Un voyeur en la terraza
En cierta forma, la situación de saberme observada me provocó un cierto cosquilleo en el cuerpo y empecé a pensar en todo lo que había hecho desde que había salido a la terraza y lo que había podido haber visto ese desconocido.
Para los que me leáis por primera vez os recomiendo una lectura previa a mis anteriores relatos , donde podréis saber un poco más de mí y donde podréis encontrar algunas de mis experiencias, fantasías y algunos juegos de complicidad que espero sean de vuestro agrado.
Debo de reconocer que llevo algunos meses sin escribir, me he sentido perezosa y tan solo espero que no me lo tengáis en cuenta.
Ahora con el buen tiempo da gusto salir a pasear, ir a la playa, … Una de las cosas que más me gustan es salir a la terraza para arreglar las flores, o tomar un poquito el sol…
El pasado fin de semana, hizo mucho calor y aunque en verano duermo totalmente desnuda, me desperté temprano sin que ya no pudiera volver a dormirme. Me sentía muy acalorada así que me puse una corta bata de verano que solo uso para estar fresquita por casa y sin abotonarla salí a la terraza a tomar un poco el aire.
Como soy de las que no sabe estar sin hacer nada, rápidamente me puse a quitar las malas hierbas que crecían alrededor de las plantas, arreglé las flores y limpié la terraza para luego poder tomar un poquito el sol.
Lo que no podía imaginar era que desde el edificio de enfrente alguien estaría también despierto a esas horas y que estaba disfrutando de un bonito espectáculo viendo mi corta bata desabotonada.
No sé el tiempo que llevaba observándome en la distancia, pero tampoco es que me importara mucho así que seguí con mi tarea simulando no haberlo visto.
En cierta forma, la situación de saberme observada me provocó un cierto cosquilleo en el cuerpo y empecé a pensar en todo lo que había hecho desde que había salido a la terraza y lo que había podido haber visto ese desconocido.
Recordé el rato que estuve inclinada quitando las malas hierbas e imaginé que debí ofrecerle una inmejorable vista de mis nalgas desnudas puesto que mi corta bata era una prenda insuficiente para ocultarlas.
También recordé el rato que estuve de rodillas en el suelo de la terraza arreglando las flores, con mi bata abierta de par en par….
Sea como sea era demasiado tarde para ponerle remedio y dejé que esas ideas me siguieran acompañando mientras terminaba de limpiar la terraza.
El sol ya empezaba a calentar un poco y venía siendo hora de terminar, refrescarme un poco y tumbarme en la hamaca para broncearme un poquito.
Entré en casa para ducharme y ponerme el bikini y debo confesar…, que recordando a mi desconocido voyeur, “jugueteé” bajo la ducha imaginando que había despertado su excitación.
Ya más relajada me puse un pequeño bikini que solo uso cuando tomo el sol en la terraza y acompañada de un zumito, un buen libro y unas gafas de sol me tumbé en la hamaca no sin antes comprobar que mi desconocido voyeur ya había desaparecido.
En cierta forma me sentí decepcionada al no poder seguir pensando que ese desconocido me observaba y mientras me ponía el bronceador, empecé a pensar que todo había sido imaginaciones mías y que probablemente nadie me había visto.
Con esos pensamientos me fui quedando adormilada en la hamaca perdiendo la noción del tiempo y dejando que fuera el sol el que me recordara que era el momento de que me diera la vuelta antes de que mi piel se quemara.
Fue entonces, cuando me daba la vuelta para colocarme de espaldas, que me pareció verlo de nuevo. Sentí como mi corazón se alborotaba latiendo con fuerza
Al estar de espaldas no tenía la certeza de que siguiera ahí, pero mi imaginación de nuevo jugaba con la idea de que me estaría observando mientras yo tomaba el sol.
Desabroché el sujetador como siempre hago cuando tomo el sol de espaldas, aunque en esta ocasión me sentía algo nerviosa traicionada por mis pensamientos morbosos.
Decidí seguir con el juego y me lo quite quedando tan solo con el tanga del bikini y pensando en lo nervioso que estaría mi desconocido voyeur esperando a que me diera la vuelta.
Parecía que pudiera sentir sus ojos recorriendo cada centímetro de mi cuerpo, y que la brisa que acariciaba mi cuerpo desnudo era el deseo que yo sentía en esos momentos. Con esos pensamientos me sentí muy acalorada y dispuesta a seguir con el juego me di la vuelta para ofrecerle a mi desconocido voyeur una bonita vista de mis pechos desnudos.
Ahora no me quedaba duda alguna, a través de mis gafas de sol podía verle perfectamente sin necesidad de tener que simular. Me sentía protegida tras esas gafas y lo miraba con atención. Era un hombre muy joven, tendría alrededor de 20 años, un cuerpo atlético y su piel era bronceada.
Llevaba una única prenda, un bañador ajustado de color blanco que rápidamente despertó aún más mi imaginación. 😉
Recordé que no me había puesto bronceador en mis pechos y decidí que era un buen momento para seguir con el juego. Desparramé una buena cantidad de crema blanca sobre mis pechos que esparcí con mis manos, entreteniéndome especialmente en mis pechos que masajeaba lentamente hasta sentir como mis pezones crecían y se endurecían ligeramente.
Mis pezones se habían erguido, sentía como los rayos del sol y una ligera brisa los acariciaban, y mi imaginación jugueteaba con mi desconocido voyeur que no dejaba de observarme descaradamente.
Yo seguía simulando que tan solo estaba tomando el sol ajena de lo que pudiera suceder a mi alrededor, como si estuviera aislada de cualquier elemento que pudiera enturbiar mi descanso. Pero….mis ojos seguían con mucha atención los movimientos de mi desconocido voyeur que había llevado su mano a su entrepierna sobándola por encima del bañador.
Una sonrisa traviesa se escapó de mis labios, pero rápidamente me reprimí pensando que podría ser una señal de que no estaba tan adormilada como podía parecer.
No había peligro, su mano seguía sobando su entrepierna y daba la impresión de estar bastante excitado.
Complacida por la reacción de mi invitado, decidí seguir con el juego que me mantenía también caliente y excitada.
De nuevo tome el bote de la crema bronceadora para esparcir un poco en mis piernas y en mis muslos, la cremita blanca desaparecía bajo las caricias de mis manos que masajeaban mis muslos dejando su piel sedosa y brillante bajo los rayos del sol…
Mis caricias parecían entretenerse eternamente mientras seguían un recorrido que no parecía tener fin….Mis muslos entreabiertos parecían toda una invitación de intenciones que sin duda mantenían a mi desconocido voyeur atento y excitado.
Su mano se había colado bajo el bañador y desde donde yo me encontraba podía ver claramente como cogía su polla masturbándose ante mis ojos que seguían simulando no darse cuenta de lo que estaba ocurriendo.
Decidí prolongar un poco más ese momento sintiendo como mi excitación también iba en aumento y sin poder evitar que en ese recorrido por mis muslos mis dedos rozaran ligeramente mi intimidad.
Me sentía ardiendo, con unas ganas locas de sentir sus manos acariciar mi cuerpo y de sentir su polla entre mis manos.
No podía seguir así, me levanté de la hamaca para ir a buscar algo de beber y calmarme un poco. Al entrar en casa no pude evitar colar mis dedos por el tanga que estaba empapado.
Intenté dejar de pensar en todo ello, cogí un vaso de agua fresquita de la nevera y regresé rápidamente a la terraza temerosa de que mi invitado hubiera desaparecido….
Pero ahí seguía, algo más calmado, sus manos se apoyaban en la barandilla de su terraza, pero el bulto de su bañador dejaba bien claro cual era su estado de excitación.
Yo seguí con mi juego de no descubrir que lo había visto todo, seguía simulando bien protegida por mis gafas de sol. Le di la espalda para inclinarme y dejar el vaso de agua en una mesilla y aprovechar para ofrecerle una preciosa vista de mis nalgas desnudas.
Estaba dispuesta a seguir disfrutando del espectáculo, era consciente de que había empezado un juego de provocación y aunque tan solo era un juego lo estaba disfrutando y deseaba saber hasta dónde nos llevaría….
Me tumbé nuevamente en la hamaca, la brisa acariciaba de nuevo mis pechos desnudos y el sol invitaba a vivir ese momento con plena naturalidad. Sentía la necesidad de que sus rayos me acariciaran totalmente desnuda. Me encanta sentir esa sensación de plena libertad y recordaba esos momentos que disfruté el verano pasado en una playa nudista.
Con esas sensaciones, decidí deshacerme del tanga y quedar totalmente desnuda bajo los rayos del sol y los ojos incrédulos de mi invitado que fuera de si se había sacado su polla del bañador para continuar masturbándose hasta correrse en sus manos.
Excitada por lo que había visto, seguí observando lo que sucedía hasta que el hombre desapareció. Disfruté durante un buen rato de esas deliciosas sensaciones hasta que no pude evitar retirarme a la ducha donde terminé complaciéndome con mis dedos
Y con esa imagen tan sensual os dejo hasta un próximo relato…