Un viaje inesperado...
En una vida monótona, un viaje forzoso que no esperas y al que no te apetece ir, se convierte en la mejor experiencia de tu vida
Ni en el mejor de mis sueños podía yo imaginar lo que me sucedió la semana pasada, sobre todo después de ver como en los últimos meses mi vida había caído por completo en la rutina. Os pongo en situación:
Me llamo Álvaro, soy un hombre de 31 años y hace 10 meses que he sido padre. Por lo que ahora entenderéis que mi vida ha pasado a un segundo, tercer, o décimo plano… Físicamente hasta hace 10 meses estaba muy bien. Sin ser un obseso del cuerpo, hacía mucho deporte y aunque no me privo comiendo, me mantenía muy bien; ahora, entre el curro y el niño, sin deporte… pues del montón, los músculos siguen ahí pero ya sin marcar, como me dicen, ahora soy un ¡¡¡fofisano!!!
Pues la historia comienza el viernes pasado, recibo una llamada de mi padre y me dice que se ha comprado un coche y que, como estoy de vacaciones, hay que ir el domingo a Córdoba a buscarlo. -¡A Córdoba! Si somos de León, ¿no lo había más lejos? Me dice es que es un auténtica ganga, un Audi A8 que es de un hermano de un compañero de trabajo que por una enfermedad no va a volver a conducir. Menudo planazo para un domingo, meterme 1300 km. Le digo, con una condición, el Audi lo conduzco yo a la vuelta y me lo quedo una temporada. El sábado por la tarde me vuelve a llamar y me dice que lo ha avisado el jefe y que se van urgentemente a Vigo a una fábrica que se ha estropeado un motor y que estará toda la semana fuera, que si puedo bajar yo en autobús a por él. No voy a describir mi enfado. A la desesperada me pongo a buscar billetes. Directamente paso del autobús, los odio, y me voy directo al AVE. De un día para otro sólo queda en preferente. Primero León-Madrid y luego Madrid- Córdoba, aunque por falta de plazas tengo q estar 5 horas en Madrid ya que el anterior estaba lleno. Lo llamo: -viejo, ¡te va a salir un poco más caro el coche!
6:00 del domingo, salgo de casa tras despedirme de mi mujer y de mi chiquitín. El tren sale a las 6.50 pero voy dando un paseo hasta la estación, la mañana está perfecta para pasear. Llego y ya se puede entrar al tren. Busco mi asiento, en la última fila del vagón y rezo porque la plaza de al lado siguiera sin ocuparse, cuando hice la compra estaba vacía y odio viajar con alguien al lado, siempre me toca el típico viejo charlatán. Pongo música en los cascos y cierro los ojos. A los cinco minutos siento moverse el asiento y pienso, qué mala suerte tengo. Pero abro los ojos y no hay ningún viejo, sino una chavalita que, aunque calculo mal las edades, rondaría los 18, año arriba año abajo. Está dejando su mochila y, aunque estoy medio dormido, quedo asombrado de lo buena que está. Lleva un vaquero corto de los que tapan más tripa que culo y una sudadera rosa Adidas. Es morena, de pelo liso y muy bajita. Al estirarse para subir la mochila veo que tiene una cinturita de avispa con un piercing en el ombligo muy sexi y, aunque la sudadera disimula, no tiene unas tetas muy grandes. Acaba con su mochila y ve que la estoy mirando y me dice: -lo siento, te he despertado. Y yo, medio tartamudeando: -para nada, no estaba dormido, es que hasta que no tomo dos cafés mi cuerpo no quiere funcionar; ¿necesitas ayuda? Y ella responde: -no, ya he acabado, sólo viajo con una mochila. Voy a quitarme la sudadera que hace calor aquí dentro y yo sí que voy a intentar dormir. Veo como se quita la sudadera y debajo la típica camiseta de Levis, y sí, tiene las tetitas pequeñas… me gusta.
Se acomoda en el asiento y me dice: - me llamo Laura ¿y tú? – yo Álvaro. – Encantada- Y se pone los cascos y cierra los ojos. Pienso para mí, con esta, que no me importaría hablar, se queda sopa. Reconozco que estaba buena y me ponía mucho ir sentado con ella pero en ningún momento se me pasó por la cabeza intentar nada con ella, uno que ya es padre, y eso frena muchas cosas.
El tren arranca y mis ganas de dormir no aparecen por ningún sitio. Reviso el Facebook, el Marca, mando un WhatsApp a mi chica y guardo el móvil. Al rato lo siento vibrar pensando que me contestaba pero es un grupo q tenemos de la infancia en el que Luis, el más salido de la pandilla, vuelve al ataque con más de 10 videos, que por las miniaturas, y viniendo de él… son porno. Los abro y me pongo a verlos, al principio sin mucho interés, pero esto es como el rascarse, empiezas y no paras. De vez en cuando miraba a Laura, seguía dormida. Un vídeo de tríos, otro de sado maso, otro anal… y un largo etc. Noto que Laura se mueve y rápidamente vuelvo a poner el Facebook. Ella saca el suyo y se pone a escribir. Pienso que estará chateando pero al minuto me acerca su móvil, tiene el blog de notas abierto y en la pantalla puedo leer: “Pensaba que lo que necesitabas para activar tu cuerpo eran dos cafés”. La miro y está con una media sonrisa, yo me muero de vergüenza y me imagino que mi cara desde fuera debe ser de chiste, sobre todo cada vez más roja. Intento hacerme el fuerte yo le contesto ¿por qué lo dices? Ella me hace un gesto con el dedo de silencio para que no hable y vuelve a escribir en su móvil: “pues porque por lo que veo tu cuerpo sí que funciona, que hay algo más despierto que tú… Y no te has tomado ningún café, quizás esas cosas que veías en el móvil te han ayudado, no contestes, escribe en tú móvil”. Mi corazón va a mil, me muero de la vergüenza, una niña a la que le saco más de diez años me ha sacado los colores. Y sí, tenía razón, aunque mi vaquero disimulaba algo, estaba con una erección bastante considerable. Sigo intentando mantenerme fuerte, me coloco un poco en el asiento intentando disimular mi paquete (lo que empeora aún más las cosas). Pongo mi móvil en el blog de notas y escribo: “¿Por los vídeos del WhatsApp dices? Son del grupo de amigos, Luis es un enfermo, todos los días manda muchos de estos, son una chorrada la verdad”. Le muestro mi móvil. Me mira, hace una mueca y escribe: “Pues, ¿sabes qué? a mí me gustan mucho esos vídeos, ¿soy una enferma yo también?”. Joder, esta tía me está toreando como le da la gana. Escribo yo: “eh, no pensaba decir eso, la verdad es que no hay nada de malo en ver esto, ya sabes”. Al enseñárselo, me mira, sonríe, coge su móvil y escribe algo muy rápido y me lo enseña: “vuelve a ponerlos”. Yo no sé qué hacer ni decir, mi cuerpo es una mezcla de vergüenza, excitación, miedo y un sinfín de sentimientos. La miro atónito, ella no hace nada, sólo sonríe. De repente me guiña un ojo y caigo a sus encantos. Abro la multitarea y regreso al reproductor… que sea lo que dios quiera.
En la pantalla se reanuda el video que estaba viendo antes. En él hay una pareja en una cocina, la chica está apoyada en la encimera y él poco a poco la va desvistiendo. Cuando acaba, la levanta y la sienta en la encimera, la coloca en posición y tras comerle un rato las tetas va bajando hasta su coño. En ese momento Laura me quita un auricular de mi oreja y se lo pone en la suya, busca las teclas de mi móvil y pone el volumen al máximo. Yo no sé dónde meterme, aunque al sonido es a través de los auriculares, me da la sensación de que los gemidos de la chica del vídeo se escuchan en todo el tren. Miro a mi alrededor, todo controlado. Detrás no hay asientos, estamos en la última fila. Los dos de delante van atentos a la peli del tren con los auriculares puestos y en los asientos paralelos sólo hay una señora que parece ir dormida. Laura nota mi incomodidad, se acerca a mí y me susurra “tranquilo”.
Ya no disimulo mi erección, es inútil. Laura se ha puesto más cómoda inclinándose más hacia mí para estar más cerca del móvil y ha descruzado las piernas. En el vídeo la chica se baja de la encimera, se arrodilla y empieza a desabrochar los botones del pantalón de él. Cuando se los baja y le descubre la polla (pollón mejor dicho, como en todas estas pelis) Laura se acerca más a mi oído y gime un poco “mmmm”. Yo cada vez estoy más fuera de sí. Mi polla me revienta dentro del pantalón. Ella se mueve y acerca su mano a mi paquete y me empieza a acariciar y a palpar como haciéndose una idea del tamaño (en mi caso en la media, no como el del vídeo). Yo la miro, resoplo, ella me responde mordiéndose el labio. Me quita el móvil y lo pone entre los dos. Todo ello sin soltar mi polla que la tiene agarrada por encima del pantalón. Me coge la mano y me chupa el dedo índice y luego el corazón, juega con su lengua con mis dedos. Luego se desabrocha el pantalón y lo baja un poco lo justo para permitir que su mano entre. Acerco la mía pero ella no lo permite. Ella tiene todo el control. La escena es para volverse locos: el móvil en medio de los dos con una pareja follando de pie en una cocina, los gemidos a tope por los auriculares. Ella apoyada sobre mí, con una mano encima de mi paquete y con la otra por dentro de su pantalón tocándose y gimiendo, y yo, más paralizado que una fotografía, dejando hacer.
Saca su mano y la lleva a mi boca, saboreo sus jugos, esto me hace perder el control definitivamente. Meto su mano por su pantalón y muevo el tanga, está todo empapado. Recorro con mis dedos todo su coño como intentando hacer una imagen de cómo puede ser: rasurado, labios mayores muy abultados, labios menores pequeños y un clítoris gordito que pagaría por tener en la boca. Juego con su clítoris mientras ella se retuerce y respira cada vez más profundo. Con la mano que tenía sobre mi polla empieza a desabrocharme los botones, le ayudo con la que me queda a mi libre y sin delicadeza saca mi polla y me empieza a masturbar. De lo caliente que estoy tengo que controlarme un poco porque casi me corro nada más empezar.
Estando ella con mi polla agarrada y yo con mis dedos en su coño vemos como la azafata viene por el pasillo. Ella rápidamente saca mi mano de su pantalón y tira su sudadera sobre mí, yo bloqueo el móvil. La azafata pasa hacia los muebles traseros, coge unas cartas y empieza por nosotros a preguntar si queremos alguna bebida o snack. Los dos respondemos al unísono “no, gracias” pero por su mirada sabemos que se ha dado cuenta de lo que pasaba, aunque nuestra situación lo ponía fácil: ella con la bragueta desbrochada y yo con una sudadera rosa arrugada encima. “Buen viaje”.
La azafata continúa su trabajo no sin antes volver a mirarnos. Cuando se aleja, Laura y yo nos miramos y nos reímos. Me quito los auriculares y le digo: “aún queda una media hora hasta Madrid”, ella, mientras pasa su lengua por los labios, responde: “¿y, si esto se acaba ahora?” Yo no respondo, simplemente muevo mi mano de nuevo a su coño, pero antes de que consiguiera colarme entre sus pantalones ella ya estaba agarrando mi polla. Cierra sus piernas y me dice: “vuelve a ponernos los cascos y pon de nuevo el vídeo”. Ordeno como un corderito. En el vídeo, que incluso antes de bloquearlo ya no mirábamos, el tío estaba dilatando con los dedos poco a poco el culo de la chica. Al verlo, ella me miró, cerró los ojos y me dijo: “tú sabrás lo que tienes que hacer”.
Meto mi mano en su coño y vuelvo a masturbarla. Mojo bien mi dedo corazón en sus jugos y con dificultad, debido a la posición y el pantalón, consigo llegar a su culo. Juego con él, hago círculos y presiono un poco. Vuelvo a mojar el dedo y esta vez lo meto un poco, lo saco y luego otro poco más, lo máximo que me permite la posición, y empiezo a moverlo. Ella acelera la paja mientras noto como empieza a contraer su esfínter, pone su mano sobre la mía y poco después noto como se corre. Saca mi mano y la lleva a su boca y me la limpia un poco y luego me da un morreo para que yo lo saboree también. Se separa y me dice al oído: “te toca” y acto seguido reanuda la paja mientras me mira. Le digo que no voy a tardar y me dice que no me preocupe, entonces se agacha y se la mete directamente en la boca. Eso no me lo esperaba y miro alrededor. Los de adelante siguen con la peli, y la señora de al lado sí que está despierta y mirando hacia nosotros. Al notar que la estoy viendo vuelve la cabeza al frente. A mí poco me importa ya nada. Me está haciendo una mamada para volverse loco. Se la traga entera hasta la garganta, luego la saca y me masturba mientras chupa mi glande lo lame con su lengua. Noto que ya no puedo aguantar más y se lo hago saber parando un poco su mano, ella lo entiende y acelera con su boca rodeando mi glande. Me corro con 5 grandes chorros que recibe ella en su boca. Cuando nota que he acabado la saca lentamente y mirándome me enseña toda mi leche en su boca. La cierra y se lo traga, para acabar dándome otro morreo.
Es el momento de pellizcarme para ver si había sido un sueño, pero no hace falta, había sido muy real. Nos componemos las ropas sin decir nada. El tren anuncia que en 10 minutos llegaremos a Chamartín. Ella me dice que se va al baño mientras yo intento poner mi cuerpo, mi ropa y mi cabeza en orden. Reviso el móvil y lo dejo fuera porque quiero pedirle su número. Me quedan 5 horas para coger el siguiente tren que sale hacia Granada desde Atocha y, aparte de hacer el trasbordo, no me importaría pasar un tiempo con ella, no sé si se queda en Madrid o viaja hacia otro sitio. Pasan los minutos y ella no vuelve. Justo cuando el tren está casi detenido ella regresa. Recoge su mochila del compartimento y se acerca a mí. Me da un abrazo y noto como mete algo en el bolsillo trasero de mi pantalón mientras me susurra “me has hecho el viaje muy ameno, te dejo algo para que te acuerdes de mí”. Y con estas palabras y un pico en la boca salió disparada del tren sin dejarme tiempo a mí de salir tras ella, ya que aún tenía mi mochila en el compartimento de arriba. Cogí todo con toda la velocidad que pude y salí del tren con la esperanza de encontrármela, pero ni rastro. Llevé mi mano al bolsillo esperando que allí hubiera una nota con su número de teléfono pero al meterla noté un pequeño trocito de tela empapado, era su tanguita.
Con rabia salí del andén, y como tenía tiempo hasta el siguiente tren, me metí en una cafetería, mi chica me había dicho que la llamase en cuanto llegara a Madrid. Aún tardé unos minutos, ya que mi cabeza prefería recordar lo que había pasado.
Tras la llamada y una coca-cola fui hacia el metro, me quedaba la segunda parte del viaje, que yo suponía sería mucho más tediosa que la primera pero… ¿sería así?
Continuará…