Un viaje alucinante -2-

¿Fuiste alguna vez en un Seat 600 por una carretera de adoquines? si no fuiste te diré lo que es. Es un continuo traca traca, traca traca, traca traca, traca traca, y ese traca traca lo hacía mi verga en el chocho de mi madre.

En la mitad del viaje, más o menos, mi padre detuvo el coche en el arcén. De conducir sabía lo justo, "para suerte nuestra", ya que para detenerlo pegó un frenazo y mi verga se clavó hasta el fondo en el chocho de mi madre, que soltó un gemido. Mi padre seguía disfrutando.

-¿Te asustaste, fea durmiente? No haberte quedado dormida. Vamos a refrescar la garganta, Pedro.

La luna estaba en cuarto creciente y  aparecía de vez en cuando entre las nubes. La farola más cercana estaría a unos 100 metros. Bajaron del Seat 600. Mi padre abrío el maletero, que estaba en la parte delantera, lo que nos ocultó a su vista y a la de Pedro, y aunque no nos ocultara estábamos casi a oscuras y no nos podían ver. Le oímos decir a mi padre:

-A ver si te gusta este blanco del país, Pedro.

Mi madre me cogió las manos y las llevó a sus grandes tetas. Giró la cabeza y me besó. Fue un beso rápido pero su lengua me supo a gloria. Comenzó a mover el culo como si fuera un remolino. Unos segundos más tarde sentí de nuevo como su chocho se cerraba, apretaba mi verga, se abría y soltaba flujo...  Los gemidos de mi madre eran casi imperceptibles. Sonaron tan dulces en mis oídos que, apretando sus tetas, la volví a llenar de leche. Al acabar de corrernos,  se levantó y me volvió a besar, esta vez sin lengua. Quitó mi polla del chocho. Con el trapo viejo que le había  dado Pedro, limpió la leche y el fujo de su almeja, de mi pantalón y de mis calzoncillos, en los que había una charca de semen y de  flujo vaginal, y después, metiendo mi verga dentro de su chocho, se sentó en mi regazo, y me dijo:

-Cuando lleguemos a Segovia y bajes del coche saca la camisa por fuera para tapar el lamparón.

-Sí, madre.

Mi padre y Pedro, a morro, ya se habían chupado el vino,. Mi padre cerró la puerta del maletero. Tocaba mear. Los muy cerdos, meando de espaldas al coche, se quisieron hacer los graciosos. Dijo mi padre:

-El español su meada controla.

Pedro lo siguió.

-Por eso la polla española nunca mea sola.

-Y si mea sola es la de un chepudo.

-De un chepudo que no es español.

-Y si es español.

-Es un cornudo.

Levantaron el brazo derecho y saludaron.

-¡¡Arriba España!!

-¡¡Viva Franco!!

-¡¡Viva!!

¡Payasos! Ya le tenia tantas ganas al borrachín de Pedro como a mi padre.

Siguieron los baches y siguió soltando flujo el chocho de mi madre y aguadilla mi verga. Estábamos en la gloria. Deseábamos que no se acabase aquel viaje alucinante.

Llegamos a Segovia y nos esperaba una sorpresa, ¿Fuiste alguna vez en un Seat 600 por una carretera de adoquines? Si no fiuiste te diré lo que és. Es un continuo traca traca, traca traca, traca traca, traca traca y ese traca traca lo hacía mi verga en el chocho de mi madre. No agunté ni un minuto en correrme... Mi madre también se iba a correr. Cogió el trapo viejo. Estaba mojado de fujo y semen,  pero lo tuvo que poner en la boca. Vió que aún así iba a gritar. Metió dos dedos en la garganta... Sentí como su chocho se cerraba y apretaba mi verga. Al tiempo que enpezó a correrse y soltar flujo, vomitó. Sus gemidos los sustituyó el vómito. Su corrida fue inmensa. La contracciones de su chocho fueron innumerables. Mi padre, el muy cabrón, en vez de preocuparse por mi madre, disfrutaba. Me miró y me preguntó:

-¿Estás bien, cabronazo?

-Si.

-¡Bien bañado de vómito, hijo puta!

Pedro, le preguntó:

-¿Qué te pasa con tu hijo?

-Que me faltó al respeto.

-Pues bien bañado está, pero abramos las ventanillas que aquí apesta.

-¡Qué se jodan!

-¿Y nosotros?

-Vale, pero sólo un poquito.

Abrieron las ventanillas. Enseguida saldría el olor.

Mi madre, al tomar aliento, me dijo:

-Lo siento, hijo, me mareé.

-Mejor fuera que dentro, madre, mejor fuera que dentro.

Mi madre ya estaba desatada.

-Pues yo la prefiero dentro, hijo. -apretó su culo contra mí- Muy dentro.

Preguntando íbamos llegar a la casa que heredara mi padre, pero antes mi madre volvió a hacer el truco de la orquilla... Le subí las bragas y guardé la verga... Al  llegar despertamos a mi hermano y a mis hermanas. Me bajé del coche y saqué la camisa por fuera del pantalón, aunque no hacía falta, el lamparón de mi pantalón, podía ser de las flemas del vómito de mi madre. La casa era de dos plantas. A mi madre no le dio tiempo a ver más que la entrada y la cocina, ya que le dijo mi padre:

-¡Coge agua y jabón y vete a limpiar el vómito de mi coche!

Era su coche. Todo era suyo. Mi madre le dijo:

-Antes me voy a cambiar que apesto. Trae la maleta.

Mi madre también le pertenecía.

-¡Tira para fuera, limpia el coche y trae la maleta cuando acabes, puta!

Mi madre se resignó, pero se la volvió a echar.

-Para un vez que tienes razón...

-¡¿En qué?!

Era en lo de puta, pero le dijo:

-En nada. Voy a limpiar el coche.

Ese día mi padre y Pedro cogieron una borrachera de campeonato. Mi madre y yo nos mirábamos y nos sonreíamos. Estábamos deseando estar a solas para dar amor de hijo, amor maternal, para darnos amor. El momento iba a llegar. Fue al día siguiente. Mi padre le dijo a mi hermano y a mis hermanas:

-Nos vamos a ver el Acueducto de Segovia.

Mi hermano y mis hermanas saltaban de contentos.

Mi madre le dijo.

-Debe ser muy bonito. Lo hicieron los romanos.

-Tú y tu hijo no venís. Queremos ir cómodos.

Mi madre se calló, no fuera que cambiase de idea. Se fueron. Al sentir arrancar el coche,  mi madre se acercó a mí. Rodeó mi cuello con sus brazos. Me miró a los ojos y me besó. Aquel beso estremeció nuestros cuerpos, un estremecimiento de esos que te hacen sentir en el paraíso. Mi verga se puso dura al tener su lengua en mi boca y sus tetas pegadas a mi cuerpo. Mi madre bajó una mano y acarició mi verga por encima del pantalón. Yo subí su vestido y le metí una mano dentro de las bragas. Su chocho estaba mojado. Me dijo:

-Mete dos dedos dentro, hijo.

Se los metí.

-Hasta el fondo, y para dentro y para fuera, sin parar.

Comencé a masturbar a mi madre, sin saber que lo hacía. Ella sacó mi verga y la meneó mientras me besaba. Al rato, dejó de besarme con lengua, me dió un pico en los labios, y me dijo:

-Vamos a tu habitacuón.

Le saqué los dedos del chocho. Estaban mojados con su jugo. Mi madre me cogió la mano y chupó el flujo de los dedos. Le pregunté:

-¿Te gusta?

-Sí, le cogí el gusto estos tres años que tu padre no me atendió.

No la entendí. Ahora sí sé lo que me habia dicho, que llevaba tres años matándose a pajas.

Al llegar a la habitación se quitó el vestido, el sujetador, las bragas y las zapatillas. Vi sus grandes tetas, con sus negras areolas y sus pezones de punta... Vi su chocho rodeado de una gran mata de pelo negro y creí que estaba soñando. ¡Mi madre, desnuda, era preciosa! Se echó sobre la cama, Abrió las piernas, y me preguntó:

-¿Quieres saber como sabe mi jugo?

-Sí.

-Desnúdate. Ven y pruébalo.

Me desnudé, me metí entre las piermas de mi madre y le pasé la lengua por los labios del chocho.

-Mete tu lengua en el agujero para saborearlo bien, y coge mis tetas.

Cogí sus tetas. Le metí la lengua en el agujero y mi madre gimió: "¡¡Aaaaaaaaay!!" Me gustó tanto  lo que oí que le meti y saqué la lengua en el chocho unas cincuenta veces, o más. Mi madre ya estaba  como una moto, cuando me dijo:

-De abajo arriba, hijo, pásame la lengua de abajo arriba. ¡Y aprieta mis pezones!

Hice lo que me dijo.

-¡¡Más rápidó, más rápido, más más más¡¡ ¡Méteme la lengua dentro! ¡¡ ¡Me corro, hijo, me corro!!!

Esta vez su chocho, se cerraba sobre mi lengua, apretaba, se abría y le daba su flujo. Yo, al abrirse, le metía mi lengua dentro del chocho todo lo que podía, y el chocho me la volvía sacar al cerrarse y apretarla...

Mi polla latía una cosa mala al sentir lo que hacía su chocho con mi lengua, sintiendo los gemidos de mi madre y viendo como su cuerpo se sacudía.

Cuando mi madre se acabó de correr tenía una cara de felicidad como nuca le había visto.

Poco después de correrse, cogió mi verga con una mano, y  se la metió en la boca. Como era la primera mamada que me hacían, no aguanté nada. La avisé de lo inminente.

-Mamá, quítala de la boca que me voy a correr.

Me respondió:

-Sería un pecado quitarla, hijo.

Sentir como subía la leche por mi canalillo, como salía a chorros de mi capullo para acabar en la boca de mi madre y como tragaba y chupaba  para sacar más y más y más leche, me produjo un placer indescriptible. Fue un placer tan grande que ninguna otra mujer igualaría el gozo que me dio mi madre.

Nos quedamos echados boca arriba. Mi madre no soltó mi verga. La seguía meneando. Cinco o seis mimutos más tarde ya la pusiera dura. Subió encima de mi y me dijo:

-Quedaté quieto y deja que haga mamá.

Me besó y me folló muy despacito. Me dio las tetas a chupar. Así estuvo un cuarto de hora, o más. Luego, la sacó, acarició el ojete con el capullo empapado y después se lo fue metiendo. Iba por la mitad y me corrí en su culo. Me siguió follando hasta que sintió que se me puso dura de nuevo,. La quitó. La limpió con la sábana, se la metió en el chocho y me folló a toda pastillal, hasta que se detuvo, me miró a los ojos. y me dijo:

-Nunca tu padre me hizo, me hizo, ¡¡¡¡Oooooooooooooh!!!

Se derumbó sobre mí  y su chocho volvió con su angelicales contracciones... Cierra, aprieta verga,  abre y expulsa flujo, cierra, aprieta verga, abre y expulsa flujo, cierra, aprieta verga, abre y expulsa flujo...

Al acabar de correrse, sacó la polla y me hizo otra mamada hasta que le di a mi madre lo que buscaba, mi leche, espesa y calentita.

No quisimos arriesgar y lo dejamos.

Y suerte tuvimos, ya que a los 10 minutos llegaba mi padre con mi hermano, mis hermanas y Pedro. Venía enfadado. Se sentó en una silla de la cocina,  y dijo:

-¡¡Putas carreteras de mierda!!

Mi madre le preguntó:

-¿Qué te pasó?

-Que se le pinchó una rueda al coche.

-Pensé que fuera algo peor.

-¿Cómo qué?

-Un accidente.

-¡Un accidente lo vas a tener tú!

Levantó la mano. Yo, que estaba detrás de él,  se la agarré. Se giró y me dijo, sonriendo:

-Llevo esperando este momento desde que te pasaste de la raya. Hoy  no estoy borracho.

Me puse gallito.

-Ni yo tengo 15 años.

Quiso darme. Le metí una ostia en un ojo que no sé cuantras estrellas vería. Cayó al suelo como un fardo. Vi por el rabillo del ojo como Pedro  levantaba la mano para darme a traición. Me di la vuelta y con las ganas que le tenía le largué un puñetazo en el estómago con toda mi alma, se encogió,  le di otro en la cara que hizo que comiera el piso. Tenía a los dos en el suelo,  y les dije:

-Veamos quien tiene los cojones de levantarse primero.

Mi padre, que tanto presumía de valiente, era un cagado, y me dijo desde el suelo:

-Se acabó. No habrá más pelea. No le volveré a pegar a tu madre, pero tú te vas de casa.

-Mi madre, le dijo:

-Si él se va, yo me voy con él.

Al final, mi madre, mis hernanas, mi  hermano y yo, nos quedamos en Segovia.  Mi padre, con su dinero volvió a la casa de alquiler y a sus putas. En una cosa tenía razón mi padre, trabajo de zapatero había en todas partes, y como yo también era zapatero, acabé teniendo mi propia zapatería, y mi madre, mi madre sigue al frente del negocio.

Se agradecen los comentarios buenos y malos.

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