Un vuelo Realmente caliente (2)

Cuando llegamos con Cecilia a "tierra firme" pudimos cogernos en una cama.

Cuando bajamos del avión, luego de aquel vuelo espectacular, Cecilia me dio la dirección donde iba a estar y me reclamó mi teléfono. Con gusto se lo di, nos dimos un beso en la sala de equipajes y salí raudo a buscar un coche. Ese día lo pasé totalmente entreverado, hasta que, a eso de las cinco de la tarde, mi teléfono que comienza a sonar con una llamada local. En cuanto digo "hola", se oye la voz de Cecilia que me dice – me estoy bañando y no sabes como me mojo de solo pensar lo que pasó en ese avión. No me dio tiempo a responderle, enseguida me pidió para vernos. Al estar ella en casa de su familia, no podía recibirme, pero le di la dirección de mi hotel. Me dijo que ya iba para allá. Llamé a la recepción del hotel, avisé, me conocían de años, tanto fue así que el recepcionista se reía mientras le daba los datos de ella.

El día transcurrió con sus mil y una vueltas, hasta que llegué a mi habitación, cuando abro veo todas las ventanas cerradas y la voz de Cecilia que me dice – ¿muy cansado?

Cerró la puerta y me abrazó por detrás, sentí en mi espalda sus pechos, sus pezones duros, me quise dar vuelta pero no me dejó, siguió apretada a mi, me saqué, como pude, los zapatos, la camisa, la corbata, el saco lo traía en la mano y desabroché mi cinturón. Ella se mantenía detrás, ante una total oscuridad, cuando me bajé el pantalón, se apartó y se vino hacia delante. Allí me atrapó la pija y me murmuró – estaba deseando verte de nuevo, estoy caliente, Carlos, no sabes cuanto, desde que bajamos del avión que no aguanto mis flujos. Eso me puse a mil ella, me bajó el bóxer y comenzó a chuparme la pija. ¡Qué desespero! Se sentían sus chupadas, tantee la pared y hallé la llave de luz, la prendí. Ella se vio descubierta, arrodillada en el piso, con mi verga en la boca. Se había soltado el pelo, tenía las tetas al aire y sus pezones erectos. La podía ver mejor que en aquel avión. La hice levantar. Cuando se incorporó estaba desnuda, su concha totalmente depilada, logré verla en todo su esplendor. Le dije – ahora que te veo bien eres una hembra divina. Te gusto- me preguntó- y se tocaba la concha con sus manos. Claro – le contesté – mientras me abalanzaba sobre ella.

Le abrí la boca con mi lengua, comencé a besarla, chuparla mientras mis manos le abrían la raja de su concha que estaba ultra mojada. Las gotas de su calentura llegaban a la palma de mi mano. Me aparté de su boca, la miré, en tanto le pasaba mis dedos por su clítoris, cerraba y abría sus ojos pero me mantenía la mirada. Seguí pajeándola hasta que entreabrió su boca y dijo – me acabo, me acabo, toma- no terminó de decirlo cuando la tiré sobre la cama y metí mi lengua en su coño empapado. Sus flujos de hembra eran abundantes, viscosos, lechosos, con mi lengua la cogía.

Ella gemía y gritaba – hijo de puta como me chupas la concha, sabía que lo ibas a hacer, chupármela, toda, te voy a llenar la boca de mi leche- y se retorcía en la cama. Vi su culito, no pude aguantarme y le metí un dedo, mientras con otro de mis dedos acariciaba su punto "g" y el pulgar entraba y salía con mi lengua de su vagina inundada. Era una escena excitante, mi verga tocaba el borde de la cama, de lo excitado y caliente que estaba, ella se contorsionaba, me decía cosas calientes, sucias, estaba tremendamente caliente. ¿Te gusta mi culo? ¿Me la vas a poner por donde tienes el dedito? Diciendo eso se acababa, las paredes de su concha se estremecían. Me incorporé, le mostré la dimensión que había alcanzado mi verga. Antes que me dijera nada, la clave de una. Ahora me la cogía en una cama, arrodillado entre sus piernas, se la sacaba y ponía con fuertes empellones. Ella gritaba - cógeme, si cógeme. Yo, le respondía que si que la iba a coger toda, toda, como a ella le gustaba. Le estuve dando así unos instantes, hasta que salí de esa posición, bajé de la cama y me senté en una de las sillas que había.

Ella me miró extrañada, estaba empapada, su cara era de vicio. Me observó y dijo – que haces maldito- le respondí que se pajeara y comenzó a hacerlo, mientras la miraba. Se sentó al borde de la cama e inició un mete y saca de sus dedos. Me imploraba – no seas malo esto es lo que hago en mi casa, por culpa de mi marido, cógeme Carlos, cógeme. Le pedí que viniera hasta mí y no dejara de masturbarse, Lo hizo. Cuando llegó a mi lugar, frente a mi le ordené que me diera su lechita en la boca sacada por sus propios dedos, en tanto yo le tocaba su culo. Pasaba mi mano por su raja y al llegar a su agujerito le metía un dedo y lo sacaba. Ella, se pajeaba y hundía sus dedos dentro de su coño, sacaba es leche que le emanaba a borbotones y me la daba en la lengua. Comenzó a jadear- Le pregunté que deseaba – pija – me dijo y la senté sobre mi verga parada. Entró en ella e inmediatamente que le rozó el clítoris inicio una acabada terrible. La tomé por las caderas subiéndola y bajándola cual galope. Yo ya no aguantaba más y acabamos los dos en un alarido de placer que fue al unísono por parte de ambos.

Me salieron chorros de leche, ella se levantó, se agachó y se metió mi pija en la boca. La limpió toda, tragaba la leche como una posesa, yo con mi pantorrilla rozaba su concha y me caían líquidos de nuestra tremenda cogida. Le dije en broma – mira me manchaste toda la pierna – tenia rastro de mi leche y la suya, sin mediar palabra fue y también me chupo la pierna tragándose todo lo que quedaba. Se levantó y fue hacia el baño, que culo por favor, estaba hermoso recién en ese momento podía vérselo. La seguí, ella se sentó en el bidé para higienizarse, lo mismo hacía yo. De pronto me mira, y me dice – amor, me siento feliz, quiero que me cojas mientras estés aquí. Se levantó, fue al placard y me mostró su valija – me quedo contigo, ya pagué la estadía mía. Me dejó atónito, pero más quedé cuando me estaba lavando la verga y la sentía dura. Me doy cuenta que, aquel culo, me tenía loco tanto que no dejaba que mi pija se ablandara. Salí del baño así, desnudo, ella estaba de espaldas buscando algo en su equipaje. La agarré por detrás, hizo un quejido mimoso y caliente, la lleve hasta la cama.

Mi verga estaba parada, en el canal de su culo. Ella la sentía – que divina pija, está durita para mí. Suavemente la acosté boca abajo. Puso su cara de costado y me miraba, sacando su lengua y pasándola por sus labios. Preguntaba – ¿me vas a coger de nuevo? No le contestaba, no quería romper ese momento. Ella seguía hablando- porque me dijiste que soy tu hembra, pero no me interesa ser tu hembra, quiero ser tu puta, muy puta, como nunca lo fui. Abrí mi mano izquierda y allí llevaba el jabón con el cual me había lavado la verga, le abrí su culo y empecé a pasarle el jabón por dentro, también enjaboné toda mi pija.

Ella vio todo, se percató de todo. Sacó sus manos de su concha que se estaba tocando, para abrir sus cachetes más y más. Ponémela - gritó – dame por el culo, cógeme por el culo, es tuyo mi amor. Le puse la pija en la puerta de aquel divino ojete, el jabón ayudó a que la penetración fuera suave, lenta y muy placentera... Hasta que llega un punto donde hay que empujar, con suavidad pero lo hice, ella gimió un segundo y al instante empezó a gozar igual que yo. Ver como entraba mi pedazo en aquel culo, con el jabón en medio me hizo poner mas caliente. Me tiré encima de ella y le besaba la nuca, el cuello, le lamía las orejas. Los dos gritábamos como perros en celo. Pasé mis manos por debajo de su cuerpo y me apoderé de su concha, de su clítoris y le dije en su oído – mientras papito te coge, te pajea- Ella al oír mis palabras empezó a gritar y a gemir más fuerte, movía su culo con desesperación, tanta que me apretaba la pija de una forma que ya no soportaba mas.

La penetré más y cuando sentí que ella se acababa, apure mis movimientos y le eché una tremenda acabada. Tomá- le dije- aquí tienes mi lechita, te comí el culito divino, te cogí como te lo mereces. Al sentir mis palabras me pidió que no sacara las manos de su concha, ella misma cos sus manos me las apretaba más y se vino en una acabada tuertísima gritando. – mmmm siento tu leche en m culo, me quema tu leche hirviendo ahora te quemo las manos yo – y me mojó con su leche. Esperé mi "ablande". Salí de su culo, ella se vino hacia mí. Me besó en la boca y nos dormimos hasta la madrugada.

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