Un vuelo realmente caliente

Es el momento mas increible de mi linda vida sexual.

Hola amigos, como les he dicho en relatos anteriores, este lugar me da la oportunidad de revivir y contar mis momentos eróticos más sublimes. No soy un "follador" de esos de película, ni poseo una imaginación erótica tan basta como para inventar un relato a cada momento, simplemente que he decidido recordar mis mejores folladas y aprovechando esa reminiscencia compartirla con ustedes. He conocido muchas mujeres por mi trabajo. Esta vez todo pasa en un aeropuerto, me encuentro con la encargada del grupo de mi época universitaria. Cecilia, era una mujer de unos 44 años en ese momento, hace de esto dos años. pero no aparentaba ni ahí su edad. Ella era lo que en la universidad llamábamos adscripta, algo así como la coordinadora del grupo. Siempre me había gustado, pero jamás logré nada. Cuando la veo en la puerta del aeropuerto, nos dimos un beso, empezamos a conversar y coincidíamos en el mismo vuelo. Le propuse sentarnos juntos, a lo cual me dijo que si, por ello hicimos la fila, solicitándole a la joven de la aerolínea que nos diera asientos juntos. Seguimos hablando hasta que ella me pidió que le esperara que iría a despedirse de sus familiares. Observé cuando se iba. Llevaba puesto un pantalón azul, que dejaba ver su enorme y hermoso trasero. Una chaqueta del mismo color y una blusa blanca que tenía dos botones desabrochados. Desde allí se podía ver el nacimiento de dos pechos, no grandes, pero si hermosos, aparentemente firmes para la edad, además de vérsele una piel fresca. Observé que llegaba hasta un lugar donde había un hombre mayor, otro joven y una mujer también joven. Noté que ella estaba algo apurada por despedirlos, por lo que los besó a los tres, tomó su maleta de mano, apresuró la marcha hacia el embarque, donde en la puerta había quedado yo esperando. Cuando llega hacia mí me hace un gesto con sus ojos, me di cuenta que no había dicho nada de mi presencia, por lo cual sigo detrás de ella como si fuera un pasajero más. Una vez en la sala de embarque nos sentamos a esperar nuestro vuelo, café mediante, le pregunté si era su familia la que estaba en la puerta, a lo cual me dejó totalmente plano con la respuesta. El hombre viejo su marido, el joven su hijo y la mujer la pareja de su hijo. Cuando iba a decirle algo; me miró a los ojos, con unos ojos marrones grandes, cejas finitas, boca sensual, poca pintura pero una carita hermosa, que acompasaba el mismo cuerpo de dama mayor de cuarenta, pero con imagen de bellísima mujer y me dijo; ese viejo es mi marido. Yo, que no salía de mi asombro, le contesté que no lo había visto bien, ella, entrecerrando los ojos, me tiró ha segunda frase matadora, es mayor 19 años que yo, me casé hace 23 años con él, tenemos un hijo de 21. Sin dejarme decir nada, siguió diciendo, por eso ahora me voy a casa de mi hermana, para ver si tomo aires nuevos, porque vivir con un hombre que tiene casi veinte años mas que tú, es harto difícil, complicado y sumamente aburrido. La seguía mirando, tenía los ojos llenos de lágrimas, pero no lloraba, prendió un cigarro en forma nerviosa, mirando hacia la pista. Dejé un silencio, le saqué y le apagué el cigarro, antes que le dijeran algo, porque no se puede fumar allí. Le tomé la mano y le dije hablemos de nuestros recuerdos y épocas pasadas. Me dio una mirada que sentí un hilo eléctrico en la punta de mi polla, sonrió, le di mi pañuelo para que se secara los ojos, comenzamos a hablar. Fueron muchos los recuerdos, hasta que llegó el avión, nos colocamos en la fila, ella delante de mí, no había manga por lo tanto tuvimos que ir en un colectivo hasta la escalerilla del avión. Cuando subimos, ella siempre delante de mí, hasta que de pronto hubo un párese y mi cara casi da contra su culo, de hecho llegué a rozarle, perdón le dije, tu perdóname dijo ella, mira con que te pegué y se rió. Cuando ascendimos y entramos en el avión me acerqué a su mejilla y le dije, me pegaste con algo hermoso. Iba a decirme algo, pero la azafata nos pidió los asientos, cuando aparece un problema, los nuestros estaban ocupados y quedaríamos separados. No obstante, como ese vuelo tenía una parada más y descenderían muchos pasajeros, según la azafata, accedimos a instalarnos de esa forma precaria hasta tanto pudiéramos estar como los pasajes decían. Ella se fue a la ventanilla, yo en el pasillo en la misma fila al fondo de todo. Entre nosotros una anciana que solo dormía. El vuelo duró una media hora. Durante el viaje miraba a Cecilia, ella me devolvía la mirada y hacíamos gestos, yo le hacía referencia a su golpe en la cara, en tanto ella juntaba las manos como pidiendo perdón, prometiendo que no volvería a suceder, a lo que le decía que sí, que sucediera. El vuelo fue corto, una media hora, el avión hizo escala, bajó casi todo el pasaje, subiendo tan solo dos señoras. Inmediatamente ocupé el lugar de la anciana, quedamos ella y yo solos en el fondo del avión. Nos quedaban unas 8 horas de viaje o más. Nos sirvieron la cena, hablamos de todo nuevamente, yo bromee con la azafata, en tanto Cecilia me dijo, siempre tuviste buena suerte con las mujeres. Me pareció algo molesta pero la dejé pasar. Eso hizo que habláramos de temas de sexo, yo soy desinhibido y llegamos a un punto que la verdad estaba caliente el clima. Sin anestesia me pregunta, cuando fue tu último día de sexo antes del viaje. Sin muchas vueltas le dije, ayer mismo, ella mira el reloj y habían pasado las 12 de la noche, entonces me dice, pero desde ayer estas conmigo y se ríe. Bueno le respondí, desde anteayer. Enseguida me hace otra pregunta, cual es tu fantasía, la verdad le respondí que todas y ninguna porque dejo que el momento se dé. Ahí tomé yo la "batuta" para inquirir y tu, que fantasías tienes. Sin vueltas me dijo que pueda terminar y gozar, la última noche mi marido quiso pero no pudo, Viagra incluido. Silencio. La azafata vuelve a pasar, nos deja la pasta dental y cepillos, ella me pide que la deje pasar para ir al baño, me corro en el asiento y cuando pasa, mueve la cadera para darme un toque con su nalga, en el pasillo me mira entonces me dice, tu me dijiste que lo querías. Le sonreí, fui al otro baño volviendo antes que ella. Sentí que se acercaba y me hice el dormido, cerrando mis ojos, siento que me pide permiso. Abro un ojo, le digo que estoy desmayado por el golpe recibido. Se ríe. Pasa y le pego una palmadita en su cola. Se queda parada tomándose del asiento delantero, diciendo que ella iba ganando por uno ya que fueron dos sus golpes. Es verdad, le dije, pero ya tendré la oportunidad, a lo que me contradice, pero mira que no es mucho el tiempo. En ese segundo, pienso, veo un avión vacío, en penumbras, apenas dos luces de lectura, la miro a ella, sin mediar palabra pongo mi mano en su culo, lo abarco todo, se lo acaricio, la vuelvo a mirar, sus ojos estaban semiabiertos. La acompaño con mis manos a su asiento, levanto el posa mano que está en medio y la beso en la boca. Mis manos van a sus pechos mientras mi lengua le abre los labios. Al instante percibo su lengua casi peleando con la mía, enredándose entre ambas en una lucha excitante, húmeda. Con palabras cortadas, diciendo mi nombre, me recuerda que estamos en un avión, ignoro eso, la toco entre sus piernas desabrocho su pantalón y acaricio con mis manos sus pelitos. Ella gime, se levanta en el asiento, aprovecho ese momento para meter mi mano más adentro, encuentro su tanga, siento una enrome humedad en su coño. Las gotas de jugos me llegaban a los dedos. Introduje dos dedos, ella se apretaba a mi boca, enroscaba su lengua a la a mía, su mano apretaba mi boca contra la de ella. Saqué la mano, de su concha, me separé de ella, la observé a los ojos, jadeaba. Estaba ardiente, le hice ver el jugo de su calentura en mis dedos, los que llevaba a mi boca para probar su gustito. Vino hasta mí, me dijo con una voz ahogada, por favor, sigue, no te detengas, nada me importa. Bien le contesté, pero hagámoslo a mi modo, si, dijo, dime que hago. Le hice sacar su pantalón, ella lo hizo y se tapó con la manta del avión. Desabroché su blusa, saqué sus pezones hacia fuera y comencé a pellizcarlos suavemente con mis dedos. Ella me miraba, lamía sus labios, bajé mi mano a su concha, saqué su tanga, acaricié sus vellos, giré mis dedos en ellos enredándolos. La observaba a los ojos, metí mi mano debajo de ella. Le acaricié el culo, metí mi dedo en él, ella se estremeció, pasé a su concha y comencé a pajearla, en cada metida de mis dedos levantaba su pelvis, era una paja tremenda, vi. que en poco explotaría. Me acosté sobre su falda, puse mis pies en el tercer asiento vacío, levanté la manta, coloqué mi boca en su concha. El olor a mujer era tremendo, mordí sus pezones, hasta que bajé a su ombligo lo lamí. Puse mi cabeza entre sus piernas, ella las abrió, inicié una hermosa comida - chupada de coño. Como emanaba, era mucho el líquido, en un momento pensé que aquello era irreal, nunca había visto tanto jugo antes de su acabada. Cuando sintió mi lengua en su clítoris explotó. Acabó como una loca, creí que me iba a arrancar la cabeza, su concha comenzó a convulsionarse, me sentí morir, mi pija estaba inmensa, apretada contra mi pantalón y slip. Me incorporo, la beso en la boca y le paso en su lengua sus gustos, me abraza, muerde mis orejas, en tanto me decía, estoy muy caliente, por favor sigue, sigue. Saqué mi pija, ella no se percató, seguía apretada a mi boca, tomé una de sus manos y la puse alrededor de mi verga. En el momento que siente el palo, da un salto, se aleja de mi boca, abruptamente se agacha sobre mi miembro. Hola le dice, poniéndoselo en la boca de un solo golpe. Su lengua lo recorría todo, con la mano lo llevaba hacia arriba y hacia abajo. Con sus ojos me decía todo, pero su boca también decía cosas, quiero pija, dame mi pija, a ver la boquita como se la traga, por favor mira como me como la pija. Diciendo eso más se la enterraba en la boca. Quiero que tu verga recorra todo mi cuerpo, hace tiempo que no tengo una en mis manos, en mi concha, en mi culo. Quiero que me cojas, la quiero dentro, por favor, adentro, adentro. No sabía como hacerlo porque era muy difícil en esa posición. Miré a los costados en el avión todos dormían, las azafatas, así como las pocas personas que había adelante. La levanté de su asiento, yo me senté en medio de los dos asientos, coloqué sus piernas a cada lado de las mías. Mi pija estaba parada, enhiesta. Le hice apoyar sus brazos en el asiento delantero, abrí su culo, abrí los labios de su concha y lentamente la hice sentar sobre mi. Estaba tan húmeda su concha, así como tan parada mi pija, que la entrada no fue nada difícil. Cuando ella la tuvo adentro, flexionaba sus brazos contra el asiento y se movía con una fuerza inusual, con un sube y baja que me paraba la verga al mango. Empezó a jadear, le pedí que no gritara, sentí su acabada en mi pija, la comía con su concha, era tremenda, le dije, quieres la lechita allí, se dio vuelta y con una cara de vicio tremenda me pidió dame leche, por favor dame, eso fuel el acabose, largue sendos chorros de leche. Cecilia gemía a cada embestida mía, se tiró hacia atrás, acaricié sus pechos. En forma lenta salió de encima mío. Volvió a su asiento, puso su mano entre sus piernas, sacó mi semen, lo llevó a su boca y me dijo, mm que rico. Pongo mis dedos en su concha y comienzo a pajearla, mira con su boca abierta lo que hago, a lo que me dice, que lindo me pajeas con tu lechita adentro, que rico, sacá los dedos y dámelos que los chupo. Sacaba mis dedos y los chupaba con sus jugos y los míos, volviendo a poner mi mano en su concha para seguir con la paja que le estaba haciendo. Eso al rato fue despertando a mi verga nuevamente. Ella tirada hacia atrás, en el asiento, se hacía la gran paja con mis dedos, hasta que siento que su mano busca la verga. La encuentra, comenzando una paja divina, todo fue precipitado, ella inició unos espasmos, mi pija estaba mojada de la leche que no había podido limpiar aun, más lo que generaba de esta nueva erección. Todo era loco, ardiente, el olor a sexo era terrible, Cecilia se levanta de su postura, aprieta mis manos contra su concha siento que se acaba, mientras se va hacia mi pija y la pone en su boca. Me dolía la mano por la posición, pero era tan excitante todo que nada importaba, siento un ruido pero no pude apreciar bien. Cecilia se acaba, su leche con la mía me invaden la mano. Ella se viene más hacia mí, toma mi verga y esta explota por segunda vez, pero en sus labios, cuando ve que acabo la mete en su boca y exprime la pija de una manera que la leche le cae toda, la saborea, en tanto sus chupetazos se oían. Miro al costado en la misma fila que la nuestra, al final, del otro lado del avión, una de las azafatas, estaba sentada allí, con su pantalón desprendido y sus manos entre las piernas. Me doy cuenta que nos vio en la segunda acabada y se pajeó. Ella me ve, Cecilia lame ya mi flácida pija sacando toda la leche y no se da cuenta de la situación. Observo a Cecilia, la veo con sus pelos todos mojados, llenos de semen, sus manos igual. Vuelvo a mirar al costado y ya la azafata no estaba. Cecilia se pone en su asiento, se tapa con la manta, muy tranquila me dice, he acabado hoy, más que en los dos últimos años y la remata diciendo, te aclaro que cuando volvamos quiero verte en una cama, con esa vergota dentro de mi culito. Esta historia es verdadera, quizás ustedes puedan no creerla, pero en la vida uno tiene oportunidades, las toma o las deja, yo jamás las he dejado. Como siempre les dejo mi e-mail para comunicarse. Saludos a todos, Autor: onlyman43 onlyman43@hotmail.com