Un viaje lleno de nuevas experiencias.

La historia de una pareja que va de visita a casa de unos amigos. Todo comienza con una simple visita que acabará en una fantástica cumplida.

Me gusta a ir al grano y que cada uno le ponga con su imaginación el físico a los cuatro personajes de esta historia.

Mi novio y yo por fin nos decidimos hacer el viaje y aceptar la invitación que llevaba tiempo haciéndonos un amigo.

Preparamos todo y rumbo a Barcelona. Nos lo pensamos mucho ya que nuestro amigo nos había dicho de que no pillásemos alojamiento que nos podíamos quedar en su casa perfectamente, además que venía su novio desde Mallorca y que pasaríamos unas buenas vacaciones. Una de las cosas que nos echaba para atrás es que él compartía piso con una compañera y que dormiríamos con ellos en la habitación; después de mucho pensarlo y aceptamos. Era verano y no se estaría tan mal durmiendo en un colchón en el suelo. Además que dormir dormiríamos lo justo y la verdad que estaba en lo cierto.

Llegamos al aeropuerto y allí estaba Adolfo y Gonzalo esperándonos. Nosotros somos Felipe y Ángel. Como iba contando llegamos al aeropuerto y allí estaban los chicos esperando.

Nos fuimos para su casa, nos acomodamos lo mejor posible. Gonzalo le pregunto a Ángel si quería acompañarle a la compra. A mi me pareció buen plan ya que Adolfo y yo teníamos que planear como iba a ser la semana; además que a mi me apetecía darme una ducha para estar relajado.

Ellos salieron a la compra y yo le dije a Adolfo que me iba a dar una ducha. Mientras me estaba duchando, no se porque pero mi mente empezó a proyectarme imágenes calientes. Pensé que como nadie iba a entrar, me empecé a masturbar liberando así las tensiones del viaje. Estaba con los ojos cerrados y en mi mundo que no me entere que entro Adolfo para darme una toalla.

Adolfo: Perdona tío, no pensaba. En fin venia a dejarte una toalla.

Yo: (mi reacción fue el ponerme las manos y taparme; pero en la situación en la que estaba y con mis 19cm poco podía hacer) Tranquilo no pasa nada, es que con el agua caliente y la tensión del viaje pues no se tío. Perdona de verdad. Mientras que hablaba con él me di cuenta que no dejaba de mirar hacia mi entrepierna. Le saqué de su mundo. ¿Te gusta lo que ves?

Adolfo: Perdona tío no sé en qué estaba pensando.

Sabía muy bien en lo que estaba pensando. Quería meterse en la ducha conmigo y masturbarme. Porque en su pantalón corto ya se le iba dibujando un bulto para nada despreciable.

Yo: veo que tú también te estás animando. Señalándole el bulto en su pantalón.

Adolfo se puso colorado, bajo un momento la vista. Pero de pronto como si tuviese un muelle la levantó me miró a los ojos y me soltó. Felipe te deseo desde hace tiempo. Y la verdad que verte así pues me has puesto muy caliente.

Adolfo mientras que iba pronunciando sus palabras se iba acercando más a mi. Sin decir más se metió en la ducha conmigo, se arrodilló y empezó a comerme la polla. Al principio intenté zafarme de él, pero joder como la mamaba el tío. Así que no opuse resistencia. Lo levante de un golpe y comencé a desnudarlo mientras nos comíamos la boca con deseo. Vaya cabron, yo estaba a mil. Pero cuando empezó a comerme el cuello le pare.

Yo: Ostia tío, y estos dos. Estarán a punto de venir. Tenemos que dejarlo.

Adolfo: Tranquilo que van para largo porque Gonzalo se ha llevado una buena lista. Por lo menos tienen para hora y media. Así que nosotros tenemos tiempo.

Salimos de la ducha y nos fuimos hacia su cuarto. Nos tumbamos en la cama y empezamos a comernos la boca mientras que nuestras pollas se rozaban entre sí. Era la primera vez que veía a Adolfo desnudo y la verdad que no me defraudó. Tenía una preciosa polla. Ya que me había hecho la primera mamada, yo no iba a ser menos. Así que fui recorriendo su cuerpo hasta llegar a la base de su polla, juegue con sus huevos y con mi lengua iba recorriendo su tronco. Llegue a su capullo y de una me la metí a mamar.

No imaginé que Adolfo fuera tan escandaloso. Tenía que callarlo o llamarían a la policía los vecinos. Así que cogí me puse sobre él y le dije vamos a hacer un 69. Si quería que lo follara tendría que parar o me iba a correr, no podía más.

Yo: Tío para o me voy a correr y yo aún quiero disfrutar. Se te ve un culo delicioso y quiero follarte.

Adolfo: Tranquilo que lo vas a disfrutar que hay una semana de por medio. Pero ahora dame tu leche. Quiero saborearla.

Entonces volvimos manos a la obra o mejor dicho bocas a las pollas. Así estuvimos un buen rato hasta que le avise que me iba a correr y por la manera en que su cuerpo se tensiono el también estaba a punto.

Yo: tío donde quieres la leche. Ya no aguanto.

Adolfo: Dámela en la boca, dame de beber.

Y así hicimos los dos nos corrimos a la vez y nuestras bocas se llenaron, a Adolfo se le iba a salir por la comisura de la boca pero en un acto reflejo me lancé a su boca y empezamos a compartir con nuestras lenguas el semen.

Nos quedamos un rato tumbados en la cama para reponer fuerzas. Nos fuimos a la ducha los dos antes de que vinieran de la compra nuestros chicos. También arreglamos un poco la cama y ventilamos porque aquello olía a sexo. En eso estábamos cuando sentimos la puerta abrirse, los chicos venían con la compra. Antes de salir de la habitación Adolfo me cogió de la mano y me dijo al oído que esto había que repartirlo.

Yo: cuando quieras.

Fuimos a ayudar a los chicos y cuando los vimos lo primero que me sorprendió fue la cara tan seria que traía Ángel.

¿Que habría pasado? Mi mente se puso en funcionamiento otra vez en plan cerdo.