Una amiga especial 2
Nuestro segundo encuentro,es de lo más caliente y humedo.
Una amiga especial 2
Este es el relato de mi segundo encuentro con Isela, que espero sea de su aceptación
Esto sucedió hace 6 años, si leyeron el anterior relato, mí relación con esta compañera de trabajo se dio en forma un poco circunstancial. Su vida llena de problemas y sumamente controlada y celada por su pareja, provocó que Isela guardara por mucho tiempo un comportamiento, que hasta ella misma desconocía y sobre todo que gozara.
Nuestro segundo encuentro se logró cinco meses después del primero. Después de esa gran experiencia, las cosas se arreglaron con María e Isela y los tres seguíamos siendo buenos amigos.
Charlie (esposo de Isela) seguía celándola y cuidándola cada vez más, desde aquella fiesta. Todos los días iba por ella, lo que dificultaba en mucho otro encuentro con Isela, sin embargo, nuestra amistad se fue consolidando y con ella nuestras pláticas, que cabe mencionar, se fueron haciendo cada vez más íntimas y subidas de tono, en los pocos momentos que nos permitía el trabajo.
La oportunidad se dio al fin, a nuestra empresa la invitaron a participar en un intercambio de experiencias y este encuentro era en un estado llamado Puebla. La mayoría de los trabajadores decidió a asistir los cuatro días que duraba el evento, con la opción de poder llevar a un acompañante. Casi nadie acepto llevar a alguien extra, pero para Isela no aplicó esta situación, la acompañaría su marido.
Llego el jueves, día de la salida, y sorprendentemente el esposo de Isela no venía con ella, la acompañaba una mujer de cierta edad (60 y tantos años) que era su suegra.
Que paso con tu esposo –pregunto María-
Tiene una infección estomacal y se quedo en casa -respondió Isela- Pero me viene acompañando mi suegra.
Mucho gusto-dijimos el grupo de amigos que estábamos en ese momento-
Salimos en lujosos autobuses hacia nuestro destino, Isela sentada con su suegra y yo con María. Todos íbamos charlando y comentando sobre las actividades que realizaríamos en el hotel donde estaríamos hospedados.
Llegamos al hotel de muy buen humor y dispuestos para el trabajo. Ya estaban organizadas las habitaciones, y quienes estaríamos en cada una de ellas. Yo tuve la suerte de estar solo debido a una cancelación de último momento de la persona que estaría conmigo. Isela, lógicamente, estaba acompañada por su suegra y María con otra compañera.
Al otro día (viernes) las actividades empezaron temprano, y terminaron a las 18: 00 horas.
Todos nos preparamos para asistir a los antros de moda y fuimos a bailar en un sitio que nos recomendaron. Pedimos varias botellas de vino, las cuales consumimos rápidamente. El lugar estaba a reventar, Isela, acompañada por su suegra, también se divertían y yo aproveché el momento para bailar con María, Isela y su suegra.
La bebida hizo estragos en casi todos, sobre todo en la suegra de Isela, que prácticamente no se podía mantener en pie al grado que la tuvimos que sacar casi cargando del lugar. Regresamos a nuestro hotel, María e Isela llevaron a la suegra a la habitación. Yo me quede en el restaurant del hotel con otros compañeros y luego me retiré a mí habitación con un poco más sobrio.
Me estaba desvistiendo viendo la tele en mí habitación, cuando llaman a mi puerta. Y ¡oh sorpresa!, era Isela. Rápido se metió a mi cuarto y cerramos la puerta.
Ya te había venido a buscar, pero no estabas –me dijo Isela—
Me quede un rato en el restaurant. Yo creí que ya estabas dormida—le contesté—
Y sin más preámbulos, nos empezamos a besar. Isela traía aun el efecto del vino, lo que hicieron desinhibirse totalmente.
Creí que no llegaría este momento –dijo Isela, con un tono por demás gracioso provocado por el vino-
Yo también –conteste-
Empecé a desvestirla poco a poco. Quería gozar cada centímetro de su cuerpo. Le quité la blusa, traía puesto un sujetador color blanco transparente, que deja ver sus grandes aureolas y pezones ya erectos. Desabroche, uno a uno los botones de la falda que traía puesta, la cual cayó, dejando a Isela en una diminuta tanga de hilo dental, con un pequeño triangulo de tela al frente, que no podía contener su espesa mata de pelos púbicos.
Fui bajando mis manos, acariciando ese enorme trasero terso y firme. Los suspiros se fueron intensificando, pero ella se detuvo.
Quiero brindar contigo –me dijo Isela—
Cuál es el motivo –le conteste—
Por este nuevo encuentro. Quiero que te emborraches conmigo. Ándale solo una más, por favor. —me decía Ise con un tono de embriagues característico.—
Bueno solo una más –le conteste—al momento que abría el servibar de la habitación y sacaba dos pequeñas botellas de vino tinto.
Las bebimos entre música, risas y platica. Yo ya me había despojado de mi ropa y estaba en calzoncillos, con mi verga como lanza, pues Isela se puso a bailar y cada vez que movía su enorme trasero, me dejaba contemplar esa excitante mata de pelos ensortijados, saliendo de entre su tanga.
Tuve que intervenir varias ocasiones, para que Isela no cayera, de lo mareada que estaba y aprovechaba el momento, para abrazarla y restregarle en sus nalgas mi erecto miembro.
El efecto del alcohol, provoco que Isela perdiera toda vergüenza y eso pensé en aprovecharlo, pero no sabía que me iba a suceder y me equivoque.
Nos tumbamos sobre la cama y nos empezamos a besar nuevamente, con una gran pasión, metiendo y sacando nuestras lenguas, en un delicioso vaivén. Le quité el sostén quedando ante mí esos grandes pezones erectos, los cuales empecé a succionar, sabiendo el efecto que provocaba en Ise. De inmediato su excitación se hizo patente, manifestándose con gritos que fueron ahogados por una almohada. Así estuve chupándole un buen rato, alternando entre uno y otro, hasta que obtuvo su primer orgasmo provocando que su tanga terminara totalmente mojada de sus jugos. Le quite su diminuta prenda para admirar su gran mata de pelos, que esta vez estaban más tupidos.
Te gusta mí sexo? –me preguntó—
Claro es hermoso—le contesté—
Con una de mis manos, separé las piernas de Isela, mientras con la otra seguía masajeando sus pechos, mientras mi boca besaba su sensible cuello.
Te gusta así natural, peludo? –volvió a preguntar—
Sí, me excita mucho, me encanta y no solo tus pelos—le conteste—también tu vagina que está muy apretada, tu culo y tus senos, tus pezones—concluí--.
Seguí besándola, sentía como su cuerpo se estremecía con cada caricia y sus jadeos se multiplicaban al igual que su lubricación vaginal. Uno de mis dedos recorría su mojada raja, desde su clítoris hasta su rosado culo y gozando de sus diminutos pliegues labiales (en el primer relato, mencioné que Isela prácticamente no tenía labios pequeños). Metí un dedo en su vagina, lo que provocó en Ise un estremecimiento y que sus piernas las abrieran un poco más.
Isela me quitó el calzón, cogió mi verga y me empezó masturbar, poniéndome al 100 de excitación. Pero al mismo tiempo, sabía que me tenía que controlar, pues en esta ocasión, teníamos todo el tiempo, así que lo iba a tomar con calma. Inicié un suave masaje en su punto “G”, el cual poco a poco fue creciendo, su respiración empezó a acelerarse, su cuerpo se cubría de sudor, Isela sabía que estaba a punto de tener su segundo orgasmo, aunque desconocía la sensación del punto “G”.
Me voy a orinar, me voy a orinar-- me decía—al tiempo que soltaba mi pija y trataba de sacar mi dedo de su vagina, con su mano.
No, no te vas a orinar, solo es la sensación, déjate ir—le decía—relájate y disfruta.
No pude detenerla e intempestivamente de paró y fue corriendo al sanitario, cortando de lleno la acción. Fui detrás de ella, pensando que podía caerse, de lo alcoholizada que estaba y me detuve en la puerta del baño, mientras Isela se sentaba en el inodoro, dejando salir el chorro de orina. Me pidió que me acercara al tiempo que abría sus piernas y me decía:
Ya vez que sí me andaba de la piss, mira
Si, ya veo—le conteste—
Isela me ofreció una de las visiones más excitantes de mi vida. Con sus piernas abiertas, utilizó una sus manos para separar sus abundantes pelos y dejar que saliera libremente el chorro de orina. Me jaló, y me pidió que me arrodillara entre sus piernas, quedando mi pija a pocos centímetros de su raja y del inodoro. Lo que a continuación hizo, me dejo sorprendido. Isela, sin dejar de orinar, cogió mi polla con la otra mano y me la jalo para acercarla a su tibio chorro de orina y me la empezó a mojar. Al principio no me agradó mucho, pero al parecer a Isela le provocaba excitación.
¿Te gusta?—me preguntó—
No supe que contestar, estaba sorprendido del húmedo comportamiento de Ise. Sin embargo, pese a todo, estaba que reventaba de caliente y mi verga estaba como nunca de dura, al grado que me atreví a seguirle el juego a mi caliente y desinhibida amante. Cuando, creí que había terminado de mear, puse la cabeza de mi pija entre sus peludos labios vaginales, que aun mantenía abiertos con sus dedos y muy despacio la fui empujando dentro de su apretado nido de amor. Isela entendió mi acción y respondió de la misma manera, empujando su peluda pelvis contra ni verga. Poco a poco fui bombeando muy despacio, no podía creer que me estaba cogiendo a Isela sentada en el retrete, pero la escena era sensacional y lo mejor de todo es, que me estaba gustando. Como pude acerqué mi boca a sus senos, para besarlos y succionarlos. Isela respondió de inmediato abriendo aun más sus piernas y empujando su peluda raja contra mi verga, la cual deslizaba con ritmo lento, sintiendo cada centímetro de su apretado canal.
Isela jadeaba y ahogaba sus gritos con una pequeña toalla que tenía a un lado del retrete, mientras poco a poco empecé a aumentar el ritmo de mis arremetidas. Deje de besar sus senos para enderezarme y concentrarme en mis movimientos. A estas alturas Ise escurría de excitación, lo que permitía que mi polla se deslizara fácilmente en la vagina de mi amante. Seguí y seguí bombeando hasta que Isela se vino con tremendo orgasmo, su vagina se contraía deliciosamente. Me quedé quieto para disfrutar de esos pequeños apretones y para dejar que Isela tomara el control de la situación. Con una de sus manos, me tomo de la cintura y con un solo movimiento de acercar y alejar, entendí que nuevamente empezara a bombear dentro de su coño. Así lo hice.
Despacio, hazlo despacito –me dijo--.
Complaciéndola, fui haciéndolo como me lo pedía, cuando de repente Ise se empezó a orinar con mi estaca dentro de ella. Su caliente flujo se fue haciendo más abundante y en un santiamén nuestros peludos pubis quedaron completamente mojados de la orina de Isela. Le seguí el juego, haciendo mis movimientos lentos dentro de ella, sabía que disfrutaba lo que me estaba haciendo y no dije nada, solo deje que ella sintiera placer y no lo puedo negar, esta nueva experiencia también la estaba disfrutando.
Seguí bombeando el coño de mí querida Ise, sabía que estaba cerca de “venirse” nuevamente:
Métemelo despacito, lo quiero hasta dentro—me decía con suave voz— quiero toda tu leche dentro de mí, dámela aquí.
Empecé a acelerar mi ritmo, sin hacerlo desesperadamente, hasta que Isela se vino nuevamente, dejando escapar gran cantidad de fluidos, que a estas alturas ya no sabía que eran. Aproveche sus deliciosas contracciones para soltar, por fin, mi leche contenida por largo tiempo, dejándosela ir hasta el fondo de su vagina, sintiendo como mi gruesa verga golpeaba el fondo. Ise me tomo por la cintura y me apretó como si quisiera que me metiera dentro de ella, ahogando sus suspiros en mi pecho, así nos quedamos un corto tiempo hasta que mi pija salió flácida del peludisimo coño de Isela y junto con él parte de nuestros calientes jugos.
Nos incorporamos y nos metimos a la regadera para asearnos. Isela seguía aun un poco mareada, pero con el baño se le bajó levemente la borrachera. Aproveche para tallar todo su esplendido cuerpo, le oprimía sus senos, acariciaba con mi mano llena de jabón su triangulo de pelos. Cada vez que rosaba su raja, Ise suspiraba y su cuerpo reaccionaba a las caricias inmediatamente. No comentamos nada, solo estábamos disfrutando en silencio el momento. Isela se apretaba a mi cuerpo, sentía sus enormes nalgas en mí pija, lo que me empezó a provocar otra erección.
Detente, déjame orinar--le dije—.
Isela no me hacía caso, lo que a continuación hizo, fue agarrar mi verga y se la acerco a su coño diciéndome:
Meate aquí, en mi coño, llénamelo completo.
No creia lo que Ise me decía, pero era el momento de las complacencias y no iba a defraudar a mí amante. Isela separó sus piernas y una de ellas la subió y en la orilla de la bañera, para de esta forma exponerme la entrada de su vagina. Con sus manos hizo a un lado sus mojados vellos, separando sus labios vaginales, mostrándome su clítoris y entrada de su vagina. Tuve que apresurar mi urgencia de orinar, pues sentía que mi estaca, se ponía dura nuevamente y si no lo hacía de inmediato, ya no podría complacer a Isela. Tome mi verga y apunté al hoyo vaginal de mi caliente compañera. Como ya me urgía descargar mi vejiga, el chorro que solté fue con bastante fuerza, lo que provocó en ella, un gran placer.
Acércate más que lo quiero adentro—me dijo—Así lo hice, tuve que hacer malabares para poner la cabeza de mi estaca entre los abiertos labios vaginales de Isela. Aumenté la fuerza del chorro de orina hasta lograr invadir parte de su canal vaginal.
Así, así, más adentro, así, así, mételo, mételo un poquito—me decía— Logre, con mucho trabajo, que la cabeza de mi verga, se metiera un poco dentro de la cueva de Ise y termine de descargar mi vejiga, ante los gemidos de placer de mi querida Isela.
Que rico, que rico –no dejaba de repetir Isela—
Era obvio el placer que sentía, pero aun no me explicaba, de donde le salieron esas acuáticas ideas, a una persona que tanto tiempo fue controlada y reprimida en su vida sexual. Terminamos de bañarnos y nos fuimos a la cama, aun sin comentar nada, parecía que ninguno de los dos sabia que decir.
Acostados, Isela tomó la iniciativa. Me acariciaba y besaba el cuerpo, yo respondí de la misma forma pasando mis manos sobre todo su cuerpo, masajeando sus enormes nalgas, su peludo coño empezaba a destilar nuevamente sus jugos, mojando de inmediato sus ensortijados vellos púbicos. Se puso encima de mí, y me besaba frenéticamente, abrió las piernas quedando a los lados de mí cuerpo, su peludo pubis quedó sobre mi verga, que empezó a ponerse dura nuevamente. Detuvo la oleada de besos, para girar sobre mí y ofrecerme su enorme trasero y peludo coño haciendo el “69”. No se atrevió a chuparme la estaca, solo se dedicó a masturbarme con un rítmico sube y baja, pero yo no desaproveche el grandioso ofrecimiento de Ise y de inmediato separé, con ambas manos, sus peludos labios vaginales para encontrar su clítoris, que ya sobresalía debido a la excitación de Isela. Me dedique a succionar y recorrer con mi lengua, esa espectacular raja que emitía una gran cantidad de líquido lubricante.
Así, así, cómeme, me encanta tu lengua—decía Isela—mientras empujaba su enorme cola contra mi cara.
Seguí chupando su botón de amor, que incrementó considerablemente su tamaño, su sabor era delicioso, cada vez que lo succionaba, el cuerpo de Isela se estremecía y no dejaba de lubricar. La visión que me ofrecía mi amante, era indescriptible nunca había experimentado y visto tanta calentura en una mujer y sabía que tenía que aprovecharlo. Sin dejar mi trabajo bucal, empecé, con un dedo a masajear su ano (aunque no le agradó mucho) y con otro el interior vaginal de Ise, enfocándome nuevamente sobre su crecido punto “G”, que a consecuencia de la excitación la estrechaba aun más. Esta vez Isela y yo sabíamos que su vejiga estaba vacía, así que manos a la obra, ella experimentaría un orgasmo diferente. Fui aumentando la presión suavemente y cada vez que lo hacía salía del interior de su vagina gotitas lubricantes que caían sobre mi nariz y boca. Isela no dejaba de mover mi pija jugando con mi capullo, cubriéndolo con mi prepucio, que a veces lo jalaba muy fuerte provocándome un poco de dolor. Esto me servía, porque me retrasaba la gran excitación tenía. Mi verga también sacaba más y más líquidos, los cuales Isela los untaba en sus senos y en algunos momentos los llegó a poner en su boca.
Inserté otro de mis dedos en la vagina de Ise, lo que le provoco una pequeña contracción, como una reacción de autodefensa, que poco a poco fue desapareciendo. Isela comenzó a sentir nuevamente esa sensación de querer orinar.
Espera, espera me voy hacer de la piss –me dijo—
Acabas de vaciar tu vejiga, querida, solo siente y déjate ir—le contesté—
Isela así lo hizo, soltó mi pija y ella misma empezó a aumentar el ritmo de sus caderas. Yo me concentre en el movimiento de mis manos y dedos, pues ya mi boca había pasado a segundo plano, no podía continuar ante tanto movimiento. Metí un tercer dedo lo que provocó de inmediato el orgasmo en Ise, arrojando sus líquidos sobre mi rostro y boca. Vi como se contraían sus esfínteres, su peludo ano parecía que quería succionar aire y su vagina se apretó sobre mis dedos, que terminé por sacarlos. Con ambas manos, rápidamente separe lo más que pude, los labios y cachetes de Isela, pude admirar el interior de su vagina y como se contraía rítmicamente mientras experimentaba su orgasmo. Ella ahogó nuevamente sus gritos en una almohada, disfrutando verdaderamente la experiencia.
Mi amante se quedo quieta unos instantes. Yo le tenía bien abierta su raja, viendo como de su esfínter uretral salía aun, ese líquido semitransparente de un sabor entre agrio y amargo que mojaba toda su mata de pelos. Por su clítoris goteaba líquido de Ise, que con mi lengua introducía a mi boca, que delicia.
Que maravilloso, es lo más rico que he sentido. Parecía que me moría—dijo Isela cuando por fin pudo hablar—
Sin bajarse de mí, se dio vuelta y al ver mi cara empapada dijo:
¿Todo eso te mojé?
Si, así es. Es lo más maravilloso que me ha pasado—le conteste—
Con sus manos me empezó a untar sus líquidos en mi cara y cuerpo. Yo empecé a masajear sus senos presionando sus pezones, jadeaba a cada apretón que le daba. Nuevamente se empezaba a excitar mi querida amante. Se puso de cuclillas sobre mi verga, la tomo con una mano y empezó a recorrer toda su raja con ella, se la colocaba a todo lo largo de sus labio vaginales simulando envolverla, sentía la calidez de sus labios vaginales, su ano y sobre todo su hinchado, clítoris al cual le dedicaba más tiempo a restregarse la cabeza de mi pija. Jugaba a metérsela y solo la dejaba en su apretada entrada. Me estaba volviendo loco con tan excitantes movimientos, mi cabezona verga ya quería estar, otra vez, bien adentro de Ise.
¿Te gusta? –me pregunto—
Como pude contesté afirmativamente.
Por fin, ella misma ya no aguantaba su excitación. Colocó la cabeza de mi pija entre sus peludos labios y fue tragándosela muy despacio, parecía que nunca acabaría, hasta que sentí que llegaba al fondo, topando con el útero de Ise, así empezó su vaivén. Yo sentía como la cabeza de mi verga rosaba el fondo de la vagina de Isela, parecía que disfrutaba la sensación de estar totalmente llena, pues cada arremetida, abría más y más su raja y yo sentía aun más el choque de mi capullo con su útero.
Así, así, lo quiero bien adentro, mételo hasta el fondo –me decía Ise—
Deje el control a Isela. Sus movimientos se fueron acelerando, quería otro orgasmo, pero decidió detenerse para cambiar de posición. Se desmontó y se puso en cuatro patas, arqueando su espalda para apoyar su cabeza en una almohada y me pidió:
Métemela hasta el fondo, lléname toda.
En esa posición las nalgas de Ise se veían aun más grandes, sus ensortijados y tupidos vellos cubrían la entrada de su vagina y en menor escala su ano. Me puse entre sus piernas y con ambas manos, abrí sus hinchados labios vaginales, la visión que me ofrecía era espectacular, su rosada vagina brillaba por la gran cantidad de lubricante que contenía. Puse la cabeza de mi pija en la entrada vaginal de Ise y se lo metí de un solo golpe hasta el fondo e inicié mis movimientos de mete y saca duramente. Mis huevos golpeaban el crecido clítoris de mi querida Isela provocando pequeños gritos que ahogaba en la almohada. Seguí bombeando rápidamente, hasta que Ise se vino nuevamente, esta vez sus contracciones fueron tan fuertes que me provocaron mi propio orgasmo. Le deje bien adentro mí tranca y vacié toda la leche en lo más profundo de su vagina.
No te muevas, déjalo hasta el fondo, lléname, lléname así, así riiiicoooo.
Mi pija empezó a perder rigidez en el interior de mi amante. Todavía Ise repegaba sus nalgotas contra mí para impedir que saliera, pero finalmente, se deslizó fuera de ella. Al momento creí que toda mi leche se derramaría fuera de la vagina de Isela, pero no fue así, en su interior se quedó toda. Isela se acostó de espaldas y yo a su lado, ambos estábamos agotados, sin embargo, ella no dejaba de acariciar mi cuerpo, cogía mi sensible verga la estiraba, como tratando de ponerla dura nuevamente, pero tenía que aceptar que ya había dado todo, mi energía no daba para más y así se lo hice saber a Isela:
No Ise., ya no puedo más, será mejor que descansemos, mañana tenemos que trabajar
Está bien, solo te pido que te bañes conmigo –me contesto—
Sin estar muy convencida, Isela se levantó y se encaminó a la bañera y yo detrás de ella. No comentamos nada. Ella se dedico a enjabonarme y yo respondí de la misma forma. Ise se vistió nuevamente aunque no se puso su mojada tanga. Salimos de mi habitación y la acompañe a la suya. Al abrir, ambos escuchamos los ronquidos de su suegra, nos despedimos y discretamente me murmuró al oído:
Mañana tendremos otra noche
Solo sonreí y me di vuelta para retirarme a mí habitación. Lo increíble de toda esta acción es que solo pasó en escasas dos horas y media. Increíble.
La segunda noche de este viaje, no lo creerán.
Saludos y hasta pronto.