Un viaje en avion

Ella tenía pena aunque no escondía con el beso que se daban el deseo que tenia. A empujones lo saco del baño, espera le dijo, aquí no, aunque muero de comértela le susurro.

Un viaje en avión

Enrique y Susana tenían rato que no salían de viaje juntos. Enrique normalmente salía de viaje por negocios y cuando daba la ocasión Susana le acompañaba. Los últimos viajes habían sido más pesados y no había visto esa oportunidad. Los dos ya tenían tiempo de casados y rondaban los 35.

El viaje pintaba bien, viajaban a Estados Unidos a una reunión sencilla donde iba también otra pareja clientes de Enrique que encontrarían en Dallas. Enrique esperaba desocuparse temprano, clásico horario americano y aprovechar con Susana para ir de compras o lo que les viniera en gana. Venirse en gana sonaba más interesante.

El viaje empezó caliente desde el taxi que los llevo al aeropuerto, los dos se sentaron muy cerca en medio en el asiento trasero, las manos entre las piernas pero del otro, solo se apretaban las manos como cerrando lo que sabían que iba a ser un buen negocio.

Enrique viajaba mucho y tenía la ventaja de llegar a salones de primera clase, era más que un viajero frecuente, un esclavo frecuente del avión. Esos salones son una maravilla, todo que comer y beber sin aglomeraciones esperando pacientemente el avión y en ocasiones muy solos si no estas con alguien más.

Ella vestía una falda sencilla y una blusa de algodón, no era transparente, lo siento, y era difícil saber si traía o no sosten, tenia unos senos de buen tamaño y que se mantenían en su posición, firmes ante cualquier cosa. El, con el clásico pantalón café claro recto sin pliegues demasiado revelador cuando uno no quiere y una camisa blanca. Para lo que venia no necesitaban más.

Susana decidió pasar al baño, normal, como siempre, sin embargo nunca espero que Enrique la siguiera detrás. Cuando menos se lo esperaba, después de cerrar la puerta, el le alcanzo el hombro y la empezó a besar, sentía la dureza de la entrepierna de Enrique y un dejo, que digo inmensa humedad en su mimada cueva.

Ella tenía pena aunque no escondía con el beso que se daban el deseo que tenia. A empujones lo saco del baño, espera le dijo, aquí no, aunque muero de comértela le susurro.

Enrique aunque con un deseo terrible accedió, pero a la vez con cara de tonto no reconocía a Susana con eso de comértela, nunca le había hablado así, algo bueno se venia.

Subieron al avión, les toco en Primera Clase sin embargo fue un viaje corto ya que tenían que volar al aeropuerto de la Cd. De Mexico para poder tomar el vuelo hasta Dallas. No paso nada más, solo suaves abrazos y apretones de mano de Susana al subir y bajar el avión.

Otra vez en espera, en el Salón de Primera Clase, Enrique moría que Susana fuera al baño, en su mente había quedado el baño de hace unas dos horas y las palabras de ella.

Susana tenía otros planes, se tomo dos tequilas al hilo y se compro unas revistas, algo estaba tramando aunque no sabia si se atrevería o si podría. ¿Que seria?, solo ella sabia. Sin que se diera cuenta Enrique fue al baño, su bolsa era una bolsa mediana de esas que se usan para viajar y llevar todos los papeles, entro delgada y salio un poco abultada, solo ella sabia que contenía.

Llego el momento de abordar, otra vez Primera Clase, ya era tarde y el avión se había retrasado 2 horas, salían a 11:30 PM en vez de las 9:30 PM. Era un viaje medianamente largo, 3 horas.

En Primera Clase había solo 12 asientos, les toco en los dos últimos en la parte izquierda. La Primera Clase separaba a la clase Turista con solo una cortina azul que estaba abierta por el momento.

La azafata les ofreció de tomar, Enrique pidió vino tinto y Susana también, tenia que mantener el fuego de los dos tequilas. Un rato después de despegar sirvieron la cena, nada extraordinario, crema de queso, estofado de carne y una gelatina.

Susana reía mucho y le decía a Enrique lo encantada que estaba que hubieran podido viajar ya tenían tiempo de no hacerlo, le toco la entrepierna y cerca de su mano sintió su dureza, había vuelto y la risa de Susana y su boca mordiendo el labio tenia mucho que ver.

La azafata se llamaba Rocio, era amable y los atendía de lo mejor, además pensaba que como eran pocos pasajeros podría descansar en el viaje si les servia rápido, había sido un viaje largo desde la mañana.

En Primera Clase solo iba una pareja y en Clase Turista solo 10 pasajeros casi todos al final del avión a excepción de una señora guapa de unos 46 años. Blanca se llamaba la señora e iba pensando en lo pronto que iba a ver a su hija que estudiaba en Dallas.

Susana pidió unas cobijas a Rocio para poder dormir, ya era tarde y su plan estaba en marcha. Dos cobijas y dos almohadas. Las puso sobre Enrique y los dos sentían que iban en el taxi de hace unos horas muy juntos los dos.

Se apagaron las luces, Rocio y Blanca pensaron que era el momento de descansar pero no tenían idea de lo que les esperaba.

Luces apagadas, Enrique pensando en llegar a cogerse a su mujer en el hotel y Susana empezando a comerse a Enrique en el avión.

Susana paso su mano sobre la pierna de Enrique y empezó a recorrerlo como pasos de hormiguita de la rodilla al centro, Enrique ahora era el nervioso, nunca su mujer había hecho algo así, y mas en un avión, sin embargo la excitación hizo que su pene reaccionara y sus testículos se movieran empezó sin saberlo a tener una erección enorme, dura, fuerte como a Susana le gustan.

Le dijo Susana al oído, ahora te la voy a comer muero de ganas de hacerlo, no sabes lo que desencadenaste en mi desde el baño de Guadalajara he ido preparando mi plan paso a paso.

Le empezó a sobar por arriba del pantalón, el trato de tocarle las piernas pero ella le dio un manazo, le dijo espera me toca primero ya tendrás tiempo.

Le desabrocho el pantalón, el se aferro al descansabrazos, su mujer si que sabia apretar y sobar un pene, lo sobaba de arriba abajo, sopesaba sus testículos, los pellizcaba, que delicia era tener una mujer así con tamañas sorpresas. El ya lo tenía totalmente afuera solo tapado por la cobija. Veía la cara de su mujer que sonreía con inmensa lujuria.

Blanca estaba dormida, de repente oyó unos quejidos aunque pensó que no era nada, la cortina que separaba Primera Clase y Turista estaba puesta y solo pudo ver por un pedazo de la cortina las cabezas de Enrique y Susana pero no imagino nada. Volvió a dormir.

Ahora si papacito tócame que muero de ganas de tener tus dedos maravillosos en mi concha, Enrique abrió los ojos y metió su mano debajo de la falda de Susana, no tenia bragas no sabia cuando se las había quitado pero le encantaba. Su mano derecha oprimía su vulva con su palma y con los dedos hacia arriba los oprimía hacia su palma, estaba atrapada en una húmeda trampa. Ella gemía por el placer que daba y el que recibía, el apretaba la boca por que quería gritar.

Con su mano izquierda toco sus senos, que senos, no traía sosten, segundo misterio de la noche, donde andaba. Los toco suave y firme, los pezones de ella estaban apuntando al cielo además de ir en el cielo.

Rocio iba sentada al frente viendo hacia los asientos, su humedad también estaba cubierta por su propia mano, se había dado cuenta y había preferido callar, no podía dejar de participar a su manera. Susana volteo a verla y se le quedo viendo por unos segundos. Le sonrió y bajo a comérsela a su marido, que rico chupaba esta mujer, conocía a la perfección la verga de su marido, si su verga, así pensaba ella, es mía, solo mía y de nadie mas y hago con ella lo que quiera. Enrique estaba extasiado, de ver como Susana se retorcía al mover sus dedos dentro de ella y apretar sus pezones.

Igual que Susana volteo a ver si no los veían, no veía a Rocio pero cruzo mirada con Blanca, tenia la falda de pliegues un poco desacomodada y sus manos perdidas entre sus piernas, estaba gozando mas al ver que solo veía una cabeza e imaginaba donde estaba la otra y mas aun la lengua de la mujer que le acompañaba. Blanca le regreso la mirada cerrando suavemente los ojos, como diciendo gracias.

La primera en venirse fue Susana, los dedos de Enrique habían hecho maravillas, Enrique aguanto lo mas que pudo, la señal fueron los apretones y latidos en sus manos que estaban en su concha y los mordiscos de su mujer, sabia que se había venido aunque en esta ocasión pareció que fueron dos veces.

Susana se sintió de maravilla que rico era venirse y mamar la verga de su marido, le fascinaba sentir sus palpitaciones en su lengua y engrosarse cuando viene el gozo, sentir el paso con fuerza de su semen a través de aquel viejo conocido.

Si que le había hecho una faena, Enrique solo respiraba fuerte y ella se hecho para atrás del asiento. Volteo a ver a Rocio como buscando presumir su trofeo, Rocio no había quitado la vista ningún momento y descansaba con las piernas abiertas y la falda desabotonada y con leve sonrisa parecía que le diera la aprobación a Susana.

Blanca había tenido un orgasmo que hace mucho no tenia, ni siquiera me han tocado pero como he gozado. Se prometió a si misma al regresar con su marido probar nuevas cosas, quien sabe y les podría dar gozo a otros que los vieran. Eso le rondaba en la cabeza.

Todo estaba terminado, el avión empezaba a descender, Enrique con cara de preocupación veía su pantalón café claro, blanco, todo manchado, no traía mas para limpiarse, en esos momentos los hombres a veces no atinan que hacer. Susana lo volteo a ver con ternura, no te preocupes, le dijo y lo limpio con la cobija. Esa cobija había quedado de recuerdo en el avión.

Todos acomodaron ropas y bajaron a la aduana. Rocio se despidió de Susana con una descarada sonrisa y de Enrique viéndolo a la cintura, le dijo, espero no se haya manchado demasiado.

Enrique siguió caminando pensando, seguía ido y Susana con un porte de triunfadora con las bragas y el sostén en la bolsa. Blanca hizo fila detrás de ellos en la Aduana, Enrique sentía que lo desnudaba, no era como deseo de el si no de lo que había visto. Al estar con el oficial de Aduana, Enrique volteo a ver a Blanca que esperaba en la fila, tenia su mirada en su entrepierna, la subió y le sonrió amable. No entendía, ya había perdido su dureza en la larga faena de todo el día.

La historia apenas comienza con un principio feliz para todos.

Rocio llega a casa a bañarse y ponerse guapa para ver a su amado.

Blanca, lleva en la cabezas ideas a preparar para su regreso con el marido y por que no visitar una Sexshop en Dallas a ver que encuentra cuando su hija este en la escuela,

Susana y Enrique, ríen en el carro rentado, recordando lo que sucedió y viéndose terrible mancha blanca en el pantalón como si le hubieran hechado un bote de pintura, al parecer las muestras de deseo tienen caducidad son transparentes en el momento pero al secar se vuelven blancas. Rocio y Blanca no solo imaginaban vieron la prueba del evento al verle el zipper coloreado.

Todos empezaron de nuevo la historia y todos esperan que sea mejor que las ultimas 12 horas.

Diantre Julio 31 del 2006