Un yerno competente
La Hija lo comparte todo..
La familia de doña Guillermina eran originarios de un pueblo de la provincia de Valencia,
-A
lquerí
a de la Condesa-de sus padres, doña Guillermina heredo tierras, casas, y una participación accionarial de una empresa Valenciana, y no solo eso, si no qué del padre heredó también su visión para los negocios, y de su madre el temperamento de mujer apasionada que junto a una belleza fuera de lo común, la hacía más que deseable. Sí curvas tenía por delante, por detrás aún más. Por si no había bastante
,
doña Guillermina, tuvo una hija, que era una reproducción suya. A los 23 años ya llevaba media docena de novios a sus espaldas, y de todos los pelajes. Está, con un carácter como sus progenitores en cuando uno de estos novios no daban la talla los mandaba a tomar el aire a la Albufera, o más allá. Doña Guillermina hubiese deseado, que ella se casase y que la hiciese abuela. Aunque esta no era la verdadera razón. Doña Guillermina, que ya por estas fechas se había cumplido 54 años, el ser abuela no le decía nada, y menos tener a su alrededor críos que incordian o peor aún cambiar pañales oliendo a mierda de Tigre. Ella conservada todos los encantos de la juventud lo que soñaba ir a conocer a otro hombre con buenos argumentos entre las piernas, que le hiciese vibrar como su difunto marido.
El deseo de ver a su hija casada, no era por otra cosa
que esta se tranquilizase.
Sí seguía encontrando novios aquella velocidad el desfile parecería la parada del bus.
pero su hija a la que llamaba
G
uillermin
, no le preocupaba lo más mínimo, lo que su progenitora pudiese pensar de sus amoríos continuados. S
u in
quieta vagina no le daba tregua. Y ella, tampoco, se lo daba a su entrepierna. Pretendientes los tenía docenas, y polvos, tantos o más que la casa talco.
Fue un sábado noche con la discoteca a rebosar cuándo
G
uillermin
conoció a un gacho que tenía una planta como un jugador de rugby. El tío no se andaba con estrecheces, cuando aún no llevaban 20 minutos contorsionándose en medio de la
abarrotada
pista, este le grito al oído que si quería salir al exterior
a
tomar unas copas de champagne y podrían hablar con calma.
Guillermin
, también en su o
í
do le pregunto de que tenían que hablar. Este con desparpajo, le dijo, qué de cosas muy importantes que tenía la necesidad de decírselo a solamente a ella. Guillermina, que aquel pollo le había caído bien, acepto.
Sentados en la terraza exterior y ante una descorcha
d
a botella de champagne, aquel atrevido garañón le dijo que se llamaba
R
ecaredo, y que era soltero, sin compromiso, así como que tenía 28 años, y que era de Castellón.
-
L
a ostia macho-le dijo
G
uillermin
algo sorprendida- y ¿Esto es la cosa tan importante que tenías que decirme? -bueno, en realidad esto es solo el comienzo-le dijo este
sonri
é
ndola
enigm
á
ticamente-
-Lo que tenía que decirte,
s
iguio
, era que no es la primera vez que te veo y que desde aquel día siempre he deseado encontrarte sola. Si te digo esto es porque siempre me gustaste mucho o más bien muchísimo.
-
P
ero como siempre llevabas algún moscardón al lado no me acerque a ti. -¡Caray con el de Castellón!
-
¿E
sto suena declaración amorosa, o son las burbujas del champagne? -le soltó con amplia sonrisa
G
uillermin
.
Recaredo, como si no lo hubiese oído, siguió con su acelerada marcha.
N
o te tomes a broma lo que te acabo de decir, si me dices que sí, dentro de un mes me caso contigo, o si lo prefieres, antes.
Guillermin
, se lo quedó mirando fijamente sin llegar a comprender si lo que
R
ecaredo
le decía era una fanfarronada, con la idea de seducirla.
No me mires así -le dijo este
-que cuánto te digo, es lo que siento. Aunque quizá no te lo parezca, soy hombre de una sola palabra-y como decían mis antepasados-me visto por los
pies
.
-
¡Vaya…vaya, con los de
C
astellón
!
Es que sois la hostia, Guillermina estaba más que sorprendida.
¿no serás familia de este cacho que en Castellón construyó un aeropuerto sin aviones? -No es nada extraño lo que hizo este señor, al que todos lo tomaron por aprovechado-la cara de
R
ecaredo era todo un poema-este hombre, el proyecto del aeropuerto lo realizó con otros misteriosos fines que solo él y 2 personas de su entorno saben, pero al ver lo que le montaron todos guardaron silencio. El señor acuñó la frase de “Quien natura non da,
salmán
tica
non presta”-y yo creo que no iba equivocado. Algún día se sabrá el que y él porque-
R
ecaredo, al ver la cara que se le había quedado
G
uillermin
, la sonrió dulcemente. ¡Vamos a brindar por nosotros y nuestra próxima boda!
Cuando
G
uillermín
llego a casa faltaba poco para que amaneciese. Su madre ni se enteró, pero 7 horas después, esta fue a la habitación de ella para decirle que había conocido a un gacho, todo cachas, y que este le había propuesto matrimonio. -¿Y tú qué le has dicho? -le dijo esta.
-
L
e he dicho que lo tenía que consultar con la almohada, mamá.
¿Te lo has cepillado?-continúo doña
G
uillermina
.
-
P
ues no-
-
A
nda mi cielo, no pierdas el tiempo y cásate de una
-
doña
G
uillermina
-
todo carácter la
abrazo
tiernamente, como sí aún fuese una cría-si quieres-s
iguió
ella-
l
o invitas a comer aquí en casa y lo conoceré yo. Supongo que cuatro ojos ven más que dos,
¿No te parece?
-
Dos
semanas después
R
ecadero estaba sentado en la mesa entre las dos hermosas
Guillerminas
. Si una
a
traía sus
miradas, la mamá de ella también. Sí una era muy hermosa, la madre aún más. La madurez le daba el encanto de la hembra cálida y gozadora. Recaredo,cuándo dejó la casa de ellas ya no sabía cuál de las dos le gustaba más.
-
U
na semana después,
R
ecaredo se llevó a la Guillermina al piso que vivía para enseñárselo y ahí también le enseño más cosas dignas de tener en cuenta.
E
l gacho entre las piernas llevaba un carajo como un misil antitanque, al cual lo manejaba como quería. Cuando
G
uillermín
volvió a casa, tiempo le faltó para explicar a la mamá que
R
ecaredo
sin sacarla, le había pegado dos polvos que la hizo recorrer el firmamento. Creo mamá que este es el hombre-le dijo a doña Guillermina exultante de tanta felicidad.
Solo tres semanas después llegó la boda,
G
uillermin
se fue a vivir a Castellón con el hombre de su vida. Doña Guillermina quedándose sola y feliz al pensar que ahora ya no tendría que preocuparse de su inquieta hija.
Q
uizá fuese el momento de buscarse algún semental que le hiciese galopar. Lo que ella no podía imaginar era que esto ya lo tuviese en la familia.
Solo dos semanas después
G
uillermin
se fue a ver a la mamá. Recaredo había salido de viaje y estaría varios días fuera. La expectante Guillermina no terminada de creer lo que decía su hija. Para mi marido no es nada, follarme dos y hasta tres veces en una noche.
C
u
a
ndo se ha ido para varios días he tenido la sensación de que se me quitaba un peso de encima.
-
D
oña
G
uillermina, no pud
o
evitar el decir medio en broma, que cuando ella se cansase
se
lo prestase.
-A ver-continuo esta-
sí mientras tú descansas, me cansa a mí.
-
G
uillermin
, no se
asombr
ó
de la propuesta, ella sabía que su madre aún le hacía falta un buen semental.
-¿ Y si nos lo montamos
, mama?
-
E
stas cosas lo mejor es decirlas claramente, lo que no se debe hacer dentro de la familia es crear engaños, ni decir mentiras- concluyo doña Guillermina-.
C
uando
a
la vuelta del viaje
G
uillermin
le comento a
R
ecaredo la propuesta de mamá, a este no le pareció mal. Yo lo deseo, le dijo, es que en esta corta familia todos nos sintamos felices y más tratándose de tu mamá, a la que también quiero y le deseo lo mejor.
Cuando doña Guillermina supo la aprobación de su yerno con el beneplácito de su hija se sintió la mujer más feliz del mundo. Ella también deseaba aquella felicidad perdurase eternamente.
Después de deliberar la cuestión y de mutuo acuerdo se acordó que fuese
R
ecaredo quién se fuese a vivir a valencia, a la majestuosa casa de doña
G
uillermina
, así volverían a estar juntas madre e hija y este podría atender con más facilidad a sus entregadas damas.
L
a primera noche que el hombre de la casa tuvo que actuar en la habitación de doña Guillermina fue a consecuencia de una indisposición de
Guillermin
.
Cu
a
ndo
R
ecaredo entró en el dormitorio de doña
G
uillermina, esta lo esperaba con un conjunto recién llegado de parís, de color negro y con los correspondientes ligueros. La tenue luz de la estancia daba un toque entre misterioso y sensual. El hilo musical daba la música perfecta para que el encuentro entre suegra y yerno. La voz de
Edith
Piaf
los envolvió, mientras abrazados danzaban lentamente, los brazos de Guillermina puestos en el cuello de aquel hermoso yerno hicieron que se fundiesen en un apasionado abrazo.
S
olo unos momentos después doña Guillermina sinti
ó
entre sus piernas la presión de aquel duro
príapo
. Sin intercambiar palabra sus labios se unieron en un beso todo pasión y deseo lujuriosos. La mano de ella bajo para agarrar aquella robusta polla como si no creyese que sería todas para ella, mientras la mano del encendido yerno le entraba por debajo de las minúsculas braguitas clavándole los dedos en medio de su soberbio culo, como si quisiese abr
í
rselo, como una sandía.
Cuándo
ambos fueron a parar encima de aquella robusta cama,
R
ecaredo, ardiente como una tea, de un seco tirón rompi
é
ndole las fin
í
simas braguitas y sin preámbulos le metió su pr
í
apo por entre el poblado bosque, color negro, como si fuese un ob
ú
s. Allí, entre jadeos, doña
G
uillermina, le fue repitiendo
¡Destr
ó
zame el chocho! ¡Soy toda tuya, toda….toda…
Cu
a
ndo 5 horas después
R
ecaredo volvió a la habitación donde descansaba
G
uillermin
, está aún tuvo fuerzas para preguntarle, cómo le había ido con su mamá
-
B
ien muy bien le dijo
R
ecaredo en el oído. Guillermin cogiéndole la mano se la apretó fuertemente como dándole las gracias.
-Nota del autor-
Esta historia, es una más de las que viven los humanos, aunque no parezca real.