Una aburrida fiesta de cumpleaños
Dicen por ahí que nada es imposible... (Fantasía, amor filial)
Todo estaba siendo muy aburrido. La cena no me gustaba, la gente pasaba de mí, y yo ya no encajaba en las conversaciones de los niños, ni tampoco en las de los adultos más mayores. Lo único que hacía que todavía siguiera ahí era ella. No podía parar de mirarla, de disfrutar cada instante de esa obra de arte hecha carne y huesos. Una coleta recogía sus cabellos, por lo que su perfecta cara tenía una vista inmejorable de su alrededor, y viceversa. Apenas probé bocado, porque como ya he dicho, nada de lo que había servido en la mesa me gustaba, y además ya me estaba alimentando bastante por los ojos gracias a ese ángel caído del cielo.
A pesar de tenerla tan cerca, establecer una conversación con ella me parecía más que imposible, puesto que no estoy acostumbrado a hablar con chicas, y mucho menos si son tan guapas como mi cuñada. Por eso, y porque había sido un día agotador, decidí retirarme a descansar un rato en la cama pero sin dormirme, ya que por lo menos quería ir a despedirme de ella cuando fuera la hora de su marcha. Así que, discretamente me escabullí entre el alboroto de niños gritando y adultos hablando de política, y me fui directo al dormitorio de mis padres, que era el más alejado del salón.
Una vez relajado en la cama de mis padres, puse música en el móvil y empecé a contestar felicitaciones por whatsapp y alguna que otra red social de los amigos que no había podido ver ese día. Para ser mi 18 cumpleaños, todo estaba siendo mucho más calmado de lo que yo esperaba. Por las horas que eran, suponía que mis amigos no habían preparado ninguna fiesta sorpresa, al menos no ese día, así que me resigné a quedarme allí, sólo y aburrido, hasta que ella quisiera irse. Porque no pensaba despedirme de otra persona.
En esa época tenía todos mis sentidos concentrados en ella, a pesar de parecer que hubiera un muro infranqueable entre nosotros. Esos 7 años de diferencia me suponían una excusa más que suficiente para rendirme, ya que ella solía mantener relaciones con chicos de su edad, o un poco mayores. Aunque en aquel momento estaba soltera, yo no tenía ninguna esperanza puesto que obviaba que ella no se puede fijar en un chico como yo, con la mayoría de edad recién cumplida, y tan poca cosa en comparación con muchos otros de su edad, o incluso más pequeños.
Por fin, terminé de responder a todos mis amigos y conocidos por el dichoso móvil, y me dispuse a celebrar mis 18 años recién cumplidos con una paja de campeonato. Abrí el navegador, descargué un video de 23 minutos en menos de 5, y empecé a verlo sin más dilación. En el vídeo se podía ver como un chaval disfrutaba del sexo en todos los sentidos que se pueda imaginar con 4 chicas, de las cuales dos eran morenas, una rubia, y la restante pelirroja. Al principio era una especie de fiesta de pijamas en la que estaban las chicas solas, consumiendo alcohol mientras jugaban a verdad o atrevimiento. Cada cierto tiempo, se veía al chico escondido en el armario del dormitorio, con una pequeña cámara grabando todo lo que hacían aquellas 4 bellezas. Este fue descubierto por las chicas y en principio recibió una paliza espectacular, pero al final todo esto desembocó en una tremenda orgía en la cual él practicaba el sexo con todas las chicas, ya que ellas estaban algo borrachas y cachondas por sus actos realizados antes de descubrir al joven escondido.
Cuando mi polla ya estaba más dura que una estaca y rezumaba líquido preseminal, la saqué de su oscura y apretada guarida para darme placer. Al poco tiempo de estar sacudiéndomela, alguien tocó a la puerta, y sin darme casi tiempo a reaccionar esta se abrió permitiéndome ver, durante un fatal instante, como era mi cuñada la que había abierto confiadamente sabiendo que estaba allí. Aun tapándome como pude, ella supo desde el primer momento lo que estaba haciendo, por lo que cerró la puerta rápidamente tras pedir perdón de un modo muy rápido y casi inaudible. El mundo se me vino abajo cuando quise darme cuenta de lo que había ocurrido, así que salí corriendo tras haberme colocado otra vez todo en su sitio.
Al alcanzar a mi cuñada, pude observar cómo se ponía a toda prisa el abrigo con un nerviosismo exacerbado. Por mi culpa, la hora de su marcha se había adelantado mucho, así que apenas sin dar explicaciones iba a despedirse de la familia para salir de mi casa lo más rápido posible. Con suerte y habilidad, logré alcanzarla antes de que lograran verla con el abrigo puesto, y la llevé a mi dormitorio con la boca tapada y casi a rastras mientras ella intentaba zafarse de mí de todas las maneras que se le ocurrían.
Tras haber conseguido cerrar la puerta, ella quitó mi mano derecha de su boca a toda prisa y me abofeteó brutalmente, aunque por suerte desde el salón no se escuchó nada, o eso creí.
- ¡NO ME VUELVAS A PONER ESA SUCIA MANO ENCIMA, PEDAZO DE GILIPOLLAS!
- Lo siento mucho… Pero quería traerte aquí sin que te oyeran los demás.
- Quítate de la puerta, no quiero verte más. Ya te he visto más que suficiente.
- ¡Permíteme explicarme por lo menos!
- No hay nada que explicar, una imagen vale más que mil palabras.
No parecía que nada de lo que le dijera pudiese calmar su furia, aunque traté de resistir entre mi cuñada y la puerta, logrando detenerla un par de ocasiones más en las que intentó salir a la fuerza. Al ver que se sentó derrumbada en la cama, vi la posibilidad de arreglar aquella encrucijada en la que me hallaba sin comerlo ni beberlo.
- Yessica, por favor, escúchame. Yo no quería que vieras lo que has visto, ni tener que encerrarte aquí en contra de tu voluntad. Pero la verdad es que todo estaba siendo un coñazo, y yo….
- ¿¡Y A MÍ QUÉ ME IMPORTA!? Tú tienes la culpa de que yo haya visto esa escenita en el dormitorio de tus padres. En cuanto salga de aquí se lo diré a todos.
- Por favor, eso sí que no. Me avergonzaría mucho que todos sepan que me he ido a hacer eso. Lo estaba haciendo para relajarme, hoy ha sido un día muy ajetreado y apenas he podido descansar. Lo último que necesito ahora es una discusión familiar por una tontería como esta.
- Pero vamos a ver… ¿Tú eres tonto o qué? A mí me da igual, como si te la estabas pelando en honor a dios.
Conforme avanzaba la acalorada conversación, mi cuñada se iba calmando un poco más. Llegó un momento en el que hasta pareció empatizar y ser comprensiva conmigo, y mis actos
- Entonces, ¿se puede saber por qué te estabas masturbando en un día como hoy, pudiendo hacer lo mismo cualquier otro día o incluso estando con una chica?
- Verás…
- No me digas que no tienes novia.
- Pues… la verdad es que no. De hecho, nunca he tenido.
- ¿Acaso estás insinuando que eres…?
- Sí, lo soy.
- Vaya, cuñado, esto no me lo esperaba de ti.
- ¡A ver si te crees que a mí me gusta estar a dos velas durante toda la vida!
- Obviamente no, pero viéndote, pensaba que las chicas se pelean por estar contigo.
- Más bien se pelean por no estarlo.
- Anda, calla y no digas tonterías.
- No digo tonterías, digo lo que hay.
- Entonces, creo que empiezo a entender la situación…
Tras pronunciar esta última frase, mi cuñada me tumbó, se puso encima de mí y me besó apasionadamente. Su lengua empezó a rebozarse con la mía dentro de mi boca, y en un principio no supe cómo responder a aquello. Sin embargo, mi polla sí que respondió al instante, endureciéndose muchísimo más de lo normal. Cuando nuestros labios se separaron, por fin reaccioné.
- ¿Qué… Qué estás haciendo?
- ¿A ti qué te parece?
- Esto está mal…
- Cállate y disfruta, porque esto no va a volver a ocurrir nunca más.
Estas palabras me hicieron replantearme todo aquello, pues en verdad era una ocasión única. Es más, era la mejor manera de tener mi primera relación sexual. Así que sin dudarlo ni un solo instante más, le devolví el beso de una forma un poco brusca.
- Primero andar, y después correr, chaval. Déjame enseñarte como es una verdadera relación sexual entre un hombre y una mujer.
Visto que era Yessica la que iba a llevar las riendas de aquella situación, me dejé hacer y empecé a obedecer a partir de ahí todo lo que ella dijo.
Mi preciosa cuñada me besó de nuevo, esta vez más lentamente, por lo que pude unir mi lengua a la lucha que había entre nuestras bocas. Acto seguido, comenzó a desabotonarse la camisa, y empecé a vislumbrar esos preciosos pechos contenidos por un sujetador negro, no demasiado grandes, pero perfectos en proporción a su esbelto cuerpo. Cogió una de mis manos y la puso encima de su pecho, por lo que al instante empecé a sobarlo con todo el agradecimiento del mundo a aquel vídeo de la fiesta de pijamas.
Unos minutos después, cuando ella ya tenía quitada por completo la camisa, me quitó la camiseta a mí también, por lo cual quedé con el torso desnudo, y aquello pareció gustarle. Soy un chico de complexión delgada, por lo que con la mínima fuerza que hiciera mis abdominales se marcaban como si los hubiera estado machacando en el gimnasio durante meses.
Mi mano volvió a su pecho, pero su boca se separó de la mía, y comenzó a recorrer con la lengua mi cuello alternando pequeños besos y lametones. Unos instantes después, mi cuñada se incorporó y procedió a quitarse el sujetador. Esos 10 segundos fueron los más eternos de toda mi vida, pues se trataba de los primeros pechos que podría ver y tocar a mi antojo.
Tras esos 10 segundos de infarto, el sujetador cayó al suelo, y contemplé victoriosamente esos grandes y tiesos pezones rosados que iban a ser míos. Estuve unos segundos regocijándome con los ojos, hasta que Yessica se inclinó y los puso a la altura de mi cara, ofreciéndolos al antojo de mi lengua que apenas tardó en empezar a saborearlos placenteramente.
Estuve varios minutos disfrutando a tope esos preciosos pechos, lamiéndolos y sobándolos todo lo que quería. Mi cuñada me acariciaba el pelo mientras tanto, y también se escuchaban leves gemidos de vez en cuando. Todo era perfecto, sobre todo porque por fin podía disfrutar de ella y su cuerpo tras haberme imaginado esa situación cientas de veces.
Llegado un momento, ella decidió que había llegado el momento de que desapareciese la ropa que nos quedaba, así que nos separamos un instante y nos deshicimos de nuestros pantalones y la última prenda de ropa interior, dejándome de una vez por todas tener una visión perfecta de su cuerpo desnudo. En su pubis tan sólo había una fina línea de pelo que intuía su final justo en ese tesoro que tanto ansiaba.
Nos volvimos a unir con un apasionado beso, pero este fue mucho menos duradero, pues mi cuñada empezó a bajar lentamente por mi cuerpo dando pequeños besos por su camino, hasta que chocó con mi duro miembro con su barbilla, me miró con cara de vicio y se lo introduj…
¡¡¡¡¡¡RIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIING!!!!!!
Mis ojos se abrieron como platos. Estaba en mi cama, con los calzoncillos muy pringosos y la cabeza completamente ida. Eran las 8 de la mañana del lunes, y me esperaba una dura semana en el instituto…
Muchas gracias por leer el relato. En principio está pensado para acabar en un sueño como ha sido, pero tal vez se vaya convirtiendo en una historia con más de una etapa. Depende un poco de todos vosotros, así que, por favor, opinad en los comentarios si esto debería quedar así. ¡Gracias de nuevo!