Una ama de casa muy especial (03)
Una ama de casa muy especial (03)...
Mientras volvía a casa, bastante irritada mi entrepierna y el culo despues de mie encuentro con Julio, mi electricista, no paraba de pensar en Arturo, realmente me estaba convirtiendo en una ninfomana, continuamente pensaba en el sexo y, afortunadamente, no solo pensaba.
Cuando llegué la hogar lo primero que hice fue llamar a Arturo, quería saber a que atenerme, sin tenía el rollo asegurado o debía salir a buscarlo.
Don Arturo, hola, buenos dias, soy Maria, mire he podido arreglar mis compromisos y si le parece a usted bien podriamos quedar para cenar esta noche.
Hola Sra. Maria, muy buenos dias, me parece perfecto ¿en su casa o en la mia, o prefiere salir a algun restaurante?
Mejor en su casa, si no le molesta, acabo de hacer obras en casa y no está en óptimas condiciones para recibir visitas. Y desde luego a un restaurante ni pensarlo, no fuera a ser que nos viera alguien y le fuera con la historia a mi marido, ademas si se está en casa ya tiene una la cama cerca.
Como usted diga. ¿Tiene alguna preferencia para la comida?
No, don Arturo, cualquier cosa me va bien, me gusta todo, y me lo como todo.
De acuerdo ¿ qué le parece a las 9 de la noche?
Muy bien, hasta luego entonces.
La suerte estaba echada, ahora a escoger el atuendo, había que dejarlo fuera de combate a la primera mirada. Primero pensé en una camiseta muy ajustada, que marcara bien mis tetas, y un pantalón elástico, de esos que enseñan mas que tapan. Tenía unos de color gris perla que tenía que usar sin bragas para que no se notaran en mis nalgas. Los labios de mi almejita eran tan evidentes como si fuera desnuda. Pero despues pensé: demasiado difícil quitarmelos, ademas Arturo era un caballero y habia que ir elegante. Al final me decidí por un conjunto de tanga y sujetador color verde oscuro. La braguita era la mínima expresión, solo un triángulo sobre mi pubis y unas pequeñas cintas entre mis nalgas. El sujetador era, asimismo, minúsculo, sin tirantes. Sobre tal cantidad de ropa elegí un vestido de noche largo de lamé gris, de tirantes. La abertura de la espalda me llegaba prácticamente al culo por lo que por fin me decidí por no usar sostenes. Mis pezones eran bien evidentes bajo la fina tela de mi vestido. Unos zapatos de tacón alto completaban el "equipo". Pinte mis labios y mis ojos, ya estaba lista para la guerra.
A las 9 en punto salí de casa. Arturo ocupaba el piso de encima nuestro, el ático, solo tenía que subir ocho peldaños y ya estaba allí. Llamé a la puerta y en dos milisegundos apareció Arturo, enfundado en un esmoquin de americana blanca, parecía James Bond, estaba para comerselo, y a eso iba ¿no?
Hola Maria, bienvenida. Dicho esto, tomó mi mano y agachandose me la besó con dulzura.
Buenas noches Arturo. Le abracé, besándole las mejillas, al pasar junto a sus labios a punto estuve de darle mi lengua, pero me contuve. Espera, me dije, si no se va a pensar que soy una putona.
Pasa, por favor. Ya estabamos como siempre, hablándome de tu, ahora seguro que las cosas se precipitaban. Me rodeó la cintura con su brazo, cerrando la puerta tras nosotros. Anda, siéntate. Entramos en el salón, era muy acogedor, un gran sofá frente a la terraza. Era un piso muy alto por lo que los vecinos no podían vernos, pensé en ese momento que nunca lo había hecho en una terraza como esta, ya veriamos lo que tenía pensado Arturo para mi.
¿Quieres tomar algo, Maria?
Lo que tu tomes.
Estoy tomando una copa de champan, ¿te apetece?
Si, mucho. Anda, por qué no me enseñas el piso, soy muy chafardera.
De acuerdo, aquí tienes la copa. Bien este es el salón-comedor, la cocina está ahí, es igual que la tuya, la misma distribución. Ven, éste es mi dormitorio, dijo mientras me tomaba de la mano y abría la puerta. Esto no era un dormitorio, era un picadero. Muy poca luz, una cama enorme, de al menos 2 metros de ancho y espejos en todas las paredes y en el techo. Música y, como sabría despues, paredes y suelo insonorizados.
¿Qué te parece, Maria?
Muy bonito, menuda cama tienes no.
Es para moverme mejor, como diría el lobo, je je...
Mientras mirábamos la habitación se lo montó para acercarse a mi todo lo que podír, eso era empujar contra mi culo con su paquete, que parecía de considerables proporciones... Yo, por mi parte, acepté el envite, sonriendo y agachándome a recoger un pañuelito, que previamente había tirado, mientras retregaba mis nalgas contra él. Cuando me levanté fue como si le hubieran encendido la mecha, me arrambó por detrás, mientras sus manos apretaban mis tetas y empezaba a morderme en el cuello y los hombros.
Arturo, Arturo, ¿pero no ibamos a cenar?
Primero te voy a comer y a joderte y despues comemos, si todavia tienes ganas.
Me volvió hacia él y empezó a besarme, mientras notaba sus manos bajándome la cremallera del vestido. En un momento me dejo en bragas ante él. Me apartó para mirarme mientras se relamía, sonriendo.
Estás buenisima, el cornudo de tu marido debe estar ciego para dejarte sola aquí, pero a partir de hoy ya no estarás nunca mas sola.
Me empujó sobre la cama, mordiéndome los pezones, que se pusieron inmediatamente como dos pitones. Empezó a desnudarse, al fin podría cogersela y hacerle un buen trabajito de los que me gustan a mi.
Estaba completamente desnudo y su verga era impresionante. Se lanzó sobre mi, arrancándome las braguitas.
Ven aquí, déjame que te la chupe.
Se puso sobre mi cara, sus rodillas junto a mi cabeza y empezamos un 69 de órdago. Su polla me llenaba la boca hasta el fondo y su lengua se hundía en mi coño y chupaba mi clitoris a conciencia. Me corrí un par de veces, antes de que empezara el ritual. Saco unas medias de la mesita de noche y comenzó a anudarme las muñecas y los tobillos a la cama, yo me dejaba hacer, nunca me habian atado y la cosa se estaba poniendo interesante.
En unos minutos me dejo como una X sobre la cama, los brazos y las piernas bien separados, mi chocho abierto y chorreando, estaba pidiendo a gritos que me penetrara.
Métemela, por favor, fóllame. Le susurraba.
Tranquila, Maria, puedes gritar todo lo que quieras que no te va a oir nadie.
En un momento apareció en escena un pequeño látigo y con él empezo a golpearme los muslos y muy suave las tetas. Yo estaba que me salia, no podía mas, necesitaba una polla como la de Arturo.
Metemela, cabrón, fóllame ya. Le grité con todas mis fuerzas.Parece ser que estaba esperando que se lo pidiera, porque de un empujón me la metió hasta el fondo y empezó un mete y saca desaforado, mientras me morreaba sin parar, sus manos apretaban mis tetas. Empecé a pensar que nunca perdería los cardenales.
Empezó a culear como un poseso, comprimía mi cuerpo bajo su empuje, notaba su polla hasta el fondo de mi vagina, me estaba volviendo loca.
Arturo metemela por detrás, dame por culo. Este no iba a ser menos, ya los habian visitado tantos amantes que mi culo estaba algo celosillo.
En un momento me encontré liberada de mis ataduras, arrodillada y con su polla en mi culo, desde detrás me cogía ambas tetas y empujaba con toda su alma.
Ahhh, Maria, me corro,,,,y me dio un baño de leche sobre mis nalgas. Era un surtidor impresionante, me chorreaba entre las piernas y por las nalgas, yo no paraba de acariciarme el clitoris y le acompañé en la corrida.
Caimos exhaustos sobre la cama.
Maria, este cuerpo tuyo, nos puede dar muchas alegrias. ¿ qué te parece si montamos un pequeño negocio? Con lo que te gusta la jodienda, te podrías dedicar a ello profesionalmente, yo te podría proporcionar un clientela selecta, solo tengo que contarle a mis amigos lo buena que estás y lo bien que follas, y harán cola en tu puerta.
La verdad, es que estaba actuando como una auténtica puta, menos con Arturo, que era puro vicio, con los demás había sacado algo, además de un magnifico polvo.
No es mala idea, pero no se si serviría para este trabajo.
Seguro que si sirves, solo hay que ver lo bien que te mueves en la cama, todos tus agujeros son accesibles y, lo mas importante, te gusta mucho follar.
De acuerdo, seremos socios, tu me lo organizas y yo te cedo una parte de mis ganancias y una parte, la que mas te guste y cuándo gustes, de mi cuerpo.
Asi me gusta, Maria, vas a ser la furcia mas conocida del barrio y la mas cara. Y ahora vamos a arreglar este pubis. Y se dedicó a rasurarmelo, dejándome solo un mechón de vello sobre el monte de Venus. Me lo dejó precioso y asi mi chochito era aun mas accesible.
Esa noche, todavia follamos dos veces mas, no me dejo ni un agujero libre. Nos dormimos a las cinco de la madrugada y al dia siguiente, empezó nuestro negocio,....pero eso ya es otra historia....