Un yerno de moral distraída

A doña Filomena siempre le extrañó que un yerno como el que tenía, hermoso, extrovertido y con planta de deportista se hubiese casado con su hija, que era el reverso de la moneda. Ella pobrecita, la hija, salió como alguno de los antepasados con los que la naturaleza no se prodigó...

PITIGRILLI(1893-1975), ESCRITOR ITALIANO, DIARIO SEGRE

Para las mujeres es bueno poseer muchos defectos, pues no nos suelen amar por nuestras virtudes”

UN YERNO DE MORAL DISTRAÍDA

A doña Filomena siempre le extrañó que un yerno como el que tenía, hermoso, extrovertido y con planta de deportista se hubiese casado con su hija, que era el reverso de la moneda. Ella pobrecita, la hija, salió como alguno de los antepasados con los que la naturaleza no se prodigó.

Para doña Filomena fue una alegría que su querida hija hubiese tenido tanta suerte, ella inconscientemente, sentía envidia. Tampoco doña Filomena pudo casarse con un hombre como los que le gustaban, tuvo que aceptar por marido a quien sus padres le impusieron, sin saber bien el porqué.

Por suerte para ella, que un día de infortunio este marido que conducía su coche, el que lo precedía impactó contra su vehículo y se desnucó. Viuda y rica se sintió liberada. Desde entonces que no había año en que no se embarcase como mínimo dos veces para recorrer mundo. En esos cruceros siempre encontraba algún pollo que le picotease sus cuevecitas. Pero hombre para casarse ninguno. Doña Filomena lo achacaba a que desde que enviudó, quizá porque se sentía libre y feliz, aumentó de peso considerablemente. Ahora, tanto sus pechos como su culo habían aumentado de volumen. Quizá a los hombres maduros les gustasen las modelos delgadas de las pasarelas, en cambio a un hermano de su padre siempre le oyó comentar que un culo grande y tetas de vaca, eran la alegría de una casa. Pero en su caso, allí en casa, alegrías de estas más bien ninguna.

Cuando su hija se casó con aquel semental, doña Filomena se impuso en que viviesen en el piso superior y así no tendrían que comprar otro. Como aquella casa estaba en una zona privilegiada a ambos les pareció bien. La única condición que puso fue que los gastos de la sirvienta que tenía los compartirían. Aquella buena mujer tendría a su cargo el mantenimiento de ambas viviendas, así su hija estaría más libre y no tendría que lavar platos ni poner lavadoras. Dicho y hecho que al no tener obligaciones, la hija pudo dedicarse a aprender a tocar el saxofón, que era o fue el sueño de su juventud. Incluso se implicó en aprender el patchwork, lo de juntar retalitos de telas de colores. A ella las dos cosas se le daban bien, tenía aptitudes.

En la gran casa de las dos viviendas todo era alegría y felicidad. Doña Filomena tenía cerca a la hija y al yerno, y si un día tenía que ir a algún sitio apartado, el yerno la llevaba en su coche. Y la sirvienta desde que éste llegó, también cambió para mejor. Se la notaba más implicada en las labores de la casa, se la veía feliz.

Aquel yerno al tener una ocupación sin horarios fijos, cuando menos se le esperaba llegaba a casa.

Nely la sirvienta, algo que los que vivían allí no sabían, era que necesitaba mango. Cuando vino de su país natal, del África negra, allí, de comer más bien poco, pero follar...en cualquier sitio y a cualquier hora. Los negritos de allá no dejaban nada para mañana. La pobre Nely, cuando llegó a Europa esto sí lo echaba en falta. Ella, cuando aquel yerno le miró sin disimulo su enorme culo y sus tetazas, supo que más pronto que tarde le darían mango. En realidad, tanto blancos como negros miraban igual a las hembras culonas.

Sobre el mediodía llegó aquel yerno, y cuando se encontró con la sirvienta le preguntó si la suegra también había salido.

_ Se fue a la peluquería jefesito , y creo que volverá tarde según me dijo, así nosotros nos podemos dedicar a lo nuestro -le dijo sonriente al jefesito - ahora aún es pronto para comer, jefesito .

_Yo no he dicho nada de comer mi amor -le dijo este sonriendo-

_ Nely saber muy bien lo que desea jefesito , yo ya creí que este día no llegaría. Vámonos a la habitación de invitados, que allí nunca mete cabeza la suegra, jefesito .

Cuando Nely se quitó los pantalones y la camiseta a aquel yerno se le quedaron unos ojos como los faros de un coche.

_¡Pero Nely, pero qué rica estás mi amor!!

_Ande, ande... patronsito , mónteme bien que ya llevo tiempo sin que me entre nada por aquí abajo.

El patronsito , como ella decía, le fue dando mango por todos sus agujeritos durante más de una hora. Aún teniendo un culo voluminoso, ella lo movía como si fuese al ritmo de los tambores de su país. Cuando llegó al orgasmo, soltó algunas palabras sin sentido, que quizá fuesen de un dialecto de allá.

_ ¡Jefesito manejar muy bien su mango! -le dijo ella más contenta que unas castañuelas-

Solo cuatro días después se repitió aquella sesión en la habitación de invitados. Ahora ya con más confianza, Nely le fue diciendo a su jinete lo que a ella le gustaba.

_¡Métemela bien jefesito ! ¡hasta el fondo, mi negro...hasta el fondo, y atraviéseme con su mango!!!

Tanto ruido armaron, que doña Filomena que había vuelto antes de lo previsto, no tuvo que buscar el sitio de donde venía. Al entrar a la habitación, su yerno la estaba enculando con brío.

Ella, con la flema que le caracterizaba y sin inmutarse, le dijo a la sirvienta que bajase a hacer la comida. Al yerno, sin mostrar ningún enfado le dijo que continuase con ella. Un minuto después, doña Filomena, tenía clavado en su culo el grueso mango de aquel yerno.

La casa continuó con el buen ambiente que tenía. El yerno, ahora sí, tenía más ocupaciones. A las tres mujeres de allí las atendía cómo podía.

Fue un domingo por la mañana, cuando desde el último piso del edificio se oyó un saxofón, que intentaba con poco acierto aquello de “la banda está borracha”.