Un viudo y su traviesa sobrina (1)
Fui a vivir con mis cuñados y allí encontre consuelo
Capítulo 1
Yo nunca me había preocupado por aprender las tareas de la casa. De eso se encargaba mi querida esposa hasta que hace unos meses falleció víctima de una rápida enfermedad. Tengo más de cincuenta años y me he tenido que adaptar rápido y con dolor. Desde que enviude nada ha sido igual y echo en falta muchas cosas…ya os podéis imaginar.
No soy ejemplo de nada, pero no me puedo quejar de la vida que he tenido, ni del trabajo que tengo ni del cuerpo que conservo. Me propuse vivir de forma autónoma, por mi cuenta ya que mis dos hijas están casadas y viven con sus familias respectivas.
Todo parecía ir bien hasta que la semana pasada tuve una mala caída y me fracturé la clavícula y el brazo derecho. Con el cuerpo y el brazo parcialmente inmovilizados me resultaba imposible valerme por mi mismo. Por suerte, la hermana de mi mujer y mi cuñado vinieron al rescate y casi me obligaron a trasladarme provisionalmente a vivir con ellos.
Quise resistirme diciendo que podía valerme por mí mismo, pero no sirvió de nada. Al final, mi cuñada me hizo la maleta, recogió la ropa que le dije y nos encaminamos hacia su casa. Mi cuñado apenas hablaba, se que en el fondo no le hace mucha gracia tenerme alojado en su hogar. Antes, a él le encantaban nuestras visitas, pero porque mi esposa le caía fenomenal.
A mi me pasa algo semejante, pero con mi cuñada. Mi esposa y ella físicamente se parecían bastante, misma forma de la cara, mismo color de pelo y cuerpos con generosas curvas. Carolina, que es como se llama mi cuñada, tiene un carácter muy alegre y con una conversación divertida y chispeante, nada que ver con lo que pienso de mi cuñado.
Me han habilitado la habitación de mi sobrino que está estudiando en la capital. Andrea mi sobrina mayor tiene su habitación junto a la mía y no le hace mucha gracia tener un extraño cerca de sus dominios.
Los dos primeros días de mi estancia han estado repletos de formalismos, como si de un invitado desconocido estuviese viviendo con ellos. Poco a poco las formas se han ido relajando, me han aceptado como uno más y hemos entrado en una fase de engañosa confianza. Somos familia …si… pero hay ciertas cosas que suelen mantenerse reservadas para los más íntimos.
Mi cuñado, Pedro, no duda en ir salir en calzoncillos de la habitación eh búsqueda de cualquier cosa. Carolina, mi cuñada se levanta a preparar el desayuno de su esposo y mi sobrina vistiendo solo el camisón de dormir, unas zapatillas de andar por casa y a lo sumo una bata casera. No se la cierra con el cinturón por lo que veo su pecho generoso sin sujetador yendo de un lado a otro y señalando con fuerza los pezones.
Sé que está mal abusar de la confianza de quien te acoge en su casa, pero la carne es débil, llevo varios meses de soledad…vosotros ya me entendéis. Desde que mi esposa enfermó hasta ahora llevo más de un año sin saber lo que es una buena corrida. El parecido de mi cuñada con su hermana, su comportamiento lleno de familiaridad, no me ayudan a mantener alejada de su cuerpo mi mirada lasciva.
Poco a poco, a medida que vamos ganando confianza ella se acostumbra a mi presencia y yo aprovecho para recrearme mirando su cuerpo en búsqueda del meneo escandaloso de sus nalgas o sus pechos. Trato que pillarla para ver si tiene el coñito tan rico como su hermana o si sus pezones tan apetitosos como los de mi esposa.
Por las lesiones que tengo no puedo ir a trabajar, así que desde las7:30 que Pedro se va al trabajo está sola. Luego Andrea se va la oficina sobre las 8:30 y quedamos todo el día juntos. Carolina no es consciente de lo turbadora que resulta su presencia con esa extremada familiaridad, yo cojo unos empalmes tremendos y de vez en cuando tengo que ir al baño a aligerar la tensión.
Hago muchos esfuerzos por controlar la situación, me cuesta horrores, pero os puedo asegurar que lo estoy consiguiendo. No quisiera que por un desliz por mi parte perdieran su confianza en mi y se terminara nuestra relación familiar. Quizá algún día le pueda confesar la cantidad de pajas que me he hecho tras verla deambular por la casa con poca ropa, o tras espiarla en el baño o cuando descuidadamente he dejado la mano donde sé que terminara rozando sus nalgas.
Todo eso lo tengo…más o menos bajo control. No que no puedo resistir es…ver a mi sobrina Andrea en ropa interior paseándose por la casa. Mi sobrina es una mujer de hoy, decidida, emprendedora, resuelta, independiente… a sus 29 años sabe lo que quiere y no tiene miedo a luchar por conseguirlo.
Tiene el cuerpo muy parecido al de su madre y su tía, unas caderas de ensueño, pecho mediano, pelo negro y abundante y largo. En general tiene un cuerpo atractivo tanto vestida como en ropa interior. Tiene novio desde hace tiempo pero por la dificultades económicas que todos padecemos, no pueden independizarse y Andrea vive con sus padres.
Creo que entre ella y sus padres han hecho un pacto de no agresión, Andrea entra y sale cuando quiere, hace su vida, trabaja en una oficina y siempre que puede se va con sus amigos de copas y a bailar. Es joven y debe disfrutar de su tiempo a pesar de las circunstancias.
La primera vez que la vi en ropa interior casi me da algo. Nos cruzamos en el pasillo, yo yendo al comedor, ella viniendo del baño. Solo llevaba una braguita tanga de color verdoso. Por delante era un triangulo estrecho y alargado hasta llegar a la altura de la cadera, por detrás un simple hilo que se perdía entre sus dos grandes y redondeados cachetes.
Cubriendo el pecho una camiseta tipo top que reposaba mansamente sobre sus tetas, con forma de pirámide coronadas por unos pezones puntiagudos que marcaban su presencia en la tela. Ella iba descalza y por poco la piso, rápidamente me esquivó si todo quedo en un pequeño sobresalto. La vi pasar hacia su habitación moviendo su culo con un movimiento que me pareció maravilloso.
No puede evitar que mi polla se inflara como un globo de esos que tienen forma de salchicha, volví a mi cuarto y me di unos cuantos meneos antes de correrme como un gorrino con la imagen de su culo fijada en la retina.
Ayer, viernes tocaba salir de fiesta. Había quedado con sus amigos y con el novio. Justo después de cenar se fue a su habitación y se arregló para salir. Sus padres y yo nos pusimos a ver un conocido programa de cantantes jóvenes…La voz.
Igual que haría una adolescente agradecida por que sus padres le permitan salir por la noche con sus amigos, Andrea se acerca a su madre y se despide dándole dos besos. Luego se acerca a su padre que está sentado en una butaca, se inclina hacia él y también le da dos besos. Estoy justo enfrente y no puedo evitar clavar mis ojos en el hermoso culo que queda perfectamente definido por el pantalón vaquero que tan bien le sienta.
Viene hacia mi y dice:
— Para mi querido tio también hay besos, muahhh y muahhhh—
Yo, sorprendido alargo la mano para ponerla sobre la cadera mientras me da los dos besos en las mejillas, con tanta torpeza que va a parar sobre un pecho. Ufff, que torpe…menos mal que sus padres no se han dado cuenta.
Son las 2:30 am, oigo como Andrea abre la puerta de entrada y se dirige hacia su habitación situada junto a la mía. Apago la luz y dejo de leer, no me apetece que vea que ando despierto a estas horas. La oigo moverse en su habitación, también ha puesto una música suave que sabe que sus padres no oirán pue duermen en el otro extremo de la casa, y olvida que actualmente yo duermo en la antigua habitación de su hermano que está pegada a la suya.
Abre la puerta y se dirige al baño, yo…muy curioso me he levantado y la observo con mi puerta entreabierta unos centímetros. Avanza por el pasillo completamente desnuda, Uhmmm que rica esta. Tiene un culo poderoso y bien dibujado…joder con mi sobrina, ¡cómo está la nena!
Pocos minutos después oigo que se acerca, viene distraída secándose el pelo con una toalla. Ahora de frente puedo ver sus pechos generosos, su pubis perfectamente rasurado y unas caderas poderosas. Experimento un enorme subidón, sé que no está bien espiarla, pero no me puedo resistir.
Antes de que llegue a mi altura cierro la puerta prudentemente, y vuelvo a la cama. Hora si que voy a tener dificultades para dormirme, tengo una erección fuera de lo común. Tampoco me ayudan los ruidos deme llegan de la habitación contigua, mi sobrina está suspirando y gimiendo como una loca, después de su salida con el novio, ha vuelto se ha dado una ducha y ahora se está masturbando a fondo.
Estoy convencido que no tiene en cuenta que estando yo tan cerca puedo oírla. Por una parte, quizás no se acuerda de mi por otra debe pensar que duermo como un tronco. Sea como sea, no se preocupa de ahogar sus gemidos mientras se da un intenso repaso hasta alcanzar un orgasmo rápido y sorpresivo, y luego otro más trabajado y largo.
He oído toda la secuencia y no me he podido contener, la he acompañado y me he hecho una buena paja. Con los ojos cerrados, manteniendo en mi cabeza la colección de imágenes de Andrea que he ido recopilando estos días, he dejado que sus gemidos me guiaran hasta tener una eyaculación que he tenido que retener con la mano para no pringar toda la cama.
— Tio…¿quieres bajar a la piscina conmigo? — me pregunta Andrea la mañana siguiente.
Lleva un pañuelo vaporoso anudado al cuello de forma que parece que lleva puesto un gran blusón. Es suficiente para cubrir el cuerpo lo imprescindible para transitar de una forma decente desde la casa, hasta la piscina que hay en el patio del gran edificio de apartamentos donde viven.
— Gracias Andrea. Me gustaría mucho…¿recuerdas que estoy lesionado? — le contesto a su invitación aunque en el fondo estoy deseando bajar verla con un bonito bañador.
— Vamos, vamos… no seas plasta…vienes, charlamos, tomamos el sol y me espantas a los críos que suelen venir a molestarme— me confiesa con toda naturalidad.
— Además, hay algunas vecinas de tu edad que están muy bien…deseando conocer un hombre como tu…ahora tienes mucho tiempo.
— Upss, perdona no es eso lo que quería decir…es que estando de baja te debes aburrir mucho— añade tratando de disculparse.
— No te preocupes niña, entiendo tus buenas intenciones. No me molesta…se que es la realidad y trato de acostumbrarme. Muchas gracias por tratar de hacérmelo más fácil— le digo.
— Está bien, iré contigo a la piscina—
Con la alegría de una niña que acaba de conseguir un sueño, se abraza a mí y me llena de besos. Ya sabía que era muy amorosa y besucona, pero esta reacción me hace sacar los colores. Es muy efusiva, sin darse cuenta restriega sus pechos con mi pecho y ese simple gesto hace que un maduro como yo entre en reacción, siento como el corazón bombea la sangre con fuerza hacia mi entrepierna.
Ya en la piscina ponemos dos tumbonas juntas en una esquina tranquila, ella se sienta en el borde de una de ellas y se quita el pañuelo para descubrir su espléndido cuerpo enfundado en un bañador de color que le sienta fenomenal. Por detrás es estilo tanga con lo que sus cachetes quedan completamente al aire.
Por delante, en la parte baja tiene un triángulo infinito que parte de su entrepierna para terminar en la línea de la cadera. En la parte superior tiene un fruncido que rodea sus estupendos pechos para tratar de mantenerlos a buen recaudo, aunque da la impresión de que en cualquier momento se van a escapar.
— ¿tu no te quitas la ropa— me pregunta un tanto extrañada.
— Si, si claro… ahora me quito la camiseta— le digo tratando de retrasar el momento de quitarme el pantalón corto.
Andrea me mira con insistencia sin poder explicarse porque tardo tanto en desnudarme, pues espera que lo haga y así poder pedirme que le ponga crema protectora sobre los hombros y espalda.
No lo puedo retrasar más, con mucho pudor me quito el pantalón y trato de disimular el enorme bulto que causa mi polla semi erecta en el pantalón. A pesar de mi disimulo, Andrea se da cuenta de inmediato y fija su mirada en el sin ningún pudor.
La mira, me mira y me sonríe, ha descubierto varias cosas: que su tío no esta tan apagado como creía, que tiene un buen aparato y que ella ha sido capaz de despertarme de esta forma tan evidente. Por un instante la veo dudar…soy un familiar cercano, duplico su edad, ella tiene novio y yo soy viudo viviendo en casa de sus padres, un montón de inconvenientes…
A pesar de todo se da la vuelta, deja caer los tirantes del bañador sobre sus brazos, se pone las manos sobre los pechos para asegurar que el bañador no la deja con las tetas al aire y me dice:
— ¿Puedes ponerme crema sobre los hombros y la espalda? —
Le recojo el largo pelo de su melena bicolor en un manojo, le hago una graciosa cola de caballo para mantener el pelo alejado de su espalda y empiezo a repartir la crema por toda la espalda. Me miro hacia la entrepierna y puedo comprobar que ha sucedido lo que más temía: tengo una erección de campeonato.
No me ayuda nada el que Andrea haga “mmm, mmmm” mientras paso mis manos por encima de sus hombros y por toda la espalda. Hacía tiempo que no me sentía tan vivo acariciando la piel de mi joven sobrina. Cuando ya doy por finalizado el ponerle la crema y repartirla sobre su piel, la situación da un nuevo giro.
Pone un brazo cubriendo sus pechos y con la otra mano se baja el bañador llevándolo todo hasta su cintura.
— Como hoy estas aquí…papito…ponme por toda la espalda—me dice mientras pone sus manitas delante de los os tapando los pezones.
— Te pueden ver…¿no te importa? ¿se puede hacer topless aquí? — le pregunto.
— Estas horas hay poca gente…algunas madres y muchos críos…no se darán cuenta. Tu dale—
Tomo más crema y amplio la zona a untar. Cuando termino con la espalda, desde atrás voy hasta el vientre, subo por el costado hasta las axilas…no puedo resistir la tentación…llevo las manos hacia delante hasta tocar el principio de sus tetas.
Sus manos, que reposaban sobre ellos, se separan lo suficiente para que desde lejos parezca que siguen en el mismo sitio, aunque en realidad han dejado el espacio suficiente para poder pasar mi mano rodeando cada teta, untándola de crema y rozando el pezón que ya está erecto.
Ufff, que cosa tan deliciosa, tocarle las tetas a mi sobrina aquí a la vista de todos mientras ella sigue “mmmmm”, “mmmm” lo que me recuerda sus gemidos de anoche mientras se masturbaba.
— Uhmmm, papi, que ricoo— me dice poniéndose boca abajo sobre la tumbona.
Yo también me tumbo… discretamente bocaabajo.
— Papi…enséñamela… lo estoy deseando…porfaaa—
— Pero que dices niña…¿te has vuelto loca? ¿aquí?...nos pueden ver. ¿te imaginas el escandalo?
— Papi…no seas así…lo quiero y punto. Ya buscarás tu la forma. Yo te he dejado que me toques los pechos…y quizás luego haya algo más…pero ahora quiero que te la saques y me la enseñes—
— Si lo haces…le diré a aquellas señoras lo lindo que eres y seguro que alguna cae—
Estoy deseando hacerlo, lo único que falta es saber cómo hacerlo. Me pongo bocarriba y le dejo ver el bulto. Mi sobrina sonríe complacida. Pongo la pierna más cercana a la gente formando un puente, meto la mano en el bañador y por la pernera saco mi polla que queda oculta tras el muslo a miradas curiosas.
Mi sobrina la puede ver bien y su carita denota que está muy excitada. Le doy un nuevo impulso cuando con sumo cuidado tiro del prepucio hacia abajo para liberar por completo el capullo.
Lo tengo gordo, como un gran champiñón, de color rojo intenso y un gran reborde inferior tan sensible como la propia punta y la zona del frenillo. Ante la atenta mirada de mi sobrina me doy unos cuantos meneos y empujo la tela del bañador hacia abajo para que ella pueda ver todo el tamaño y las abultadas venas que recorren mi polla.
— Mmmm que buena debe estar…estoy deseando probarla Papi. Hay que aprovechar ese regalo. Mmmmm, mmmm—
Correspondo a esos elogios dándome nuevos meneos que acentúan la excitación de ella y la mia.
— ¿te esperabas algo asi? ¿quieres probarla? — le digo saltándome ya todos los formalismos que me mantenían alejado de un bomboncito como ella.
— Si papito…la quiero para mi…quiero sentirla bien adentro— me dice relamiéndose como una gatita hambrienta.
— Vámonos a casa… a esta hora no está ni mamá ni papá.
Deverano.