Un volcán en su vagina (3: El desenlace)
Por supuesto la casa se quedó sin pintar.
...Sí, la peor de mis pesadillas se había hecho realidad, la mano izquierda de mi vecina sostenía las desnudas caderas de mi mujer, yo, enfrascado como estaba en follarla no había caído en la cuenta de que toda la escena hacia sido contemplada por mi pareja, creo que en ese momento cualquier tipo de explicación sobraba, sobre todo al descubrir que ella se estaba besando apasionadamente con la chica a la que unos segundos antes había estado a punto de follar, mi rabo de todas perdió fuelle por lo que la anilla se escapó de él sin dificultad, mi mujer metía sus dedos en la calida y acuosa vagina que aun reposaba en mi vientre, cuando de pronto noté que una mano me acariciaba con suavidad el pene, yo no podía ver quien era , pero inocentemente pensé sin dudarlo en mi mujer, menuda sorpresa me llevé al descubrir claramente las manos de mis fogosas compañeras ocupadas en sus coños y pezones, ¿quien me estaba haciendo una paja entonces?, de pronto me temí lo peor y lo peor sucedió; al apartar un poco el tronco de mi mujer divisé un brazo peludo que cada vez me atenazaba con mas fuerza la polla, reconozco que hasta ese momento una gota de semen que resbalaba suavemente por mi capullo avisaba una próxima corrida salvaje....
Soy heterosexual, me han parido así y aunque no tengo nada en contra de que dos hombres se follen el culo con hermosos genitales inundados de semen prefiero para mi ano el dedo de una mujer, mi reacción fue lo mas parecido a una huida hacia delante, en ese momento ya sabía que el hombre era su marido o sea que sin dudarlo agarré con fuerza mi rabo y ayudandome de mis dedos le rompí el coño a mi vecina que gimió de placer, a todo esto mi mujer al verse sola sin comenzó a comerle el rabo al cornudo que me iba a convertir en carnudo también, pero mientras tanto las paredes calidas y venosas del coño que me estaba follando hicieron que dejara de lado cualquier atisbo de celos, la piel de mi polla se desgarraba debido a sus movimientos vaginales, la herida había vuelto a sangrar y cada golpe de mi polla me producía un dolor que competía cara a cara con el placer, ganando por supuesto el goce de un polvo bien echado, al movimiento de su coño le acompañaba un viento suave en mis huevos provocado por el salvaje contacto con su culo, que golpeaba con tal fuerza que mi pene se clavaba en sus tripas, y a ellas fueron parar los manguerazos de leche de mi primera corrida, pero mi polla temerosa de que en el exterior de aquel irritado agujero oscuro hiciera frío, se quedo dentro ensartándola de nuevo.
Desde mi posición veía claramente lo que hacía la recién descubierta puta en que se había convertido mi mujer, la piel de su vagina mil veces follada por mí era tierna y suave, por eso cuando observé como mi vecino se ponía en su inmenso pollón la anilla de púas que ya me había puesto yo, temí que su vagina se desgarrara hasta su ombligo, o lo que es peor que sufriera una ablación del clítoris.
Los hombres normalmente no nos fijamos en los rabos de los otros machos pero el pedazo de animal calzaba un mango negro de dimensiones desconocidas para mi, era una polla de solera que a bien seguro habría entrado en infinitos agujeros, los cojones eran tan grandes como kiwis y sus bolsas seminales prominentes prometían una gran lava ardiente que si le entrara por el ano engordaría las carne del culo de mi delgada mujer regando todas sus paredes internas; reconozco que comenzaba a sentir una enorme excitación al imaginarme ese enorme miembro venoso derramando también su leche en el diminuto coño de mi mujer,
De pronto tuve que volver a lo que estaba haciendo, mi vecina se había cansado de la postura y sacó mi pene con fuerza de su agujero abalanzándose sobre mí para recoger algo que estaba a mi espalda; noté sus erizados pezones rozándome la cara por lo que sin poder resistirme le mordí con cuidado uno de ellos mientras masajeaba a la vez su vagina y el ano que por cierto tenían un agridulce olor a hembra recién follada y culeada, realmente parecía que se había meado encima, mi mujer no lubricaba tanto y por eso no estaba acostumbrado a lavarme las manos con el coño de una mujer, ella mientras tanto seguía revolviendo mientras yo me preguntaba que coño estaba buscando...
Su marido no perdía el tiempo con mi mujer y le comía el coño con tal maestría que llegué a preguntarme si no perdería en la comparación a partir de ahora, en ese momento sin dejar de comerle todo hizo un rápido y brusco movimiento poniéndola de cara al suelo,
la separó sus piernas y le metió ese enorme pepino hasta el estomago, ella no decía nada, simplemente miraba hacia la pared en pleno éxtasis mientras yo pensaba en como gozaba la cabrona, el hombre no le había metido todo el rabo consciente quizás de que sus dimensiones y la anilla podrían estropear ese chochito que se estaba follando con tanto placer....
Cuando mi vecinita termino por fin y tras incorporarse me dio otra sorpresa aunque no sé porqué esta vez no reaccioné con el terror que la situación imponía, en sus manos sostenía una tijeras enormes, yo aun no sabia que no estaban afiladas por eso al ver como ella se tiraba de un pezón haciendo el morboso ademán de mutilárselo me corrí de tal forma que la duché todo el cuerpo con mi semen, fue entonces cuando atrapó mi pene con las tijeras, me quede lívido, pero la naturaleza del erotismo no se rige por las leyes de la física y mi polla en vez de ocultarse se enervó aun más produciéndome una dolorosa erección, que se multiplicó al descubrir que realmente las tijeras eran romas y casi no cortaban, liberé con confianza mis genitales animándola a que me los cortara. El contacto de mi escroto con el frío filo de acero consiguió que la poca leche que me quedaba se derramara como si fuera un chorro de sangre de una polla cortada, esta vez el semen se depositó en las tijeras y como las armas las carga el diablo ella frenéticamente se colocó las tijeras en los labios vaginales con tal fuerza que realmente temí que se los cortara allí mismo, su clítoris estaba tan erguido sobre sus labios que parecía un pene pequeño, sé que puede parecer raro pero en ese momento me pareció que escupía leche...
tuve un sobresalto cuando un grito de mi mujer retumbó en todas las paredes de la habitación, ella al ver que yo me había corrido empujó en venganza contra sí y con rabia el rabo de toro de mi vecino con tal fuerza que se clavó una púa de la anilla, pero ella lejos de quitárselo de encima abrió de tal forma su coño que hubiera entrado perfectamente la polla de un caballo, no tardó mucho el momento de su corrida y vi salir con tal fuerza la leche que cuando salió la chorra del sucio coño de mi mujer éste escupió semen ....
El resto es historia, mi mujer se puso las bragas mientras su vagina aun manaba leche, yo por supuesto le hice también el regalo de mi leche a la vecina, mas que nada para no ser menos y provoqué que ella también meara leche en sus bragas, cuando todo acabó no nos dijimos adiós y la casa por supuesto se quedó a medio pintar.
Al cruzar la puerta metí las manos bajo la falda de mi mujer que para mi tranquilidad aun tenia dimensiones normales, y tras darle un sonoro beso la comenté que nuestra casa también necesitaba una mano de pintura jeje.