Un viudo y su sobrina Andrea (5)

Me ha hecho sufrir pero la recompensa está cerca.

Capítulo 5

Es media tarde, un día caluroso de Agosto. Estoy disfrutando de una cerveza bien fría mientras me distraigo contemplando como los vecinos se bañan en la piscina. Me encuentro sentado en la terraza del bar del grupo de apartamentos donde resido con mis cuñados. Enviudé hace unos meses y se ofrecieron para que fuera a vivir con ellos.

Durante el invierno el sitio es ideal, pero en verano debemos compartir las instalaciones con los veraneantes que lo invaden todo. Mi cuñado se me acerca y se sienta en mi mesa con ganas de charla. Su hija Andrea es un bomboncito impresionante, se incorpora de su hamaca y camina hacia una de las duchas.

Poco mas y me atraganto… tiene un cuerpo espectacular… parece salida de una revista para hombres. Lleva un bañador completo que con dificultad recubre sus bien proporcionadas curvas. El pelo recogido en una cola de caballo y la carita de nena buena.

Qué guapa es mi hija!!! —, comenta orgulloso el hermano de mi mujer al tiempo que parece hacer un brindis al aire para celebrar la hermosura de la jovencita.

Mientras se da una ducha para refrescar el cuerpo, me empieza a hablar sobre ella. A duras penas le escucho, me he quedado embobado mirando como se mueve, exhibe con desparpajo su cuerpo lozano y hermoso. A pesar de que ando distraído con mi sobrina, recojo la información que me llega al oído con mucho interés pues puede que la necesite utilizar en mi favor.

El año próximo irá a la universidad, es muy buena estudiante y quiere estudiar medicina. Dudo si dejarla ir o no a que vaya a la universidad… últimamente  esta muy rebelde…quiere salir por las noches y cree que ya una mujer completamente independiente — me dice contrariado y preocupado porque su linda hijita se desmadre.

La verdad es que todavía tiene una carita algo infantil, que no concuerda con su cuerpazo. Este llama poderosamente la atención de cualquier hombre, es…exhuberante…sensual. A pesar de que ya soy un hombre maduro, no soy una excepción y noto que algo se mueve en mi interior y que la polla quiere despertar al verla caminando cerca de nosotros.

Por otra parte, procuro tranquilizar a mi cuñado haciéndole ver que su niñita es muy responsable y juiciosa, al tiempo que procuro no hacer ningún comentario sobre lo hermosa que está a la vista de los hombres, pues que esto seguro que le preocuparía todavía más como sufrido padrecito que es.

Por la noche vuelvo temprano al apartamento. En el piso sótano se oyen unos ruidos, mi curiosidad me hace asomar para ver que pasa y me encuentro a Andrea dándose el lote. Esto no tendría nada de extraño si no fuese porque se lo esta haciendo con dos chavales a la vez.

Los chicos la besan y le meten mano disfrutando de su estupendo cuerpo. Mi sobrina parece disfrutar mucho de sus apretones y arrebatos. Tras unos instantes contemplando la escena me retiro, me voy resignado a no poder hacer lo mismo con el bomboncito de mi sobrina. Pura envidia de un hombre que ya pasa de los cuarenta y no olvida la dulce época de la juventud más loca.

Al llegar a casa me voy directamente a la habitación que me ha cedido mis cuñados. Cuando me disponía a leer un rato y mientras escuchar mis canciones preferidas sonó toc, toc en la puerta. No hay nadie en casa y no adivino quien puede ser. Al abrirla me encuentro justo enfrente a Andrea, mi sobrinita.

Tras el saludo y algunas preguntas de circunstancias, me hace preguntas con intención de sonsacarme sobre lo que he visto en el sótano. No sabe bien cómo hacerlo, se muestra insegura pero a la vez convencida de que sus atributos femeninos le ayudaran a conseguir lo que se proponga incluso con su tío.

Parece que haya olvidado que anoche se corrió varias veces delante de mi, que me dejo disfrutar de su cuerpo desnudo y que luego me obligo a hacerme una paja enorme para poder comer mi lechecita. La veo preocupada, con los nervios alterados…algo relamente grave le debe estar sucediendo.

Lleva una camiseta ajustada y un pañuelo grande atado a modo de faldilla. Su cuerpo está que se sale, rebosante de belleza y juventud. Finalmente me confiesa el motivo de tan inesperada visita.

No quiero que le digas nada a mi padre… bastante problemas tengo ya con él… y si se entera…menudo lío se organizará — me dice.

No te preocupes, por mi no habrá ningún problema… además te entiendo perfectamente y estoy a tu lado — le digo en tono convincente y tranquilizador para ella.

Al poco rato estamos charlando muy amigablemente… aunque yo no puedo apartar mis ojos de sus lindas curvas, de sus labios carnosos y de su atractivo cuerpo. Eso me hace sentir incomodo pues es muy joven y de la familia. Encuentro que mis pensamientos libidinosos con ella no son apropiados y trato de desterrarlos de mi pensamiento, sobre todo por si alguien nos pudiera sorprender.

A pesar de mis esfuerzos mi mirada se desliza suavemente en búsqueda de las suaves curvas de su pecho generoso y sus rotundas caderas. Percibo en su expresión que a ella no le incomoda lo más mínimo el sentirse observada, e íntimamente deseada.

Por un instante creo que ella también se siente atraída por mi… quizás le gusta la idea de probar con un hombre maduro, con experiencia… Andrea me conoce bien y sabe que veo la vida de un modo mucho mas desenfado y que hago que resulte natural lo que otros se empeñan en hacer especial o prohibido.

Estamos conversando muy cerca el uno del otro, nuestras manos tropiezan varias veces y casi por casualidad nuestro labios se encuentran. A partir de aquí se desata el erotismo y nuestra contenida pasión. Nos lanzamos uno sobre el otro a descubrir, a experimentar, a disfrutar, a gozar de lo que la naturaleza nos sirve en bandeja.

Es evidente que yo me llevo la mejor parte pues mi sobrina está para mojar pan…. Ella tambien debe encontrar algo bueno en mí, un madurito bien conservado. Parece que le he llegado bien adentro y no duda en dejarse llevar por sus deseos, y sus ganas de experimentar con su joven sexualidad.

Mis manos la acarician dulcemente, mientras mi boca come de la suya con infinitos rizos de la lengua y suaves roces de los labios. Tiene unos pechos redondos y firmes, con un pezón duro que los corona y traspasa la tela del bañador. Las piernas torneadas, el culo rotundo y bien proporcionado.

Es deliciosamente hermosa y sorprendentemente parece que va a ser toda mía. En una pausa para recobrar el aliento me dice:

Tómame…hazme mujer…desde que llegaste lo estaba deseando con todas mis fuerzas…quiero follar de verdad… con alguien que me trate como una mujer… no quiero ser una princesa…quiero sentir una buena polla que me haga estremecer—

Ya estoy cansada de niñatos que me tratan como una princesa y siempre me quedo a medias— afirma con un cierto nivel de reproche.

Deduzco que las experiencia que haya podido tener hasta el momento con chavales de su edad no la han satisfecho. En mi, ve la oportunidad de sentirse mujer, en manos de un hombre que se va a cuidar de los detalles, y sobre todo que va a buscar que ella sea la protagonista, la que realmente sea el centro, sin tiempo, sin apremios, sin vergüenzas ni  vanidades que satisfacer.

Uy, mi querida niña…has llegado al sitio adecuado…te voy a hacer sentir mejor que nunca — le digo convencido que voy a echar un polvo memorable con esta preciosidad y que por fin voy a realizar mi sueño.

Le saco la camiseta y ella se desata el pañuelo. Coquetamente se presenta ante mi forzando un poco las posturas. Creo que empiezo a babear por ella. Al volver a mis brazos siento deseos de comérmela enterita, y aunque trato de mantener la calma mis manos se animan a recorrer su piel y mi boca busca desesperadamente la suya.

Con un poco de dificultad logro bajarle los tirantes del sujetador. Casi por instinto, se cubre el pecho. Tras unas dulces caricias logro que se suelte y que aparezcan ante mi sus desnudos pechos. Los tomo y me acerco a chuparlos con deleite, a ella le gusta y se siente complacida.

Descubro su vientre que sube y baja nervioso, desde el ombligo nace un discreto reguero de pelitos que se pierde al bajar mas abajo.

Con mis labios sigo ese camino, al acercarme a la braguita meto los dedos dentro y consigo que me acepte y me descubra su secreto. Los dos estamos muy excitados y nerviosos, Andrea cierra las piernas y solo queda a la vista un oscuro triángulo de pelos donde se juntan las piernas.

Tiene un felpudo de pelitos negros y rizados. Meto mis dedos entre sus piernas hasta que poco a poco venzo su tímida resistencia.

Su pubis está muy poblado de pelitos, seguro que nunca se depiló por completo esta zona. La sorprendo cuando le anuncio que le voy a recortar un poco los pelitos y que así estará mucho mas atractiva. Además le digo es lo que todas las mujeres hacen y es lo que está de moda.

Vuelvo y me recuesto junto a ella portando unas tijeritas pequeñas de punta redondeada. Ha vuelto a cerrar las piernas pero consigo que se coloque en buena postura para hacer el recorte. Poco a poco voy recortando, Andrea gime a cada corte como si le hiciese daño.

Cuando ya lo tengo bien recortadito, veo que algunos pelo rebeldes crecen en las ingles y deberían ser cortados. Vuelvo del lavabo con una toalla, la espuma y una maquinilla de afeitar nueva.

Mojo la zona con un extremo mojado de la toalla, rocío espuma y la extiendo.

Me da mucha vergüenza… ¿crees que debemos hacerlo? — me pregunta.

seguro que te gustará… y vas a hacer lo que todas las mujeres hacen… cuidar y embellecer la parte mas hermosa de tu cuerpo — le digo con tono convencido.

Rasuro con cuidado alrededor de sus labios mayores, dejando solamente una pequeña zona por la parte superior de la rajita. Los labios quedan limpios y ligeramente abultados hacia fuera, y parecen gritar ¡cómeme!, y eso es lo que me dispongo a hacer.

Ella se incorpora y se mira su coñito rasurado. En principio parece no gustarle demasiado, luego se pasa la mano y experimenta la suavidad de su propia piel. Esto le gusta e introduce la yema de un dedo para celebrarlo y comprobar las sensaciones.

¡Uhmmm que bonito me ha quedado! — comenta alegre — no me lo esperaba

Yo estoy esperando que me de la oportunidad de darle una buena lamida y de estrenarlo. Para mi desesperación, alegre como una niña con sus primeros zapatos con tacon, se levanta, se viste y se queda de pie junto a la puerta.

Tonto de mí, pensaba que un bomboncito como mi sobrina Andrea iba a querer estar conmigo. Me he quedado bien compuesto (como un burro) y sin acompañante con quien descargar la tensión acumulada.

En un derroche de cara dura me pide que mañana me ausente durante un par de horas para poder traer a casa al chico con el que estuvo ayer, aprovechando que sus padres estran trabajando. Estoy tan disgustado que no articulo a decir ni sí ni no. Desde la puerta me tira un besito cariñoso, que evidentemente no puede compensar mi cabreo.

Me dejo convencer fácilmente por las mujeres hermosas, así que Andrea se ha salido con la suya. Al día siguiente tengo que esperar en un jardin cercano las dos horas de ttregua que pactamos ayer.

Ya es la hora, vuelvo a la casa, por suerte mi sobrina ha respetado el acuerdo, no hay nadie. Me dirijo a mi habitación y al encender la luz la encuentro tumbada sobre la cama, con el cuerpo desnudo y parcialmente tapada por la sabana. Parece dormida, sin pensarlo apago la luz para no despertarla.

Me acerco silencioso sin saber que hacer, tengo dos alternativas: me quejo porque no ha respetado lo pactado o me quedo un ratito disfrutando de su hermoso cuerpo.

Me seduce tanto esto último que no dudo en acercarme más a ella, sigiloso y excitado. En la penumbra, veo que se despereza ampliamente y sin preocuparse por su desnudez me regala con la visión de su bien modelado cuerpo.

Consciente de su provocativa postura y de lo morboso de la situación, se revuelve en la cama enredándose con la sabana y mostrando parcialmente su cuerpo desnudo. Se muestra satisfecha y segura de que enciende en mi una apasionada atracción. Andrea es jovencita pero ya sabe como calentar a un hombre y sabe reconocer los indicios de que uno está por sus huesos.

Le hago dudar al mostrarme algo distante y trato de disimular para que crea que no lo tiene tan fácil. Acaba de follar con su chico y a mi me toca  recoger las migajas del pastelito.

enséñame esos pechos tan lindos que tienes —, le digo con naturalidad  cómo si fuera lo mas normal del mundo.

Ayer me dejaste con la miel en los labios…pedazo de cabrona — le recrimino

Uhmmm todavía tienes los pezones duros…da gusto verlos… y supongo que si les diera una chupada a ti también te iba a gustar

a ver por aquí debajo… como esta ese coñito recién peladito… — le digo mientras hundo la mano entre sus piernas.

Su vientre y sube nervioso ante tal ataque. Mis dedos juegan con los poquitos pelos que le deje ayer y luego buscan su rajita, la encuentro caliente, con los labios abultados y húmeda. La acaricio con el dedo y ella se va abriendo como una rosa bajo el sol.

Si…papito …te necesito… mi chico se fue demasiado rápido. Me he subido encima de el , he cabalgado duro, tanto que casi lloraba de dolor…me he corrido…pero me han quedado muchas deseos sin complacer.

Papi dame fuerte y lléname con tu lechecita —  me suplica con una carrita de perra que me hace estremecer.

La animo a que me lo enseñe su chochito para poder disfrutar de mi obra. Cuando ya esta completamente abierta, la lleno de cumplidos mientras ellas se separa con los dedos los labios mayores y me enseña la conchita bien colorada y brillante.

Lentamente le meto el dedo índice hasta que consigo que se retuerza de gusto, que arquee la espalda y empiece a resoplar. Con voz pausada hablo con ella al tiempo que mis dedos juegan con sus labios mayores e interiores. Le rozo suavemente el clítoris y meto el dedo lentamente hasta el fondo.

Cuando ya está bien lubricado, lo muevo en todas direcciones para palpar su apretada vagina en todas las direcciones posibles.

Eres una mujer muy atractiva … de las que hacen volver locos a los hombres…debes aprender a administrar este don —  le digo mientras meto y saco mi dedo. Ella gime sin poder contener los espasmos que mis caricias le provocan.

Con la otra mano le acaricio el culo, la cadera, el vientre y subo hasta sus senos. Tomo uno y lo aprieto, lo amaso y hago que el pezón se levante para que mi dedo pulgar pueda acariciarlo. Arranco nuevos gemidos de la garganta de Andrea.

Con un dulce susurro le voy anticipando cual va a ser mi próxima caricia, así ella goza con la expectación que le creo y luego la realización de la misma. Le pregunto sobre sus sensaciones y ella me responde con monosílabos, con gemidos o con movimientos casi involuntarios de su cuerpo.

Esta totalmente rendida a mi y espera impaciente mis caricias y mi voz.

Se muerde los dedos y los labios, sacude la cabeza y empina las caderas, no se si para aumentar su placer o para aliviar la tensión. Mantiene sus piernas completamente separadas y me ofrece su coñito como un suculento manjar que no puedo rechazar.

Acerco mi cara y me invade un profundo aroma de mujer. Inspiro lentamente hinchando bien mis pulmones, para luego exhalar el aire formando un chorrito que va a refrescar su chochito.

Saco la lengua bien llena de saliva y la paso a lo largo de su rajita. La mojo toda de saliva y sorbo sobre los labios haciendo que se separen. Le doy unos cuantos chuponcitos y empiezo a recoger las primera gotas de su dulce néctar.

Separo con mis dedos los labios exteriores para dejar al descubierto su sedosa conchita. Encuentro su perlita semi destapada y la tomo entre mis labios. Esta dura y queriéndose salir de su capuchón, la succiono y luego la lamo con pasión.

Es pequeñita pero parece ser la puerta del cielo para Andrea. Llevo mi lengua hasta el ano y vengo chupando y lamiendo hasta recorrer el camino hasta el clitoris. Luego a la inversa y vuelta a comenzar.

Ella me sujeta la cabeza temerosa que me retire y no termine de empujarla por la pendiente de su esperado orgasmo. Tengo al alcance de mis dedos y en mi boca la posibilidad de una dulce revancha, ayer me quede con muchas ganas, hoy soy yo quien las provoco a Andrea.

Le meto los dedos y la lengua hasta que veo que ya no puede resistirlo mas. Cuando ya esta a punto de explotar me detengo un instante. Ella culea y se agita tratando de aportar ese ultimo estimulo que la lleve al orgasmo, pero no llega y a continuación se desespera. Se queja entre gemidos y me pide que continúe. Hoy te toca suplicar a ti, querida.

Tras unos instantes de pausa, vuelvo a la carga tratando de llevarla hasta el mismo borde del precipicio. Quiero que se corra de una forma totalmente incontrolada, que sea el orgasmo quien la domine a ella, que se sienta enloquecer sin saber cómo dominar la avalancha de placer.

Quiero que no sea ella quien lo provoque, sino que sea el elemento pasivo, la receptora. Tengo dos dedos metidos hasta el fondo, los muevo con rapidez dentro y fuera, tan rápido como puedo. Ella se retuerce de gusto.

Los doblo y busco la parte posterior del clítoris hasta encontrar una zona con la piel rugosa como una fresita. La froto con cuidado pero con determinación. Vuelvo a poner los dedos rectos y los muevo con rapidez dentro y fuera. Repito la caricia sobre la fresita y entonces estalla un volcán de placer para Andrea,

Su vagina se convulsiona... las contracciones se suceden una tras otra... un incontrolable flujo lo inunda todo y me moja toda la mano.

Los gemidos se tornan grititos involuntarios y entrecortados. Se mueve toda ella inmersa en un grato espasmo, aprieta las piernas sobre ellas mismas y me aprisiona la mano impidiendo que pueda retirarla.

Se retuerce sobre la cama, sus manos van de un lado a otro enloquecidas... tan pronto me toman mi brazo, como apretujan sus pechos, alborotan el pelo o sujetan el vientre que sube y baja fuera de control.

Esta situación dura una eternidad hasta que, exhausta, Andrea se afloja... se relaja... me libera... y se acurruca como una niña en el borde de la cama dándome la espalda. La dejo paladear el regusto que deja un orgasmo tan rico como el que ha tenido hoy conmigo.

Mañana lo termino definitivamente.

Deverano.