Un viaje en las grandes montañas sexuales

Roberto nos cuenta lo que le ocurrió en su viaje de fin de curso.

Hola, me llamo Roberto tengo 22 años y soy de España. Soy un tio alto, moreno, bastante en forma y muy activo sexualmente. Me considero un tio como otro cualquiera me gustan los deportes que suelo practicar, salir con una tía, los videojuegos, las buenas películas... pero en lo que no soy tan normal es en cuanto a mis gustos sobre mujeres. Veréis, yo soy un tio al que le gusta cuidarse y ponerse en forma pero, en cuanto a las mujeres me gustan con una cara redondita, bonita y con una mirada dulce y de cuerpo rellenitas, con buenos pechos y un culo grande. Sí soy bastante raro ya que suelo ligar también con chicas delgadas y preciosas, pero salir con ellas no me satisface ya que cuando salgo con ellas a comer algún sitio, no tienen apetito y no disfrutan de la comida, a parte las chicas delgadas son muy egocéntricas y muy creídas que solo por tener una talla más pequeña pueden ser unas auténticas zorras manipuladoras. Bueno el caso es que mi gusto por las chicas gorditas no ha sido desde siempre, de hecho se remonta a cuando tenía 18 años.

Al acabar los estudios del instituto y antes de entrar en la universidad fuimos de viaje a la montaña todo el curso. Mis amigos no fueron ya que no les gustaba ni pasar frío ni esquiar de modo que me tocó ir solo. Cuando llegamos a la montaña después de lo que me parecieron 6 horas escuchando ACDC, Kiss y Motörhead en el autobús me di cuenta de que había ido yo solo y que prácticamente no conocía a nadie. Cuando bajé del autobús nos reunieron a todos para decirnos cuales eran los grupos y las cabañas que debían ocupar, por suerte para mí, mis padres estaban forrados y les pedí que me alquilasen una cabaña individual para este viaje. De repente, cuando todo el mundo estaba hablando antes de organizarse y escuchar al monitor de la excursión, oí como si me estuvieran llamando.

-¡¡Robert!!!!- decía una voz de chica entre toda la gente.

Yo miraba de un lado para otro, pero no encontraba a nadie que me estuviera llamando. Acto seguido una chica con el brazo hacia arriba se estaba abriendo paso por la multitud y me estaba llamando. Era Lara, una de mis mejores amigas del instituto, aunque no me llevaba mucho con ella debido a que ella pertenecía a un grupo diferente de clase y se iba con unas chicas a las que en el instituto apodaron "Las Aras". La razón de esto era que las tres chicas que lo formaban se llamaban Lara, Mara y Tara, no sé como se conocieron ni si sus nombres tuvieron algo que ver con que se llevasen bien pero desde luego eran unas chicas muy curiosas, las tres se llamaban casi igual, las tres eran heavys y las tres eran chicas gorditas pero con una cara muy bonita, de estas chicas que si adelgazaran se llevarían todos los hombres pero cada uno es como es. Bueno, sigo a Lara yo la conocía por aquel entonces porque era mi vecina y cuando éramos pequeños jugábamos mucho juntos. Lara es una chica gordita, algo bajita, con unos ojos oscuros una mirada muy dulce y una brillante y suave melena morena. Era muy simpática y muy linda aunque también era heavy y eso a veces era un problema ya que tenía muy mal genio cuando se enfadaba, pero casi todo el tiempo era un cielo. Tenía una talla 100 de sujetador y lucía mucho canalillo, eso fue algo que siempre me excitó de ella, su culo era también muy bonito ya que aunque era algo grande, también era muy firme ya que Lara era bailarina y hacía patinaje artístico, esto le dio una elasticidad muy buena para el sexo, al menos eso me decía ella muchas veces. Bueno volvamos a mi historia: nada más verla se me acercó corriendo con una cara de ilusión muy poco propia de ella.

-Hola Lara.

-Hola Robert.- respondió con una sonrisa muy dulce.-No sabía que ibas a venir Pedro, Ajax y Jorge no han venido.

-Ya ellos son muy especialitos- dije en un tono de guasa.

-Jajaja, oye ¿ya te han dicho en qué cabaña irás?

-No, yo tengo una individual a unos doscientos metros de las de los grupos.

-Bueno, pues iré a verte cuando me asignen la mía, las Aras y yo iremos a hacerte una visita.

-Estoy de acuerdo, tengo priva en mi cabaña así que si queréis luego nos tomamos algo.

-Sí estaría bien, bueno me voy. Por cierto, estas muy guapo.- dijo Lara con una sonrisa muy picara.

Después de eso Lara desapareció entre la multitud y yo fui a mi cabaña. Cogí prestada una moto de nieve, cogí mi equipaje y pasé por un lado de la gente para que pudieran verme.

Después de cinco minutos en la moto haciendo filigranas, llegué a mi cabaña. Aparqué la moto, cogí mi equipaje y entre en mi nueva casita de viaje de fin de curso. Cuando entré pude ver como mis padres me habían compensado por haber sacado buenas notas. La cabaña estaba equipada con todo, dos camas, una tele, una bañera con hidromasaje, calefacción, un minibar con alcohol como había pedido, una radio para comunicarme con el refugio y mi pequeña Xbox 360 con todos mis juegos, no me la llevé pensando que no la necesitaría pero mis padres la enviaron y la colocaron allí. A parte también tenía las comodidades del hogar, suministro de electricidad propio, una cocina y un pequeño gimnasio con un saco para hacer ejercicio…Estaba claro que mis padres se habían pasado. Lo que más pena me daba era pensar que solo podía vivir allí durante una semana.

Después de instalarme, llamé a mis padres para agradecerles el regalazo de fin de curso y estuve todo el día haciendo cosas dentro de la cabaña. Cuando me quise dar cuenta eran las ocho de la tarde y las Aras todavía no habían llegado. Mientras jugaba a mi consola, oí que llamaban a la puerta, me levanté y la abrí. Cuando abrí la puerta estaban Lara, Mara y Tara saltando e intentando calentarse por el frío que hacía.

-¿Queréis algo chicas?- Dije como si no supiera que iban a venir.

-¿Podemos pasar?- Dijo Lara en tono de niña pequeña.

-Claro pasad.-Les dije mientras abría del todo la puerta.

Cuando entraron se quedaron boquiabiertas de todos los lujos que yo tenía en comparación de su cabaña. Rápidamente les dije que se quitaran los abrigos y la ropa de esquí y que se calentaran al lado del radiador mientras yo les preparaba un chocolate. Después los tres merendamos y empezamos a hablar sobre mí y sobre mi casa. Cuando anocheció recibimos una llamada de los monitores. Nos dijeron que si estábamos en una cabaña que nos quedásemos allí durante toda la noche ya que una fuerte ventisca estaba pasando por nuestra zona de la montaña y nos podíamos perder si caminábamos por la noche en esas condiciones.

Después Lara me miró con ojos de osito de peluche y me preguntó si se podían quedar allí a dormir. Yo gustoso acepté y entre los cuatro dimos una gran fiesta. Al poco de beber Lara se me acercó para hablar conmigo y se puso el canalillo lo más sexy que pudo.

-¿Sabes una cosa Robert?

-Dime guapa

-Las tres vinimos a esta excursión con el objetivo de ligarnos a ti y a tus amigos.

-Ya pero solo estoy yo aquí ahora.

-A eso voy, ¿No te gustaría tener acción esta noche con una española gorda y muy sexy?- Me preguntó con un tono de sensualidad que me puso a cien.

-Bueno sí te apetece…

Después los dos dejamos a Mara y a Tara en el salón bebiendo y jugando a un juego de baile y nos dirigimos al dormitorio.

En el dormitorio Lara se quitó la ropa hasta quedarse en un sujetador negro muy transparente y un tanga del mismo color muy provocativo y se tumbó en la cama con las piernas algo separadas y mirándome con una cara como diciendo, ¿Y tú que? Yo estaba muy excitado porque podía ver sus grandes y enormes pechos y sus muslos y su figura redonda me estaba poniendo a mil, de modo que rápidamente cogí y me quité la ropa hasta quedarme en solo los calzones. Al verme tan empalmado, Lara se puso de rodillas encima de la cama y me bajó los calzones para poder ver mi polla tiesa y comenzó a masturbarme y a chuparme la polla con mucha devoción. Lara me la estuvo chupando durante diez minutos cuando por fin salí de aquel estado de trance que me tenía y la cogí de las manos, la comencé a besar con lengua con una pasión como nunca lo había hecho y mientras le quitaba el sujetador. Cuando lo logré la tiré a la cama y me puse a chuparle las tetas y a manosearlas como si fueran las primeras que había visto. Lara gemía mucho y me sonreía para que yo supiera lo mucho que le estaba gustando. Después fui besando todo su cuerpo hasta que llegué a su tanga y se lo quité lo más rápido que pude y le chupé todo el coño. Al principio le daba unos pequeños besos en el clítoris y después se lo lamí como si fuera un gatito tomando un cuenco de leche y finalmente acabé chupando, comiendo y mordisqueando todo su coño hasta que me sujetó la cabeza y se humedeció el coño tanto que parecía una cascada y finalmente se corrió en mi boca. Después cogí un condón me lo puse y la coloqué a cuatro patas encima de la cama, primero las embestidas fueron muy leves pero fui haciéndolas cada vez más fuertes, Lara se excitaba muchísimo con cada embestida, a veces pensaba si no íbamos a organizar una avalancha con tanto ruido. A veces hacía unas embestidas largas y se la metía hasta el fondo, cosa que le encantaba y le hacía gemir como una perra en celo. Después de un rato follando en la misma posición me pedía que la pegara en el culo y comenzaba a decirme que era una niña mala y que quería que la castigasen. De modo que me la saqué de su húmedo y cálido coño y le di un par de palmadas en el culo a lo que ella contestó con más gemidos y comenzó a decirme cosas como “Pégame más fuerte…soy una niña muy mala…” Después la cogí de las caderas y comencé a follarla de un modo salvaje y mientras la follaba la besaba en la boca y le decía lo buena que estaba y lo mucho que me ponía. Pero después me empujó y me tumbó en la cama y se colocó encima de mí, se metió mi polla y empezó a botar salvajemente. Ella cogió mis manos y se las colocó en los pechos para indicarme que se los cogiera y los manoseara, pero después se quitó mis manos y se comenzó a pellizcar suavemente los pechos hasta que sus pezones se pusieron muy duritos y cogió uno de sus grandes pechos y se los chupó ella misma. Ver esto causó que me excitara muchísimo y cogí sus pechos con las dos manos y se los comencé a chupar sus pezones como si fuera un bebe buscando su leche. Después se tumbó encima de mí y entre gemidos Lara me dijo “TE QUIERO”, tanto ella como yo paramos de movernos, de modo que la miré a los ojos y le dije “Yo también te quiero mi nena gordita” y nos fundimos en un beso tan magistral que aún recuerdo lo especial que fue para mí. Después se quitó de encima de mí y bajó a mi polla. Me quitó el condón y empezó a mamarme la polla hasta que me corrí. Estábamos los dos tan a gusto que no reparamos en que Mara y Tara también estaban allí, en esto que entraron y del susto me corrí en la boca de Lara que ni se inmutó y se tragó todo mi semen mientras sus amigas nos miraban. Las dos chicas estaban de pie una al lado de la otra, abrazadas y acto seguido Mara dijo algo que cambiaría mi vida para siempre:

-¿Lara podemos follar nosotras también?