Un viaje sin vuelta atrás III

En una visita a mi hermana, nunca pensé la sorpresa que me guardaba su compañera de piso...

Nos subimos en el ascensor sin mediar palabra, Cuando vi que el ascensor se detenía, salí detrás de Mónica cabizbajo y sin decir nada, estaba realmente avergonzado y ni siquiera sabía por qué. Ella se plantó delante de la puerta, pero en lugar de sacar las llaves, toco el timbre. Una señora de mediana edad abrió la puerta sorprendida y nos preguntó que queríamos. Instintivamente mire el numero sobre la puerta y vi con sorpresa que era el 6ºF.

--- ¿Esta su marido, ¿Manolo? --- Pregunto Mónica.

--- Si, ¿De parte de quién? Pregunto la mujer un poco desconcertada.

--- Dígale que soy Angela, del 5ºD, nos hemos conocido hoy en la piscina, dígale que necesitamos que nos ayude con una cosa y que le estaríamos muy agradecidas si nos pudiera ayudar a hacerlo --- Desplegando todo su encanto con aquella señora.

--- Claro, voy a avisarlo --- Contesto la señora con un aire de desconfianza en la voz.

--- Nosotras vamos bajando, dígaselo a su marido, muchas gracias señora --- Dijo Mónica con tono alegre.

En cuanto entramos en el piso y cerramos la puerta me acerque a ella y le pregunte.

--- Mónica ¿Que está pasando?, no entiendo nada ¿Qué he hecho mal? ---

Ella giro sobre sí misma y me alcanzo un bofetón con la mano en plena cara que casi me tira al suelo.

--- Recuerda la 2º lección, nunca te dirijas a mí por mi nombre sin mi permiso --- Dijo en un tono seco sin inmutarse --- Cuando baje Manolo, vas a hacer todo lo que te diga, ¿Entendido? --- Pregunto.

--- Si, mi ama --- Dije avergonzado, tratando de recuperar la compostura.

El timbre sonó y al abrir la puerta allí estaba Manolo, con un pantalón corto y una camiseta de tirantes, se le veía nervioso y sudaba abundantemente. Mónica se sentó en el sofá mientras yo espere de pie atento a cualquier orden que pudiera darme. El hombre se quedó mirándome desconcertado, era evidente que mi rostro delataba a simple vista lo que acababa de suceder, además de la marca que debía haberme dejado en plena cara, tenía entrecerrado el ojo izquierdo por el dolor y además me pitaba el oído.

--- ¿Cuánto estas dispuesto a pagar para a mi amiga te chupe la polla? --- Pregunto Mónica sin un atisbo de emoción en su voz.

--- Esto…. Estáis de coña ¿No? Chicas, no me gustan este tipo de bromas--- contesto el hombre visiblemente nervioso.

--- Yo no, mi amiga tampoco, pero tú no se si vas en serio o no --- Volvió a hablar Mónica mirando fijamente al hombre.

--- Yo voy en serio siempre --- dijo el hombre tratando de aparentar que controlaba la situación.

--- Entonces volveré a preguntarte, ¿Cuánto estas dispuesto a pagar para que mi amiga te chupe la polla? --- Repitió Ella en tono seco.

--- No sé, ¿10 €uros quizás? --- Pregunto el hombre seguro de que iba a obtener un no por respuesta.

--- Esta bien, 10 €uros es suficiente, la única condición es que no podrás ponerle una mano encima --- Contesto Mónica tajante.

Y mientras tanto allí seguía yo, inmóvil y sin decir palabra, esperando que mi ama me ordenara lo que debía hacer, con la quemazón en la cara que me producía el bofetón que me había ganado. En un solo día había sido utilizado sexualmente de diferentes maneras, pero la prostitución era la próxima en la lista y la idea no me desagradaba lo más mínimo, al contrario, casi me excitaba la idea de que alguien fuese a pagar por tener sexo con alguien como yo.

--- Adelante, cierra la puerta y ponte cómodo --- Dijo Mónica sentándose de costado en el sofá y subiendo sus pies descalzos sobre él.

El hombre se sobresaltó al ver que la puerta seguía abierta detrás él, se asomó al rellano mirando a ambos lados con desconfianza y finalmente cerró la puerta.

--- ¿Me siento en una silla mejor? --- Pregunto desconfiado --- No quisiera manchar nada --- Continuo.

--- No te preocupes, eso no va a pasar, puedes sentarte aquí a mi lado, estarás más cómodo --- Dijo Mónica dando pequeños golpecitos con su mano en el sofá al lado de sus pies.

--- ¿Preservativos? No he podido traer ¿Vosotras tenéis?  --- Pregunto el hombre mientras comenzaba a desabrocharse el pantalón visiblemente nervioso.

--- Si quieres --- Contesto Mónica --- Pero es mucho más placentero si no usas --- Concluyo.

--- Si, eso lo sé, pero no es por mí, es por la chica --- Dijo señalándome con un gesto de su cabeza hacia mí.

--- Por ella no te preocupes --- Zanjo Mónica con brusquedad.

--- ¿Y tú? ¿No dices nada guapa? --- Pregunto el hombre ya con el pantalón bajado.

Yo guarde silencio y mire a Mónica, esperando que me diera alguna indicación de lo que esperaba de mí.

El hombre termino de desvestirse a excepción del bóxer que llevaba debajo del pantalón y se sentó con cuidado en el sofá muy cerca de donde Mónica tenia acomodados sus bonitos pies.

--- Angela cariño, desnúdate --- Dijo Mónica de repente.

Aquello sí que me pilló por sorpresa, si me desnudaba, aquel hombre iba a ver claro lo que yo era realmente y podría responder de cualquier manera, en el fondo no sabíamos nada de él, si era un buen hombre o si por el contrario podía reaccionar de forma violenta ante aquella situación.

--- Angela, ¿No me has oído? --- Pregunto Mónica irritada.

--- Si, perdón am….--- Dije susurrando.

Comencé quitándome el blusón y las chanclas, me moría de la vergüenza sintiéndome observada no solo por Mónica, si no también por aquel hombre que me miraba fijamente, pendiente de no perderse nada, mientras acariciaba su polla por encima del bóxer. Después fue el turno de la parte de arriba del biquini, aquello me sorprendió sobremanera, nunca había tenido pudor por ir con mi pecho al descubierto como cualquier hombre y sin embargo al quitarme la prenda y en aquella situación me sentí totalmente desnudo. Y por último la braguita. Mire a Mónica suplicando que me ordenara detenerme, pero no fue así, ni siquiera se inmuto mientras observaba como seguía adelante con lo que me había ordenado. Baje de golpe las braguitas hasta el suelo y me cubrí rápidamente como cualquier chica habría hecho, con un brazo mi pecho y con la otra mano mi inexistente vagina.

--- ¿Qué es esa cinta rosa que tiene pegada en el coño? Pregunto Manolo con curiosidad.

--- Nada que debas saber --- Contesto Mónica haciéndome un gesto con la mano para que me acercara.

--- Angela cariño, chúpale la polla a nuestro amigo Manolo, pero quiero que disfrute, que lo des todo para que él lo pase bien --- Me ordeno señalando su entrepierna.

En ese momento, él bajo su bóxer hasta las rodillas apresuradamente y dejo al descubierto su peluda polla. Estaba totalmente flácida, caída hacia un lado y con el prepucio cubriendo totalmente su glande. Fue entonces cuando me percate de que el hombre estaba sudando de manera desproporcionada, el sudor le surcaba la cara, goteando desde su papada de una forma constante a su pecho y perdiéndose después en la abundante maleza de pelo que lo cubría. Me puse de rodillas entre sus piernas, agarre su polla con la mano tímidamente y tire del prepucio hacia atrás dejando su glande al descubierto. Un olor fuerte me golpeo la cara, era una mezcla de urinario y sudor, un olor agrio y dulzón a la vez. Observe que era un poco más larga que mi mano, pero sí que era considerable gorda, aunque mi mano no era muy grande, no era capaz de cerrarla en torno a ella. Comencé a lamer lentamente la parte de atrás de glande, dando pasadas lentas con mi lengua. No sabía si lo estaba haciendo bien, ya que no tenía ninguna experiencia, pero note que aquella polla se empezaba a hinchar dentro de mi mano, aumentando su longitud y aún más su grosor. Aquello me excito sobremanera, entonces rodeé su glande con mis labios y empecé a chupar solo la punta haciendo pequeños giros con mi cabeza. En ese momento mire a Mónica de reojo, para ver como ella nos miraba a ambos con expresión divertida.

--- Y ¿Qué edad tienes Manolo? --- Pregunto Mónica divertida en aquel preciso instante.

El hombre abrió los ojos como sorprendido por aquella pregunta.

--- 58, tengo 58 años --- Contesto jadeando y con la respiración entrecortada.

Su polla comenzó a estirarse más hasta que estuvo totalmente erecta y dura como una piedra y tan goda que empecé a tener serias dificultades para poder abarcarla correctamente con mi mano, así que incliné mi cuerpo hacia delante, para llegar sin problema hasta la base de aquella enorme polla. Una gota de líquido precum apareció en la punta. Rodee su glande con los labios y succione aquel liquido viscoso que me supo delicioso. Estaba tan concentrado en lo que hacía que apenas me percate del dolor que estaba empezando a sentir en mi entrepierna, estaba muy excitado y tener la polla doblada hacia abajo y pegada al perineo con cinta adhesiva resultaba doloroso. No podía creer que eso estuviera pasando, pero en el fondo estaba más excitado de lo que había estado nunca.  En mi afán de seguir dándole placer como me había ordenado mi ama, abrí mi boca y saqué mi lengua pasándola a todo lo largo de su enorme y grueso pene para humedecerlo, el gimió, así que proseguí con mi tarea y muy despacito fui introduciendo toda su polla en mi boca, él hizo el gesto de sujetar mi cabeza con sus manos, pero miro a Mónica buscando su aprobación. Ella no dijo nada, pero asintió con la cabeza.  Entonces sin previo aviso puso sus manos en mi cabeza e inclinó sus caderas hacía arriba clavando su polla en mi garganta, y comenzó a follar mi boca con violencia. Yo pensaba que se me iba a descolocar la mandíbula con aquellas embestidas. El hombre empezó a gemir con más fuerza, al tiempo que se follaba mi boca con tantas ganas como seguro que hacía mucho tiempo que no había follado. Yo estaba muy cachondo, pero el dolor de mi pene en aquella horrible posición no me permitía disfrutar de la situación tanto como me hubiera gustado. La respiración del hombre aumentó en cadencia e intensidad y sus gemidos ahora eran más fuertes. Yo no podía casi respirar, aceleró el ritmo, sus manos presionaban mi cabeza contra su polla aún más fuerte. Pensé que iba a ahogarme, apenas podía respirar por la nariz y estaba empezando a tener unas arcadas horribles.

--- Angela, quiero la leche de Manolo en mis pies --- Me ordeno Mónica.

Yo trate de sacar aquella polla enorme de mi boca, pero la presión del hombre sobre mi cabeza no disminuyo. Empecé a palmear sus brazos con mis manos para que me soltara, pero él hizo caso omiso y de pronto sentí como un chorro de líquido viscoso y templado me golpeo en la garganta, el semen de aquel hombre era con diferencia más salado y espeso que el mío, una arcada tremenda me hizo pensar que iba a vomitar, pero antes de poder reaccionar sentí un segundo chorro dentro de mi boca. El hombre siguió gimiendo y dando embestidas con su polla dentro de mi boca, mientras un chorro tras otro fue llenando mi boca con su semen, hasta el punto de pensar que iba a terminar ahogándome realmente.  Cuando finalmente termino de correrse, libero la presión sobre mi cabeza y yo rápidamente me aleje de su polla reteniendo todo el semen que pude en mi boca, sujete con suavidad los pies de Mónica elevándolos en el suelo fuera del sofá y solté sobre ellos toda la carga de semen que había en mi boca. Mónica me miro con gesto satisfecho y acariciando mi cabeza como se acaricia la de una perrita dijo.

--- Creo que nunca había visto una corrida tan abundante --- Exclamo asombrada --- Ahora lame mis pies y el suelo, no quiero que te dejes nada --- Dijo.

El hombre miro sorprendido por la situación, estaba claro que aquello escapaba a los convencionalismos a los que estaba acostumbrado y subiéndose los boxes a la vez que se levantaba del sofá dijo.

--- Yo creo que me voy a marchar ya --- Al tiempo que se terminaba de vestir. Iba totalmente sudado y la voz le temblaba un poco, dejo un billete de 10 €uros sobre la mesa, se dirigió hacia la puerta y salió sin decir nada más.

Yo comencé a lamer el semen aun espeso de los pies de Mónica, tenía unos pies bonitos y llevaba las uñas arregladas y pintadas de negro. Aquella situación volvió a excitarme muchísimo lo que me recordó el dolor que aún tenía en la entrepierna. Cuando termine de limpiar sus pies, Mónica se levantó y se dirigió al baño.

--- Voy a ducharme, termina de limpiar el suelo --- Dijo con tono serio. Entro en el cuarto de baño y sin cerrar la puerta se desnudó y se metió en la ducha.

Me quede un momento sentado en el suelo ensimismado en mis pensamientos, todo lo que me había ocurrido en un solo día era difícil de asimilar, ¿Quién me hubiera dicho solo 48h antes, todo lo que estaba por sucederme? Y allí me quede dándole vueltas en mi cabeza hasta que Mónica salió del baño y me hablo desde el pasillo.

--- Deberías ducharte y asearte, son casi las 21:00h y tu hermana no debe tardar demasiado en volver --- Dijo mientras entraba en su habitación, cerrando la puerta tras de sí.

Me levante del suelo casi sin pensarlo y me encamine hacia el baño medio mareado, una vez allí cerré la puerta. Me senté en el inodoro y con un poco de alcohol que encontré en el mueble me fui despegando aquella molesta cinta rosa de la entrepierna con sumo cuidado. Cuando termine respire aliviado, observe que mi pene parecía un cacahuete, pequeño y arrugado, con dos dedos tire para atrás de prepucio y mi pequeño glande asomo tímidamente, no recuerdo una meada que haya disfrutado tanto como esa en mi vida.

Poco tiempo después estaba sentado en el sofá del salón en el mismo sitio que poco antes había estado sentado un desconocido al que allí mismo le había chupado la polla. Mónica estaba en la cocina, llevaba puesta una camiseta amplia de color verde agua con la cara de un Pokémon y por cómo se movían sus pechos debajo estaba seguro que solo llevaría puesta una braguita.

--- ¿Te apetece una cerveza Angela? --- Dijo sonriéndome. Parecía mentira que aquella chica dulce y divertida, pudiese llegar a ser tan severa y por qué no decirlo, tan hija de puta conmigo. Aquella situación me hizo pensar, acababa de llamarme Angela y sin embargo ya había vuelto a parecer un chico, ¿Qué iba a ocurrir cuando volviera Luci? ¿Y el resto del tiempo? Aquello me llevo a pensar que todo había sido un juego sexual por parte de Mónica, quizás algún tipo de fantasía de dominación o algo así, no me cupo ninguna duda de que mi proceso de “feminización” como ella lo había llamado antes, había terminado en solo un día. Aquellos pensamientos me hicieron sentir satisfecho, pero en el fondo tenía una sensación de vacío, como si hubiera perdido algo importante antes siquiera de poder tenerlo. De pronto se escucharon unas llaves detrás de la puerta. Esta se abrió y apareció sonriente Luci, llevaba un pantalón de vestir negro, unos tacones rojos con los dedos descubiertos y una blusa blanca, en su mano izquierda llevaba un maletín de piel negra.

--- ¡POR FIN DE VACACIONES! --- Exclamo eufórica levantando los brazos en alto en señal de victoria, en esa misma posición corrió hacia mí y casi sin tiempo para levantarme, me dio un abrazo enorme.

--- ¿Qué tal el día Peque? --- Me pregunto sonriente. Yo mire instintivamente hacia Mónica para ver que me observaba con los ojos entrecerrados esperando mi respuesta.

--- Bien, Mónica ha sido una gran anfitriona --- Conteste dejando escapar una sonrisa de soslayo.

--- ¿Mónica? ¿Acaso habéis pasado el día juntos? --- Pregunto curiosa mi hermana.

--- Si, bueno, casi todo el día --- Conteste con indiferencia.

--- ¿Y te has portado bien con mi hermanito? --- Pregunto mi hermana curiosa volviéndose hacia Mónica.

--- Si, claro --- Contesto Mónica sin titubear.

---Vale, entonces todo en orden --- Concluyo mi hermana sonriente.

--- Chicos hoy vengo muerta, los pies me están matando y solo tengo ganas de tumbarme, ¿os parece bien si pedimos para cenar que nos traigan algo y vemos una peli tirados en el sofá? --- Dijo sacándose los tacones y quedándose a mí misma altura.

--- Sushi --- Dijimos Mónica y yo al unisonó.

--- Sushi entonces --- Contesto mi hermana con gesto sorprendido.

--- No sabía que compartíais gustos tan afines --- Sonrió. Mónica y yo nos miramos con cara de perplejidad.

--- De acuerdo entonces, voy a darme una ducha y a ponerme cómoda, Mónica ¿Vas pidiendo el Sushi del Japones ese que nos gusta tanto? --- Dijo Luci dirigiéndose hacia el baño.

--- Claro, ahora mismo --- Contesto Mónica encaminándose hacia su móvil que estaba sobre la mesa del salón, mientras me miraba de reojo al pasar junto a mí.

Al poco rato, estábamos los tres sentados a la mesa cenando, contando anécdotas y pasando un rato divertido, cuando de pronto Luci me miro y pregunto sorprendida.

--- Anda Peque ¿Llevas pintadas las uñas? Exclamo divertida.

--- Si, bueno, es que ahora se lleva --- Conteste saliendo del paso.

--- ¿Y las de los pies también se lleva pintárselas? --- Pregunto inclinándose para mirarme por debajo de la mesa.  Y de repente rompió a reír acercando sus pequeños pies a los míos --- Mira son iguales, ¿Peque alguna vez has pensado en lo parecidos que somos a pesar de ser de sexos opuestos? --- Pregunto divertida.

--- Si, alguna vez --- Conteste ruborizándome. Cuando levanté la mirada pude ver como ambas tenían sus ojos fijos clavados en mí, pero mientras mi hermana tenia un semblante divertido, la mirada de Mónica me resultó totalmente indescifrable.

Por suerte terminamos de cenar sin que la cosa fuera a mayores y cuando recogemos, me excuse en un fuerte dolor de cabeza para irme a dormir.

Una vez acostado trate de dormirme, pero los pensamientos de Mónica y de lo mucho que me gustaba iban y venían sin parar. Mi mente era un torbellino de pensamientos acerca de todo lo que me había pasado en un solo día, mis pensamientos se centraban en ella y en como seria tenerla entre mis brazos y poder hacerle el amor pero sobre todo en que estaba dispuesto a cualquier cosa que me pidiera con tal de complacerla, Comencé a sobar mi polla, dejando el glande al descubierto para poder acariciarlo con los dedos como solía hacer hasta que se me ponía lo suficientemente dura para poder agarrarla con los dedos. Cuando estuve totalmente excitado agarre la polla y comencé a darme placer, disfrutando de mis pensamientos. Antes de darme cuenta estaba tendido sobre las sabanas, masturbándome pensando en Mónica, y en su vagina húmeda de deseo por mí y en sus enormes pechos con sus areolas hinchadas y grandes pezones que había podido ver de refilón casi sin querer cuando se había metido a ducharse en el baño sin haber cerrado la puerta antes. Casi sin darme cuenta, introduje un dedo en mi ano para darme aún más placer. Así tumbado desnudo sobre la cama, masturbando mi polla con una mano mientras follaba mi propio culo con la otra sentí como me venía un orgasmo como no había sentido antes y dando unos gemidos de placer, comenzaron a brotar varios chorros de semen que se dispersaron por mi torso y vientre desnudos. Lo recogí lo mejor que pude con los dedos y después introduje estos en mi boca, a fin de cuentas, el semen era algo que había probado hoy por primera vez y a lo que no pensaba renunciar. Sin moverme de la posición en la que me había corrido, cerré los ojos y esta vez sí, me quedé dormido casi sin darme cuenta.