Un viaje inolvidable

Todo comienza en un vagón de tren, todo termina en una gran fantasía sexual. Pura atracción ¡descúbrelo!

Hoy era mi primer día de trabajo en una ciudad costera un tanto alejada de mi ciudad. La única manera de llegar a ella es mediante transporte público, más concretamente en tren.

Estaba algo nervioso, lo normal cuando empiezas en sitio nuevo. De camino a la estación mi cabeza estaba inundada de preguntas tipo si sabría hacer aquello por lo que me contrataron, si cumpliría las expectativas o simplemente si mi relación laboral duraría mucho o poco tiempo, con los tiempos que corren nunca se sabe. No me dio tiempo a pensar muchas más cosas, había llegado a la estación y el tren estaba en el anden, no es que fuese mal de tiempo pero al ser mi primer día me gustaba llegar un poco antes para dar una buena imagen, aunque fuese por un día.

Corrí hasta el tren y apunto estuve de quedarme fuera. La rapidez con la que entré hizo que tropezada y medio cayera de rodillas en el vagón. "Menudo comienzo" – pensé mientras la gente me miraba entre cachondeándose y preocupándose. Menuda vergüenza pasé en ese momento pero ahora tocaba relajarse y disfrutar del viaje y supongo que seguir pensado sobre mis dudas laborales. Ingenuo...

Para distraerme tengo una manía estúpida y es mirar a la gente. A veces, ves cosas graciosas como por ejemplo ver a la gente intentando dormir o a las marujas mirar con recelo a las chicas jóvenes. Mientras me distraía con mi particular hobby la vi, vi a una chica a simple vista sencilla y moderna a la vez pero que cuando te fijabas bien era muy resultona. Ella me estuvo mirando quien sabe cuanto tiempo, lo supe al sentir esa sensación extraña que todo ser humano tiene. Juguemos durante diez minutos a buscarnos las miradas y a apartarlas buscando quien sabe qué en el infinito del ventanal del vagón. Me puse más nervioso todavía y con razón, era preciosa: Ojos marrones muy oscuros, poco maquillaje, nada de parecer un pastel, eso demostraba que tenía una piel sin imperfecciones. Pelo castaño tenido de un color rojizo recogido en una coleta.

Algo más estaba llamando mi atención, bajé la mirada y entonces comprendí de lo que mi vista quería lucrarse. Un suéter rojo algo apretado insinuaba un buen par de tetas, muy bien puestas, firmes y grandes. Quizás eran operadas, pero ya me gustaban, adoro unas tetas grandes y si son operadas, mucho mejor, la física no les afecta. Lo que más me sorprendía es que no insinuara un mínimo de canalillo. Estoy acostumbrado a ver ese tamaño de pechos enseñados en interminables canalillos por mujeres vulgares, sin erotismo alguno.

Mi mente ya estaba desnudándola, comiéndole los pezones que se le comenzaban a marcar por la baja temperatura del aire acondicionado del vagón. En mi pervertida mente estaba cumpliendo uno de mis mayores deseos, hacerme una cubana en esas grandes tetas que estaban ahí, a escasos metros de mi. "¡Joder! No duraría ni 2 minutos follándome a esa diosa" - pensaba.

Pero no podía seguir así, mi polla comenzaba a marcarse en mi pantalón de pinza y eran tan finos que precisamente poco no se veía y como "ventaja" añadir que el tamaño de mi polla supera con creces la media del hombre.

Ella llevaba un tejano apretado, color oscuro que marcaba unas piernas largas y esbeltas. Grandes muslos para poder apretar mientas abría sus piernas y le metía mi polla en el fondo de su ser.. "Oh! Mierda me la estoy volviendo a cepillar" – Pensaba mientra seguía observándola.

Para terminar llevaba unos zapatos rojos, enseñando sus finos dedos. Qué bien conjuntada iba, se notaba que cuidaba su imagen al milímetro. Siempre me ha fascinado la dedicación que emplean algunas mujeres para ir siempre perfectas.

Después de que mi mente me otorgara un par de orgasmos explosivos volví a mirar a aquellos ojos penetrantes, rasgados y oscuros, muy oscuros. Quien sabe cuanto tiempo llevaba mirándome mientras yo me deleitaba visual y mentalmente de sus atributos, sonrió, negó con la cabeza y volvió a lo que estaba haciendo, leer un libro de generosas proporciones. El mundo se me derrumbó, debió pensar que soy el típico salido de mierda que mira a las chicas para ponerse cachondo. En cierta manera no se equivocó pero por otro lado yo no podía mirar a ninguna chica más, ella era a quien quería follarme, de quien quería abusar sexualmente.

Faltaba poco para llegar a mi destino pero sinceramente no quería llegar nunca. Una mujer que se sentaba delante de ella se levantó. Yo no suelo sentarme y menos cuando queda poco para llegar a mi trayecto así que permanecí de pié, además, me moriría de vergüenza sentarme delante de ella después del gesto que antes me había regalado. Pero la cosa fue algo diferente. En un acto decidido ella me miro, inclinó la cabeza indicándome que me sentara ahí, delante suyo. Yo no lo podía creer y permanecí inmóvil sin saber muy bien que hacer. Ella insistió, volviendo a hacer el mismo gesto algo más violento. Reaccioné y me dirigí hacia el asiento empujando levemente a una señora de mediana edad que tenía intención de sentarse ahí. "Necesidad de fuerza mayor, señora" – Pensé mientras me sentaba delante de ella.

"Gracias" – le dije como agradecimiento al pase VIP para ver en primera persona su deslumbrante belleza y regalándole la más estúpida sonrisa que se me ocurrió gesticular. "¡Qué gilipollas! Ves a un bellezón y es lo mejor que se te ocurre decir" – Le decía a mi subconsciente.

Quedaba apenas 2 paradas para llegar a mi destino y ella seguía leyendo su libro, "Millenium", todo el mundo está encabronado con esos libros, tendré que leerlos digo yo. Me preguntaba porque se había dirigido a mi para sentarme, porque ese privilegio. Quizás por educación, porque por interés, lo que es interés no me mostraba absolutamente ninguno. Perdí cualquier esperanza de seguir conociendo algo más sobre ella, quizás su nombre y apoyé mi cabeza en el ventanal, mirando el horizonte del Mar Mediterraneo.

Noté algo en mi espinilla, algo que me tocaba fugazmente y después desaparecía, no le dí mayor importancia, en los transportes públicos suele pasar por el movimiento del vagón que te roces con alguien, además, dudo que quisiera rozar su privilegiada piel conmigo. Mentira, ahora tenía su pié en mi gemelo y lo frotaba de arriba abajo, cada vez más fuerte, sin apartarlo. Un subidón de adrenalina recorrió mi cuerpo en menos de 1 segundo y su mirada clavada en mi y su sonrisa volvió a generar una imagen en mi mente de lo más ardiente, una sesión salvaje de sexo oral ahí delante de todo el vagón, corriéndome por toda su cara y dándole poco a poco su liquido merecido para que se lo comiera. "Esta tía me está poniendo como una puta moto" – Reverenciaba.

Llegó el momento de bajarse, me despedí de Ella (esta chica ya es mayúscula) y esperé que el tren parara en la estación. La puerta de salida de aglomero de gente, es una parada muy céntrica donde mucha gente se baja para ir a trabajar.

Mientras esperaba para salir algo duro se posó en mi espalda, no podía girarme dado que estábamos todos muy apretados y molestaría demasiado. "No te gires" – Dijo una voz femenina. Ahora ya no sentía solo algo duro en mi espalda sino que además, sentía como una mano suave y delicada se deslizaba por mi ingle con dirección a mi polla. Miré la mano y vi esas uñas pintadas de rojo. ¡Era su mano, era la mano de Ella! Me estaba tocando peligrosamente con un tacto que endureció mi polla al instante. Pero la cosa no acabó ahí.. Ni mucho menos.

En un acto lanzado y decidido bajó la bragueta de mi pantalón de pinza y introdujo su mano por el agujero. Lo primero que hizo fue masajearme mis huevos para acto seguido subir y acariciar el tronco de mi polla. Creo que no esperaba encontrar algo de esa longitud porque a medida que iba subiendo la mano desaceleraba el ritmo, incrédula de tocar una polla tan larga. Cuando llegó a la punta, a lo que más deseaba que tocara sacó la mano, me subió la cremallera y las puertas del vagón se abrieron. Todo el mundo bajó y yo no podía girarme todavía, entorpecería la salida de la gente.

Cuando todo se despejó un poco más la busqué por todos lados pero no la encontraba, había desaparecido hasta que alcé un poco la vista y entonces la avisté. Estaba parada en un semáforo esperando para cruzar. Me dirigí hacia allí a toda prisa hasta ponerme a su nivel, ella ni se inmutó. "¿me magrea la polla de esa manera y ahora muestra indiferencia? – Despotricaba. Por un momento pensé que quien me había tocado no fue ella, quizás fue otra mujer que al ver mi paquete marcado durante todo el trayecto quiso aprovechar la masa de gente para llevarse su particular trofeo. "Las manos, le vi las manos" – Recapacité. Acto seguido se las miré y si, eran las suyas.. Sus manos me habían tocado y entonces, ¿lo que noté duro en la espalda era?... Oh!! Dios!!….

Mientras asimilaba mentalmente lo que había ocurrido, Ella se adelanto bastante, yo me apresuré para ponerme a su altura, ella pasó de mí completamente, no me lo podía creer. Estaba enfurecido, quería una explicación pero no podía pedírselas porque no la conocía de nada y a todo esto, llevaba un calentón de cojones. Me rendía, tenía un trabajo nuevo que atender y no podía ir detrás como un perro intentando tener una explicación de porque todo aquello. Dejé que se adelantara.

Seguía subiendo la calle y a la lejanía ella giró, cuando me puse a la altura del cruce que ella había tomado vi como estaba subiendo la persiana de su comercio, era muy pronto para abrir la verdad. Ella se giró como intuyendo que estaba mirándola, se mordió el labio inferior con su mirada penetrante clavada en mi ser, bajó su mirada hacia mi polla y la volvió a levantar la mirada hacia mis ojos, sonrió y se metió para su comercio casi contorneándose.

Yo ya había girado la calle casi instintivamente. En pocas o ninguna palabra había dicho que la quería, que la necesitaba y mi subconsciente había dado ya el paso. Los nervios me inundaban, estaba una vez más caliente como nunca, tenía el riego sanguíneo concentrado en la punta de mi polla. Quería follar y ella quería follarme. Me agaché para esquivar la persiana y me metí en su tienda.

Ella estaba en el mostrador, no le sorprendió mi entrada, me esperaba. Cuando me puse a su altura no medió palabra ninguna. "Como te lla…" – Balbucee cuando vi que ella se arrodillo desabrochándome el pantalón.

Cuando quise darme cuenta Ella estaba comiéndome la polla violentamente, su lengua estaba revolucionada ahí dentro y mi capullo estaba entumecido de la concentración de sangre. Notaba algo frío daba vueltas alrededor de la punta de mi polla y mi frenillo, era un piercing y gracias a el estaba a punto de llenarle la boca con lo que deseaba, un buen vaso de leche caliente.

Sacó mi polla de su boca para lamer el tronco de arriba a abajo, luego amplió horizontes lamiendo mis huevos también mientras pellizcaba con la punta de sus dedos mi capullo. Acto seguido paro, leyó en mis ojos que estaba a punto de tener el orgasmo más grande y excitante de mi existencia. "Ahora vas a tener lo que tanto has mirado" – Me dijo mientras se quitaba su suéter rojo y el sujetador.

"Son operadas, pero menudo par de tetas más preciosas" – Pensé mientras ella solita tomaba posición para poner mi polla entre esas dos maravillas. Se salivó el canalillo y empezó a agitarse de manera firme y segura, sabía lo que hacia, sabía que me gustaba.

Una chica que no conocía de nada acaba de cumplir una de mis fantasías mas deseadas. No tenía palabras para expresar lo que sentía, solo tenía leche para darle y así fue. No aguanté más y me corrí mientras gritaba, ella no paraba de moverse violentamente. Cuando vio que toda mi leche se había vertido sobre sus tetas me masturbo y volvió a comerme la polla para dejarla bien limpia, lo espasmos que tenía eran demasiado fuertes, me tenía loco e insatisfecho todavía.

Saqué mi polla de su boca y comencé a recoger el semen esparcido por sus tetas con mis dedos. Ella me los lamía con vicio, quería su momento pero primero se lo tenía que comer todo, como una buena niña.

Cuando se comió todo la levanté y la subí al mostrador al mismo tiempo que le bajaba el tejano y el tanga que llevaba. Tenía el coño rasurado completamente y encima lo tenía todo bien recogido, como una flor que se quería ser explorada. Bajé mi cabeza y comenzó mi jornada laboral en mi nuevo trabajo, ¡Esto si que era un trabajo de verdad!.

Ella gemía desde un principio, tenía el clítoris muy hinchado y sus abundantes flujos mojaban hasta mis mejillas. Lamía con violencia su botoncito mientras penetraba mis dedos en su coño chorreante. Ella agarraba con fuerza mi pelo y clavaba sus tacones en mi espalda, reflejo del placer máximo que estaba recibiendo. Yo quería ir más allá, y comencé a acariciar su ano, con leves masajes y penetraciones de mi dedo índice, solo quería excitarlo, nada de penetrarlo aunque deseara follarme su culo.

Perdí la cuenta de los orgasmos que tuvo, estaba exhausta y complacida pero yo no, necesitaba sentir el calor de su coño por toda mi polla y así lo hice, la baje de nuevo a tierra y la puse de rodillas en el suelo, a cuatro patas e inclinando su pecho y cabeza contra el suelo, dejando únicamente su culo a la altura de mi polla. Ella me miro con sorpresa, luego, cerró los ojos de placer

Mientras la agitaba violentamente y nuestros placeres se juntaban en uno yo azotaba cada vez con más fuerza sus nalgas, ella gritaba cada vez que sentía mi mano arder en su culo, le gustaba demasiado. La cambié de postura, me tumbé en el suelo y le exigí ejercitarse. Ella agarro mi enorme polla y se la introdujo ella solita… ¡En su ano! Comenzó a botar, de menos a más para acostumbrar su culo a tales dimensiones. Se nota que lo ejercitaba porque en muy poco tiempo estaba votando muy pero que muy rápido y con mucho ritmo.

Gracias al orgasmo que tuve antes, ahora podía aguantar mucho más. Estaba disfrutando como nunca, era el mejor polvo de mi vida con una desconocida y eso me daba mucho morbo. Yo ya llegaba, ella se masturbaba mientras se follaba el culo, estaba apunto. "¡¡¡Córrete, córrete!!!" – Gemía. Fueron las palabras mágicas. Nos fundimos en orgasmo conjunto, mucho más fuerte que lo sentido anteriormente por ambas partes. Fue un viaje a un lejano paraíso, fue una explosión de algo difícil de explicar.

"Me llamo…" – Dijo su nombre mientras se vestía para comenzar su jornada laboral. Había ganado a un nuevo cliente y quizás a algo más.

Yo, por mi parte no llegaba demasiado bien de tiempo para ir a mi nuevo puesto de trabajo pero había merecido la pena. Sin saberlo me había obsesionado de esta mujer, deseaba conocer más, querer más, follar más