Un viaje de vacaciones - 2

Una joven empleada de una biblioteca de vacaciones en Africa

UN VIAJE DE VACACIONES – 2

Cuando desperté, me encontraba en una estancia, atada a una pared con unas cadenas en los pies y en el cuello, pedí auxilio, pero a mis gritos nadie acudía, no sé cuánto tiempo llevaba en esa postura y en ese lugar, es eso una puerta de hierro se abrió y tras ella aparecieron dos hombres, se acercaron a mi sin decir nada, les pedía llorando que me soltaran que yo no les había hecho nada, ellos no hicieron caso a mis suplicas y se pusieron a hablar entre ellos.

En eso, uno se acerco a mí, me cogió la cara y me abrió la boca, como si fuese una yegua para verme los dientes, después me apretó mis pechos, comprobando que eran naturales y de buen tamaño, seguidamente, se dirigió a mis caderas y puso sus manos sobre ellas como midiendo las mismas, a continuación algo le dijo al otro hombre y que por los gestos comprendí de que no estaba de acuerdo y los dos se marcharon.

Al cabo de un buen rato, se volvió a abrir la puerta, y volvieron a aparecer dos hombres, uno de ellos era uno de los que ya había estado, esa vez se pusieron a hablar en francés, yo les entendía algo, el nuevo visitante se me acerco y me manoseo como el anterior, en eso se dio la vuelta hacia mí y de un tirón desgarro mi ropa, dejándome de cintura para arriba desnuda, yo grite pero la única respuesta que obtuve fue una bofetada, me agarro por mis pechos y me los apretó, los peso, poniendo sus manos bajo ellos, apretó mis pezones hasta hacerme daño, luego, de un solo golpe me arranco el resto del vestido, dejándome completamente desnuda, me manoseo las piernas, el vientre, se fijo que mi pubis tenía una buena mata de pelo rojizo, lo cogió y me arranco de un tirón un buen montón de pelos, el grito que di se debió oír a varios kilómetros, en eso me fije en sus ojos, eran negros como el carbón pero demostraban odio, se acerco a mi casi estábamos pegados y en eso mientras su mano izquierda apretaba uno de mi pechos, su mano derecha la metía en mi sexo con el fin de comprobar si era virgen o no, cuando se separo lo primero que hice fue escupirle en la cara y decirle.

-          Negro asqueroso, ojala te mueras y ardas en el infierno.

La respuesta que obtuve fue una tremenda bofetada, que me partió el labio al mismo tiempo que me decía.

-          Tu, mujer blanca y todos los blancos, habéis masacrados a mis hermanos negros, los secuestrasteis y los llevasteis a América, donde los vendisteis como esclavos, maltratándolos ultrajando a nuestras mujeres como si fuésemos ganado, separando familias, y vendiéndolos, ha llegado la hora de la venganza, te voy hacer lo que les hicisteis a mis antepasados, desde este momento eres mi esclava y harás lo que yo te mande, tienes buenas caderas y me darás muchos hijos esclavos, tus tetas son grandes y producirán mucha leche para alimentarlos.

En eso dirigiéndose al otro hombre que lo había llevado le dijo.

-          Toma el dinero acordado, que la marquen, y que le afeiten el coño, ponle una túnica y mañana mandare a buscarla, ya en mi casa mis esposas se encargaran de enseñarle sus obligaciones.

Me habían vendido como una esclava, cuál sería mi futuro, por mi mente ya no recuerdo lo que paso, pero una cosa sí que es cierta, me puse a rezar todo lo que sabía, cuando oí que me iban a marcar, de inmediato me apareció en mi mente un hierro al rojo que me lo aplicarían sabe dio donde, el miedo que me entro fue tal que me orine encima.

Habían pasado unas horas cuando entro un hombre en aquel cuarto, me soltó las piernas de las cadenas que tenia, pero me las ato a otras que tenía en la pared las cuales estaban tan separadas que me obligaban a tener las piernas completamente abiertas, en eso se acerco y me dijo que me estuviese lo mas quieta posible ya que me iba a afeitar el pubis y toda la zona del sexo, según lo había ordenado mi amo.

De una pequeña caja, saco una pastilla de jabón y una navaja barbera, al ver aquella navaja, me entro tal pánico que me desmalle, cuando me desperté fue porque me tiraron un cubo de agua por encima, no podía verme, pero notaba una picazón en mi sexo y en diversas partes de la cara, en eso me dijo.

-          Aprovechando que estabas desmallada, y después de afeitarte te hemos marcado, te perforamos las orejas en varios puntos y te pusimos unos aros con la señal de tu amo, también te perforamos la nariz, los óvulos nasales y el tabique y te colocamos los distintivos de tu amo, ahora te voy a soltar y te pondrás esta túnica para llevarte a la casa de tu amo donde trabajaras y le darás muchos hijos esclavos.

En eso, me soltó y me alcanzo una túnica, al ponérmela pase las manos sobre mi cara, pude comprobar que en la nariz tenía un aro en el tabique que me llegaba hasta la comisura de los labios y otros más pequeños en los estemos de los orificios nasales, como si fuesen pendientes, en las orejas, me las habían perforada cuatro veces en cada una todo a lo largo de las mismas y de cada una estaba enganchado un pendiente de distintos colores, unos más cortos y otros más largos, no me encontré ningún otro adorno, aquello que temía de que me marcarían con un hierro no se efectuó, pero según las barbaridades que me habían hecho no estaba libre de que en cualquier momento me lo hiciesen. El pelo no me lo habían tocado, tras ponerme aquella túnica, me dieron de comer una papilla a base de arroz, mijo y leche, debieron de ponerle algo, ya que a los pocos minutos caí en un sopor que me hizo dormir.

Cuando desperté, estaba en otra habitación, con otras mujeres pero esas eran negras, también tenían las mismas perforaciones, vestían una túnica similar, el pelo, unas lo tenían rapado, les habían afeitado la cabeza, otras tenían el pelo embadurnado con una mezcla de barro color ocre, otras tenían unas trenzas muy diminutas que le cubrían toda la cabeza, había una que estaba embarazada. Al verlas, me asuste, me arrincone en una esquina sobre una colchoneta que serbia de cama, había una para cada una, en eso, entro una mujer y me mando salir.

Al parecer era una de las esposas del que me había comprado, cogiéndome de la mano me llevo a la casa. Era una casa con muchas comodidades, tenia amplios salones una cocina, primitiva donde se hacia la comida para el amo y su familia y otra más pequeña para la servidumbre, en el salón estaba el hombre que me había comprado, me pusieron delante de él y me dijo.

-          A partir de ahora, tendrás que obedecer a mis esposas, que son, Bineka, Dangara, Fatou, y Leke. Mi nombre es Lembani, no podrás hablarnos si no te damos autorización, y siempre nos trataras de amo o ama, si desobedeces, serás castigada con 10 latigazos la primera vez, 20 la segunda y así se irá aumentando, Bineka te dará la ropa necesaria para los días que seas impura. De momento trabajaras en la casa aprendiendo nuestras costumbres, debajo de la túnica no podrás llevar ninguna otra ropa, Dangana te hará un peinado especial, me gusta el color de tu pelo. Entendiste?

-          Pero lo que esta haciendo conmigo no puede hacerlo, está prohibido es un delito.

-          Aquí la ley soy yo y se hace lo que yo diga, si quieres vivir obedece.

Todas esas palabras me las dijo a tan solo un palmo de mi cuerpo, cuando termino me dio una bofetada que me tiro al suelo, cuando me levante estaba sangrando por la boca y la nariz.

Leke, me empujo hacia la cocina, con el fin de evitar que me moliese a palos, me indico lo que tenía que hacer en la cocina y humildemente la obedecí.

El resto del día, lo pase trabajando en la cocina, por la ventana veía que las otras mujeres que compartían el dormitorio, por llamarlo de alguna manera, estaban haciendo labores del campo, recogiendo leña, ordeñando bacas lavando ropa y alguna cuidando a niños que no sabía si eran de ellas y quien era el padre, pues hasta el momento el único hombre que había visto era Lembani.

Al anochecer, me mandaron retirarme al galpón que serbia de dormitorio, ya estábamos casi dormidas cuando apareció Lembani, todas nos asustamos, empezó a vernos a todas y en eso se dirigió a una de las mujeres y cogiéndola de la muñeca se la llevo. Me supuse que era la de turno, luego en el silencio de la noche, una de las mujeres me explico que todas las noches venia a recoger a una de las esclavas y que pasaba la noche con ella para dejarla embarazada, que después cuando nacieran los hijos los vendía como esclavos a otras tribus y que cuando las mujeres ya no podían quedar preñadas, también las vendía y compraba otras, me dijo que ella había tenido dos hijos y después de destetarlos los vendió, a las niñas no las vende se las da a sus esposas para que las eduquen bien y después cuando son mayores las vende a los hombres del norte.

Todo aquello que me conto, me dio a entender de que había caído en manos de un tratante de esclavos, que se dedicaba a surtir a los burdeles del país y de otros de mujeres para ejercer la prostitución forzosa era un proxeneta.