Pronto escribiré sobre nuestro segundo encuentro, fue algo o muy especial.

Saludos.