Un verano sorprendente 6 –frentes abiertos-

Disculpad el retraso en de esta nueva entrega. Os sugiero releer los anteriores para retomar el hilo. Andrés sigue con una vida sexual muy activa pero, se le están abriendo nuevos frentes que le van a complicar las cosas. Deberá equilibrar sexo e inteligencia

UN VERANO SORPRENDENTE 6 –FRENTES ABIERTOS-

Nota del autor: Creo conveniente, cuanto menos, pediros disculpas a aquellos que estabais siguiendo este relato por la tardanza en entregar la continuación. Motivos personales me lo han hecho muy complicado, pero espero que haya valido la pena. Gracias.

Dejamos a las dos “ninfas” y nos fuimos a casa de Mónica; nos hacía falta una ducha casi tanto como reflexionar y hablar sobre todo lo acontecido en los últimos días.

Tras asearnos nos sentamos en unos cómodos sillones en casa de mi amiga, y nos quedamos durante largo rato en silencio. Fue ella quién lo rompió.

-         Andrés, ¿no crees que todo esto se nos ha ido de las manos?

Pensé bien mi respuesta, consciente de que las implicaciones personales y emocionales no eran las mismas para ella que para mí, pero finalmente les respondí –no está en mi naturaleza el dar la callada por respuesta-

-         Mira Mónica, para serte muy sincero, no me arrepiento absolutamente de nada de lo que ha ocurrido estos días, de nada. Le he disfrutado mucho y, además, pienso que hemos actuado correctamente. También me hago a la idea de que tú lo puedes ver de una manera totalmente distinta…

-         No Andrés, estoy de acuerdo contigo pero, por una parte no me preocupa lo que he hecho; es más sexualmente me siento más realizada que nunca, pero me da miedo lo que puedo pasar de ahora en adelante con la relación con Claudia, y sobre todo, lo que más miedo me da es lo que estoy empezando a sentir por ti…

Esto sí que no me lo esperaba. Creía que el mayor problema para Mónica era la situación y la relación que se estaba dando con su hija pero, por lo visto, le preocupaba más nuestra reciente…como llamarla…¿complicidad?

-         Realmente me siento muy halagado, casi abrumado con lo que me dices, pero ahora mismo no sé que decirte…y no quisiera que me malinterpretases…

-         Lo sé, lo sé, ya me has explicado todo lo que has pasado y que, como decirlo,,,estás volviendo de nuevo a disfrutar de la vida, y no tengo derecho a pedirte nada, pero no puedo evitar esto que me está pasando contigo…

La miré fijamente a los ojos, me acerqué lentamente y la besé despacio, casi con ternura. Luego acaricié su bonito rostro con mis dos manos como quién toca un delicado y bello cristal, y en ese momento dos lágrimas rodaron por las mejillas de mi compañera. No quería que nadie sufriera con todo esto; me levanté lentamente y Mónica entendió perfectamente mi gesto, me acompañó hasta la salida de su casa, me despedí con una mirada, y me marché, con la mente dividida entre el gran disfrute de estos días, y la sensación de culpabilidad por la posibilidad de causarle algún tipo de dolor a ella. Pero ciertamente, lo que prevalecía en mi era la sensación de volver sentirme vivo. Esa sensación se agitaba dentro de mí intensamente y se imponía por encima de cualquier otra.

No tuve ninguna noticia de ninguna de las tres mujeres hasta el lunes en que me encontré a Mónica en el trabajo. Coincidimos delante de compañeros y nuestro saludo fue de lo más normal. No fue hasta la hora de comer cuando ella se acercó a preguntarme si iba a bajar a comer; le dije que no, que tenía faena atrasada y comería un bocadillo rápido. Le pregunté si había alguna novedad respecto a Claudia y Raquel y me dijo que todo estaba “inquietantemente tranquilo”. Me encogí de hombros por toda respuesta y ya se disponía a salir de mi despacho pero, paró en seco se dio media vuelta y acercándose rápidamente a mí me dio un delicado beso en los labios, me dedicó una cálida sonrisa y salió. Bueno, por lo menos no me presionaba y parecía que todo estaba bien.

Tras ese pequeño gesto decidí hacer un alto y saqué mi móvil para encargar que me subieran un bocadillo, cogí mi cartera para preparar el importe y, al abrirla, calló de su interior una servilleta de papel, que permanecía doblada, con el teléfono de Mireia, la voyeur del lavabo del restaurante. No me lo pensé, marqué el número y esperé a que descolgaran, lo hizo al tercer tono:

-         Sí, dígame…

-         hola, ¿puedo hablar con Mireia, por favor?

-         ¿de parte de quién…?

-         Tal vez no recuerdas mi nombre, pero coincidimos en un restaurante este sábado, concretamente en los servicios…

Se hizo un silencio de unos segundos y esperé pacientemente a la resolución.

-         Un momento por favor, que estoy en medio de una comida y no tengo aquí el catálogo, un segundo que voy a buscarlo…

Escuché como se disculpaba cortésmente y entendí que estaba alejándose del resto de personas para poder hablar con mayor libertad, mientras escuchaba sus tacones con pasos firmes subiendo unos escalones. Los pasos pararon y se escuchó una puerta cerrarse. Mi interlocutora me habló entonces con voz melosa e insinuante

-         Hola guapo…que agradable sorpresa…

-         Hola Mireia, veo que me recuerdas

-         Como olvidarte…pasé un buen momento pero me quedé con ganas de más…

-         ¿Y qué te apetece?

-         Estoy a tu entera disposición…

-         Ten cuidado que te puedo tomar la propuesta al pie de la letra

-         Eso espero…

Dado que era evidente que ella iba a saco, decidí no cortarme y entrar a matar; estaba claro que la suma de las circunstancias en que nos conocimos, más lo vivido entre nosotros, derribaba innecesarias barreras que, de otra manera, serían difíciles de salvar en tan corto tiempo en este mundo tan coartado por los convencionalismos sociales

-         la verdad es que tengo curiosidad por verte completamente desnuda y ver lo puta que puedes llegar a ser…

-         todo lo puta que tú quieras, seré una auténtica zorra para ti

-         bien, entonces solamente queda elegir lugar, hora y armas…

-         preferiría que fuera en tu casa, guapo y solos esta vez, si puede ser…por cierto ¿cómo te llamas?

-         Andrés, me llamo Andrés, pero para ti “mi señor” o “mi amo”, ¿queda claro zorra?

-         Uuuufff, no me hables así que me pongo muy cachonda…

-         Pues tienes prohibido tocarte hasta que nos veamos, ni siquiera rozarte con la más mínima intención de provocarte placer o alivio, ¿queda claro?

-         Si…mi amo

-         Está bien, te enviaré ubicación, día y hora

-         Gracias mi amo, espero ansiosa

-         Adiós

Y colgué. Estaba entre divertido y cachondo tras la conversación. Desde luego era una oportunidad que no iba a dejar pasar, pero aún tenía que pensarme bien la jugada. De momento estaba en modo “on” y lista para utilizarse.

No acababa de colgar cuando me llegó un whatsapp de Mónica, y al verlo se dibujó una sonrisa en mi rostro - se te acumula la faena chaval- pensé. Si, me recordó a tiempos pasados, cuando disfrutaba tanto de la vida y del sexo…y parece que ahora estaba entrando en una racha excelente. Volví al momento presente y leí el mensaje:

“ Buenas tardes de nuevo. Estoy pensando en ti…y en lo que te haría y lo que te dejaría hacerme…uuummm”

Joder, desde luego sabía jugar sus cartas esta mujer. Pero enseguida me vino a la mente la última conversación en su casa, y una sombra cambió mi semblante. A lo largo de mi vida he conocido muchos tipos de personas y, realmente, hay algunas que se merecen todo lo malo que les pueda pasar, otras que juegan a aprovechar el momento y exprimirlo y, de paso si pueden a ti, y lo hacen sin la menor compasión o remordimiento pero, desde luego, ese no me parecía el caso de Mónica y me sabía mal poderle producir cualquier clase de daño. Por otro lado mi mente se llenaba de imágenes de lo vivido recientemente con ella y de nuevo el deseo me decía que debía volver a tenerla…Le respondí con un escueto “hasta pronto, preciosa” y envié el mensaje

El día pasó sin más novedades salvo las laborales, e igual el siguiente, salvo alguna mirada o media sonrisa cruzada con máxima discreción entre Mónica y yo, todo ello mezclado con mis pensamientos haciendo planes para las vacaciones que disfrutaría en menos de dos semanas y en las que, por cierto, no tenía ni puñetera idea de qué hacer; hacía tanto tiempo que no disponía de tiempo ni solvencia económica, que estaba un tanto bloqueado a la hora de tomar la decisión, pero eso no creo que fuera ningún problema, ya te digo…para mí era un motivo más de alegría.

Fue el miércoles por la mañana, durante una reunión de equipo, cuando se produjo un acontecimiento que alteró la normalidad con que discurría el trabajo en la empresa. Estando en la sala de reuniones de la planta donde trabajaba con mi equipo, con todos presentes, me pareció observar que Eva, la tercera integrante femenina de mi equipo miraba con muy malas pulgas a Carlos, uno de los junior que se había incorporado aquel año y, también, me pareció observar que el correspondía a sus miradas con unas miradas no menos cargadas de mala leche y una sonrisa cínica. Decidí que cuando acabara la reunión les diría que se esperaran para hacer un comentario al respecto. No quería malos rollos en el equipo,  porque eso siempre acababa “salpicando” y creando  mal ambiente con el resto. Tras unos 45 minutos, dimos la reunión por finalizada y durante ese tiempo pude confirmar que algo sucedía entre ellos y no era nada bueno, y lo más preocupante es que les mantenía distraídos. Cuando todos se levantaban me apresuré a comentarles:

-         Por favor, Cristina y Carlos, si sois tan amables os podéis quedar un momento que me gustaría haceros un pequeño comentario…

Ambos me miraron con cara de circunstancias y no saber de que iba la cosa. Aguardé a que salieran todos y cerré la puerta.

-         Por favor, sentaros. – lo hicieron instantáneamente-

-         Desconozco los motivos y no quiero saberlos pero, es más que evidente que se ha producido algún tipo de digamos de ¿situación? entre vosotros que hace que estéis tensos y dispersos. Evidentemente vuestros temas personales no son de mi incumbencia, pero lo que si lo es y me parece más grave, es que os mantiene  poco concentrados, y ahí si que entro yo. Por lo tanto, es pido, por favor, que solucionéis esa cuestión cuanto antes por el bien de todos y del grupo. ¿de acuerdo?. Si alguno de vosotros dos queréis comentar algo ahora…- se mantuvo el silencio y sus caras circunspectas y serias – pues muy bien, si alguien necesita hablar ya sabéis donde está mi despacho, y ahora a trabajar y gracias por vuestro tiempo.

Salí de la sala y me dirigí a mi despacho a continuar con la montaña de trabajo que tenía para ese día. Comenté con Mónica algunos aspectos que me preocupaban de una operación que teníamos entre manos para un cliente, y después, como hubiera hecho al ser mi persona de confianza en el equipo le transmití mis inquietudes respecto a Cristina y Carlos. Su comentario me intranquilizó aún más:

-         Ten cuidado con esos dos, hace tiempo que están liados y él es un junior preparado, pero novato inestable, pero ella es una auténtica arpía…

¡Joder!, pensé y se grabó en mi mente, era un aviso para navegantes digno de tener en consideración. Y llegó a tiempo.

Bien avanzada la tarde, casi al final de la jornada, (aunque la mía solía ser siempre un poco más larga), me llegó un whatsapp de Mireia en el que me enviaba un video un corto video desde lo que parecía ser el gimnasio donde iba a entrenar, enfocaba hacia el espejo a muy corta distancia y se levantaba el top de deporte para mostrarme su pezón derecho, que pellizcaba y estiraba durante un par de segundos, para luego bajar el top precipitadamente y despedirme a través de su imagen en el espejo con un beso. ¡Joder!. Visioné el video varias veces, y me estaba poniendo como una moto

A los pocos minutos, cuando estaba pensando en finalizar el día llamaron a la puerta de mi oficina, toc, toc, toc

-         Adelante – era Cristina-

-         Buenas tardes Andrés

-         Hola Cristina, ¿en qué puedo ayudarte?

-         Verás, es sobre tu comentario de esta mañana…

-         Tú dirás…

-         Verás, es un poco complicado y me sentiría más cómoda si te lo pudiese explicar fuera de aquí, quiero decir fuera de la empresa, tomando algo tal vez…

Se me comenzaron a disparar todas las alarmas y decidí curarme en salud. Esto ya lo había vivido antes en el pasado. Distraídamente cogí mi móvil de nuevo, y fingiendo que miraba algún mensaje lo puse en modo grabación de voz y presioné el botón “on”

-         No veo porqué no podemos hablar aquí, si se trata de un tema que afecta a la empresa, este es el lugar idóneo para discutirlo

-         Ya pero es que si nos ve Carlos…

-         Si te va a hacer sentir más cómoda, Carlos salió hará ya unos 15 minutos

-         Bueno siendo así…

Y se sentó. Llegados a este punto creo que lo que corresponde es describir a Cristina. Es lo que coloquialmente describiría como una “tía buena”. Un metro setenta, figura estilizada y con curvas muy, muy proporcionadas, producto de una excelente genética, de ascendencia de Gran Canaria, figura diez esculpida por horas de gimnasio y un vestuario escogido con acierto. Cabello moreno largo y lacio, ojos marrones casi pardos, boca sensual y rasgos definidos pero muy femeninos, y tez delicadamente morena. En esta ocasión vestía casi totalmente de negro con unos pantalones de pinzas ajustados tipo “ejecutiva” con unas finas rayas verticales tipo diplomático, zapatos de tacón, blusa semi-transparente negra con todos los botones superiores abiertos, y debajo una camiseta negra de algodón fina, ajustada y con un discreto pero llamativo escote, dados los atributos de su portadora. Tenía una mirada felina, siempre mal disimulada detrás de una actitud de amabilidad forzada, un carácter sospechosamente servil, pero que para cualquier observador atento denotaba firmeza, inteligencia aguda y una ambición desmedida; estoy seguro que nos hubiera machacado a cualquiera de nosotros a la menor oportunidad, si eso hubiera beneficiado  su estatus en la empresa en la menor medida. A sus treinta y un años llevaba una carrera más que prometedora dentro de la firma.

Una vez marcado el territorio por mi parte, me dispuse a escucharla con atención:

-         Bien, tú dirás

-         Verás Andrés, últimamente me siento muy presionada por Carlos…es cierto que durante un corto periodo nos hemos llevado digamos que “muy bien”, pero ahora me persigue a todas horas y bueno, como decirte, me siento acosada

Todo esto me lo explicaba con una gravedad y una seriedad tremendamente muy marcada. No quería tomarme a la ligera una acusación tan grave, pero debía valorar cuidadosamente las repercusiones; si esto era cierto supondría el despido fulminante del atolondrado de Carlos, más las consecuencias de un posible juicio si se interponía denuncia pero, si todo esto era una invención o una exageración de Cristina, saldría perjudicado un inocente y beneficiada una mentirosa. Pero no tuve que pensar mucho, el siguiente movimiento de Cristina me sacó de dudas.

  • Pensaba que trabajabais muy bien en equipo, nadie se ha quejado de él hasta ahora…

Se levantó de su butaca frente a mi mesa, la rodeó por su lado izquierdo, y acercándose a mí me mostró la pantalla de su móvil con una foto de ella y Carlos muy acaramelados, en la que ella realizaba una foto a la imagen de ambos reflejada en un espejo de cuerpo entero, seguramente en casa de alguno de ellos, donde ella estaba en primera línea vestida únicamente con unas minúsculas braguitas de color negro y una camisa de caballero, (presumiblemente de él), totalmente abierta, que mostraba más que tapaba sus perfectos pechos, concretamente el izquierdo mostraba gran parte de la aureola de su pezón izquierdo, mientras el incauto la abrazaba desde atrás rodeando su perfecto y plano vientre, totalmente extasiado, y él, embelesado, besaba el cuello de Cristina.

-         ¿Te das cuenta?, pues así pretende que estemos todo el tiempo durante el horario de trabajo, ¡ya no puedo más!, tienes que hacer algo

Más allá de haberme enseñado una imagen, bastante sensual de su cuerpo en la intimidad, no me estaba mostrando ninguna prueba evidente de esa acusación, por lo que pasé a preguntarle directamente, no sin antes tragar saliva dado el contenido erótico de la imagen que me había mostrado y que, como no podía ser menos, me había golpeado directamente en la línea de flotación de la calentura

-         Vamos a ver Cristina, con esta imagen no podemos acreditar nada más allá de que habéis estado muy juntos y acaramelados, y que habéis mantenido o mantenéis una relación sentimental, por lo que ahora mismo es tu palabra contra la suya. ¿qué propones que haga concretamente?, es un tema muy grave y hay que actuar correctamente y con prudencia…

Nada más acabar de decir esto, Cristina, que no había retornado a la butaca, se me acercó más, se sentó tranquilamente junto a mí, a mi izquierda, sobre mi mesa de trabajo, cruzó una pierna sobre la otra, e inclinándose hacia mí habló con voz lenta y cálida

-         Vamos Andrés, si me ayudas con esto…te voy a estar, muy, muy, pero que muy agradecida…

Y me miró a los ojos intensamente, mientras me dedicaba una media sonrisa que se la hubiera levantado a un muerto. Su escote, al que no pude evitar echar una mirada rápida, me mostró el principio de sus senos y un bonito sujetador de fina seda y encaje de color negro, y su perfume comenzó a impregnar con fuerza todas las glándulas de mi pituitaria y ejercían un efecto de atracción muy fuerte. Hay que reconocer que era una hembra espectacular y sabía utilizar sus armas. La situación tenía su morbo, y comencé a notar el consabido cosquilleo en mis genitales. No puedo evitarlo, soy humano…

-         Mira Cristina, si quieres que tengamos una reunión en dirección tú, Carlos, la abogada de la empresa y yo, no tengo ningún problema. Allí podrás explicar todo lo que creas conveniente y dejar el tema solucionado, presentar la correspondiente denuncia o lo que decidas, pero no me pidas que me cargue a Carlos, así sin más. Piensa que también habrá que escucharle a él; tiene derecho a explicarse.

-         Pero, ¿de verdad vas a dejar pasar una oferta tan interesante…?

Seguía con su juego de seducción, y tuve que hacer un esfuerzo para mantenerme firme y no eliminar los 50 centímetros escasos que nos separaban, abrazarla y besar aquella suculenta boca. Por alguna razón tenía un interés especial en quitarse de en medio aquel peón del tablero y estaba jugando fuerte pero, su propia actitud delataba la falsedad de sus afirmaciones.

-         Voy a hacer como que esta parte de la conversación no ha tenido lugar, y la verdad es que preferiría que acabase aquí

Su expresión denotó claramente la contrariedad al ver que su plan no estaba surtiendo el efecto buscado, aunque yo creo que lo que más le dolía era el sentir el rechazo; supongo que no debía estar acostumbrada. Se irguió, se bajó de mi mesa, dio dos pasos hacia la puerta, se detuvo y con rabia contenida dijo

-         Vamos, ¿no me dirás que no te lo has pensado ni por un momento?...con lo que a ti te gustan las mujeres de esta empresa…

-         ¿Disculpa?, ¿se puede saber que estás diciendo?

Eso era cruzar otra línea más y no se lo iba a permitir. Se me estaban empezando a hinchar las…narices

-         Anda, anda, Andrés, ¿piensas que no sé lo tuyo con Mónica?, os ví a la salida del parking el otro día

Pensé -¡mierda!- , pero mantuve mi cara de póquer y le respondí con mi mejor sonrisa

-         No está bien que hagas esos comentarios tan mal intencionados pero, para saciar tu desmesurada curiosidad te diré que Mónica tuvo la amabilidad de acercarme a la estación de tren, yo me encontraba un tanto indispuesto. – decidí darle un poco de cancha para ver hasta donde estaba dispuesta a llegar- ¿y esto a qué viene?

-         Pues muy sencillo, supongo que te estás tirando a Mónica y…- la interrumpí-

-         Y claro, supones eso y has deducido que tenías una oportunidad para medrar en la empresa, ¿no es así?. Cristina, estás acabando con mi paciencia

-         Digamos que soy una mujer muy práctica y con ambiciones…

-         Pues yo creo que todo esto no te deja en muy buen lugar.

La miré muy duramente mientras, prácticamente, escupí estas últimas palabras con rabia apenas contenida. Me miró un tanto desconcertada durante un par de segundos, pero luego recompuso su gesto, y muy altiva salió de mi despacho mientras me decía con frialdad

-         Tú te lo pierdes.

Me acerqué a la puerta de mi despacho, la cerré y volví a escuchar la conversación. Se había grabado alto y claro. Bueno, tenía un as en la manga para defenderme de Cristina, llegado el caso.

Lo cierto es que después de rememorar la conversación y recordar los detalles, su imagen, su actitud, el tono insinuante de sus palabras, el perfume que aún flotaba en el ambiente, la imagen de la foto semidesnuda que me mostró en su móvil…todo esto me había elevado la temperatura y decidí que necesitaba una buena paja para descompresionar un poco la maquinaria de la lívido, también recordaba la caliente conversación con Mireia, tan dispuesta a satisfacerme…su recién recibido vídeo, y todo lo ocurrido con Mónica en los últimos días…esa tensión sexual me había elevado mucho la temperatura.

Mi despacho no era un buen lugar para hacerlo y los servicios me parecían demasiado fríos hoy, tal vez lo mejor fuese esperar a llegar a casa y deleitarme con todo ello…En eso estaba cavilando cuando sonaron un par de golpes en la puerta…

-         Adelante

Era Mónica. Hoy estaba realmente preciosa; lo cierto es que desde que comenzaron nuestros encuentros, (no me atrevo a llamarlo relación), estaba cada día más guapa, o tal vez se arreglaba más, o yo me fijaba más en ella, no lo sé…

-         ¿Tienes un minuto Andrés?

-         Si claro, siéntate, por favor

-         Verás no tengo muy claro la viabilidad de esta parte del proyecto que hay que presentar para el family office de los Ortega…

A partir de ese momento debo reconocer que la oía pero no la escuchaba y, sin darme cuenta comencé a observarla detalladamente sin prestar la debida atención. Llevaba el cabello recogido en una cola de caballo, perfectamente realizada, el maquillaje justo para realzar su belleza, y un vestido veraniego entallado de color crema en tonos pastel claro, que realzaba su figura, con cuello redondo anchos tirantes, y que acababa en una falda recta que llegaba justo por encima de sus rodillas; cuando se sentó esta se subió un poco más llegando hasta la mitad de sus muslos, en el momento en que cruzó una pierna sobre la otra en esa postura tan femenina.

Tras lo que a mí me parecieron un par de minutos me preguntó:

-         ¿Me estás escuchado?, te noto distraído…

Le respondí con otra pregunta

-         ¿Puedo mostrarte algo?

-         Si, claro

Cogí mi móvil, recuperé el archivo de audio con la grabación, le di al “play” y lo puse sobre la mesa. Mientras escuchaba el contenido, su expresión mutaba entre la sorpresa y el enfado, para luego volver a la sorpresa, mientras se removía inquieta en la silla. Cuando acabó la grabación recuperé mi teléfono de encima de la mesa y esperé su reacción; esta no se hizo esperar

-         ¡pero será guarra!¡será zorra y mal bicho!

-         Si, realmente es muy grave, es suficiente para despedirla, aunque claro no podemos dejar el tema de Carlos sin investigar y…

Me interrumpió furibunda

-         ¡Que coño Carlos ni que leches!, A esta lo que le pasa es que se ha imaginado que tú y yo estamos follando ¡y lo que le jode es que no es ella a la que te estás tirando!

-         Pero Mónica…

No dejaba de sorprenderme el fuerte carácter de la rubia, escondido tanto tiempo, aunque debo reconocer que me encantaba

-         ¡Ni pero ni nada!¡Que te lo digo yo, que estas cosas se saben!, claro como tú nunca te enteras de nada…sino mira que te pasó conmigo…

Me quedé sin palabras, y ya es raro que eso me ocurra. En eso tenía razón. Pero mi compañera no dejaba de hablar por los dos. Se la veía bastante cabreada

-         Mira Andrés, todo esto es la excusa para ponérsete a tiro, que te lo digo yo. Ahora que tú verás lo que haces. Seguro que te ha puesto caliente, claro que sí, la muy zorra está buena y lo sabe, ¿a que sí?,¿a que te la ha puesto bien dura?

-         A ver, Mónica, es evidente que está muy buena, pero yo no…

Ni me dejó terminar, se levantó de la butaca como una exhalación, se plantó frente a mí, se inclinó lo justo para llegar a girar mi asiento hacia ella y sin mediar palabra se arrodilló frente a mí, separó mis piernas sin ningún miramiento, y se abalanzó sobre el cinturón de mi pantalón, desabrochó el botón y bajó la cremallera con rapidez, y tiró con brusquedad de ellos y de mi bóxer, donde encontró a mi amigo en estado morcillón y con alguna gotita de líquido preseminal producido en la reciente erección. Lo observó un instante y me miró a los ojos con semblante serio como diciéndome: “lo sabía”. Acto seguido agarró mi rabo con su mano derecha, acercó su boca y lo engulló hasta la mitad sin ninguna contemplación. ¡Joder qué placer!, presionaba con sus labios mientras jugaba con su lengua pasándola por base, con lo que estaba consiguiendo el máximo tamaño y dureza en tiempo record. Dentro de lo que me permitió mi obnubilado entendimiento, dadas las circunstancias, la observé allí arrodillada, frente a mí, dándome placer, espoleada por los celos, mientras la luz del atardecer veraniego la bañaba por el ventanal que había junto a nosotros. Era una imagen cojonuda, -¡clic!, fotografía mental-

Siguió su tarea mirándome a los ojos siempre que le era posible, tragándose toda mi extensión y dejando escapar algún que otro gemido de excitación, mientras un río de saliva caía desde su boca por su barbilla hasta mis huevos; el placer y el morbo de este acto inesperado era demasiado para mí,  y para mi ya de por si recalentada lívido ese día, y a los pocos minutos me tensé; Mónica que ya me conocía lo suficiente, mantuvo mi polla en su boca hasta la mitad y acompañó mi corrida con una perfecta paja con su mano derecha, mientras con la izquierda acariciaba mis huevos y mi ingle. Fueron uno, dos, tres, hasta cinco impactos los que recibió en su boca, en su garganta, pero no dejó de mirarme con lujuria mientras engullía mi semen, en ese momento era una diosa del sexo que defendía lo que consideraba suyo y ni tan siquiera había una sombra de duda en sus movimientos, estaba marcando su territorio.

Cuando por fin finalizó la fantástica tarea que había realizado sobre mi miembro, lo limpió con lametones rápidos y seguros y, ni en su boca, ni en mi polla aún erecta, se podía encontrar ni un solo resto de la espectacular corrida de hacía unos instantes. Se incorporó y se alisó el vestido con sus manos mientras yo procedía a recomponer mi atuendo con cierta celeridad, se acercó lentamente a mí y me dio un lento beso que se convirtió en apasionado cuando se unieron nuestras lenguas en mi boca, compartiendo mi sabor. Tras unos segundos me miró a los ojos, me sonrió con picardía y se despidió de mí diciéndome:

-         Si esa arpía vuelve a ponerte caliente, mándame un whatsapp, o mejor llámame y le pondré remedio. Mañana ya repasaremos los números de ese proyecto.

No pude por menos que esbozar una sonrisa satisfecha ante todo lo que estaba pasando aquel día. Realmente, jugando un poco la vida se desfrutaba bastante más. Decidí dar por finalizado el día, dejé todo listo y organizado para el día siguiente en cinco minutos y salí de mi despacho rumbo al ascensor. Me sorprendió ver que Cristina aún estaba en la sala abierta, frente a su mesa, delante de su portátil, pero no parecía estar haciendo nada en concreto con él. Al pasar junto a ella, que quedaba a unos tres metros del pasillo, la saludé como de costumbre:

-         Buenas tardes Cristina, hasta mañana.

Se irguió hacia atrás en su butaca frente al escritorio, a la vez que se giraba hacia mí, me miró con una media sonrisa que daba una expresión traviesa a su cara y llevándose la parte de atrás de la cara estilográfica que tenía en su mano izquierda a su boca, para mordisquearla de forma juguetona, me respondió con más simpatía y musicalidad en su voz de la que cabría dada la última charla

-         Hasta mañana…Andrés…que descanses bien

Continué hasta al ascensor y presioné el botón. Mientras esperaba, sentía sus ojos clavados en mí, atravesaban mi nuca, era una mirada intensa, firme, casi inquietante y estaba seguro de que si me giraba la encontraría allí mirándome fijamente con descaro. Mantuve el tipo, y en cuanto llegó el ascensor entré de una forma un tanto apresurada y presioné el botón con el “cero”. Mejor que diera el día por finalizado, -pensé-, seguro que el viaje de regreso a casa en tren, unos largos en la piscina al llegar a casa, y ponerme a pensar en las próximas vacaciones me aclararía las ideas, y me ayudaría a controlar toda esta situación antes de que se me fuera de las manos…o eso creía yo. ¡Que equivocado estaba!

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