Un viudo y su sobrina Andrea (4)

“Ya te lo explicaré…hoy va a ser lo que yo quiera…te vas a masturbar para mí”

Capítulo 4

Rápidamente me acerco a Andrea rodeando la cama. Estoy impaciente por follarme ese coño tan jugoso que he estado deseando desde que salí al balcón a fisgonear lo que mi sobrina estaba haciendo. La he visto tocarse, meterse los dedos, la he visto chorrear mientras disfrutaba de dos enormes orgasmos.

La he visto comportarse como una niñita inocente cuando su padre ha irrumpido en su habitación sorprendiéndola desnuda y en mitad de una excitante provocación dirigida hacia mí. Ahora está ahí…delante… con su coño mojado, tierno esperando a que le meta todo este pedazo de carne que he mantenido dura durante todo este tiempo para hacerla sentir lo que su tío puede darle.

Me quito el calzón tipo boxer para mostrarme totalmente desnudo, me doy unos menos de exhibición y me aproximo a ella. Andrea, levanta la mano y hace la señal inequívoca de “ALTO”.

— Tío, estoy exhausta…y un poco dolorida… te importa si lo dejamos para mañana — dice dejándome petrificado al oír semejante ocurrencia. No pensará dejarme así después de lo que he aguantado parar llegar aquí con esta erección monumental.

—  ¿Cómo dices? ¿Qué no la puedo meter en ese coñito tan jugoso que me has estado enseñando? — le contesto lleno de perplejidad.

— Si, eso…mañana lo que quieras, pero hoy me apetece ver cómo te masturbas mientras me miras. Quiero ver qué cara pones cuando te llega tu corrida y sobre todo quiero ver cómo sale tu leche — me confiesa.

—  ¿A qué viene eso? ¿no lo entiendo? — le reprocho.

—  Papi, otro día te lo explico…hoy quiero que sea así…quiero que te masturbes para mí — insiste.

— Está bien…hare lo que me pides…aunque creo que te gustaría más…— no puedo terminar la frase. Andrea, pone sus dedos delante de mi boca para indicarme que deje de quejarme y proceda a dar el masaje a mi polla que ella esta desenado presenciar.

Me coloco a su lado, con mis piernas enlazadas con las suyas para ponerme lo más cerca posible, nos acomodamos uno junto al otro, Andrea coge mi rodilla y mantiene mis piernas separadas para poder verme bien de cerca. Pone la otra mano debajo la bolsa de mis bolas y aprieta ligeramente para estimularlas.

La miro, me encanta tenerla tan cerca, con su larga melena sobre los hombros, cubriendo parcialmente los pechos. Son hermosos, con una ancha aureola sonrosada coronada por un medio garbancito más oscuro. Le cojo un pezón y tiro de él hacia mí, cede a la tensión y se acerca lo suficiente como para que le pueda dar un beso en la boca.

Al separarnos pone unos morritos muy sensuales y me tira unos besos. Le agarro un pecho, aprieto, se lo amaso haciendo que mi mano vaya resbalando hasta terminar apretando solo el pezón.

—  Ya te lo explicaré…hoy va a ser lo que yo quiera…te vas a masturbar para mí — vuelve a insistir mientras masajea mis huevos porque sabe que contienen algo que le encanta, mi leche.

Durante todo este tiempo he ido acumulando semen y las bolas están duras esperando expulsar con fuerza la leche que contienen. Andrea las amasa, me produce una sensación muy placentera.

— Andrea mía, no es lo que tenía pensado para este momento…pero haré lo que deseas — le digo poniendo la mano en forma de puño alrededor del capullo, haciendo descender el prepucio hasta que aparece un enorme capullo en forma de champiñón, rojo y brillante por la presión de la sangre acumulada.

Doy un par de meneos arriba y abajo, haciendo desaparecer el capullo dentro de la mano. Andrea está completamente pendiente de mis evoluciones y me pajeo con ritmo creciente ante su atenta mirada. Para incrementar mi excitación, pongo la mano libre entre las piernas de Andrea, le toco su vulva y recojo parte de sus flujos. Mi sobrina está muy mojada, de su vulva no deja de salir un hilillo de flujo y eso me excita todavía más.

Hago que el ritmo de los meneos vaya creciendo hasta que estoy a punto de correrme. Tras muchos años de experiencia he conseguido identificar las señales que indican que el orgasmo está a punto de desencadenarse.

Eso me permite soltar a tiempo mi polla y cortar de forma súbita la estimulación. Mi polla se estremece y vibra, como si tuviese vida propia, sorprendida y expectante. Una vez que el nivel de excitación desciende lo suficiente, vuelvo a coger la polla y me la meneo de nuevo.

Empiezo despacio, tirando del pellejo hacia abajo, forzando que el capullo quede perfectamente expuesto, para luego cubrirlo con la mano. Me la meneo cada vez con más alegría ante la mirada atenta de mi sobrina. Cuando siento que la estimulación se quiere escapar de mi control, la vuelvo a soltar, dejando que se agite en medio de contracciones que hacen que mi polla se mueva sola.

Recuerdo que en mi adolescencia me decían que estaba mal masturbarse porque se malgastaba mucha energía del cuerpo en forma de semen, y eso iba en detrimento del desarrollo corporal. Eso me hizo aprender el truco que he aplicado durante toda mi vida, y que me ha dado muchas satisfacciones: yo no me masturbaba, yo solo me la “meneaba”, sólo jugaba con ella, sin llegar a la eyaculación.

Me costó muchos intentos aprender a distinguir cuales eran los indicios de la zona de no retorno. Cuando lo aprendí, descubrí la forma de meneármela muchas veces, disfrutando a tope, sin correrme, mis pajas se podían prolongar durante horas. Actualmente tengo una técnica bastante depurada y se cuándo parar y cuando acelerar…

Después de varias idas y venidas, si decido correrme la explosión es imponente y sale la leche a borbotones hasta que se vacía el depósito por completo. Andrea me observa con todo su interés. No sé qué le atrae más, mi enorme capullo morado con forma de seta, el tieso tronco venoso o los movimientos de cabeceo aparentemente involuntarios que hace mi polla cuando la libero del abrazo de mi puño.

—  Andrea mía, ¿te gusta así?...¿quieres darle tu un poquito? — le pregunto para sacarla de su estado de asombro.

—  No, no…sigue tu…— me dice con una respuesta casi automática.

Pone los dedos como si quisiera coger una pizca de sal, rodea el capullo, lo masajea arriba y abajo haciendo que los cinco dedos entren en contacto con la punta. Hace que rocen con el borde inferior, se desplacen a todo lo largo, para terminar en la punta, me hace una capucha deliciosa con su mano.

—  Andrea, mójate la mano y me lo das ahí… en la punta — le suplico mientras la miro y le tiro del pezón más cercano a mí.

— ¿Así?... ¿te gusta así? — me pregunta mientras restriega su mano llena de flujo que sale con abundancia de entre los labios.

El coño de mi sobrina es un auténtico manantial y las gotas se deslizan lentamente por la curva de su culo hasta mojar las sabanas. Sus frotes son muy bien intencionados, lo hace bien…pero yo estoy dispuesto a aguantar, a prolongar esa delicia.

Le aparto su mano, quiero que vuelva a su actitud pasiva y simplemente me mire mientras yo me doy unos intensos meneos.

Me la meneo con ritmo creciente, mientras ella me mira, llego al límite y la suelto de golpe…si sigo me corro. Me tengo que dar unos manotazos duros en el costado de la polla para detener lo que ya parece imparable. Tras un respiro, vuelvo a la carga ante la mirada atenta de mi sobrina.

— ¿quieres ver cómo me corro? — Le pregunto mientras me doy unos meneos lentos y suaves de arriba abajo, pues si le doy más fuerte me corro enseguida.

— Si, papi…córrete para mí— dice de forma interesada relamiéndose porque intuye que mi corrida es inmediata.

He ido varias veces hasta el límite, he dado un paso atrás en cada una de ellas, ahora voy a ir hasta el final. Antes de ello quiero sorprenderla una vez más.

— Andrea, mira cómo está mi polla…tiene vida…quiere correrse para ti — le digo mientras aprieto los músculos de mi pubis con lo que mi polla oscila y cabecea causando su sorpresa, la puedo mover a voluntad, ufff

—  Se mueve sola, uy! que linda…me dan ganas de lamerla ahora mismo — dice Andrea sin atreverse a cogerla.

El que la coge soy yo, estoy preparado para llegar al final. Empiezo suave y lento, moviendo la mano recorriendo toda la longitud, poco a poco me voy centrando en el capullo, aumento la presión y la velocidad…llego al límite…estoy a punto…es el momento de soltarla por última vez.

Dejo la polla completamente sola, sin ningún estímulo adicional…sin manos…se produce un momento de quietud, de incertidumbre…mi polla, ella sola empieza a oscilar de forma incontrolada a la vez que sale un borbotón de leche, luego otro más intenso y termino con un tercero que me deja completamente vacío.

La leche ha caído sobre mi vientre, Andreita acerca su mano y va recogiendo cada gota para llevarse los dedos a la boca. Se los chupa con devoción, disfrutando de su premio. Yo respiro extenuado y completamente satisfecho, me gusta ver como mi sobrina se emociona comiéndose mi leche.

Con mucho cuidado va recogiendo todas y cada una de las gotas de semen que he desparramado sobre mi vientre, se unta la yema del dedo y se lo lleva a la boca. Lo lame, se lo restriega por los labios y saca la lengua para llevarlo al interior de la boca. Mientras lo hace, la otra mano la tiene entre sus piernas, con varios dedos dentro, sacando su propio fluido dulzón. Cuando el sabor de mi semen sobre sus labios se agota lo reemplaza con el de su propio néctar.

Con una mano se alimenta de mi semen y con la otra con su lechecita. La observo, está disfrutando como una perra, paladeando ambas leches . Yo viendo como lo hace me he vuelto a poner como un burrito, bien duro y gordito.

— ¿Sabes papi? No voy a esperar hasta mañana… vamos a follar ahora. ¿quieres probar por aquí? — me dice señalándome su culito apretado — después de esta corrida tuya creo que no estará tan dura y me dolerá menos — me dice haciendo ver que sabe del asunto.

— Por mi encantado…aunque no me quiero saltar ningún paso — le digo haciendo que se ponga en la típica postura del perito dispuesto a darle fuerte, pero en el coñito que tanto se me ha resistido, para el resto … tiempo habrá.

Deverano

Mañana continuamos el relato.